“Las mujeres ya no caben en el molde del sistema capitalista patriarcal”

Imagen: Guillem Valle / El Salto Diario

Entrevista a Hevi Devrim, militante comunista de Turquía que se encuentra luchando en Rojava. Hevi es miembro de la organización DKP/Birlik (Partido Comunero Revolucionario / Unidad), activa en Rojava desde la resistencia de Kobane en 2014. En esta entrevista, Hevi comparte sus reflexiones sobre los procesos revolucionarios, el movimiento de mujeres, la lucha armada y la relación entre la cuestión de clase y de género.

-¿Cómo comenzaste a involucrarte en los movimientos políticos de Turquía? Como mujer, ¿qué significó en ese momento convertirse en un sujeto político activo dentro de tu entorno social?

-Me crié en un ambiente democrático, escuchando y leyendo las historias de Deniz Gezmiş (1). A la pregunta que se les hace a las chiquillas: “¿qué quieres ser de mayor?”, yo respondía: “seré revolucionaria, seré como Deniz Gezmiş”.

Sin embargo, esto aún no era una orientación consciente. Mi vida como revolucionaria se desarrolló durante la educación secundaria y la universidad, en la forma de una rebelión contra todo tipo de relación de opresor-oprimido. Aunque conocía la lucha de clases a nivel retórico, todavía no sabía concretarla. Fundamentaba mi voluntad revolucionaria en una visión de un mundo libre, infinito, sin límites, y sin clases. Un mundo donde se eliminarían tanto las relaciones de explotación como toda relación de opresor-oprimido; así sería ese mundo libre, infinito, sin límites.

Mi generación luchó en una época en la que las mujeres ya no se colocaban en una posición de “personal de apoyo” dentro de las organizaciones revolucionarias que practicaban la lucha armada (para las mujeres de una generación anterior fue, en este sentido, bastante difícil). Las mujeres revolucionarias participaban de forma directa en las acciones armadas y el enemigo las iba matando. Me nutría de las historias de estas revolucionarias. Ya no me concebía a mí misma en las historias de Deniz Gezmiş, como cuando era niña, sino que intentaba verme en una relación de igual a igual con las mujeres revolucionarias inmortalizadas.

Dentro de las organizaciones revolucionarias de esa época, la lucha de género, y la consciencia del mismo, aún no eran un punto fundamental en el orden del día. La cuestión de las mujeres no se trataba dentro de las organizaciones, sino en términos de la sociedad. Pero sólo con nuestra presencia, mi presencia, estábamos y estaba en una situación que rompía esquemas y que superaba los roles sociales de género que, de una manera rebajada, prevalecía también en el ámbito de los movimientos revolucionarios.

-Durante la última década, Turquía ha pasado por un proceso muy intenso. La rebelión de Gezi marcó el período de una gran movilización popular, pero ahora parece que ese ciclo ha entrado en una fase de reflujo frente a la represión y la guerra interna lanzada por el régimen de Recep Tayyip Erdogan contra las fuerzas democráticas y revolucionarias. ¿Cómo has vivido este proceso de movilización social y represión estatal?

-Si nos fijamos, los diez años a los que te refieres corresponden a los años en los que la crisis global del 2008 se empezó a sentirse en Turquía. El bloqueo creado en el proceso de acumulación de capital neo-liberal, y las estrategias desarrolladas por el capital para superar el bloqueo, abrieron el camino a insurrecciones populares en diversos lugares del mundo. Esto fue lo que sucedió en el frente turco. Como consecuencia de las condiciones de crisis, disminuyó la capacidad de incluir a las masas trabajadoras en la burguesía. Por otro lado, aumentó la necesidad y búsqueda de libertad de las personas trabajadoras, las mujeres y el pueblo kurdo oprimido, a los cuales el gobierno del AKP (2) no podía dar respuesta, y las contradicciones y conflictos dentro de este gobierno empezaron a crecer. Mientras el AKP fue consolidando sus bases, estableció como estrategia oponerse a la mitad de la población del país. Antes de (la revuelta de) Gezi, la prohibición del aborto, los debates sobre la longitud de las faldas, o sobre si las mujeres llevan o no pantalones cortos, llegaron a ser pronunciados directamente desde el púlpito de la Asamblea Nacional por Erdogan. Y no sólo esto: la mitad de la población se encontró de frente con la realidad de un gobierno que se metía de manera tiránica en lo que se debía beber y comer, en cómo se tenía que vestir, en cada momento de la vida.

Hay dos factores fundamentales, relacionados entre sí, que han posibilitado la institucionalización de la dictadura fascista. El primero: suprimir cualquier dinámica explosiva antes de que surja, en un período de crisis que abarca todos los ámbitos económico-político-sociales; hacer que ese gobierno, que ya no consigue generar consentimiento con mecanismos económicos y políticos, consiga generar “consentimiento” apoyándose en sus aparatos de fuerza y presión.

Y segundo: en el contexto de la dialéctica de revolución-contrarrevolución, eliminar los puntos de resistencia del pueblo kurdo y de las fuerzas trabajadoras, y así sofocar la lucha. La rebelión de Gezi estalló en medio de un proceso en el cual estos dos factores se entrelazaban. La cuestión de la libertad, hasta ahora secundaria en el mundo del neo-liberalismo que lo mercantiliza todo, había llegado a ser la cuestión más fundamental.

Con el levantamiento de Gezi, el partido AKP y la burguesía aprendieron las lecciones necesarias, y se reorganizaron para enfrentarse a los combates y las luchas urbanas. Que el fascismo se organizara como una forma de dominación monista es el resultado de esta situación. DKP también surgió como una consecuencia de la convulsión generada por el levantamiento de Gezi. Lo que nos condujo a construir una organización de lucha armada en estas tierras fue el análisis correcto de Gezi. Los sujetos revolucionarios que propusieron la construcción de una organización/partido político-militar como el más ardiente orden del día, actuaron con una perspectiva de unidad, para eliminar la fragmentación en el movimiento revolucionario turco. Y, al tener junto a ellos una geografía revolucionaria ante la cual no iban a quedar indiferentes, se propusieron construirla dentro de esta guerra revolucionaria. Así, estas son las dinámicas que constituyeron el DKP. Lo que nos ha juntado en el eje de la unidad y la revolución, en este anillo de fuego, es el viento revolucionario que se levantó en Gezi.

La cuestión de libertad, las crecientes necesidades económica-política-social-culturales de las masas y la incapacidad del sistema de atenderlas, genera constantemente tensión social. El régimen fascista del AKP, conociendo bien estas fallas, ha orquestado ataques que sirven para aumentar la histeria chovinista contra el pueblo kurdo. Y precisamente éste es el origen de la invasión de Afrin, de la última invasión de Rojava, y del concepto que se ha ido desarrollando entorno a la destrucción del pueblo kurdo entero. De la misma manera, el estado de emergencia (OHAL) declarado tras el intento de golpe de Estado, en julio de 2016, y su prolongación en el tiempo tiene como objetivo aplastar toda dinámica de oposición.

Como revolucionaria he pasado muchos años en prisión. He defendido la lucha armada y siempre he tenido como objetivo tejer un camino para ponerla en práctica. Es obvio que el Estado burgués-fascista no prometerá un jardín de rosas a ninguna organización o individuo que tenga como objetivo la revolución, la cual es una acción de creación y destrucción a la vez. A mí y a muchas revolucionarias nos ha tocado una buena ración de represión, detenciones, arrestos, y encarcelamientos. Éste era el precio de ser revolucionaria en estas tierras. Cada una de nosotras, a pesar de todo esto, quemó las naves y tomó el camino dirigido a crear nuestra posición revolucionaria en un plano más elevado.

-Muchos militantes de Turquía decidieron venir a Rojava para defender con su lucha el proceso revolucionario. En tu caso, ¿por qué tomaste esta decisión? ¿Cómo fue para ti dejar tu tierra y venir al norte de Siria?

-Vine a Rojava en octubre del 2014. Era la época en la que el Estado islámico (Daesh) estaba atacando Kobane y había ocupado una gran parte de la misma. Masacraba a la población kurda-yezidí, incluyendo mujeres y niños en Şengal (Sinjar o Shengal), y aquellas a las que no mataba las vendía en mercados de esclavas como los de la Edad Media. En la organización en la que estaba yo en aquél momento, en la hora de tener debates teóricos-políticos, el tema que más destacaba era el enfoque sobre la organización.

Pienso que esa organización no era la organización adecuada para las ideas adecuadas. Era una de las organizaciones más afectadas por la ola de purismo dentro del Movimiento Revolucionario Turco de los años 2000. Estaba muy lejos de ser una organización político-militar. Y el sujeto en mi visión revolucionaria siempre sería el sujeto que llevaría a cabo ese violento acto creativo-destructivo. En esa época, creía que no había un sujeto dentro del MRT que convergiera en esta idea, que fuera capaz de construir una verdadera posición revolucionaria. Todavía no se había formado el DKP. Y yo, como revolucionaria internacionalista, dirigí mi mirada a Rojava, y fui a Kobane para luchar con las YPJ (Unidades de Defensa de la Mujer).

Venir a participar en la guerra contra el Daesh, que atacaba la revolución de Rojava para ahogarla, no era sólo una cuestión de consciencia. Sin duda, las revolucionarias son personas de consciencia; su consciencia es lo que las hace personas y revolucionarias. En una situación en la cual mujeres de 70 años se ven obligadas a llevar un Kalashnikov y otras tienen que enfrentarse a todo tipo de agresiones, defender la revolución de Rojava contra los seres del Daesh -tan profundamente oscuros como sus banderas – es, sin duda, un movimiento de consciencia. Pero esto no era lo único que desencadenó mi llegada aquí. Yo vine a construir mi propia posición revolucionaria, en las tierras de la revolución y dentro de la guerra para defender la revolución. Sentía que si no venía a Kobane sería casi como no poder vivir.

En la pregunta hablas de dejar mi tierra y venir al norte de Siria. Yo vine a Rojava. Como revolucionaria internacionalista, en 2011 me hubiera gustado estar en Tahrir cuando estalló la rebelión árabe. Allí donde haya una rebelión, un levantamiento, allí quisiera estar. Pero para mí, Rojava no es solo eso. Dentro del movimiento revolucionario turco, yo soy una revolucionaria kurda. Me he nutrido de las experiencias de la lucha del Movimiento de Liberación Kurdo. He querido aprender de este movimiento y aportarle algunas cosas (lo que pueda y sea necesario). Los grilletes más importantes en los pies de la revolución turca son los sentimientos chovinistas de las masas. Arendt habla de la “banalidad del mal”; pues, aunque sea para acabar con la banalidad del mal y salvar los trabajadores de esta espiral de putrefacción y degradación, es necesario que la revolución kurda se realice. La revolución que crece en Rojava tiene que expandirse. En realidad, yo vine aquí para conocer esta revolución, para desde dentro de esta revolución prepararme para la revolución en Turquía (entonces decía: “si sigo viva cuando llegue aquel momento”). Lo valoro como un proceso no de dejar mi país, sino de encontrarme con las tierras revolucionarias. Mi sensación, mi sentimiento, era exactamente ése.

-Participaste en la resistencia de Kobane contra el Estado Islámico en 2014. ¿Cómo viviste aquella resistencia?

-Todo era tan intenso… Sentías la consigna “No pasarán” por todo tu cuerpo y alma. Todo el mundo estaba fijado en eso. Las analogías de Stalingrado y del “No pasarán” fueron las palabras que más pronunciábamos en voz alta, que más expresamos en ese momento. Aquí se estaba escribiendo la Historia. El movimiento kurdo por la libertad estaba haciendo su propia historia en un intervalo de caos. Y para una revolucionaria internacionalista, estar aquí, ser partícipe de hacer esa historia, construirse a una misma dentro de la revolución/guerra conllevó una intensidad emocional inexplicable. Había estado dentro de la lucha durante muchos años: en los años 1990, cuando se dio una intensificación de las acciones armadas en Turquía, yo estaba organizada y dentro del movimiento. Pero la revolución es algo totalmente diferente. El pueblo se había armado. Padre e hija luchaban juntos en la misma posición. Estaba la compañera Nemir, con sus 70 años y un Kalashnikov en las manos. Y estaba Viyan, que mostraba su gran valentía frente a las bandas (yihadistas) con sus 15 años y su (ametralladora) BKC.

En teoría, conocemos la relatividad del tiempo. En Kobane vi que relaciones que cabían en dos o tres días llevaban una intensidad que no se podía ni siquiera medir en años. Como si nos conociéramos desde años antes, todo era muy transparente, todo era muy simple. Todas éramos nosotras mismas. No había ningún elemento alienante. Para quien quitaban importancia a la muerte, era como desnudarse. Todo podía caber en una mirada, en una sonrisa. Las personas abrazaban la muerte sin reservas, dando sus vidas las unas por las otras.

La lucha kurda por la liberación de Kobane fue un punto de inflexión. De todas las luchas que se han dado hasta el día de hoy, ésta fue su forma más pura, esta vez nada se vivía en bucle, y el mundo veía esa resistencia. Teníamos noticias de las acciones de solidaridad que se hacían, y sentíamos que no estábamos solas, sentíamos nuestra invencibilidad.

Se puede escribir o hablar de muchas cosas. Yo voy a contaros del compañero Mazlum, que estuvo a mi lado la primera vez que fui herida. El compañero Mazlum tenía cuatro hijas, de las cuales la mayor tenía 9 años. Hay muchas cosas que contar de su historia, que empezó como constructor de la revolución en el 2011. Contra Al Nusra, el FSA (Ejército Libre Sirio), hasta finalmente las pandillas del Daesh, defendió la revolución; se hirió, se curó y volvió a luchar en tantas guerras. Cuando su hermano dio su vida luchando a su lado, enterró el dolor dentro suyo, y continuó luchando. Otro de sus hermanos fue capturado vivo por las pandillas. Él sabía todo lo que le podían hacer a un luchador kurdo capturado por el Daesh, pero tenía esperanza; esperó, quiso esperar que su hermano estuviera vivo. Las tres y cuatro hijas respectivas de estos hermanos, que sumaban siete, se quedaron huérfanas, y él intentó cuidar de ellas como si fueran suyas. Sus compañeros insistían en intentar mantenerle lejos del frente ya que dos hermanos suyos habían caído y en consecuencia él estaba a cargo de sus hijas.

Pero, ¿cómo iba a parar? Siempre estaba en primera línea. Hubiera podido hacer cosas sin peligro, y sus compañeros siempre le empujaban a ello. Pero él tenía que estar en primera línea. Su único objetivo era dar a sus hijas y a las de sus hermanos caídos un Kurdistán libre. Alzaba el grito de “Em axe xwe bernadin. Em heriye xwe bernadin” (“No abandonaremos nuestro territorio, no dejaremos nuestra tierra”). Explotó una mina y este compañero murió luchando. Dejó atrás a cuatro hijas y a su joven pareja.

Mucho más tarde llevamos su arma a la familia. Nesrin, su hija de o años y Firaz, su hijo de 7 años, se pelearon entre ellos diciendo: “yo voy a levantar el arma de mi padre” (3). Así, esto es lo que describe la realidad de la revolución de Rojava. Lo que hace que Kobane sea invencible es esta alma. Como revolucionaria, estar en Kobane y participar en esa guerra, ver cómo se está construyendo la consciencia del pueblo kurdo respecto al territorio y la nación, defender la revolución de las mujeres, y poner la vida y el cuerpo en juego para expandirla, fue una gran suerte para mí. Era como si estuviera en un mundo encantado.

-La compañera caída Ceren Gunes hizo un llamamiento a ir más allá de la denuncia de la violencia sexista contra las mujeres, y enfatizó la necesidad de lanzar la contra-violencia para detener el feminicidio y los ataques contra las mujeres. ¿Cuál es tu posición sobre este tema? Como mujer, ¿cómo ha sido para ti el proceso de participación en la lucha armada?

-Ceren habló de esto en el marco de un plan de debate entre las organizaciones constituyentes del HBDH (4), en diciembre de 2017. Salió en el canal de televisión de Medya Haber. Llama a las mujeres a convertir todas las herramientas y aparatos en armas de autodefensa. Habla de transformar en arma el aceite de freír caliente. Era una compañera que sentía la lucha por la libertad de las mujeres en toda su sangre y huesos. El enfoque de nuestros debates teórico-políticos era la lucha por la libertad de las mujeres. La lucha de auto-defensa y sus dinámicas eran el tema que más debatíamos. Los puntos sobre los cuales debatimos con más intensidad eran: cómo se tendría que posicionar en la práctica, y cómo conseguir movilizar iniciativas que den paso a las luchas de auto-defensa, que se realicen acciones que apunten al poder del macho-Estado, y en este sentido, que se amplíe y se desarrolle la fuerza revolucionaria de las masas.

Antes de venir a Rojava, Ceren luchaba como guerrillera urbana. Ella siempre fue impulsora de prácticas que rechazaban los roles sociales de género. De la misma manera, rechazó los privilegios y favores que, como médica, se le desplegaban en la sociedad burguesa. Desde la intersección de la consciencia de clase y la de género, se lanzó a esta lucha.

Las revoluciones implican violencia y fuerza. No solo las revoluciones; todos los pasos en el camino hacia la revolución, cada umbral que hay que pasar, requiere una violencia fundadora-creadora. El sistema patriarcal capitalista también se construyó sobre este fundamento. Y para destrozarlo y dejar entreabierta la puerta a una nueva vida, hay que movilizar/organizar la contra-violencia. Cuando damos a conocer todas nuestras dinámicas de lucha de clase/género/social, lo que señalamos como titular es la organización de la “violencia fundadora-creadora”. Y justamente lo que define nuestro enfoque respecto la cuestión de mujeres es esto. La violencia y los asesinatos que lleva a cabo el poder del macho-Estado, y que siguen aumentando, forman parte de la estrategia para proteger su estatus actual. Esta es una violencia cuyo objetivo es proteger el sistema patriarcal capitalista y su régimen social de género.

En cuanto al aumento (de la violencia machista), éste aparece al surgir aquella búsqueda de libertad que ya no cabe en su vaso. Todavía no es una búsqueda que puede imaginar o luchar por un mundo libre, sin clases, sin límites, donde no hay discriminación de clase o género. Pero lo que es cierto es que las mujeres están cuestionando y rechazando el poder del macho-estado que les impone relaciones de tiranía sobre sus cuerpos, trabajo e identidades. Y uno de los motivos del aumento de la violencia es este rechazo. Nosotras, las mujeres comuneras (4), nos proponemos abrir un camino para esta búsqueda que ya viene desarrollándose por sí sola. Además de dar a conocer el problema, nuestro objetivo es mostrar qué se tiene que hacer para solucionar el problema mientras desarrollamos su equivalente en términos práctico-organizativos. Y aquí es exactamente donde se sitúa el tema de la organización-movilización de la contra-violencia.

-Vuestra organización participa en el KBDH (Movimiento Unido Revolucionario de Mujeres), la estructura de mujeres vinculada a la alianza revolucionaria entre muchos grupos revolucionarios kurdos y turcos de Turquía, el HBDH (5). ¿Por qué visteis la necesidad de crear esta estructura separada, sólo de mujeres? ¿Por qué crees que es necesario construir espacios autónomos para las mujeres dentro de los movimientos revolucionarios?

-El KBDH es una estructura política-militar organizada desde las estructuras de mujeres (y sus integrantes) de las organizaciones revolucionarias de este período, que entrelazan mucho más las revoluciones de Turquía y de Kurdistán. Es hacer posible que las compañeras hablen directamente entre ellas y compartan sus experiencias; más importante, es formular, desde el eje opuesto, una respuesta al hecho de que los roles sociales de género siguen reproduciéndose, aunque de manera rebajada, en las organizaciones revolucionarias. Es la generización de la teoría-política… ¿Esto qué quiere decir? Que es un enfoque desde el cual se mira cada problema y proceso, y se establecen los parámetros para resolverlos desde el eje de las mujeres. Es para que ninguna de nuestras cuestiones se pierda entre las demandas de la lucha general.

Es imposible que un movimiento revolucionario que ignore la dinámica de las mujeres pueda crecer. Hoy en día, desde una creciente concienciación, la imagen de la mujer sumisa y sonriente que ha impuesto el sistema patriarcal capitalista está siendo cuestionada por las mujeres. Las mujeres ya no caben en ese molde. Sin embargo, a todo esto aún no se le está dando forma desde una fuerte consciencia de género. Estamos muy comprometidas con la libertad y por eso decidimos ni conformarnos ni alinearnos.

-Respecto al auge de un feminismo muy heterogéneo extendido en Europa, algunas voces han advertido sobre el riesgo de quedar atrapadas en una estrategia y un programa que no interesa a las mujeres de la clase obrera.

-Como mujeres comuneras, no nos definimos desde la identidad feminista. Estamos en un lugar desde el cual sí miramos al movimiento feminista, y no vivimos una relación de contrariedad. La lucha de género tiene una experiencia muy rica en cuanto a la organización-movilización en la vida cotidiana. Claro que damos importancia a esto. Pero una mujer comunera se identifica desde la intersección de la consciencia de clase y la de género. Formula su política diaria orientada por la perspectiva revolucionaria. Lo que está claro es que no se trata de un enfoque que ignora la lucha de género y que la pospone para después de la revolución. Defendemos que la liberación de las mujeres es lo que va a abrir el camino a una revolución que podrá destruir el sistema patriarcal capitalista. Esto está comprobado también con la experiencia histórica, de manera que en un mundo donde no haya desaparecido la división social de trabajo, en un sitio donde no sea realidad el mundo de libertad del comunismo, la lucha contra el patriarcado va a continuar. En este sentido, nuestra lucha y nuestro caminar consciente van a continuar después de la revolución también. Y, en este sentido, hay que subrayar la consciencia de género.

Puedo decir que los movimientos feministas de Europa tienden a operar dentro del sistema. Esto es un problema para la totalidad del movimiento feminista. El tema de fondo es que no entra en su campo de visión una revolución que incluye la violencia fundadora-creadora, aunque ésta aportó mucho a la evolución del movimiento de mujeres. Y esto nos importa, intentamos aprender de sus experiencias. También del movimiento feminista en Turquía. Nosotras decimos que debemos estar con el movimiento feminista como en una paralaje, en una posición desde la cual nos podemos mirar.

-Sakine Cansiz dijo que para ella ser mujer dentro de una organización revolucionaria significaba “una lucha dentro de la lucha”. ¿Qué dificultades experimentas como mujer militante en tu relación con los compañeros? ¿Cómo se puede superar el sexismo dentro de las organizaciones revolucionarias? ¿Cuáles son las tareas que hay que hacer para que los camaradas hombres superen su personalidad y actitudes patriarcales?

-Sakine Cansiz fue muy pionera en la práctica, una compañera que hizo sentir muy profundamente su militancia como mujer. Me hubiera gustado mucho conocerla a ella y sus experiencias.

Cuando pensamos en la época que vivió Sakine Cansiz, su frase sobre la “lucha dentro de una lucha” está clavada. Los años 1970-1980 fueron una época en la que las mujeres tenían la posición de ayudantes en las organizaciones revolucionarias. Después, esta situación cambió un poco, consecuencia tanto de la transformación social y de clase que se vivía en ese momento, como de la “lucha dentro de la lucha” que llevaron a cabo compañeras como Sakine Cansiz para abrir un camino al cambio. Sin embargo, no es real hablar de una consciencia totalmente libre de roles sociales de género entre los compañeros. Estamos siempre en guerra con las muestras de “masculinidad” que exhiben de una manera rebajada (aunque a veces les sale de manera más brutal). Y hoy en día no tendría que quedar solamente en la voluntad de guerra de una compañera. Entonces, es aquí donde se activan medidas organizativas. Es aquí donde es importante la organización autónoma de las mujeres y, además, en ámbitos colectivos, posicionarnos firmemente contra actitudes machistas que pretenden usurpar el espacio de las mujeres. Nosotras, mujeres revolucionarias, desde la lucha y la consciencia de género, nos estamos abriendo el camino para nosotras mismas en esta pelea.

Notas:

1- Deniz Gezmiş (28 de febrero de 1947-6 de mayo de 1972) fue un líder estudiantil marxista-revolucionario turco y activista político en Turquía a finales de la década de 1960. Fue uno de los miembros fundadores del Ejército Popular de Liberación de Turquía (THKO).

2- Partido de la Justicia y el Desarrollo. Partido conservador de tendencia islamista, actualmente en el gobierno de Turquía en coalición con el partido de extrema derecha nacionalista MHP (Partido de Acción Nacionalista).

3- En estas tierras, levantar el arma de una şehid -persona que ha dado su vida luchando por el movimiento- quiere decir luchar como ella; es ser como esa persona, es llenar el naciente vacío, inmortalizándola.

4-“Communard” en el original, en referencia a las participantes de la insurrección obrera de la Comuna de París, en 1871.

5- Halkların Birleşik Devrim Hareketi, o HBDH/ Movimiento Unido Revolucionario de los Pueblos. Es una alianza de diez organizaciones de la izquierda turca y kurda en Turquía. La alianza fue fundada el 12 de marzo de 2016, con el objetivo de derrocar al gobierno de Recep Tayyip Erdoğan.

FUENTE: Buen Camino / El Salto Diario / Edición: Kurdistán América Latina