Alemania impide entrar en la UE a un inglés y deporta 20 años a una española por apoyar a los kurdos

Ni en sus peores pesadillas podía haber imaginado una cadena de hechos como la que le atrapó a principios de este año. El periodista británico Matt Broomfield trataba de entrar en Italia desde Grecia, cuando la policía griega le comunicó que su nombre había sido incluido por Alemania en el sistema de información Schengen, como “un individuo indeseable”. A petición de Berlín, se había resuelto prohibir al reportero inglés la entrada en los 26 países del territorio Schengen durante los próximos diez años. Inmediatamente, Broomfield fue también arrestado e internado en uno de esos centros de detención para migrantes. Es el primer -y hasta ahora único- occidental que ha pasado por una experiencia así.

La descripción que ha hecho Broomfield de las condiciones de vida de esos inmigrantes y de su propia estancia de dos meses es aterradora, tal y como se describe en el relato autobiográfico que ha realizado el inglés para Público. Y lo peor de todo es que ni siquiera sabe cuáles son los motivos por los que los germanos lo consideran un “indeseable”. “Todo lo que se me ha dicho en relación a lo ocurrido, es que fui incluido por Alemania en el sistema de información Schengen”, ha asegurado el periodista en declaraciones a este diario. “Sabemos que otro médico británico que estuvo en Rojava encajó una prohibición idéntica, lo que confirma que el castigo que me han impuesto guarda alguna relación con mi trabajo en el Rojava Information Center (RIC)”. Esa organización, de la que Matt fue fundador, ha colaborado durante años con periodistas de todo el mundo, proporcionando información sobre el acontecer del Norte y Este de Siria (NES), la porción de territorio autónomo que controlan los kurdos.

Se da la circunstancia de que las autoridades kurdas que gobiernan el NES han pasado años combatiendo contra el ISIS bajo la bandera de una coalición, de la que también formaban parte los norteamericanos y los propios británicos, lo que plantea una paradoja casi irresoluble: que se persiga a personas por colaborar con una administración con la que combaten mano a mano sus propios gobiernos. “Los jueces británicos dijeron en cierta ocasión en relación a otros casos similares que cómo se podía inculpar a alguien por terrorismo por actos cometidos con el respaldo de la propia fuerza aérea británica”, subraya Broomfield.

“Con arreglo a la ley, si alguien como yo es una seria amenaza para la seguridad, debe ser incluido en los sistemas de información de Schengen. Evidentemente, yo no soy una amenaza. Casi nadie de los que allí aparecen lo son. Hay cientos de miles de personas en esos listados y la mayoría de ellas son simples migrantes. Algunos estados utilizan esas listas como un mecanismo legal para deportar a quienes quieren. Otros se sirven de ellos para ir contra activistas de los derechos humanos o abogados. Polonia, por ejemplo, prohibió la entrada al responsable de una ONG, un periodista turco suizo. El Reino Unido, Italia, Dinamarca, Bélgica o Alemania han actuado contra gente que ha estado en Rojava o que ha apoyado el movimiento kurdo. En Australia o Dinamarca es un crimen ir a Rojava, independientemente de lo que has hecho allí”, nos explica Broomfield.

El periodista sospecha que Turquía envió a Alemania una lista de nombres que está utilizando para llevar a cabo su particular caza de brujas, versión germana de la de McCarthy. Al igual que el senador norteamericano, Berlín está apoyando su yihad contra movimientos de solidaridad con el pueblo kurdo, amparándose en una versión propia y actualizada del “miedo rojo” que en este caso debería designarse como el “miedo kurdo”.

“En el Reino Unido ha habido seis intentos de procesar a antiguos miembros de la milicia kurda YPG por diferentes vías legales, pero todos colapsaron. Un chico llamado Daniel Burke estuvo dieciocho meses en prisión hasta que lo soltaron sin cargos”, precisa el periodista inglés. “También trataron de inculpar al padre de un miliciano de las YPG llamado Daniel Newey por enviar a su hijo 150 libras esterlinas. Querían imputarle por terrorismo. En mi caso, nunca fue un secreto que estaba en el Norte y Este de Siria porque salía mucho en las noticias”.

Más de cien españoles han combatido o realizado labores civiles en el Norte y el Este de Siria. En 2015, se intentó, de hecho, incriminar por homicidio a un miliciano gallego llamado Arges Artiaga, pero la Audiencia Nacional desestimó la acusación. Existe, sin embargo, un caso mucho más reciente de persecución que afecta a una feminista española.

Española represaliada

María V. ha tenido el infausto honor de ser la primera activista expulsada de Alemania por su apoyo explícito al movimiento kurdo. La feminista ha sido deportada sin juicio por las autoridades alemanas, bajo la acusación de actuar de enlace “entre la izquierda radical y el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán)”.

La decisión se la comunicaron tres agentes civiles de la comisaría de Halle, quienes le entregaron el pasado mes de octubre una notificación de la oficina de inmigración de Magdeburgo, en la que se le pedía que abandone el país en un plazo no superior a treinta días porque había perdido “su derecho a la libre circulación por Alemania como ciudadano de la Unión Europea”.

A raíz de esta orden, la internacionalista tendrá prohibida la entrada a ese país durante los veinte años siguientes a la fecha en la que se comunicó la decisión. Las autoridades han justificado su resolución aduciendo que María representa una amenaza para la seguridad de la República Federal de Alemania. Además, se le acusa de permanecer en el país durante demasiado tiempo sin lazos familiares, trabajo, seguro o fuente de subsistencia, de lo cual se colige que ha utilizado su permanencia en el país “exclusivamente para participar y organizar actividades políticas relacionadas con el movimiento kurdo de liberación”.

Según ha dado a conocer la agencia de noticias kurda ANF, en el documento donde se le comunicaba su expulsión del país se subrayaba que, desde 2014, María tomó parte en mítines, protestas, manifestaciones y otros actos políticos en lugares como Leipzig, Magdeburgo y Berlín. La española ha sido cuestionada por sus conocimientos de informática y del idioma kurdo porque, según el citado digital informativo, le han permitido ayudar a construir una red “y servir como enlace entre la escena radical de izquierda en Alemania y el movimiento de liberación kurdo”. La prohibición de veinte años de regresar al país solo puede ser aplicada en casos de crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad o terrorismo, lo que da la medida de la dureza de la resolución.

Los propios kurdos creen que la decisión ha sido adoptada con carácter ejemplarizante. “El Estado intenta abrirse una puerta para criminalizar a las personas políticamente activas sin pasaporte alemán para deportarlas a voluntad”, señala la ANF en un comunicado. “Todos los kurdos que viven en Alemania están bajo sospecha de terrorismo debido a la prohibición del PKK. Otro ejemplo de ello son también los intentos de criminalizar la iniciativa Abolish Ban, que aboga por la despenalización del PKK y el levantamiento de la prohibición de esa formación”. La fecha de deportación coincidió con el 26 de noviembre, que es también aniversario de la prohibición del PKK. A María V. le cuesta creer que se trate de una mera coincidencia.

Condenada sin juicio

La deportada ha asegurado en declaraciones a ANF que se enteró de la decisión en octubre, cuando fue citada a la Jefatura de Policía de Halle, estado de Sajonia. “Me informaron de que tenía 30 días para salir del país, y debido a que este período había concluido, tuve que salir de Alemania”, dijo el pasado 27 de noviembre. La feminista española ha hecho hincapié en el carácter arbitrario de la decisión, que no ha sido adoptada por ningún tribunal o instancia de Justicia: “Mi conocimiento del kurdo y mi participación en protestas son las excusas que mencionan para sustentar su orden de deportación. A pesar de que no tengo familiares en Alemania, se alega que he vivido aquí durante años al tiempo que se insinúa que es un crimen utilizar mis conocimientos y mi experiencia en favor de los kurdos”.

La orden de deportación hace mención tanto a las manifestaciones del 8 de marzo relacionadas con el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, como a actos vinculados con el Hambacher Forst, uno de los movimientos ecologistas más conocidos de Alemania. María V. ha llamado la atención sobre el hecho de que se sugiera que hay algo criminal en tomar parte en manifestaciones totalmente legales y pacíficas. “A pesar de que no he llevado a cabo ninguna actividad ilegal en Alemania, me han echado”, ha dicho.

La feminista, que ha apelado la decisión a través de su abogado, da por cierto que su deportación es consecuencia de sus posturas internacionalistas y su apoyo a la lucha del pueblo kurdo. “Quiero que los kurdos vivan libres como los demás pueblos. Y en Alemania es un crimen que una española persiga tales fines y aprenda kurdo”.

FUENTE: Ferran Barber / Público

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