Armadas con pinceles: artistas kurdas que luchan por la igualdad

El arte es un pilar cultural de cualquier sociedad, mientras que la igualdad de género y las libertades políticas ayudan a las sociedades a prosperar. Dentro de las sociedades kurdas, estos dos elementos han empezado a fusionarse recientemente, dando lugar a un poderoso medio para que las mujeres del Kurdistán cuenten sus historias y preserven el espíritu colectivo de un pueblo sin Estado y ocupado. Y debido a las condiciones políticas en las que se calcula que viven entre 30 y 40 millones de kurdos, especialmente en las zonas en las que se ha prohibido su lengua y se han destruido pueblos, la creación cultural se convierte en una forma de resistencia.

En consecuencia, incluso el arte no político es en sí mismo un acto rebelde de autoafirmación. Cuando estas obras de arte son realizadas y expuestas por mujeres artistas kurdas, los temas comienzan a cruzarse con formas de opresión superpuestas, apuntando al patriarcado y a los Estados que ocupan Kurdistán. Este impulso artístico es natural, porque durante décadas la “cuestión kurda” ha sido prohibida, criminalizada y ocultada de la plaza pública. Esta supresión de la voz ha significado que las mujeres kurdas, en particular, han tenido mucho que decir cuando por fin se les ha dado la oportunidad.

Estas voces pueden ahora proyectarse artísticamente, y el arte puede actuar como una herramienta para imaginar una sociedad nueva y mejor. Y como el arte suele ser una expresión del imaginario colectivo de una sociedad y un método para dar sentido a la vida, se puede aprender mucho estudiando las intenciones de los artistas y sus creaciones. Muchas veces, el mensaje que motiva estas obras es la preservación de una historia negada o la crítica a las estructuras que limitan la libertad de las mujeres kurdas. Y al igual que la música dengbêj, conocida por captar la personalidad y el dolor del pueblo kurdo, medios artísticos como la pintura o la fotografía ofrecen ahora una representación visual de lo que significa ser kurda, mujer y ser humano.

El arte kurdo contemporáneo es muy amplio; el volumen de Imago Mundi de 2017 In-Between Worlds: Kurdish Contemporary Artists, presenta a 115 artistas contemporáneas. Sin embargo, el objetivo de este artículo es destacar algunas de las artistas kurdas más notables para iniciar esa conversación más amplia.

Arte desde el interior de una celda

Una innovadora artista kurda que ha ganado la atención internacional es Zehra Dogan. Dogan pasó casi tres años en cárceles turcas, entre 2017 y 2019, por su pintura que mostraba la destruida ciudad kurda de Nusaybin, convertida en escombros por el ejército de Turquía. Durante su sentencia, el tribunal la acusó de “sobrepasar los límites del arte”. Cuando el juez le pidió que explicara por qué había pintado el cuadro, ella respondió que el Estado había hecho realmente la obra visual, y ella sólo estaba mostrando su destrucción: “Ustedes lo hicieron, yo sólo lo pinté”.

Mientras estaba encarcelada, Dogan continuó con su arte a pesar del peligro, contando que “en la cárcel tenía dos opciones: o aceptarlo y quejarme, o intentar seguir con mi arte como medio de resistencia”. Para asegurarse de que podía seguir haciendo arte durante este periodo de años, Dogan se vio obligada a ser creativa en sus pinturas y materiales para sus lienzos. Sin papel, utilizó periódicos, cartones y ropa como lienzos. Para sus pinturas, utilizó una amplia gama de elementos para formar su paleta de colores: hierbas trituradas para el verde, col rizada para el púrpura, granadas o sangre para el rojo, cúrcuma para el amarillo, bolígrafos para el azul, posos de café para el marrón, cenizas de cigarrillos para el gris y pimienta para el negro. A continuación, sacó de la cárcel sus numerosas obras artísticas con la ropa sucia.

Al ser liberada, la artista de 31 años salió de Turquía y realizó una gran exposición de sus obras creadas mientras estaba en prisión, que describió como una defensa del feminismo kurdo. Al hablar con el mundo exterior sobre la cultura artística que representa, Dogan señaló que “el panorama artístico kurdo está cambiando rápidamente en estos momentos y hay una oleada de nuevos artistas creativos”. En cuanto a su lugar dentro del movimiento de cambio más amplio, Dogan declaró: “Los kurdos llevamos 100 años luchando por nuestros derechos. Algunos eligen luchar con las armas. Tenemos que aprender a luchar con otros medios. Para mí, eso es el arte”.

Y esa batalla es la que Dogan ve centrada en el recuerdo y la preservación de la cultura, recordando: “En mi tierra, esta memoria ha sido destruida durante siglos. Al suprimir nuestro archivo histórico, intentan sumirnos en la amnesia, el olvido, la inexistencia. Un pueblo privado de su memoria se pone de rodillas… En la mayoría de mis obras, la documentación es muy importante. Pintando, dibujando sobre o a partir de documentos, intento hacerlos permanentes”.

Cuando la sociedad es la cárcel

Además de Zehra Dogan, hay muchas mujeres artistas kurdas que desafían las convenciones conservadoras y presionan por la igualdad de género junto con sus derechos humanos.

En junio de 2021, la artista Niga Salam presentó “Sótano” en la ciudad de Sulaymaniyah (Kurdistán del Sur, Irak). Esta exposición mostraba las obras de jóvenes artistas feministas kurdas que abordaban cuestiones relacionadas con la feminidad en la sociedad kurda. La comisaria (curadora) describió las obras como parte de una “nueva perspectiva” que desafía los tabúes y cuestiones tradicionales en torno al cuerpo femenino, como la cirugía plástica, la presunta propiedad masculina de los cuerpos femeninos, la presencia de las mujeres en los espacios públicos y las normas de género conservadoras.

Esta exposición puso de relieve a otra artista femenina que se esfuerza por transformar la sociedad kurda, Tara Abdullah. En 2021, lanzó su proyecto visual “Mêyîne”, que cuenta las historias de mujeres sometidas a la violencia. El proyecto tardó tres meses en desarrollarse y combina piezas de ropa de 99.678 mujeres que habían sufrido violencia. Se entrevistó a cada una de estas mujeres y sus prendas se combinaron en una obra de arte de 4.800 metros de largo de tela que va desde el parque Nali, de Sulaymaniyah, hasta el Palacio de Justicia de la ciudad.

Las mujeres artistas de la diáspora kurda también desafían las expectativas sociales con su trabajo. Es el caso de Raz Xaidan, una kurda londinense nacida en Suecia y criada en el Reino Unido, que regresó al Kurdistán iraquí en 2014 para mezclar sus dos mundos. Como artista de medios mixtos y fotógrafa, Xaidan experimenta con imágenes digitales de archivo para refundir viejas historias del folclore y la poesía kurdas con nuevos toques de color. En sus obras, deja deliberadamente a las mujeres sin rostro, representando la represión de las mujeres y la intemporalidad de su lucha a través de las generaciones hasta el día de hoy. Al describir su misión artística, señala: “Luchar contra la opresión puede significar algo más que coger un arma e ir a la batalla. Estoy luchando contra la ausencia de trabajo creativo dirigido por mujeres en la sociedad kurda. La revolución de las mujeres no puede ser dirigida por hombres con traje”.

Los objetivos de las artistas kurdas se reflejan igualmente en la historia de Medya Armani. Pintora de Serêkaniyê, en Rojava (Kurdistán sirio), tuvo que huir de su ciudad en 2019 cuando fue invadida por Turquía y sus milicias islamistas aliadas (como Ahrar al-Sharqiya). Tras huir a Qamishlo, se unió al Centro de Arte Malfa de la ciudad para seguir mejorando su pintura. Sus experiencias la llevaron a observar cómo “la revolución de Rojava nos ha allanado el camino a las mujeres artistas. La revolución ha abierto un amplio espacio público en el que podemos participar. Ha habido una gran transformación en las perspectivas hacia las mujeres en la sociedad. Se han revelado los talentos ocultos de las mujeres”. Armani describió su obra y su motivación afirmando que “mis cuadros representan la paz, la naturaleza y las mujeres, y también simbolizan la coexistencia de muchas religiones en nuestra región, donde vivimos en paz. También expreso mi anhelo por mi ciudad y mi dolor a través de mis cuadros”.

Su última frase es, en sí misma, un buen resumen de la experiencia de las mujeres kurdas, una combinación de anhelo esperanzador y dolor en un mundo en el que siguen esperando la igualdad de género y la libertad política. Los medios de comunicación occidentales han aprendido algo sobre la lucha de las mujeres kurdas en el campo de batalla literal contra grupos como ISIS. Esperemos que un público más amplio conozca también otros escenarios en los que las mujeres kurdas luchan por sus derechos, armadas con pinceles y no con pistolas.

FUENTE: Shilan Fuad Hussain / Washington Institute / Traducido por Rojava Azadi Madrid

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