“Casa por casa”: la autonomía kurda

Para muchxs kurdxs, la lucha significa navegar todos los días entre una utopía y la realidad. El lado utópico es soñar con una sociedad democrática, comunal, ecológica y sin jerarquías ni privilegios; y el lado real es despertar con la guerra, la muerte, la pobreza y la humillación. La navegación entre estos dos puntos se refiere a una resistencia cotidiana colectiva y muchas micro-resistencias. Lxs kurdxs definimos estas resistencias con la palabra de “roj bi roj”, que se refiere a la resistencia “día a día”.

La resistencia “roj bi roj” incluye una gran variedad de actos políticos que crean la autonomía kurda y van desde estrategias de supervivencia hasta culturales. Desde lo material, cómo seguir cuidando las tierras agrícolas que ahora, una parte, son comunales, o participar en otros proyectos colectivos que proporcionan medios de vida bajo el embargo económico; hasta lo cultural, como la enseñanza de la lengua kurda, las canciones, los vestidos, las celebraciones y las costumbres que permiten la recuperación de la identidad kurda. Y hay otras partes de la resistencia “roj bi roj” que, mientras confinemos nuestra concepción sólo a lo concreto (político-cultural-económico), las perdemos de vista: armar las emociones cada día, como la esperanza, la dignidad y el sentido de la normalidad; y la solidaridad comunitaria como la creación de nuevas relaciones sociales que promueve la ética-política de la autonomía democrática. Estas son las bases fundamentales de la autonomía kurda y han sido creadas a través de una larga lucha “casa por casa”.

Democratización de la familia y “Hevjiyana Azad”

El movimiento kurdo analiza la estructura de la familia tradicional como un prototipo del Estado. La familia más que ser un espacio donde las personas pueden actuar libremente y convivir, bajo el sistema estatalista y capitalista se ha transformado en un espacio donde las relaciones entre el hombre y la mujer se profundizan sobre la base de la desigualdad, y donde todxs experimentamos el poder y la jerarquía por primera vez. En la familia, la mujer se transforma en un mero instrumento para el desarrollo del poder del hombre. Sin embargo, no queda solo allá: la relación jerárquica, dominante y colonial de los hombres sobre las mujeres en la familia está incrustada en todas las relaciones sociales. Porque el proceso que comenzó con la esclavitud de la mujer condujo al desarrollo de la esclavitud de la sociedad a lo largo de la historia. Para contextualizar eso, las mujeres kurdas estudian la mitología y la historia de humanidad desde una perspectiva femenina. Así, a través de un análisis mucho más profundo y largo, determinan que la emancipación social pasa por la emancipación de las mujeres. Como el movimiento de mujeres, tanto el movimiento kurdo en general se organizan y movilizan para construir una práctica anti-patriarcal para que afirme esta determinación.

Sin embargo, esta determinación y práctica no significa rechazar el fenómeno de familia, sino transformarla. El movimiento refiere esa transformación con el concepto de “la democratización de la familia” y llegar a una “convivencia libre” (hevjiyana azad). Estos conceptos abren un nuevo horizonte para la lucha revolucionaria, porque es la primera vez que un movimiento revolucionario propone buscar la transformación social desde el espacio privado y convertir lo privado y lo político.

“Hevjiyana Azad” es un concepto realmente original. Muchas veces se entiende o se percibe como si la relación de pareja entre un hombre y una mujer fuera democrática, o sobre una base igualitaria. Pero a medida que la lectura y discusión se profundiza, vemos que “hevjiyan” (convivencia) se refiere no sólo a la democratización de la relación sexual o emocional entre un hombre y una mujer, sino a una relación universalmente armoniosa e igualitaria entre todos los hombres y todas las mujeres. Sin embargo, hoy el Estado, la religión y la familia ven la relación de los cónyuges como esclavos y sirvientes.

Por lo tanto, “Hevjiyana Azad” no suele ser solo una forma de relación experimentada dentro de la familia nuclear o el matrimonio como una relación particular. Porque no se puede conseguir a través de un acuerdo entre un hombre y una mujer para ser una pareja libre; es decir, no es problema de ser buen hombre y buena mujer, o ser respetuosos. Si no se habla de una relación entre hombres y mujeres a un nivel igual en la política, en el trabajo, en las amistades, acciones, actividades, producción y reproducción, sin dominación ni poder, es decir, desde el punto de vista de la participación total y activa de la mujer en la vida.

Para esto, la visita de lxs militantes del movimiento “casa por casa” es muy importante para entrar al espacio donde la relación entre hombres y mujeres aparece bajo diferentes formas. (esposo-mujer; papá-mujer; hijo-mujer; hermano-mujer, etc.).

Las visitas “casa por casa” muchas veces la realizan una mujer y un hombre militantes, que son compañeros de la lucha y entre ellos hay una relación de camaradería. Así introducen a la familia en que es posible una relación política e igualitaria entre un hombre y una mujer. Luego en estas visitas, los militantes apoyan a las mujeres de la familia frente a los hombres y les hacen entender que todo lo que va contra las mujeres también va contra el movimiento. Así, las mujeres reciben un apoyo enorme, y este apoyo las fortalece para que sean sujetos de decisión en la vida familiar. Es decir, que la mujer decide sobre su “sí” o “no” respecto a cualquier tema, no su esposo, su papá o su hermano.

Y estas visitas no se hacen solo una vez, sino frecuentemente, y se observan cambios en la dinámica hacia la democratización de la familia. A través de estas visitas “casa por casa”, el movimiento difunde y crea una nueva cultura de la convivencia y esto es una resistencia cotidiana que cambia las relaciones sociales para una sociedad democrática y autónoma.

Es increíble ver que, en las casas, en las noches, las familias se sientan y hacen una ronda de crítica y autocrítica, hablan libremente sobre sus relaciones dentro de la familia, en la que participan también lxs niñxs.

FUENTE: Azize Aslan / Desinformémonos

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