De Valencia a Shengal

De una vida “muy cómoda y libre”, dedicada “al estudio, la lectura y la escritura, sin obligaciones y sin lujos, pero sin preocupaciones económicas”, a alistarse a las Unidades de Defensa de Shengal (YBŞ Internacionales – Yekîneyên Berxwedana Şengalê, en kurdo). Así resume el vuelco que dio su vida Kemal Ispanî, un valenciano que eligió ese nombre para sus días en el territorio de mayoría yezidí del norte de Irak.

“A decir verdad, muchas veces me sentía triste e invadido por el tedio –cuenta a La tinta-. Aquí también hay días más aburridos que otros, y la comodidad y libertad son menores, pero no me arrepiento de venir”.

Desde hace algunos años, Shengal se encuentra en el ojo de la tormenta iraquí. Aunque últimamente las noticias sobre esta región sean escasas en los grandes medios, el pueblo yezidí que vive en ese lugar continúa luchando por sus derechos y recomponiéndose luego de ser víctima, en 2014, de la ferocidad del Estado Islámico (ISIS o Daesh). Cuando los mercenarios y yihadistas, que comulgaban con la ideología islámica ultraconservadora de su líder Abu Bakr Al Baghdadi, se encontraban en su esplendor, los y las yezidíes se convirtieron en blanco de sus masacres. Abandonados por el gobierno de Bagdad y por las fuerzas militares del Gobierno Regional de Kurdistán (GRK), en ese 2014 macabro los yezidíes fueron asesinados, y las mujeres de ese pueblo secuestradas y esclavizadas por ISIS. La intervención de la guerrilla del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), asentada en las montañas de Qandil, permitió dar un duro golpe a ISIS y abrir un corredor humanitario para que muchos pobladores yezidíes escapar a las montañas.

El proceso revolucionario en Rojava (Kurdistán sirio), encabezado por el Movimiento de Liberación de Kurdistán y las ideas de Abdullah Öcalan (Serok Apo) a partir de 2012, se convirtió en una tormenta de libertad que llegó hasta Shengal. Después de liberar la zona de ISIS, un sector del pueblo yezidí apostó (y apuesta todavía) a la autonomía, el autogobierno y la liberación de las mujeres como consignas principales.

De Europa a una pequeña aldea

“Estoy más interesado en la batalla cultural que en la política –afirma Kemal desde Shengal-. No hay lugar en el panorama político de mi país, España, para las ideas que yo suscribo. En todo caso, como pragmático gradualista, y más inclinado a los cambios pacíficos -cuando existen las condiciones y la posibilidad- que a las revoluciones violentas, creo que se ha de hacer lo posible por establecer alianzas e impulsar los pequeños cambios”.

Las horas de este internacionalista español ahora transcurren en una pequeña aldea, entre las caminatas y recorrido por las montañas, los entrenamientos militares, la formación cultural y política, y descansos que permiten la reflexión. Recientemente, Kemal difundió un escrito en el que cuenta en detalle su día a día en Shengal.

Desde 2012, cientos de hombres y mujeres de todo el mundo se trasladaron a Rojava, y posteriormente a Shengal, para defender la propuesta del pueblo kurdo que liberó esos territorios e inició la reconstrucción de pueblos y ciudades, bajo los parámetros del confederalismo democrático, el aporte más profundo realizado por Öcalan no sólo para la liberación de Kurdistán sino de todo Medio Oriente.

Por momentos, el internacionalismo alrededor de la lucha kurda es difícil de comprender: en los territorios liberados y en los que en la actualidad ocupa ilegalmente Turquía, los y las internacionalistas no provienen solamente de organizaciones de izquierda o tienen ideas relacionadas a las tradiciones clásicas del marxismo, en todas sus variantes; también hay ex militares europeos, ex marines, personas de ideologías nacionalistas y de derecha, o simples ciudadanos y ciudadanas que decidieron viajar –de la forma que sea- al ver las masacres cometidas por ISIS.

El contraste con Valencia, dice Kemal, “es evidente, pues ahora paso una semana con mis compañeros en una pequeña aldea por cada una que pasamos en la montaña, más aislados”.

Curiosidad por el “asambleísmo kurdo”

“Mi conocimiento se limitaba a las noticias que nos llegaban de ellos –recuerda Kemal, en referencia a los kurdos y yezidíes-, a algunos artículos breves encontrados en las enciclopedias de la red, y a la lectura de libros breves sobre el pensamiento de Serok Apo, uno de sus líderes”.

Con esas pocas referencias, Ispanî se contactó con las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) luego de sentirse indignado por “la devastación de los bárbaros del Estados Islámico”. Su objetivo principal era combatir a los yihadistas. En toda la conversación con Kemal, sus palabras siempre surgen reflexivas y con el tiempo necesario para darlas a conocer y explicar. “Claro está que el yihadismo tiene otras caras, y una de ellas es la de los mal llamados ‘rebeldes’ sirios, enemigos también de Kurdistán, de la paz y de la convivencia pacífica de las religiones y las culturas –afirma-. Habiéndonos presentado los mendaces medios occidentales a estos rebeldes como demócratas levantados contra un tirano (por Bashar Al Assad), no veía ético participar en la lucha contra ellos. Esta decisión la lamento aún al día de hoy, cuatro años después”.

Los motivos de sumarse a las YPG y luego a las YBŞ son más amplios, según él mismo cuenta: “No se trata solo de cumplir un deber para con los que no pueden defenderse. Como anarquista filosófico, sentía y siento una gran curiosidad por ese asambleísmo kurdo que se ha impuesto en Rojava sin vulneración de derechos de ningún tipo, incluyendo un derecho de propiedad que las formas puramente socialistas del anarquismo no reconocerían y cuya restricción, a mi modo de ver, solo podría establecerse mediante estructuras coactivas estatales o paraestatales”.

“Le siguen a estos motivos una visión de la guerra como un instrumento necesario para librarse del yugo de los tiranos y las tiranías que se perpetúan en el poder –remarca-. Los gritos de libertad de los pueblos, paradójicamente, se ahogan en el silencio y se vuelven estentóreos entre el clamor de las trompetas y el rugido de los cañones”. Kemal sintetiza, en apenas una frase, la larga y dolorosa historia de los pueblos de Kurdistán: “Los kurdos se han visto obligados a escoger entre una paz opresiva, sangrienta, destructiva y deshonrosa, y el ancestral ritual de la guerra”.

“Las armas son su salvación y la pervivencia de su cultura –prosigue el internacionalista español-. Y nadie podrá reprocharles, como a Chamberlein y a Daladier, que prefirieron el deshonor a la guerra y tendrían por ello ambas cosas. Yo tengo, en fin, una visión de la dialéctica bélica más hegeliana que darwinista, aunque la guerra total es deplorable. Los civiles deben quedar al margen. Esa es la razón por la que los milicianos kurdos abandonaron Afrin (cantón kurdo de Rojava invadido por Turquía), salvando de los bombardeos turcos a su gente”.

Kemal tiene otra razón para explicar su decisión; una razón tan poderosa como un arma de fuego: “En último lugar, quería escribir sobre la experiencia, y no hay día aquí que quede sin documentar”.

Hospitalidad yezidí

El pueblo yezidí -conformado por entre 50 mil y 500 mil personas, según fuentes diversas- habita en su mayoría en el norte de Irak, aunque también tiene presencia en el sudeste de Turquía y el norte de Siria. Mal conocido como “los adoradores del diablo”, los yezidíes profesan una religión que ubica sus inicios en el año 2.000 antes de Cristo (a.C.) y son étnicamente kurdos. El yezidismo es, según algunas investigaciones, la religión más antigua monoteísta, que tiene a Khoda (el que se creó a sí mismo) como su dios, y su centro geográfico en la Mesopotamia. Este pueblo, que por haber sufrido a lo largo de su historia 74 genocidios es visto como un núcleo endógeno, adora al Ángel Pavo Real (Tuasi Melek), que en su mitología es el primer arcángel creado por la iluminación de dios para guiar a los otros seis arcángeles.

A este lugar, meca del yezidismo, llegó Kemal Ispanî, como muchas otras personas, con la única prioridad de sumarse a la resistencia contra ISIS. “Lo que más sorprendente resulta es la gran hospitalidad con la que reciben al mayor de los desconocidos –señala-. La barrera del idioma está ahí, así como la cultural, pero los kurdos y los yezidíes tienden puentes sobre ellas y rápidamente ofrecen sus hogares y una invitación a comer”.

Para este miliciano de las YBŞ Internacional, “es difícil acostumbrarse a ciertas cosas. Los milicianos kurdos apoístas, por ejemplo, acostumbrados a compartirlo todo, también se sirven de las cosas de uno de manera chocantemente libre. Hay que tener en cuenta que en su lengua ni siquiera hay un vocablo equivalente a nuestros verbos de ‘tenencia’ o ‘posesión’. También piensan, sospecho, que la crítica, a veces muy repetitiva y pesada, e incluso a espaldas de uno, es siempre constructiva. En cuanto a los yezidíes, deben trabajar aún por la igualdad, aumentando su consideración hacia sus mujeres, lo que no significa que haya observado malos tratos, pero sí roles dominantes y sumisos”.

¿Qué cambios o transformaciones pudo vivir este español que, en su país, disfrutaba principalmente de los placeres de la lectura y la cultura? “Es un ambiente duro –reconoce-. Uno empieza a relativizar ciertas cosas que antes pudiera desaprobar desde un punto de vista ético. Como vivo entre milicianos, cada día tengo más ganas de luchar. Aquí todos las tenemos”.

De Bakunin a Shengal

Le pregunto a Kemal qué es ser un “anarquista filosófico”, como él mismo de denomina. Y cómo esa categoría se entremezcla entre kurdos, yezidíes, la guerra contra el yihadismo y la liberación de un territorio en permanente disputa como Shengal, acechado en estos días por los intentos de invasión militar de Turquía.

“Es una posición no dogmática fundamentalmente basada en el amor a la libertad y en la idea de que el ser humano debe ser capaz de trazar sus propios caminos –reflexiona-, siendo la responsabilidad la otra cara de la moneda de la libertad. Bakunin era, en realidad, un anarquista socialista y además un pionero ideológico, pero expresó mejor que nadie la manera de pensar que nos caracteriza”. Y Kemal cita a Bakunin: “La libertad, la moralidad y la dignidad humana del individuo consisten precisamente en que haga el bien no porque esté forzado a hacerlo, sino porque libremente lo conciba, lo quiera y lo ame”.

Para continuar con su línea de pensamiento, mientras a su alrededor se extiende la tierra árida de Shengal, rodeada de montañas y colinas que siempre son refugio, agrega: “Esto no quiere decir que no interesen otros problemas, como la prosperidad o las condiciones de vida del obrero. Lo que significa es que, a diferencia del anarquismo de libre mercado de la Escuela de Viena o del anarcosocialismo, la primera cuestión que se considera es la de la libertad”.

“Algunos exponentes de esta manera de pensar, el anarquismo filosófico, fueron Henry David Thoreau, encarcelado por objetor de conciencia, o Tolkien, que nos dejó una fantástica alegoría sobre la corrupción del poder –indica-. Alegoría, dicho sea de paso, ciertamente cercana -aunque él lo negase explícitamente- a la obra de Richard Wagner, quien se movía, justo es decirlo, por círculos anarcosocialistas”.

Apoísmo, socialismo y amor

Ahora le pregunto cómo asimila y reconoce las ideas de Abdullah Öcalan, el líder kurdo y fundador del PKK, secuestrado en Kenia en 1998 durante un operativo en el que participaron los servicios de inteligencia turcos (MIT), el Mossad israelí y la CIA. Kemal es escueto en su primera respuesta: “Bastante interesante, incluso si no comparto todos los presupuestos”.

En 1999, Öcalan fue juzgado y condenado en Turquía a la pena de muerte que, posteriormente, le conmutaron. Desde entonces, se encuentra encarcelado y totalmente incomunicado en la isla-prisión de Imrali, una fortaleza militar en el mar de Mármara. “Hay que entender una cosa sobre el apoísmo: aun bebiendo del anarquismo ecologista de Murray Bookchin, es una ideología hecha a la medida de los problemas de Kurdistán –asevera Kemal-. Entendamos el contexto: Kurdistán está dividido en cuatro áreas pertenecientes a cuatro estados diferentes (Turquía, Irán, Irak y Siria), que no están dispuestos a ceder la soberanía ejercida sobre los kurdos”. Frente a este panorama, según Ispanî, “Öcalan propone un anarquismo asambleario ‘sui generis’ que puede subsistir y coexistir bajo y junto a los aparatos estatales, que además proveerían servicios básicos necesarios. Sin embargo, Kurdistán ganaría así una cierta autonomía cultural, que es lo que permitiría sobrevivir a la nación”.

La obra de Öcalan está reunida en cinco tomos, que son “sus defensas” presentadas en el juicio en su contra en Turquía. Además, hay artículos y notas escritas por él –muchas de ellas se pueden encontrar en nuestro idioma, como algunos de sus libros. También existen profundos análisis de su obra realizados por académicos, dirigentes y comandantes guerrilleros kurdos, al mismo tiempo que intelectuales como el argentino Atilio Borón, el uruguayo Raúl Zibechi o el estadounidense David Graeber bucearon en el paradigma sintetizado y teorizado por Öcalan.

“El socialismo es secundario en el planteamiento apoísta: es el medio, no el fin –continúa Ispanî-. El propio Öcalan reconoce abiertamente que en el origen del movimiento de liberación nacional kurdo se adoptó como ideología el marxismo-leninismo porque, en un contexto de Guerra Fría y polarización, constituía la solución aparente. En el Partido de los Trabajadores de Kurdistán y organizaciones afines, lo primero es Kurdistán y lo segundo los trabajadores, siempre de Kurdistán. Es una lucha por la supervivencia de todo un pueblo, de una cultura, de una forma de vida. Y, puesto que se trata de una cultura hospitalaria, solidaria y poco dada al materialismo consumista, es natural que se abogue por formas económicas basadas en el cooperativismo o, en cualquier caso, un colectivismo no coactivo”.

Uno de los ejes más claros en las ideas de Öcalan, configuradas en el confederalismo democrático, es la convivencia. Así lo analiza Kemal: “En Kurdistán coexisten poblaciones con distintas religiones, lenguas e intereses. Öcalan postula que la única manera de representar a todos estos individuos y grupos es dentro de una suerte de anarquía municipalista, democrática y asamblearia. Y si además tenemos en cuenta la despreocupación general por la ecología y los problemas de las mujeres, relegadas tradicionalmente a posiciones secundarias, sometidas y expuestas a crueles crímenes de honor, no podemos dejar de ver la genialidad de Öcalan al proponer una ideología orientada a corregir los problemas reales de Kurdistán”.

“Esta nos podrá gustar más o menos, y yo estoy lejos de abrazarla completamente, máxime como solución a los problemas de otras naciones, pero hay que reconocer que el análisis que hace Serok Apo del pueblo kurdo y sus necesidades es muy certero”, aclara el internacionalista español.

Como última reflexión sobre Öcalan y sus ideas, Kemal sostiene que “toda política es, por definición, filosófica, pero hay elementos éticos e incluso metafísicos muy llamativos, aunque secundarios, dentro del apoísmo. Hay, por ejemplo, una gran belleza en las palabras de Öcalan referidas al último fundamento de las relaciones entre el hombre y la mujer, que es el amor, el cual lleva a dejar de considerar a las personas como objetos o medios, para empezar a tratarlas como sujetos o fines. Esto parece casi disruptivo si consideramos los planteamientos del autodenominado feminismo contemporáneo occidental, a veces tan tendente a la división y a relegar al olvido los problemas más graves de las mujeres en otras regiones del mundo, tales como el excesivo tutelaje y recorte de libertades y autonomía, el aborto selectivo y forzado, o la ablación genital”.

Autonomía e internacionalismo

El 9 de octubre de 2020, el Ejecutivo iraquí y el GRK firmaron un acuerdo sobre el control de Shengal, bajo el auspicio de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el visto bueno de Turquía y Estados Unidos. Ambas partes decretaron que el gobierno de Bagdad se encargaría del control de la región y, sobre todo, tendría la responsabilidad de desarmar a las milicias que operan en la zona. El “desarme” que estipula el acuerdo no sólo está dirigido contra las YBŞ/YJE (las unidades de defensa de mujeres), sino también apuntan a las Al-Hashd Al-Sha’abi (Unidades de Movilización Popular, UMP), el conglomerado de milicias iraquíes que responden a Irán y se encuentran en la mira de Estados Unidos debido a su poder creciente en el país.

Desde la autoadministración de Shengal rechazaron el acuerdo y criticaron con dureza que se haya firmado sin siquiera consultar a los yezidíes. El temor más real del pueblo yezidí es que la intervención de Bagdad y el GRK permitan despejar el territorio para la intervención directa de Turquía. Por estos días, el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan sostiene una intensa operación militar contra las zonas del norte iraquí controladas por la guerrilla kurda. Hasta ahora, los resultados de los ataques y bombardeos fueron magros para Ankara. A su vez, desde Shengal alertaron que el acuerdo intenta cortar la línea fronteriza que une Rojava con el Kurdistán iraquí (Bashur), algo que Turquía, a través de sus aliados del GRK, intenta hacer desde que comenzó el proceso revolucionario en el norte de Siria.

Sobre los peligros que sobrevuelan Shengal, Kemal ubica en primer lugar “la sombra del Daesh y del yihadismo, que sigue oscureciendo la región”. “El pueblo yezidí que habita esta zona ha sido ya víctima de 74 genocidios, y el Estado Islámico fue particularmente cruel con ellos por considerarlos adoradores del diablo –analiza-. Si desaparecen sus milicias, que son las nuestras, estarán a merced de sus adversarios sin poder confiar en otra fuerza defensora. El gobierno que el clan Barzani ejerce sobre Duhok y Erbil está empecinado en extender sus tentáculos sobre Shengal, mientras que el imperialismo turco quiere establecer bases militares aquí. Ninguno de estos dos poderes está dispuesto a permitirles ni su autonomía ni su autodefensa. Las presiones internacionales sobre el gobierno de Irak, por otra parte, lo hacen alinearse cada vez más con estos enemigos de la libertad”.

Plantear la autonomía y un autogobierno en un territorio como Shengal no es fácil. En un país como Irak, devastado desde hace décadas por invasiones militares y las secuelas que todavía quedan del régimen de Sadam Husein, las divisiones y diferencias son como un depósito de pólvora rodeado por fuego. Sobre esa autonomía, Kemal aclara “el gobierno iraquí les falló en su momento, igual que los Peshmerga (fuerzas militares del GRK) de Duhok y Erbil, así que entiendo su desconfianza. Por otra parte, sus características peculiares parecen justificar su autodeterminación y autonomía”.

“¿Cómo vislumbrar un futuro para Shengal?”, le pregunto a Kemal. Su respuesta es prudente: “Esa es una pregunta que no me atrevo a responder. Aún quedan yezidíes exiliados en Siria. Si el pueblo yezidí ha de permanecer y sobrevivir aquí, ha de hacerlo con la potestad de poder defenderse a sí mismo, y esto es todo lo que puedo decir”.

Por último, le consulto a Kemal cómo es la convivencia con los demás internacionalistas, teniendo en cuenta el muy amplio abanico ideológico que confluye en las YBS. “Resulta sorprendentemente buena, especialmente a tenor de las especiales cualidades que podamos tener algunos miembros, pues aquí se acepta a todo el mundo –responde-. Aquí conviven internacionales de cualquier país, raza, lengua, religión, ideología y orientación sexual. Algunos, si bien los menos, han estado en la cárcel, tienen problemas de adicciones o leves enfermedades mentales”.

Si bien en Shengal existen unidades masculinas y femeninas en las fuerzas de autodefensa, en las YBS Internacionales no hay mujeres. ¿Por qué ocurre esto? “No las hay, aunque no sé de ninguna que haya sido excluida por su condición –aclara Kemal-. Probablemente, se trate más bien de una cuestión de falta de candidaturas. En puridad, las mujeres se adscriben a las YJS, nuestra rama femenina, pero en algunas unidades conviven junto a los hombres. Lo importante es que nosotros estamos abiertos a recibirlas, y además uno de los oficiales de la compañía en la que estamos encuadrados los internacionales ha pedido que se haga un esfuerzo por traerlas. Desde aquí, animo a todas las interesadas a ponerse en contacto con nosotros”.

Como última reflexión sobre los internacionalistas en Shengal, Kemal cuenta que en las YBS se rigen por “unas normas, nos atenemos a ellas y resolvemos nuestros problemas en asambleas. Personas que chocarían violentamente en otro entorno, aquí conviven hermanadas, y los problemas se relativizan. Este lugar puede resultar incluso terapéutico y educativo”.

FUENTE: Leandro Albani / La tinta

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