“Debemos levantarnos y convertirnos en Zehra, Emine y Hebun”

Este texto fue escrito por una mujer internacionalista que vino a Rojava y participó en la revolución de las mujeres y en la lucha por la liberación de la mujer y una vida libre. Durante su estancia en Kobane, la ciudad de la resistencia de las mujeres contra el Estado Islámico (ISIS), comparte sus experiencias y sentimientos relacionados con los asesinatos y feminicidios de las activistas del movimiento de mujeres Kongra Star, Zehra, Hebun y Emine, por parte del Estado turco.

Estoy en Kobane y hace apenas cuatro meses que tres mujeres civiles fueron asesinadas aquí en un ataque perpetuado por un dron del Estado turco. ¿Una máquina, un robot manejado por un humano? Alguien que está sentado mirando la pantalla de un ordenador y mata pulsando un botón.

Tres mujeres estaban sentadas en el jardín hablando por la tarde; una de ellas, una madre, alojando a las otras en su casa. Fueron atacadas y eliminadas por un Estado de la OTAN, usando tecnología de punta, sin gran interés o atención del mundo exterior. Nuestras amadas Zehra, Hebun y Emine fueron sólo otro suceso en la lista de muchas; nada notable al respecto, sólo tres vidas menos y todo permanece sin cambios…

Han pasado dos años desde que llegué a Rojava como internacionalista. Como muchas otras compañeras, vine con la idea de participar en el proceso revolucionario de aquí, y sobre todo para conectar, trabajar juntas y construir puentes con el movimiento de mujeres.

Es una oportunidad histórica estar aquí y participar en el proceso de construcción de un nuevo territorio, donde se lleva a cabo un sistema alternativo, diferente del modelo de organización del Estado-nación opresor. Es un sistema Confederal Democrático, coordinado por una administración popular. Uno de los pilares fundamentales es la liberación de la mujer. Este sistema es una herramienta poderosa para cualquier sociedad, que realmente representa las voces de la gente, y cuida la multiculturalidad de la sociedad. Puede convertirse en una alternativa real para muchos, y es de esperar que también se convierta en un ejemplo en diferentes partes del mundo, liderando y ayudando a profundizar los cambios sociales.

Muchas compañeras internacionalistas que vienen aquí son conscientes de cómo la sociedad occidental, de una manera u otra, se enfrenta a grandes crisis económicas y sociales, y de cómo ha sido silenciada por el capital y le han robado el alma. La desigualdad social y la injusticia son cada vez más evidentes e insostenibles. La sociedad se aleja cada vez más de nuestros propios valores y ética, y en cambio se ve abrumada por un materialismo e individualismo exagerados. Y así, muchos de nosotros venimos aquí a buscar inspiración y pruebas tangibles de que las cosas pueden cambiar para mejor, y son realmente posibles.

En el tiempo que he pasado aquí ya he sido testigo de muchas cosas. He aprendido el verdadero significado de la resistencia.

Por un lado, he sentido mucha alegría, y me he llenado de esperanza y poder. He visto lo mucho que ya se ha gestionado y construido, cuánto sacrificio y esfuerzo se ha dado para llegar a este punto, y también he visto grandes progresos en la sociedad y muchas cosas sorprendentes e inspiradoras que siguen en constante progreso y, por supuesto, no sin dificultades y contradicciones.

Por otro lado, comprendí cuál es la realidad de vivir bajo constante ataque, ocupación y amenaza de genocidio. ¿Cómo es posible crear, o incluso simplemente vivir, bajo la constante amenaza de aniquilación? Me estoy dando cuenta de la amplitud de la hipocresía global, y cada día me enfrento a la verdad de que el valor de la vida cambia muy rápido, dependiendo de qué lado del mundo colonizado vives.

Mujeres, niños, viejos, jóvenes… todos están incluidos en este genocidio silenciado. Un pueblo que vive en su tierra natal, el mismo pueblo que intenta cada día construir un lugar, un hogar, un país, una alternativa donde la palabra democracia pueda cumplir su verdadero significado, donde las diferentes culturas y etnias puedan convivir en paz.

Me he preguntado, una y otra vez, probablemente con la parte ingenua de mi corazón que todavía quiere creer en la humanidad y la justicia, ¿cómo podemos, como personas que supuestamente tienen valores democráticos mundiales, cómo podemos aceptar una y otra vez este tipo de realidades? ¿Cómo podemos simplemente apartar la mirada de donde no es cómodo mirar?

¿Cómo nos hemos vuelto tan apáticos? Perseguimos la historia de nuestra libertad individual, satisfechos con algunos pequeños privilegios que, en el mejor de los casos, nos hacen un poco más afortunados que nuestros vecinos en nuestra soledad.

Nuestras sociedades se han vuelto tan políticas pero sin capacidad de tomar decisiones sobre nuestras vidas y su organización. La llamada esfera política se ha vuelto inalcanzable para el pueblo y ha sido superada por una oligarquía poderosa que, esta vez, está más disfrazada y escondida que en los viejos tiempos imperiales.

La llamada “Guerra del Terror” se convirtió en una estrategia mundial para la eliminación de cualquier oposición al sistema neoliberal, una excusa para invadir territorios ricos en petróleo y llevar a cabo atrocidades en diferentes comunidades.

El terrorismo parece definirse como:

-El uso de violencia y amenazas para intimidar o coaccionar, especialmente con fines políticos.

-El estado de miedo y sumisión producido por el terrorismo o la aterrorización.

-El uso ilegal de la violencia y la intimidación, especialmente contra civiles, en la búsqueda de objetivos políticos.

-Un método terrorista de gobernar o de resistir a un gobierno.

¿Cuántas pruebas más necesitamos para denunciar el terrorismo del Estado turco? ¿Para perseguirlo a él y a sus apoderados yihadistas?

Desafortunadamente no se trata sólo de ellos. El silencio internacional consiente sus prácticas y políticas terroristas.

Tenemos que preguntarnos: ¿qué era tan peligroso en estas tres mujeres de Kobane que fueron atacadas?

En los últimos 100 años, los kurdos, como nación y etnia que viven, se enfrentaron a la aniquilación de su propia existencia. Fueron divididos entre cuatro territorios del Estado-nación, y sometidos a políticas de asimilación y genocidio.

La siempre irresuelta “cuestión kurda” se convirtió en una herramienta para que las potencias hegemónicas mundiales, como los imperios británico y francés, mantuvieran desestabilizado el Oriente Medio, lo que les permitió seguir arrancando su corazón aún latente para su propio beneficio.

Pero en lugar de aceptar la opresión, el pueblo kurdo ha desarrollado 40 años de lucha popular revolucionaria. El líder del pueblo kurdo encarcelado, Abdullah Öcalan, ha elaborado una propuesta radical, desafiando las viejas reglas feudales y patriarcales, el capitalismo y la solución del Estado-nación en el socialismo del siglo XX. Esta propuesta de un sistema que pone a las mujeres al frente de la escena política ha inspirado a los pueblos del norte y el este de Siria a trabajar juntos, a través de las etnias y las culturas, y durante nueve años han estado haciendo este sueño una realidad.

Son cambios radicales y revolucionarios a favor de la democracia y la igualdad, y son una realidad concreta que se puede ver, tocar y saborear. Por eso, están sirviendo de inspiración y ejemplo a muchas mujeres de todo el mundo.

La fuerza y la determinación de las mujeres para la liberación se convirtieron en un símbolo de todos estos desarrollos. La liberación de la mujer, en su esencia misma, desafía las estructuras milenarias en las que las mujeres han sido sistemáticamente oprimidas y la violencia contra ellas se ha normalizado.

Femicidio

Para entender el femicidio es necesario analizarlo como una estrategia política e histórica que sirve para mantener la dominación sobre las mujeres, y con ello toda la sociedad.

En el Oriente Medio, la ley islámica (sharia), que se deriva del Corán, aunque a menudo está muy alejada de los escritos reales del Corán, ha sido modificada y reinterpretada por poderosas fuerzas religiosas y políticas para su propio beneficio. Las mujeres han sido sometidas a restricciones sociales y físicas muy opresivas para que los poderes hegemónicos mantengan el control sobre ellas. Estas leyes y normas penetraron en la sociedad y las costumbres musulmanas, y se convirtieron en normas sociales generales que conforman la condición social de la mujer en la cultura islámica.

Los grupos islámicos extremistas como ISIS o Al Nusra han llevado esta represión y dominación de la mujer a su extremo. La mujer es tratada como una propiedad, esclavizada a través del control y la violencia, y eliminada de la vida social y política.

El Movimiento de Mujeres Kurdas y la Revolución Rojava han traído a esta realidad cambios muy radicales y revolucionarios. Bajo la nueva autonomía y el autogobierno, la liberación de las mujeres y la igualdad de género son el núcleo de la transformación social.

Las mujeres ocupan ahora el 50 por ciento de los puestos de dirección en todas las instituciones, además de contar con organizaciones autónomas sólo para mujeres, y con muchas herramientas y la organización necesaria para garantizar la igualdad de oportunidades y la protección de sus derechos.

Este proceso está desafiando miles de años de valores patriarcales, por lo que, por supuesto, necesita mucha determinación, trabajo de base, educación y lucha constante para poder realizar cambios realmente profundos en la sociedad.

Kongra Star es la organización que agrupa a los grupos que se ocupan de este proceso, organizando y educando a las mujeres de la sociedad, creando oportunidades para ellas y garantizando sus derechos. También es un símbolo de esta revolución.

Mujeres como Zehra, Hebun y Emine también se han convertido en símbolos. Las mujeres de Kobane y las miembro de Kongra Star no sólo dieron pasos cruciales hacia su propia liberación, sino que decidieron luchar por todas las mujeres, actuando como una voz y abriendo el camino hacia una sociedad más igualitaria y democrática. Su fuerza y determinación son cualidades indispensables de las mujeres en la lucha. Las convierten en nuestra vanguardia, un ejemplo para todas las mujeres.

Estas mujeres no eran una amenaza para la humanidad como afirmaba la propaganda turca. Más bien eran una amenaza a las antiguas reglas y valores que se han impuesto a las mujeres y a toda la sociedad, valores que representan la política dictatorial y fascista, genocida y feminista de Recep Tayyip Erdogan y del Estado turco. Las mismas políticas y prácticas son utilizadas por los grupos yihadistas y extremistas, que ahora saquean impunemente el territorio de Siria ocupado por el Estado turco.

Afrin, Serekaniye y Gire Spi eran lugares prósperos que se han convertido en un infierno en la tierra, bajo el control de los aliados de Erdogan. La vida normal ya no es posible allí. Cientos de miles de personas se han visto obligadas a abandonar su tierra y los que se han quedado, viven bajo una constante violencia extrema.

Las mujeres son secuestradas, encarceladas, violadas y nuevamente restringidas de cualquier actividad social. La sociedad vive bajo la amenaza y el miedo constante, aterrorizada.

El mensaje es claro: en el territorio ocupado, las mujeres deben ser puestas de nuevo en la esclavitud. En el territorio liberado, las mujeres que se levantan y luchan por su pueblo son golpeadas desde el cielo. Es una clara amenaza para todos los que se atreven a organizarse y a luchar por su propia liberación como mujeres, como nación, como pueblo oprimido.

¿Parece esto una lucha contra el terrorismo? ¿O es realmente al revés?

Las mujeres del mundo no pueden permanecer en silencio, a diferencia de las potencias internacionales.

Está en nuestras manos. Debemos levantarnos y convertirnos en Zehra, Emine y Hebun. Debemos seguir su camino y levantar nuestras voces.

Debemos dar nuestra promesa, a ellas y a nosotras mismas, de que no nos rendiremos, seguiremos luchando y defendiendo la Revolución Rojava. Es una revolución de mujeres. También es nuestra revolución.

¡Levanta la voz! ¡Organízate! ¡Deten a Erdoğan! ¡Deten el Femicidio!

FUENTE: Women Defend Rojava / Edición: Kurdistán América Latina