Denuncian los crímenes cometidos por Azerbaiyán contra la población armenia de Artsaj

La Defensoría del Pueblo de Artsaj (Nagorno Karabaj) presentó un informe con los resultados de las hostilidades de Azerbaiyán contra el pueblo armenio, iniciadas el pasado 27 de septiembre. Además de las agresiones sobre posiciones militares, “las fuerzas azeríes atacaron zonas residenciales civiles, incluida la ciudad capital de Artsaj, Stepanakert”.

“Los ataques contra objetos de carácter civil fueron deliberados e indiscriminados”, alertaron desde el organismo y denunciaron que las arremetidas de las fuerzas azeríes “contra hogares civiles pusieron en peligro real la vida y la salud de niños, mujeres, ancianos y toda la población, así como sus propiedades, escuelas y otros bienes civiles”. Además, estas ofensivas no se moderaron en relación con otros objetivos e incluyeron el uso completo de la fuerza aérea, misiles, artillería, informó el portal Nor Sevan.

“Desde el 27 de septiembre, al menos 50 civiles murieron, incluido un niño, y al menos 163 resultaron heridos, entre ellos, nueve niños”, detalló la investigación.

Los bombardeos los sufrieron diferentes ciudades y pueblos de Artsaj, incluida la capital Stepanakert, los pueblos de Shushi, Hadrut, Martuni, Martakert, Askeran, Karvajar, Berdzor, Taghaser, Vardashat, Spitakshen, Maghavus, NerkinHoratagh, Alashan, Mataghis.

“Los ataques contra la población y los objetos de carácter civil se produjeron desde el comienzo de la ofensiva azerbaiyana, no solo a lo largo de la línea de contacto, sino también en ciudades y pueblos a unos 90-100 km de profundidad en la retaguardia”, señalaron.

La Defensoría del Pueblo de Artsaj repudió “el empleo de armas de alta precisión contra civiles”, que demostraron “el carácter intencional de esos ataques”. “Por ejemplo, un vehículo aéreo no tripulado israelí de alta precisión Harop tuvo como objetivo a una persona y una casa en Hadrut, el 27 de septiembre. Del mismo modo, misiles, incluidos los de tipo balísticos, atacaron a la población civil y las casas en la capital Stepanakert y otras ciudades, mientras que no había objetos militares en las proximidades de estas áreas”, se reportó.

“Los sobrevivientes y las familias de las zonas afectadas se vieron obligados a huir de sus hogares temiendo por sus vidas. El costo humano de esta agresión llevó a la Defensoría del Pueblo a iniciar una investigación urgente, que incluye procedimientos de monitoreo y determinación de hechos”, se explicó en el informe.

Por último, y “dada la especial importancia de proteger y promover los derechos del niño en todas las circunstancias, y más aún en situaciones de crisis”, la Defensoría consideró necesario “presentar los resultados de las investigaciones sobre el impacto de la acción militar”, llamando así “la atención de la ONU, UNICEF, UNESCO, el Comité de los Derechos del Niño de la ONU”, y tratar de prevenir “nuevas violaciones graves de los derechos de los niños y niñas de Artsaj”.

Durante los más de 40 días que duró la guerra, los gobiernos de Armenia, Artsaj, Rusia y Francia denunciaron en varias ocasiones a Turquía –principal aliado del gobierno azerí- por trasladar al menos a 2.000 mercenarios desde Siria y Libia para que se sumaran a las fuerzas militares de Azerbaiyán. Diferentes medios de comunicación internacionales revelaron que Ankara les pagó a los mercenarios 2.000 dólares para ir a combatir, además de darle 100 dólares más por decapitar a soldados armenios.

En tanto, el Ministerio de Educación y Ciencia de Armenia denunció el sábado que los soldados de Azerbaiyán profanaron la catedral de Ghazanchetsots, el símbolo de la ciudad de Shushi (rebautizada Shusha desde el acuerdo por el fin de la guerra de Artsaj), el 14 de noviembre.

Según reseñó el Diario Armenia, la cartera armenia está en contacto con la UNESCO y otras organizaciones internacionales que se ocupan de la protección de los valores culturales, y llamó a poner la atención sobre poner en peligro el patrimonio histórico y cultural armenio, y los sitios arqueológicos en Artsaj.

El ministerio indicó que en “los territorios bajo el control de Azerbaiyán, hay muchas estructuras de importancia religiosa y civilizacional, monumentos, diversas obras de arte, sitios antiguos, cuya preservación está en peligro. Teniendo en cuenta las normas del derecho internacional sobre la destrucción deliberada de los valores del patrimonio cultural que anteriormente ocupaba Azerbaiyán (ya hay pruebas de vandalismo en el caso de la Iglesia del Santo Salvador Ghazanchetsots), así como los casos de violación de los compromisos de la ONU y el Consejo de Europa, llamamos a adherirse a la misión emprendida, tomar medidas inmediatas y decisivas para prevenir y condenar las manifestaciones de vandalismo azerbaiyano”.

El 8 de octubre, Azerbaiyán bombardeó la Catedral del Santo Salvador, también conocida como Ghazanchetsots, mediante la estrategia del “double dip”, donde se ataca dos veces al mismo lugar para matar a quienes se acerquen a ayudar luego del primer ataque. Dos periodistas resultaron heridos en los bombardeos. Durante la primera guerra de Artsaj a principios de la década de 1990, el ejército de Azerbaiyán guardaba su armamento en Ghazanchetsots porque creían que los armenios nunca atacarían la iglesia.

En el marco de la entrega de los territorios de Artsaj a Azerbaiyán, medios armenios difundieron, el 13 de noviembre pasado, imágenes de los mensajes amenazantes de soldados de Azerbaiyán contra los desplazados armenios que tienen que retirarse de sus hogares. En varias fotos difundidas, se pueden ver autos con graffitis con la esvástica nazi y la palabra “Sumgait”, en referencia a las matanzas de personas de origen armenio en Azerbaiyán en 1988.

En los últimos días, también se conocieron fotos y videos de los pobladores armenios que dejan sus poblados y, antes de partir, incendian sus casas. En lugares como Kalbajar, Charektar y Mardakert, varias casas fueron prendidas fuego por sus propietarios, quienes argumentan que prefieren tomar esa decisión a dejarles sus hogares a las fuerzas invasoras. A su vez, hubo reportes de residentes que se llevaron las tumbas de sus familiares fallecidos para que no sean destruidas por los soldados azeríes.

El acuerdo firmado entre Armenia y Azerbaiyán, negociado por Rusia, puso fin a siete semanas de intensos combates en Artsaj, enclave montañoso disputado desde hace décadas entre ambos países del Cáucaso. El acuerdo establece que Bakú reconquista amplios territorios de la región, que oficialmente forma parte del territorio de Azerbaiyán, pero que tiene mayoría de población armenia y está controlada por Ereván desde el final de la última guerra, que dejó 30.000 muertos en 1994, cuando las fuerzas militares armenias se hicieron con el control del enclave y de varios distritos azeríes colindantes.

El Ministerio de Sanidad armenio cifró en 2.317 el número de militares armenios fallecidos en los 44 días de combates, algunos de los cuales continúan sin identificar. Además, ha contabilizado la muerte de 50 civiles armenios. Hasta ahora, Azerbaiyán no comunicó sus pérdidas militares y solo señaló a 93 civiles muertos en los bombardeos armenios. Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, afirmó que los combates en Nagorno Karabaj dejaron más de 4.000 fallecidos y 8.000 heridos, así como decenas de miles de refugiados.

FUENTE: La tinta