Diez años de la revolución de Rojava (Fotogaleria)

En un mundo patriarcal y terriblemente sexista, cumple diez años una revolución liderada por mujeres de Medio Oriente. En un mundo estallado por la crisis climática, una revolución lleva adelante, por una década, un proyecto de autogobierno que promueve, no sin costos,  el ecologismo. En un continente conocido por sus guerras inter-étnicas, una revolución se propone como base el respeto, la integración y la autonomía de las diferentes creencias.

Las kurdas y los kurdos son un pueblo milenario que, hasta hace diez años, tenían prohibida su lengua, sus costumbres, sus canciones y bailes. Hace una década, se atrevieron a realizar una revolución armada con sus ejércitos de mujeres y hombres que lucharon contra el régimen dictatorial sirio y el fundamentalismo islámico (ISIS) en el norte y el este de Siria. Lugar donde hoy cinco millones de personas viven bajo un sistema de autogobierno llamado “Confederalismo Democrático”, el cual propone, entre otras cosas, la paridad de decisiones entre mujeres y hombres, y la resolución de los problemas de la sociedad en asambleas vecinales.

Este sistema fue impulsado por el líder kurdo, preso en la actualidad, Abdullah Öcalan, quien en su escrito Liberating Life sostiene que la esclavitud de las mujeres fue el comienzo de todas las demás esclavizaciones: “Ninguna raza, clase o nación está sujeta a una esclavitud tan sistemática como el ama de casa”. Por lo tanto, la liberación de la mujer es una condición previa para lograr la libertad de toda la sociedad, incluida la liberación de los hombres de su mentalidad patriarcal.

Mientras las y los kurdos van ingresan al estadio donde está previsto el festejo de los diez años de la revolución de una manera segura, convoys turcos pasan en las fronteras. Hace poco más de diez días, el gobierno de Turquía emitió una nueva amenaza de guerra contra todo el proyecto revolucionario kurdo.

El pueblo de Rojava es consciente de lo que esto representa y está dispuesto a darlo todo por defender lo que construyeron en esta década. En las calles reina la incertidumbre y el miedo, pero también el orgullo de mantener el fuego encendido en un lugar donde el viento sopla muy fuerte.

Fotos y texto: Mauricio Centurión (desde Rojava) / Revista Sudestada

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