El experimento político del norte y el este de Siria continúa a pesar de sus desafíos

En octubre de 2019, la invasión del noreste de Siria por parte del ejército turco y sus fuerzas aliadas llamó la atención del mundo. Las organizaciones humanitarias, las campañas de base y los gobiernos estatales denunciaron la invasión como un grave ataque contra la población civil de la región, conocida popularmente como Rojava. A medida que el impacto humanitario de la invasión se intensificó, y las fuerzas turcas fueron acusadas de varios crímenes de guerra de alto perfil, la opinión global apoyó a los subestimados: la administración autónoma y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS).

Ser un subestimado no es una experiencia nueva para la gente del noreste de Siria, ya que no solo dirigió la resistencia armada contra ISIS, sino que, al mismo tiempo, creó un sistema político democrático basado en la igualdad y la diversidad de género. En los últimos ocho años, desde que se inició la Revolución de Rojava en las regiones de mayoría kurda del noreste de Siria, el sistema de gobierno político, llamado confederalismo democrático, ha crecido en complejidad y escala, expandiéndose para incluir muchas regiones de mayoría árabe cuando fueron liberadas del control de ISIS, lo que llevó al Consejo Democrático Sirio (MSD) a adoptar el nuevo nombre en la región: la Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria (AANES).

Más allá de la primera línea

Después de una explosión de atención de los medios luego de la invasión turca, la cobertura disminuyó a medida que las fuerzas turcas avanzaron y se establecieron en una ocupación indefinida. Millones de personas en todo el mundo se quedaron preguntándose qué había sido del pueblo y del proyecto político del noreste de Siria. Es por eso que el Centro de Información de Rojava (RIC) publicó Beyond the Frontlines, la explicación más profunda hasta la fecha, con diagramas, del sistema político en el norte y este de Siria.

El informe cubre el desarrollo de instituciones políticas y civiles desde la base hasta el nivel estatal desde el surgimiento de la autonomía, en 2012, y tiene como objetivo extender el centro de atención más allá de los aspectos militares más conocidos de la Revolución de Rojava: las fuerzas de defensa del pueblo YPG y YPJ, parte de las FDS, al explicar las instituciones civiles que las unidades militares están luchando para defender. El informe describe un “trabajo en progreso”, en palabras de los profesionales de las instituciones civiles, destacando las brechas entre la teoría y la práctica.

Aquellos que han seguido el proyecto democrático en Rojava probablemente sabrán que su componente básico es la comuna, un órgano representativo de toma de decisiones que opera a nivel de una calle, de un pueblo o ciudad. El proyecto confederalista democrático en el norte y el este de Siria no intenta suplantar directamente al Estado-nación preexistente, en este caso el Estado sirio, sino que comienza a construir poder paralelo al Estado, trabajando hacia la democratización y la federalización; con esto último apuntan a que el Estado se vuelva obsoleto y deje de funcionar como institución y como mentalidad.

En el informe explicamos cómo se ve realmente una comuna cuando se trabaja con éxito, por ejemplo, en el pueblo de Carrudi. Aquí, los aldeanos manejan los campos colectivos de acuerdo con los principios cooperativos, y la mayoría de los aldeanos dona tiempo y trabajo para labrar la tierra y la cosecha es compartida entre todos. Recientemente, la comuna decidió construir un centro comunitario en la aldea por los propios pobladores.

Pero también señalamos las fallas de este sistema: que aunque las comunas se usan ampliamente para acceder al diésel y al pan subsidiado, entre otros elementos esenciales diarios, y para presentar solicitudes y quejas al municipio local, todavía no sirven como un mecanismo por el cual los locales pueden escuchar sus voces sobre cuestiones macropolíticas. Aunque tiene la intención de servir a 100 personas, en realidad muchas comunas incorporan más de 1.000, lo que dificulta la expresión política de base, mientras que, en general, la población local no siempre está acostumbrada, y hasta cierto punto se ve desinteresada, a un compromiso político más profundo.

Nueva demografía en la AANES

Para comprender estas tensiones y dificultades, es necesario entender el norte y el este de Siria como algo más amplio que solo una región de “los kurdos”.

Tras la expulsión del régimen de Bashar Al Assad de las regiones fronterizas, en 2012, inicialmente fueron tres cantones aislados de mayoría kurda los que declararon la autonomía. Luego de una sangrienta lucha contra facciones yihadistas como Jabhat Al Nusra, que trató de apoderarse de las ciudades kurdas, y con enfrentamientos con el régimen, las regiones kurdas fueron atacadas por ISIS.

La exitosa derrota de ISIS por parte de las YPG y YPJ ante el asedio de los terroristas en Kobane se logró con batallones un goteo y luego con el respaldo de la Coalición Internacional. Con este respaldo, las unidades kurdas, árabes y cristianas se unieron para formar las FDS para liberar las regiones de mayoría árabe en Manbij, Raqqa y finalmente Deir Ezzor del control de ISIS.

Como tal, la población del norte y el este de Siria probablemente ya no sea mayoritariamente kurda, y hay un mundo de diferencia entre un vecindario kurdo en Kobane y una aldea árabe en las afueras de Raqqa. La defensa local, la diplomacia y el cuidado de millones de personas desplazadas requieren una organización política a gran escala. Para hacer esto, hay siete niveles de organización dentro del sistema autónomo, todos con sus propios consejos y procesos democráticos, desde la comuna en el vecindario hasta el subdistrito, distrito, cantón, región y finalmente la propia AANES.

La AANES es responsable de la administración de las siete regiones a través de organismos y ministerios elegidos en campos como salud, educación e infraestructura. Al mismo tiempo, el Consejo Democrático Sirio representa a los partidos políticos y está orientado a unificar a toda Siria en una entidad política federal, democrática, liderada por mujeres y multicultural.

De manera crucial, este sistema permite la variación entre las diferentes regiones, en línea con el principio fundamental de la revolución de la diversidad y la pluralidad local. La Ley de la Mujer, de 2014, prohíbe la poligamia, pero para acordar con las tribus árabes en Deir Ezzor, que se oponen a los intentos de prohibir la poligamia, la administración autónoma intenta equilibrar los principios de la revolución que la llevó al poder con un enfoque más diplomático en áreas fuera del norte de mayoría kurda.

Se están llevando a cabo iniciativas sociales para ayudar a resolver estas tensiones. Como ejemplo, el MSD ha establecido y trabaja con un consejo tribal que representa a líderes de clanes árabes en todo el norte y este de Siria, mientras que la oficina de mujeres del MSD se relaciona con las esposas de los líderes tribales, con el objetivo de empoderar a las mujeres dentro de la sociedad social existente.

De hecho, la sede del gobierno del MSD se estableció en Ayn Issa, una ciudad de mayoría árabe lejos de las regiones de mayoría kurda, para garantizar mejor la representación y participación árabe. La invasión turca obligó a la evacuación de Ayn Issa, lo que llevó al MSD a restablecerse en Raqqa. El hecho de que la antigua fortaleza de ISIS se haya convertido en un refugio seguro para que la Revolución de Rojava continúe su trabajo, da una idea de cuán lejos han llegado las cosas desde la primera declaración de autonomía.

El “trabajo en progreso” continúa

Junto con la matanza y el desplazamiento de cientos de miles de civiles, las invasiones turcas, en enero de 2018 y octubre de 2019, destruyeron totalmente las instituciones democráticas de la sociedad civil en las zonas que ahora están bajo ocupación.

En su lugar, las milicias yihadistas, controladas, armadas y financiadas por Turquía, están imponiendo la ley islámica y participando en extorsiones, secuestros, asesinatos, torturas, violaciones y otras formas de violencia de género, junto con la turquificación forzosa y la expulsión de la población kurda. Las zonas que aún permanecen bajo la protección de las FDS están preparadas para futuros ataques, a medida que Turquía busca expandir la zona de ocupación.

La prioridad número uno para aquellos que se toman en serio la defensa de la democracia y los derechos humanos en el norte y este de Siria es, por supuesto, revertir estas pérdidas catastróficas. Al igual que la guerra contra ISIS, la lucha contra la ocupación turca ha servido para unir aún más a las poblaciones árabes, kurdas y de otro tipo en el norte y este de Siria. La amenaza de la ocupación turca sirve como un recordatorio a los civiles de que, por sospechosas que puedan ver la democracia directa y el empoderamiento de las mujeres, sin lugar a dudas disfrutan de una mayor igualdad, acceso a elementos básicos y seguridad contra la violencia bajo la AANES que en cualquier otro lugar de la región.

El norte y el este de Siria tiene fallas, y hay problemas internos que deben resolverse a medida que se desarrolla la democracia. El enfoque de la administración autónoma respecto a las elecciones ha sido algo inconsistente, con una falta de claridad sobre cómo incorporar la oposición, y un enfoque ocasionalmente superficial, en muchas localidades el sistema de comunas ha luchado por desarrollar una base sólida, o en ocasiones se ha convertido en un vehículo para la prestación de servicios en lugar de un centro vibrante de democracia directa.

Los activistas que apostaron al nuevo sistema político (en Rojava) argumentan que no están tratando de cumplir con los estándares occidentales de democracia, sino tratando de construir una comprensión más profunda y amplia de la democracia. La economía, a menudo vista como algo separado de las concepciones más políticas de la democracia, es vista como una parte central de la sociedad democrática en Rojava. Se deduce que fomentar una economía cooperativa es un intento de empoderar a la sociedad como productores y actores económicos, no simplemente como consumidores. La inclusión de la sociedad civil dentro del sistema político, por ejemplo, crea un contrapeso a la acumulación de poder dentro de la AANES y el MSD, y alienta una gama vibrante y variada de instituciones e iniciativas. El objetivo, dicen los activistas, es que en todos los niveles de la sociedad las personas estén empoderadas como actores políticos, respaldadas por la amplia gama de programas educativos que están elevando el estándar general de educación en el norte y el este de Siria.

De manera prometedora, las personas de diversos orígenes étnicos y religiosos están encontrando formas de superar las animosidades y desigualdades históricas, y muchas están ejerciendo sus derechos culturales, largamente negados. Más importante aún, en una región en la que las mujeres sufren la privación sistemática y la opresión, las mujeres en el norte y el este de Siria, están involucradas de manera central en todas las dimensiones de la sociedad y se benefician de una transferencia de poder concreta, a través de las estructuras y los principios del sistema político. En el norte y el este de Siria, la democracia tal vez esté más viva, no en las comunas o en el Consejo Democrático Sirio, sino en las Casas de las Mujeres, donde las disputas domésticas sobre violencia, matrimonio y divorcio se resuelven sin recurrir a los tribunales o a los asesinatos por honor, sino que a través del diálogo con la mediación de mujeres locales respetadas.

En un momento en que los sistemas políticos y económicos dominantes no pueden hacer frente a las crisis mundiales a las que nos enfrentamos (clima, economía, política y, ahora, salud), existe un llamado a nuevos sistemas que se basen en principios democráticos, en lugar de autoritarios o neofascistas. En el norte y el este de Siria tenemos un ejemplo contemporáneo de cómo puede ser este nuevo mundo.

FUENTE: Nina Steinhardt (Investigadora del RIC) / Novara Media / Traducción y edición: Kurdistán América Latina