La República Islámica de Irán ejecutó al disidente político kurdo Mostafa Salimi el sábado pasado en la ciudad de Saqqez.
“La pena de muerte es un castigo inhumano. Además, la ejecución de Mostafa Salimi fue en contra de todas las normas internacionales. Fue condenado a muerte por los Tribunales Revolucionarios sin un juicio justo y sin el debido proceso”, dijo el director de Derechos Humanos de Irán (IHR), Mahmood Amiry-Moghaddam.
Añadió que “las ejecuciones en Irán han continuado llevándose a cabo incluso después del brote de coronavirus (COVID-19) y el cierre del país. Esto demuestra que la pena de muerte es crucial para la supervivencia de la República Islámica”.
La región del Kurdistán de Irak extraditó a Salimi a Irán. El régimen condenó a Salimi a la muerte por Moharebeh (guerra contra Dios) en Irán hace 17 años.
Salimi, de 53 años de edad, escapó de la prisión el 27 de marzo junto con otros prisioneros. El IHR condenó enérgicamente la ejecución de Salimi en Irán, y consideró “su extradición de la región del Kurdistán de Irak una violación de las convenciones internacionales de derechos humanos”.
Irán afirmó que Salimi era miembro de los partidos de la oposición kurda y que participaba en un conflicto armado.
IHR manifestó que “tras su detención, las autoridades iraníes llevaron a cabo su ejecución rápidamente. Muchos observadores consideran que esta medida fue un instrumento para sembrar el miedo entre los demás prisioneros. Durante las últimas semanas, ha habido muchos disturbios en las prisiones iraníes para protestar por la gestión de las cárceles durante la propagación del coronavirus en Irán”.
El Jerusalem Post informó la semana pasada que Amnistía Internacional ha dicho que el régimen de Teherán ejecutó a 36 prisioneros debido a sus protestas contra la falta de seguridad en relación con la crisis del coronavirus.
FUENTE: Jerusalem Post / Edición: Kurdistán América Latina