El síndrome de guerra y la sociedad turca

Una gran mayoría de la sociedad turca piensa que sus hijos están «luchando por la patria» en Kurdistán, igual que los americanos creían durante la Guerra de Vietnam. No se dan cuenta de que se están convirtiendo en máquinas de matar y de que siguen viviendo con asesinos y violadores.

En 1989 se estrenó la película Nacido el 4 de julio, dirigida por Oliver Stone y protagonizada por Tom Cruise, que consiguió 8 nominaciones a los Óscar, de las que que ganó 2 estatuillas.

La película está basada en una novela de Ron Kovic y cuenta la historia de un joven americano que se alista en el ejército para ir a la Guerra de Vietnam, donde mata a civiles y dispara a un amigo accidentalmente. Además, resulta herido y queda condenado a vivir en una silla de ruedas. Más tarde, se da cuenta de que la sucia guerra se libró para beneficiar a los traficantes de armas y se decide a participar en un movimiento en contra de la guerra.

Nacido el 4 de julio se centra principalmente en el síndrome de guerra de cientos de miles de soldados que participaron en la «defensa de la patria» y narra la experiencia de estos jóvenes a través de la historia de un soldado en particular. La película ilustra de una manera realmente impresionante cómo el síndrome de guerra acompaña a la persona que lo padece de por vida y cómo afecta a todos los ámbitos de la sociedad. El largometraje fue objeto de debate cuando se estrenó.

Por otra parte, el título de la película ya es de por sí bastante polémico, pues el 4 de julio de 1776 se firmó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y ese día se celebra la fiesta nacional. Con su trabajo, Oliver Stone mostró que el Día de la Independencia había perdido el significado que tenía y que su celebración no conlleva sino el apoyo a las políticas de expansión militar, además de que sirve para transformar a las personas en máquinas de guerra.

EE. UU. perdió la Guerra de Vietnam porque su participación en ella fue inapropiada e ilegítima. Sin embargo, los problemas que se derivaron de este conflicto bélico aún perduran. A pesar de que la guerra terminó hace 40 años, el síndrome todavía persigue a la sociedad estadounidense. Hubo muchos suicidios, asaltos a mano armada y violaciones después de la guerra. Para cuando el escuadrón de la muerte volvió a casa y los soldados se dieron cuenta de que habían estado matando a personas por nada, ya era demasiado tarde.

El caso de la ocupación en el Kurdistán por parte de las fuerzas turcas es el mismo, y el síndrome que sufren es incluso peor que el de Vietnam. La mayoría de los ataques de histeria que leemos hoy día en los periódicos están relacionados con el síndrome de guerra del Kurdistán. La sociedad turca se ha acostumbrado a leer noticias como «un hombre que servía en un comando del sudeste ha tenido un ataque de histeria y ha matado a su mujer, sus dos hijos y su suegro. Después, se ha suicidado». Este tipo de situaciones se ha generalizado tanto que ya ni siquiera son relevantes.

El principal motivo por el que Turquía está derrumbada moralmente en la actualidad es la sucia guerra que el Estado turco está librando en el Kurdistán. Es una guerra injusta e ilegítima y sus consecuencias se ven reflejadas a través de suicidios, violaciones, acosos, robos y asesinatos. La sociedad turca no podrá cambiar estas consecuencias mientras siga cerrando los ojos ante la realidad, dominada por ese sentimiento antikurdo.

El Departamento de Estado de EE. UU. ha difundido hace poco su informe sobre derechos humanos en el que hace constar que 28 soldados, 47 miembros del personal militar y 36 policías se suicidaron en 2015. Un total de 111 personas ligadas a las fuerzas del Estado

se quitaron la vida según la información de los registros oficiales de Turquía. Cabe destacar que el número actual es bastante mayor y que algunos de los oficiales que se suicidaron son representados como si hubiesen muerto luchando. ¿Crees que las fuerzas del Estado que queman y destruyen en el Kurdistán, que torturan cuerpos sin vida, acosan a niños, hombres y mujeres, y que pintan grafitis racistas, sexistas e inmorales en las

casas de los civiles son personas que están en su sano juicio?

No, no lo están. Y ese síndrome que padecen seguirá empeorando mientras la guerra continúe y los crímenes de esta panda de asesinos sean cada vez más brutales. Las ciudades de Sur y Nusaybin son un buen ejemplo de cómo los crímenes han aumentado. Por otra parte, hay que mencionar que se descubrió que 1000 personas que pertenecían a las fuerzas de operaciones especiales, o bien renunciaron, o pidieron que se les asignara otro destino para no ir al Kurdistán. Y, ¿qué hay de la carta de ese oficial de policía en la que decía que se había derrotado a 4 batallones? La academia médica militar Gülhane alega que han incorporado un equipo de psiquiatras para subir la moral de los asesinos de Nusaybin.

Una gran mayoría de la sociedad turca piensa que sus hijos están «luchando por la patria» en Kurdistán, igual que los americanos creían durante la Guerra de Vietnam. No se dan cuenta de que se están convirtiendo en máquinas de matar y de que siguen viviendo con asesinos y violadores.

Y estos asesinos y violadores, que torturan hasta cuerpos sin vida, participan en la vida social, se casan y tienen hijos; parecen personas normales con vidas corrientes. Van a comprar, se divierten con sus mujeres e hijos y se van de vacaciones.

¿Y qué pasa después?

Vuelven a sus casas en ataúdes envueltos con la bandera turca como muestra de la sucia guerra en la que lucharon, o son los protagonistas de breves noticias que empiezan así: «un oficial de policía ha despedazado a su mujer e hijos antes de suicidarse». La sociedad turca debería darse cuenta de que no hay una tercera alternativa para el ejército de asesinos y violadores.

 

Fuente: ANF

 

Traducción de María López Cuchillo