El voto de la minoría kurda, que representa entre el 15 y el 20 por ciento de la población de Turquía, es un factor decisivo en la batalla entre el gobernante partido islamista AKP y el opositor socialdemócrata CHP por las dos grandes plazas del país, Estambul y Ankara.
Ambas ciudades llevan 25 años regidas por el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) y sus predecesores, pero el bastón de mando puede cambiar este domingo de manos si los votantes kurdos, en su mayoría desilusionados con el presidente, Recep Tayyip Erdogan, se pasan en masa a la oposición socialdemócrata.
La victoria en estas elecciones locales es una cuestión de “supervivencia” para el AKP, según declara Erdogan en sus mítines: una derrota municipal sería el reflejo de un cambio en la voluntad popular que podría inaugurar el declive del partido que gobierna el país euroasiático desde 2002.
El Partido Republicano del Pueblo (CHP) está a punto de cantar victoria: fracasó en 2014 por una diferencia de un uno por ciento en la capital, y del 7 por ciento en Estambul.
Su esperanza es acaparar el voto, del uno y el 5 por ciento, respectivamente, obtenido en los comicios anteriores por el izquierdista Partido Democrático de los Pueblos (HDP), tercero en el Parlamento y defensor de la minoría kurda, que ahora no presenta candidatos en estas dos urbes.
No todos los kurdos, ni mucho menos, votan al HDP: se estima que lo hace aproximadamente la mitad, bien por una postura de defensa de la identidad contra el Estado centralista, mayoritaria en el sureste del país, o por seguir un ideario progresista.
La otra mitad, de tradiciones conservadoras y religiosas, suele optar como primera opción por el AKP, tanto en el sureste del país como en Estambul, donde se estima residen más de tres millones de kurdos.
Si bien el HDP intenta hacerse con las alcaldías en su feudo tradicional (el sureste), apoyará al CHP en Estambul y Ankara para “debilitar al AKP”.
Se trata de una estrategia novedosa, ya que en el pasado muchos ciudadanos de esta etnia se sentían más cercanos al partido islamista que al CHP, que combina la ideología socialdemócrata con un fuerte sentimiento nacionalista turco.
“Estambul es la mayor ciudad kurda del país, y los votos kurdos serán decisivos para ganar la alcaldía. El HDP ya ha declarado que apoyará al CHP, pero hay dos factores más que pueden hacer que los kurdos conservadores se pasen del AKP al CHP”, explica en conversación con Efe el politólogo Tarik Sengül.
“Un factor es la alianza de Erdogan con Devlet Bahçeli (líder del partido derechista MHP); esta alianza con el ultranacionalismo enfada a todos los kurdos”, añade.
“El otro es el perfil del candidato del CHP en Estambul, Ekrem Imamoglu: viene de un ambiente conservador, sabe rezar, sabe comunicarse con quienes van a la mezquita”, subraya Sengül.
Las cartas están sobre la mesa, y el propio copresidente del HDP, Sezai Temelli, ha dicho en la prensa que si los candidatos del CHP ganan, sabrán que es “gracias a los votos del HDP y los kurdos”.
Pero esta misma declaración ha servido a Erdogan para atacar al partido socialdemócrata y atribuirle un pacto secreto no solo con el HDP, sino incluso con el proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que muchos consideran el verdadero rostro tras la formación parlamentaria de la izquierda kurda.
El ministro del Interior, Süleyman Soylu, ha llegado a asegurar que un gran número de “miembros del PKK” se presenta ahora en las listas del CHP, y ha advertido de que si salen elegidos, no les permitirá ejercer el cargo.
Después de que la prensa oficialista publicara una lista de 200 candidatos socialdemócratas supuestamente “vinculados al PKK” -la guerrilla kurda en Turquía, considerada organización terrorista por Ankara, la Unión Europea y Estados Unidos- el CHP interpuso denuncia en los tribunales.
El partido opositor argumenta que todos los candidatos han sido aprobados por la Junta Electoral Suprema, y que incluso alguno de ellos había sido candidato del AKP en elecciones anteriores.
Pero la importancia del voto kurdo es tal que incluso Erdogan intenta cortejarlo, recordando a los “tres millones de hermanos y hermanas kurdos en Estambul” y pidiéndoles “asestar una bofetada otomana” en las urnas al CHP, al que acusa de seguir “órdenes desde Kandil”, el refugio del PKK en el norte de Irak.
Pero según Bekir Agirdir, director del instituto de sondeos Konda, Erdogan lo tiene difícil.
Según ha explicado el experto a la prensa, el balance de votos habitual en la última década en Turquía, con un 51 por ciento a favor de Erdogan, podrá cambiar porque esta vez los indecisos se concentran sobre todo en los sectores que habitualmente apoyan al AKP.
Mientras el voto kurdo es decisivo en la elección del alcalde de Estambul, más dudoso es su efecto en las ciudades del sureste, feudo inexpugnable del HDP pero bajo amenaza judicial.
En 2014, este partido prokurdo y su rama local, que concurre bajo las siglas BDP, ganaron 103 alcaldías, pero en 2016 el Ministerio de Interior empezó a intervenirlas, destituyó a 94 regidores bajo acusaciones de “vínculos con el PKK” y los reemplazó por funcionarios nombrados a dedo.
El objetivo del HDP sería ahora recuperar estas plazas, entre ellas Diyarbakir, la “capital” del sureste kurdo.
“Dicen que recuperarán las alcaldías intervenidas. Si mi pueblo se lo permite, si entrega los recursos del Estado a Kandil, volveremos a intervenirlas”, ha prometido Erdogan en un mitin electoral.
FUENTE: Dogan Tiliç / EFE