Me llamo Farzaneh Pakbin -o Katty-, y soy una refugiada iraní que se encuentra en Siria. Necesito compartir mi historia mientras estoy en Siria. Espero que tengan tiempo para leer mi historia. Me he puesto en contacto con muchas organizaciones -puedes ver cómo lo intento con mi cuenta de Twitter-, pero parece que nadie me escucha.
Estoy en Siria con mi madre y mi hermana. Llevamos ocho años viviendo aquí. Pinto y tengo una página en Facebook. Somos cristianos y no estamos seguros en Siria.
Todavía estamos esperando que nos reubiquen en otro país seguro. Aquí es muy peligroso porque hay guerra y tenemos mucho miedo. También estamos en desventaja por nuestra nacionalidad y porque somos tres mujeres.
Por razones políticas, mi padre desapareció en Irán hace muchos años. Entonces decidimos escapar a otro país y llegamos a Siria. Cuando escapamos de Irán, mi hermana fue violada por algunas personas del régimen iraní.
En aquella época, yo estudiaba para ser ingeniera de software. Sin embargo, no pude estudiar en mi país debido al régimen iraní.
Ahora vivimos en Siria como refugiadas. El ACNUR en Siria no nos ayudó a reasentarnos en un país nuevo y seguro. En 2011-2012 se aceptó nuestro caso de Canadá, Bélgica y Suiza. Era un caso de emergencia. Sin embargo, no pudimos ser reasentadas.
El informe médico que certificaba que mi hermana había sido violada fue extraviado por el personal de ACNUR que trabajaba en Siria. Lo descubrí el 23 de mayo de 2018, ya que el personal del ACNUR dijo que no había encontrado el certificado médico. Por lo tanto, la prueba de la violación y el tormento se perdió. Estamos atrapadas aquí y no sabemos qué va a pasar con nosotras.
Aquí nuestra vida es terrible. Llevamos ocho años en este país y hemos visto morir a nuestros amigos y vecinos. El pasado mes de marzo murió un niño de Sudán, refugiado como yo. Era miembro de nuestra iglesia cristiana, que nos da algo de comida para sobrevivir. Murió el día de la madre. Mientras todos los niños de la guerra celebran el día de la madre, nosotras vemos niños que mueren.
En Siria perdimos tres veces el lugar donde vivíamos. Así que tuvimos que dormir en la calle. No podíamos usar el baño y estuvimos 13 días mendigando en la calle. Cuando pedimos ayuda al ACNUR en Siria, recibimos amenazas y a veces tuvimos mucho miedo. Experimentamos el racismo debido a nuestra nacionalidad y tuvimos miedo por ser mujeres. Aquí las mujeres, junto con los niños, son los más vulnerables.
Cuando empezó la guerra en Siria, vivimos sin electricidad ni agua durante semanas. Bebimos agua insalubre arriesgando nuestras vidas muchas veces. Estábamos enfermas e inseguras. No podíamos acceder a los medicamentos y no podíamos ver a ningún médico.
Vi a los perros comiendo los cuerpos de los que estaban muertos en la calle a causa de la guerra. Hemos llamado muchas veces al ACNUR en Siria, pero nunca nos han ayudado.
No tenemos ninguna tarjeta de residencia siria. Por lo tanto, no podemos trabajar ni estudiar. Apenas tenemos comida para comer. No podemos alquilar una casa y ni siquiera podemos comprar una tarjeta Sim.
No tenemos derechos humanos.
FUENTE: Refugee Support / Traducido por Rojava Azadi Madrid / Edición: Kurdistán América Latina
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