Kurdistán: La revolución de las mujeres es la revolución del pueblo

La resistencia y la revolución de un pueblo que construye un nuevo paradigma, que no sólo significa pensar y crear esa sociedad que imaginamos, sino que tiene como eje protagonista la liberación de las mujeres como primer paso para la liberación de la humanidad. En esta entrevista, Alessia -del Movimiento de Liberación del Pueblo de Kurdistán- nos cuenta sobre el panorama actual y las tareas para la comunidad internacional.

-¿Cuál es la situación actual del pueblo kurdo? ¿En qué estadío se encuentra la lucha y la resistencia?

-Nos encontramos en un momento de resistencia, que tras 45 años de lucha, ha alcanzado los niveles históricos más altos. Cuando hablamos de Kurdistán tenemos que entender que los procesos sociales son complejos, porque estamos hablando al mismo tiempo de procesos que son en simultáneo en áreas geográficas y contextos políticos diferentes. Y esto significa no sólo analizar lo que pasa en Turquía, Siria, Irán e Iraq, sino también entender el entramado de todo el sistema internacional de poder mundial.

Nuestra forma de pensar analiza el todo y las partes conjuntamente, vinculando desde abajo los diferentes procesos de lucha social, a través de las áreas que se influencian recíprocamente y que determinan hoy en Medio Oriente el futuro de los procesos políticos globales. Porque lo que sucede en Medio Oriente también tiene que ver con el futuro del extractivimo en Latinoamérica, de Asia y de África, como a su vez está relacionado con las políticas nacionalistas europeas, con las estadounidenses y rusas. No sólo analizamos la re-estructuración del capitalismo, el funcionamiento del patriarcado y de cómo los estados promueven guerras, sino también en cómo generamos resistencias victoriosas de liberación alternativas al poder y cómo se llevan adelante en cada rincón del planeta.

Cuando hablamos de Kurdistán, donde hay hoy especialmente en curso una Tercera Guerra Mundial, la mirada es necesariamente global. Pero mucho antes de este conflicto y de la revolución de Rojava, la cuestión kurda siempre ha sido una cuestión global, de la cual puede depender el desarrollo de las fuerzas democráticas en escala planetaria.

Respecto al momento de resistencia del pueblo kurdo, hemos llegado a un momento histórico sin precedentes, iniciado por una huelga de hambre multitudinaria. Este momento tan importante tiene como protagonista a una mujer, a Leyla Güven. Estamos hablando de 200 días de huelga de hambre, que han sido llevados a cabo por ella y otras 10.000 personas más, mostrando la necesidad de romper con el proceso actual e iniciar otra fase, poniendo fin al aislamiento de Abdullah Öcalan, líder del pueblo kurdo y referencia teórica más importante del socialismo del Siglo XXI.

No es una casualidad que haya sido una mujer quien haya dado inicio a un nuevo momento de lucha. En la historia del Movimiento de Kurdistán las mujeres siempre dieron un primer paso para abrir nuevas etapas, nuevos procesos. La acción de Leyla Güven es un mensaje de lucha enviado al mundo, que inicia en la cárcel y desencadena la huelga de hambre en cada parte. También cuando fue liberada, gracias a una ola de solidaridad feminista internacional, continuó la huelga de hambre exigiendo la libertad de Abdullah Öcalan. Y así ella hizo que 10.000 personas en menos de tres meses se sumaran a la huelga no solo en todo Kurdistán (Iraq, Irán, Siria, Rojava), sino en varios países y muchas ciudades de Europa. Esto demuestra también una dimensión del Movimiento de Liberación Kurdo: su marco históricamente internacionalista, está hoy en un nivel de movilización muy alto.

Por otra parte, este momento histórico que estamos viviendo, también sucede por la conciencia de la memoria de lucha, de fuertes resistencias: por ejemplo, cuando estuvo el golpe de Estado el 12 de septiembre de 1980 en Turquía, la resistencia desde la cárcel también estuvo liderada por compañeras, como Sakine Cansiz. La lucha de las mujeres fue muy importante, porque fueron pioneras y gracias a su organización en la cárcel, la lucha social, en las ciudades y en las montañas, llegó a otro nivel. Y lo que nos enseñó la resistencia de las mujeres en ese momento, llevada adelante por Sakine en la cárcel de Turquía, es que, a pesar de las medidas dictatoriales y a pesar de un reajuste represivo a nivel mundial, la fragmentación y la división de las izquierdas y de los movimientos revolucionarios, no ha sido posible.

Y estos procesos no son aislados: si observamos a nivel mundial, desde los 70 y 80 hay un quiebre en las estructuras productivas, sociales y políticas. Pensemos en estas décadas incluso en Argentina.

En el caso del pueblo kurdo, a pesar de la represión y la marginalización propias de este quiebre actual mundial, en el año 1984 se decide tomar repuesta mediante un camino diferente: la fundación de la guerrilla armada en las montañas. Una guerrilla que no puede ser interpretada bajo el modelo clásico del Ejército de Liberación Nacional, porque se plantea a partir de la necesidad de comprobar y mantener la existencia del pueblo kurdo, desde la crítica al militarismo del Estado-Nación y desde la urgencia por la democratización social. Y para lograr la democratización en Turquía era una necesidad pensar una independencia en términos de la autonomía de los pueblos que viven en diferentes Estados.

Es importante pensar que en la noción de autonomía democrática está la base de un nuevo paradigma: mientras que el gobierno turco, buscando la eliminación, ejerce una dialéctica dicotómica y un paradigma colonial ultranacionalista, el pueblo kurdo plantea, con el Confederalismo Democrático y la autonomía democrática, una dialéctica dual y abierta al pluralismo, porque los pueblos no son eliminables entre sí. La necesidad es iniciar desde la liberación de las mujeres en la auto-organización popular más allá del Estado-Nación, desarrollando una alternativa desde el dialogo y la autogestión desde abajo. Allí donde el Estado pone capitalismo y patriarcado, nosotrxs ponemos autogobierno, con una economía alternativa, basándonos en el municipalismo confederal y en la ecología social con la práctica de la democracia directa.

-¿De qué variables depende esa nueva fase posible?

-Todo lo que ha sido alcanzado, el romper el aislamiento de Öcalan, es fruto de la resistencia de lxs huelguistas de hambre. De la resistencia en la cárcel, de la dimensión de la resistencia cada día, y donde sigue, como desde Afrin, donde aún hay una resistencia activa, a pesar de la ocupación de Turquía en Rojava, en el Norte de Siria. Lo que es urgente que pase en este momento es una reorganización de equilibrios de fuerzas democráticas en Medio Oriente, planteando por ejemplo una Siria y una Turquía democráticas, pasando desde un Irán confederal, a través de una solución pacífica que puede llegar a cambiar el destino no solo de estas áreas sino del mundo entero. Lo que pasa en Kurdistán es estratégico por los poderes mundiales y es también un enfrentamiento de paradigmas y de diferentes visiones del mundo. No es una casualidad que frente a todas estas potencias internacionales, estén las de comunidades auto-organizadas, teniendo al frente de cada ámbito a las mujeres kurdas, que están ganando con la fuerza de otros valores.

También lo que nos enseñó la resistencia y la huelga de hambre histórica, es que las luchas tienen que poner en el centro la determinación y la esperanza como base de cada acción y pensamiento y encontrar formas sociales masivas y más creativas, luchas que tienen que ser cada día más fuertes. En Rojava, este 8 de marzo se celebró la derrota del Estado Islámico por las unidades de protección femenina, y ese triunfo es para toda la humanidad. No es posible verla solo como una victoria militar. Es muy importante la guía de planteamientos basados en qué tipo de sociedad queremos alcanzar. Sin esa guía no hubiese sido posible nada. No es la dimensión del poder internacional quien determina la política, sino que son los pueblos quienes hoy se organizan a partir de la liberación de las mujeres, a re-definir qué es política.

Por último, así como la solidaridad con Leyla fue la demostración del mayor internacionalismo y feminismo, las mujeres kurdas nos hacen ver que la lucha de las mujeres es la lucha por la libertad social y que hay que cambiar el mundo, y que lo están haciendo.

Y esta es también una llamada: porque para que la revolución en Kurdistán sea exitosa tiene que extenderse a cada rincón del planeta y la manera de apoyar al pueblo kurdo es hacer la revolución, cuestionando la historia desde el propio contexto, desde la experiencia de las mujeres con miradas liberadoras, con una visión del mundo diferente: retomar nuestra memoria de lucha, preguntarnos qué es lo que necesitamos, qué tipo de sociedad queremos, realizándola aquí y ahora, pero pensando en las nuevas generaciones.

FUENTE: Venceremos / Edición: Kurdistán América Latina