Kurdistán: ¿podrá la paz derrotar el genocidio?

Desde mediados de 2016 los kurdos se han visto desprovistos de la legalidad democrática con la que cuentan. El partido gobernante de Turquía, y una gran bancada parlamentaria, han suprimido la inmunidad diplomática de varios representantes políticos del Partido Democrático de los Pueblos (HDP). Las etnias asirias, armenias, kurdas, yezidíes, han podido observar cómo sus dirigentes eran acusados de mantener vínculos con el terrorismo, de ser apartados de sus cargos como representantes políticos electos y sometidos a juicios irregulares (condenando a muchos/as de ellos/as a centenares de años en presidio). Sin embargo, los medios de “comunicación” algo no informan: es que la región del pueblo kurdo en Turquía (Bakur) está sufriendo una arremetida militar xenófoba por las fuerzas represivas del Estado. Desde que Turquía abandonara los acuerdos de paz del 2015 (y desde que el parlamento aprobara desvincular a varios diputados y diputadas de la asamblea legislativa) las fuerzas militares han asediado los poblados de minorías étnicas.

El conflicto entre el pueblo kurdo y el régimen turco es de larga data. Desde comienzos del siglo XX cuando las potencias occidentales chocaron en Oriente Medio hubo un reparto territorial que desconoció la multietnicidad de la zona. Esto conllevó largos enfrentamientos que causaron a los pueblos (asirio, armenio, dem o árabe-palestino) el sufrimiento en millones de vidas humanas. El pueblo kurdo, desde el estallido del conflicto con el Estado turco en 1923, ha sufrido sistemáticos avatares político-militares y religiosos, obligándolo a desplazarse, “ser asimilados” o exiliarse en masa. Los países donde mayormente han migrado son los fronterizos con Turquía donde vive la etnia kurda (Siria, Irak, Irán y Armenia en menor medida), mientras por otro lado un gran éxodo ha llevado a seis millones de kurdos/as hacia Europa Occidental y el mundo entero.

El pueblo kurdo es una gran familia multireligiosa (donde predomina el islamismo de corte suní moderado entremezclado con concepciones zoroástricas) que ha vivido distintas depreciaciones de su condición humana. Traicionados primeramente por las potencias europeas (Francia y Gran Bretaña), luego por árabes-persas-otomanos y finalmente por la Unión Soviética, han visto en las montañas a sus amigas irrenunciables. Actualmente su lucha se ve comprometida por una situación de genocidio aplicado por los estados-nación ocupantes de sus tierras.

La resistencia kurda se encuentra en un momento difícil. Las cuatro regiones del Kurdistán trascurren por escenarios de beligerancia (más o menos agudos). En el Kurdistán iraní (Rojhilat) la represión de la coalición gobernante persa-azerbaiyana impulsa desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979 políticas asimilacionistas seguidas de una dura represión (en los últimos años miles de kurdos y kurdas han sido condenados a la horca por “enemistad con dios”). En el Kurdistán sirio (Rojava) desde 2011 una revolución social estalló combinada con una guerra civil, seguida del recrudecimiento del terrorismo (Estado Islámico, Frente Al Nusra); los kurdos han liberado el norte de siria y conformado una federación multiétnica, mutireligosa y multipartidista. En el Kurdistán iraquí (Bashur) se comienza a transitar una situación similar a la Siria, pese a la larga represión vivida desde las épocas de Saddam Hussein y la intervención militar norteamericana del 2003 so pretexto de su lucha internacional contra el terrorismo. Desde entonces el país vive en un caos que le costó la vida a 400 mil personas.

Actualmente Turquía (Kurdistán turco – Bakur), que desde el 2012 venía sosteniendo conversaciones de paz con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), ha recrudecido su beligerancia neo-otomanista y anti-kurda inundando pueblos, topando aldeas, desplazando poblaciones, encarcelando referentes, dando luz verde al asesinato en masa. Esta situación de guerra total se combina con la actual crisis civilizatoria del capitalismo, que ha llevado a 80 países a intervenir (directa o indirectamente) en el conflicto de Medio Oriente, transformándose en la tercera guerra mundial.

Los kurdos que desde el año 5000 antes de Cristo (a.C) viven en la zona, basados en estructuras tribales y comunitarias, han resistido heroicamente este contexto. Enfrentando el florecimiento y marchitamiento de imperios, reinados y gobiernos. La actual coyuntura los ha colocado en el centro bélico de Oriente Medio, desencadenando una revolución en todo el Kurdistán donde sólo puede devenir la paz o el genocidio.

La comunidad internacional tiene las herramientas de la democracia en sus manos (en mayor o menor medida) para intervenir favorablemente y aportar en la resolución de la cuestión kurda y con ello acompañar la paz en la región; o, muy por el contrario, seguir sembrando el horror (como hasta ahora Europa Occidental, EEUU, Arabia Saudita e Israel han hecho) y volver a ser cómplice del abandono de una nación, causando su aniquilamiento, como lo hicieron Europa y Estados Unidos al tomar una posición de no intervención en la Guerra Civil Española permitiendo que el fascismo derroque a la Republica; o cuando Turquía arremetió contra los pueblos asirios y armenios; o también cuando Israel comenzó su asedio al pueblo palestino haciendo de la Franja de Gaza un inmenso campo de concentración).

FUENTE: Alejandro Azadî/Kurdistán América Latina