Kurdos de Siria acusan a aliados de Turquía de cometer crímenes “a sangre fría”

Shara Sido, una desplazada kurda siria, recibió en el celular un mensaje escalofriante con la foto de un cadáver ensangrentado y la orden “venga a buscar a su hijo”.

La mujer, de 65 años, culpa de la muerte de su hijo a los grupos armados sirios apoyados por Turquía, a quienes varias oenegés acusan de perpetrar ejecuciones, expropiaciones y “potenciales crímenes de guerra” en las regiones conquistadas en octubre en el norte de Siria.

“Ellos mataron a mi hijo a sangre fría”, denuncia Sido, enseñándole a AFP, en su teléfono, la foto del “monstruo” que, según ella, mató “por error” a su hijo.

Pero Shara Sido no cree que fuera sin querer. “Vienen a matar a los kurdos”, acusa.

Madre de cinco hijos, Sido vivía en Ras Al Ain, una ciudad fronteriza de mayoría kurda, de la que se apoderaron las tropas pro-Ankara en octubre gracias a una ofensiva.

Con el fin de proteger a su familia, se refugió en la ciudad de Qamishlo, más al este, capital de facto de la minoría étnica, llevando consigo tan solo algunas cosas recogidas a toda prisa.

Pero cuando su hijo, Rezan, de 38 años, regresó a Ras Al Ain para recoger algunos papeles administrativos y prendas de ropa, fue abatido junto con otras cuatro personas que iban con él para ver en qué estado estaba su casa.

“Denunciaré sus crímenes ante el mundo”, sostiene la sexagenaria.

Cambio demográfico

Desde 2016, Turquía lanzó tres operaciones militares en el norte de Siria, donde viven numerosos kurdos, para expulsar, sobre todo, a los combatientes de las Unidades de Protección Popular (YPG), principal milicia kurda en Siria, a la que Ankara considera “terrorista”.

Turquía teme que se esté formando un núcleo de Estado kurdo en su frontera, lo que podría encender los ánimos independentistas de la minoría kurda de su territorio.

Ankara afirma que pretende trasladar a parte de los 3,5 millones de sirios que actualmente están refugiados en su territorio a una “zona de seguridad” en el norte Siria, un sector de 120 kilómetros de longitud que está bajo su control.

El viernes, cerca de 70 sirios que estaban refugiados en Turquía cruzaron la frontera rumbo a esa área, según medios turcos.

Pero, según los kurdos, lo que Ankara quiere en realidad es sustituir a la población de esa región, mayoritariamente kurda, por sirios árabes.

“Todo saqueado”

Aunque decenas de miles de desplazados por la violencia en esa región hayan empezado a volver a sus casas, según la ONU, la mayoría de ellas son árabes, y no kurdos, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH).

Human Rights Watch (HRW) indicó hace poco en un informe que los rebeldes aliados de Ankara estaban impidiendo que los kurdos retornaran a sus viviendas, saqueándolas y ocupándolas.

El Ejército Nacional Sirio (ENS), una alianza de grupos a los que Turquía apoya, rechazó las acusaciones de HRW en un comunicado publicado el sábado y denunció, en un comunicado, que se trataba de un informe “sesgado”.

Mustafa al Zaim es uno de los kurdos que tiene miedo de volver a casa. Este comerciante kurdo, de 44 años, se refugió en Qamishlo tras haber huido de Ras al Ain.

“La región ya no es segura y no nos planteamos volver sin garantías internacionales”, explica.

Tanto su casa como el supermercado y las tiendas que tiene en Ras al Ain fueron confiscadas, según lo que cuenta. “Lo saquearon y lo robaron todo”, afirma.

Por su parte, la directora de HRW para Oriente Medio, Sara Leah Whitson, afirmó que “Turquía mira hacia otro lado ante el comportamiento reprensible de las facciones que está armando”.

“Mientras que Turquía controle esas zonas, le corresponde a ella investigar esas violaciones y ponerles fin”, señaló en un informe.

“La ocupación en sí misma es la violación más grande”, denunció por su lado el director de cine Teymur Afdaki (42 años), oriundo de Ras al Ain.

Según él, los rebeldes quemaron su casa, en la que guardaba unos 500 libros. “Esos libros eran una expresión de nuestra identidad kurda”, comentó con pesar, con sus dos hijas sentadas en sus rodillas.

Pero esto no le hará cambiar de parecer, sostuvo. “Pronto volveremos a nuestra ciudad”, aseguró.

FUENTE: Swiss Info / Edición: Kurdistán América Latina