A medida que el repentino alto el fuego trae una pausa tras nueve meses de lucha por el control de la capital libia, la promesa de Erdogan de ayuda militar, incluyendo activos sobre el terreno, aparece bajo una nueva luz: no involucrarse en una guerra interminable, pero de llevarla a su fin con una mejorada posición estratégica.
La intensificada intervención de Erdogan en el conflicto libio se produce cuatro años después de la formación del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), respaldado por la ONU, en Trípoli el 17 de diciembre de 2015. Turquía respaldó al gobierno de Trípoli desde el comienzo, pero este último mes aumentó el temor del GNA de que la corriente bélica se haya vuelto contra ellos, por lo que el primer ministro, Fayez Al Sarraj, solicitó un nuevo nivel de apoyo de Erdogan.
Así, Turquía y el GNA firmaron recientemente dos acuerdos a finales de 2019. Primero, Turquía acordó enviar al ejército turco a Trípoli para ayudar al GNA contra el general Khalifa Haftar, un hombre fuerte del este de Libia (y ciudadano estadounidense). En segundo lugar, ambos países acordaron establecer una línea marítima delimitadora que permitiera una nueva frontera marítima en el Mediterráneo Oriental entre Turquía y Libia, lo que provocará una profunda perturbación en la comunidad internacional.
La intensificación de Turquía en el conflicto bélico libio ha sido motivada por las ambiciones económicas y estratégicas de Erdogan, incluida la posible interrupción del gaseoducto EastMed entre Grecia, Israel Chipre, y la promoción del TurkStream entre Rusia y Turquía. Erdogan también saca beneficio personal del conflicto libio, ya que su yerno produce y vende drones militares al GNA.
Libia juega un papel importante en la historia turca, ya que fue gobernada por el Imperio Otomano desde 1551 hasta 1864 cuando era el Eyalet de Tripolitania (Trablus, en turco). Además, el fundador de la Turquía moderna, Mustafa Kemal Atatürk, fue asignado como oficial para defender Trípoli contra la invasión italiana entre 1911 y 1912. Mustafa Kemal, primeramente ganó la batalla de Tobruk contra las fuerzas italiana y después fue nombrado Comandante en Jefe en Derna.
El GNA se formó como gobierno interino bajo los términos de una iniciativa liderada por la ONU, el 17 de diciembre de 2015, cuatro años después de que Gadafi fuera depuesto, iniciativa diseñada para poner fin a la guerra civil entre el este y el oeste. El 30 de marzo de 2016, el GNA se hizo cargo de Trípoli, sin embargo el poder real aún descansaba en las milicias. Poco después de la toma de control, la Cámara de Representantes de Libia (HoR) con sede en Tobruk, retiró su reconocimiento al GNA, lo que provocó más conflicto entre las partes. Si bien la ONU y Estados Unidos aún reconocen al GNA como el gobierno legítimo de Libia, no ha logrado unir al país, gobernar el área occidental nominalmente bajo su control ni incluso disolver las milicias de Trípoli.
En abril de 2019, momentos antes de la celebración de una conferencia de reconciliación auspiciada por la ONU, que se celebraría en Ghadames, Haftar perdió la paciencia y atacó a Trípoli con su autoproclamado Ejército Nacional Libio (LNA). Desde entonces, se ha establecido un punto muerto en Trípoli, aparentemente sin visos de acabar entre dos fuerzas de igual peso, cada una con sus patrocinadores extranjeros.
¿Quién apoya a quién en Libia?
El conflicto libio se está convirtiendo en otra guerra de poder, con diferentes estados respaldando y apoyando a cada una de las partes. Mientras que la ONU, Estados Unidos, la Unión Europea (UE), Qatar y Turquía apoyan al gobierno del GNA; Rusia, Egipto, Arabia Saudí, Jordania, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Francia apoyan al LNA. Italia apoya nominalmente al GNA, pero ha antagonizado con Sarraj por Hafter. Parece que Rusia y Turquía están en desacuerdo con respecto a Libia, al igual que lo estuvieron con respecto a Idlib. Al explicar la ayuda turca, Erdogan declaró: “Rusia está allí con 2.000 Wagner (combatientes). ¿Los ha invitado el gobierno oficial? No”. Hasta ahora, sin embargo, tanto Putin como Erdogan han podido equilibrar sus diferencias con mucho cuidado. De hecho, durante la ceremonia de apertura de oleoducto TurkStream, tanto Erdogan como Putin pidieron un alto el fuego en Libia, presentándose como una ruta potencial para un acuerdo. Dado que Rusia y Turquía están respaldando facciones opuestas en Libia, parece que existe un fuerte acuerdo para poner fin al conflicto.
¿Qué hay para Turquía?
A finales de 2019, Erdogan anunció que Libia estaba invitando a Turquía a ayudar al gobierno del GNA y declaró que tan pronto como el Parlamento lo aprobara, el ejército turco comenzaría a servir a Libia. El ministro del Interior del GNA, Fathi Bashagha, declaró a Reuters que “la decisión del GNA de solicitar ayuda militar a Turquía se debe a una escalada peligrosa en el conflicto con Haftar y sus partidarios, incluida la incorporación de mercenarios rusos”. Erdogan declaró que Turquía ayudaría al GNA contra Haftar y afirmó que Turquía estaba siendo apartada del Mediterráneo, hecho inaceptable. Sin embargo, el presidente Trump advirtió a Erdogan a través de una llamada telefónica, que la interferencia extranjera estaba complicando la situación en Libia. No obstante, el 2 de enero de 2020, el Parlamento turco autorizó el despliegue de tropas turcas para apoyar al gobierno del GNA respaldado por la ONU contra las fuerzas de Haftar.
Pero ha habido un interés económico importante en el acuerdo de cooperación de defensa entre Turquía y Libia. O quizá dicha cooperación militar fuera el precio para que Erdogan obtuviera “lo que él considera una distribución más justa de los recursos en alta mar en el Mediterráneo Oriental”, ya que el acuerdo entre Turquía y Libia también implica una línea fronteriza marítima entre ambos países. Este acuerdo le dio a Turquía el derecho a una gran parte del Mediterráneo Oriental, incluidos los grandes depósitos de gas natural valorados en 700 mil millones de dólares, según el Servicio Geológicos de Estados Unidos, que Chipre, Egipto, Israel y Líbano también contemplaron. El acuerdo entre Ankara y Trípoli también incluye un plan para explorar campos de gas en el Mediterráneo Oriental a través de las líneas trazadas desde el norte de Chipre.
Dicho acuerdo, desencadenó de inmediato una reacción de otros estados mediterráneos (Grecia, Chipre, Egipto, Israel e Italia), y llevó a los líderes europeos a emitir una declaración de desacuerdo con las ambiciones turcas. Concretamente, el primer ministro italiano Giuseppe Conte fue muy expresivo sobre su oposición a dicho acuerdo. El ministro de Relaciones Exteriores austríaco, Alexander Schallenberg, dijo que era sorprendente como Turquía y Libia han dividido el Mediterráneo entre ellos.
El motivo de esta protesta fue la posible interrupción del acuerdo del gaseoducto EastMed por un valor de seis mil millones de euros, firmado en marzo de 2019 entre Grecia, Israel y Chipre en Jerusalén, con la presencia del Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo. The Economist informó que el acuerdo turco-libio amenazó la soberanía de Grecia y los derechos sobre la riqueza mineral en el Mar de Creta, al poner en peligro los planes para la construcción del gaseoducto EastMed. El oleoducto EastMed también cruzaría la zona económica planificada entre Turquía y Libia.
A inicios de 2019, Turquía envió una flota de barcos de perforación de petróleo y gas a las áreas en disputa frente a Chipre en el Mediterráneo Oriental, aumentando las tensiones entre Turquía, Grecia y la UE, y resultando en que los ministros de asuntos exteriores de la UE acuerden preparar una lista de sanciones económicas contra el petróleo y el gas turco fruto de las actividades de perforación en las aguas frente a Chipre, el 14 de octubre de 2019.
Turquía y Rusia lanzaron oficialmente el oleoducto TurkStream el 8 de enero de 2020, durante una ceremonia en Estambul con los presidentes Putin y Erdogan presentes. Este oleoducto está planificado para transportar gas natural ruso al sur de Europa a través de Turquía, reduciendo los envíos a través de Ucrania. El acuerdo TurkStream entre Turquía y Rusia juega un papel estratégico en el refuerzo de los lazos y la cooperación entre estos dos vecinos, uniendo aún más a Turquía con Rusia. Esto se suma a la compra por parte de Turquía de los sistemas de defensa antimisiles S-400 rusos, que fueron entregados por Rusia este verano y otoño a pesar de las protestas de Washington y la OTAN.
¿Cuáles son los objetivos a largo plazo de Erdogan en Libia?
Muchos pensaron que Erdogan no sabía dónde se estaba metiendo cuando firmó en diciembre el acuerdo con Libia. Sin embargo, el acuerdo parece estar diseñado estratégicamente para impulsar la influencia de Erdogan, no solo internacionalmente, sino también a nivel nacional y ayudar a la debilitada economía turca cuando más lo necesita.
En primer término, el aparato militar de Erdogan ya ha estado operando en Libia a través de SADAT (International Defense Consulting), fundada y dirigida por un ex general turco Adnan Tanriverdi, quien desempeñó el cargo de principal asesor militar de Erdogan. Según un funcionario del Pentágono, SADAT incluye oficiales turcos despedidos por sus inclinaciones políticas islamistas y que entrenaron a los combatientes del ISIS y Al Nusra en Siria. Tanriverdi tuvo que renunciar a su cargo a principios del 2020 después de declarar en un discurso que SADAT estaba allanando el camino para la llegada del Mahdi.
La participación de Erdogan en Libia está siendo respaldada por sus bases, ya que su miniguerra de 2019 en Siria duró mientras duró. La operación de Turquía en Siria contra las YPG (Unidades de Protección del Pueblo) ayudó a Erdogan a superar algunos obstáculos políticos y económicos, en medio de su decreciente apoyo electoral. Sin embargo, con los rusos deteniendo a Turquía, la operación siria de Erdogan llegó a su fin antes de lo esperado.
Con la cooperación en Libia, Erdogan pudo abrir nuevamente a sus bases y a los islamistas políticos turcos, alegando que el ejército turco acudiría a Trípoli no solo para ayudar al gobierno libio sino también para recuperar un antiguo legado otomano. En respuesta a las críticas, Erdogan preguntó si Libia no tenía nada que ver con Turquía, entonces respondió con la pregunta de qué estuvo haciendo Atatürk allí, recordando a la audiencia de que Mustafá Kemal arriesgó su vida en Libia.
La intervención de Libia también tiene un aspecto ideológico. El primer ministro libio Sarraj y sus aliados locales son considerados ampliamente como parte de la Hermandad Musulmana, y por lo tanto, pro Turquía y pro Qatar, mientras que los partidarios del general Haftar, incluidos Egipto, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, son conocidos por su postura contra la Hermandad Musulmana. Para Erdogan, avanzar en los elementos de la Hermandad Musulmana en la región, particularmente en la construcción de una presencia militar en un país vecino, puede significar mucho ya que sus partidarios lo consideran como el “líder de la Ummah (comunidad islámica a nivel mundial)”.
Además, Turquía ya ha comenzado a trasladar algunos de sus representantes en el norte de Siria, principalmente las fuerzas del Ejército Sirio Libre (ELS) equipadas y entrenadas por Turquía, a Trípoli prometiendo altos salarios (1500 dólares mensuales), y supuestamente la ciudadanía turca después de luchar durante más de seis meses. Esto estaba sujeto a una pregunta parlamentaria en Ankara el 7 de enero de 2020, un mecanismo constitucional de control parlamentario que generalmente practica la oposición. Una fuente del ELS le dijo a la colaboradora de TIJ, Lindsey Snell, el 12 de enero de 2020, que un comandante del ELS estaba ofreciendo 100 dólares a cada mercenario dispuesto a ir a Libia. Al menos 70 miembros del ELS ya se han inscrito para partir el 13 de enero; sin embargo, la fuente dijo que estaban tratando de asegurar 90 más.
La presencia turca en Libia también trae un beneficio económico a Turquía. En primer lugar, a pesar del embargo de armas de la ONU, Turquía vende equipo militar, vehículos blindados y armas al gobierno libio respaldado por la ONU. Además, Turquía ya ha vendido drones militares producidos por el yerno de Erdogan, Selcuk Bayraktar, al gobierno de GNA. De hecho, el LNA apuntó y destruyó algunos de los vehículos aéreos no tripulados (UAV) de Turquía y otros equipos militares turcos en el sitio de construcción de una base turca en Misrata.
Los beneficios económicos para Turquía también incluyen petróleo y gas. Turquía ahora reclama una franja más grande del mar Mediterráneo Oriental con el nuevo acuerdo, que puede interrumpir fácilmente el gasoducto EastMed. Tal interrupción aumentaría también las ganancias de Turquía a través de TurkStream. Turquía también continúa sus esfuerzos de perforación de gas y petróleo en el área. Teóricamente, Turquía está obteniendo acceso a enormes reservas de gas en la costa sur de Chipre a través del acuerdo turco-libio.
Además, Turquía tiene enormes intereses comerciales en Libia y exporta allí anualmente dos mil millones de dólares en bienes. Los proyectos de construcción de las empresas turcas se detuvieron debido al conflicto en Libia, lo que resultó en la pérdida de más de 19 mil millones de dólares. Turquía también está pendiente de futuros proyectos de construcción en Libia. Según los informes, Erdogan planea firmar un acuerdo con Libia en febrero en nombre de las empresas turcas para obtener 2,7 mil millones de dólares por el trabajo de construcción incompleto que llevaron a cabo en Libia antes de la guerra civil de 2011 durante la era de Gadafi. Muchos de estos proyectos de construcción involucraron sobornos a funcionarios de contratación de infraestructura de Libia también.
Erdogan está tratando de usar el acuerdo entre Libia y Turquía para mejorar las huellas y políticas de Turquía en la región contra sus rivales, incluidos Arabia Saudita, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos. Ayudar al gobierno de GNA garantizará la futura participación de Turquía en la región. Si este es el caso, Turquía podría tener varias ventajas estratégicas al alinearse con un país del norte de África rico en petróleo. Pero es una apuesta: si Hafter gana, Turquía pierde.
El futuro
Es difícil prever las implicaciones de la participación de Turquía en Libia. Erdogan, a través del doble acuerdo que Turquía firmó con el gobierno respaldado por la ONU en Trípoli, parece estar obteniendo lo que quería a costa de alienar aún más a la UE y algunos de sus estados, incluidos Francia e Italia. También aumenta la incomodidad y la hostilidad entre Turquía y los patrocinadores de Haftar, Arabia Saudita y Egipto. Mientras tanto, el presidente Trump parece estar cerrando los ojos a la agresividad de Turquía, no solo al oponerse a las sanciones que el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos aprobó contra Turquía el 11 de diciembre de 2019, sino también al no persuadir a Erdogan contra la compra de misiles rusos S-400 .
Erdogan sigue duplicando imprudentemente sus agendas nacionales e internacionales. En este punto, nadie puede juzgar claramente qué le espera a Erdogan en el futuro cercano con posibles tragedias en Siria y Libia, mientras luchan internamente con la política y la economía.
FUENTE: Ahmet S. Yaila / Investigative Journal / Traducción: Newroz Euskal Kurdu Elkartea