Los dos yihadistas estaban bastante desmoralizados. “Los aviones de combate nos bombardearon día y noche, disparando a todo, incluso motocicletas”, dice uno de los luchadores de ISIS. El otro se burla de la situación en la que se encuentran: “Tuvimos que retirarnos, las ratas han regresado”.
El video del que surge esta escena es un documento histórico en sí mismo. Es un testamento del momento en que ISIS, por primera vez, reconoció su derrota en la batalla de Kobanê. Después de cuatro meses de lucha calle por calle y casa por casa, las Unidades de Protección del Pueblo (YPG/YPJ) expulsaron a los yihadistas de la ciudad, ubicada en la frontera sirio-turca. Las YPG/YPJ habían ganado, ISIS había perdido.
Los defensores de Kobanê -especialmente los combatientes del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) y las YPG/YPJ- no sólo lucharon por sí mismos, ni -como sus oponentes consideraron- contra el mundo occidental. Más bien, como dijo Stéphane Charbonnier, el editor en jefe asesinado de Charlie Hebdo durante la resistencia de Kobanê: “Los kurdos sitiados en Siria no son kurdos, son la humanidad desafiando la oscuridad”.
La heroica victoria fue una sorpresa para muchos. Sin dudas, rompió la visión del mundo de escépticos, analistas políticos y fanáticos de derecha que insistían en que no podría haber una resistencia viable contra las fuerzas de ISIS, en la medida en que esa fuerza provenía de la región misma. Con la batalla de Kobanê, los pueblos de Siria habían demostrado, una vez más, que no necesitaban un salvador ni eran una “carga” para Occidente. Más bien, si se les dieran las armas, serían completamente capaces de defenderse. Esto fue igualmente una sorpresa para los analistas que consideraban que los residentes de Kobanê eran indefensos, como lo considerador las fuerzas de ISIS que intentaron invadir la ciudad.
Otro grupo también fue tomado por sorpresa. Algunos de los llamados antiimperialistas de izquierdas se sentían ambivalentes a la hora de apoyar una lucha emprendida con el apoyo de las armas estadounidenses, lanzadas desde el aire en el último momento. La batalla hizo añicos una cosmovisión simplista que equipara el heroísmo con las guerras solo con el AK47. Tal batalla, por supuesto, podría haberse librado, pero entonces los kurdos se habrían arriesgado a no poder desafiar las armas pesadas de ISIS. Se habrían arriesgado a no romper el mito de la inmortalidad de ISIS entre los residentes de la región.
Debe decirse que las consecuencias de la batalla de Kobanê aún no se aprecian del todo. El mundo fue testigo de la liberación de Sinjar y la protección de los yezidíes, de lo que podría haber sido un genocidio. La batalla de Kobanê también hizo posible muchas imágenes y videos de mujeres, de ciudades liberadas por la coalición liderada por los kurdos, disfrutando de sus primeros cigarrillos después de muchos años de represión bajo el control de ISIS. Es este tipo de eventos, de lo extraordinario a lo mundano, lo que resuena tanto en la memoria histórica de Madrid en 1936 y la defensa de Stalingrado.
Turquía, por otro lado, si somos generosos, siempre se acercó a la batalla de Kobanê con precaución. Turquía retiró a regañadientes a los refugiados de Kobanê y, al mismo tiempo, permitió que ISIS suministrara municiones a través de su territorio.
Cuando las noticias de la batalla comenzaron a proliferar, el presidente Recep Tayyip Erdogan pensó que era el momento adecuado para expresar su posición de que el PKK mintió en el mismo plano moral que ISIS. ¿Qué mejor momento? ¿Y alguna vez se preocupó por hacerse la simple pregunta de por qué los dos si eran enemigos jurados luchaban en el mismo campo de batalla?
Él no lo hizo. En cambio, casi como si se frotara las manos de alegría, Erdogan siguió contando los días hasta que Kobanê cayera. La emoción se podía sentir con cada anuncio periódico que hacía, exclamando que el día pronto iba a llegar.
Hoy sabemos por qué era tan insensible a la difícil situación de los kurdos en el norte de Siria. La aparición de una Siria septentrional reconocida, al igual que el norte de Iraq, es inaceptable para los propios cimientos del Estado turco, y el presidente turco es explícito al respecto. Erdogan y los militares turcos son paranoicos porque los kurdos del norte de Siria encabezan la autodeterminación.
Y esta desesperación es la que arrastró a Erdogan a la guerra siria.
Erdogan y su partido, el AKP, no son el ISIS. Tal comparación sería demasiado. Pero la verdad es que para Ankara, tanto el ISIS como el Frente Al Nusra, siempre han funcionado como auxiliares útiles en la lucha contra Bashar Al Assad; también son herramientas útiles para las fantasías neo-otomanas de Erdogan. El mandatario turco e ISIS no comparten la misma ideología. La visión de Erdogan podría parecer contraria al brutal y viscoso califato del que estamos habituados a escuchar, y es una mezcla de otra cosa: de capitalismo desinhibido y conservadurismo religioso. Pero ambos confluyen en su sueño común.
“El verdadero califa no es Abu Bakr al-Baghdadi, que es el líder de ISIS, sino Tayyip Erdogan”, dijo el actual líder del PKK, Cemil Bayik, en una entrevista de 2015.
En Siria, el PKK y las YPG/YPJ no solo luchan contra la máquina de crueldad más brutal y organizada en la actualidad, sino que luchan por un futuro democrático y secular para la región: son una contrapropuesta viviente al fantasma de la desesperación imaginada tanto ISIS como por conservadorismo islamista del AKP. Y es precisamente por esta razón que esas fuerzas se sienten realmente amenazadas. Temen las imágenes que hemos visto desde la batalla de Kobanê: mujeres animadas, riéndose, mujeres peleando y bailando en su revolución.
Por supuesto, para nosotros no es suficiente celebrar el pasado; también debemos mirar el futuro de Kobanê. La reconstrucción de Kobanê, en todos los sentidos, tiene un significado simbólico tan importante como la derrota de ISIS. Si la defensa de Kobanê significaba supervivencia, la reconstrucción de la ciudad representa un salto cualitativo hacia el futuro. Kobanê se convertirá en la antítesis del califato de ISIS.
La reconstrucción, que está en marcha, busca prevenir el resurgimiento de administraciones jerárquicas, antidemocráticas, monistas y motivadas por las ganancias que, históricamente, han desempeñado el papel de llevar a Asia Occidental a la posición en que se encuentra hoy.
Ahora, en Kobanê, se están construyendo hospitales, escuelas, lugares públicos y casas, mediante las decisiones de asambleas en las que se llevan a cabo discusiones incesantes entre hombres y mujeres de todas las edades y etnias. Las asambleas se construyen de abajo hacia arriba, abarcan desde la comuna del barrio hasta la asamblea de la ciudad. Todos y todas son bienvenidas a participar en el proceso de toma de decisiones. La vida cotidiana no se deja a los caprichos de los burócratas elegidos. En todo caso, esto es lo que merecen las valientes mujeres y hombres de Kobanê.
FUENTE: Gokcan Aydogan/The Region/Traducción y edición: Kurdistán América Latina