La escalada en Siria tensa la relación entre Rusia y Turquía

Recep Tayyip Erdogan ha roto su moderación hacia Rusia. El presidente turco ha acusado este miércoles a Moscú de participar en la “masacre” de civiles junto a las fuerzas de Bashar Al Assad en la provincia siria de Idlib, y criticó las “promesas incumplidas” del Kremlin. Rusia respondió acusando a Turquía de no cumplir con los acuerdos destinados a contener las hostilidades en la volátil región y de agravar la situación. Una escalada de ásperos comentarios entre Ankara y Moscú, que hasta ahora han mantenido una alianza diplomática -aunque incómoda porque apoyan a bandos opuestos- para trazar las directrices de una eventual paz en Siria. Ahora, la relación se está agriando.

El líder turco ha intensificado, además, sus amenazas contra Damasco. Si las fuerzas leales a Al Assad no se marchan de la zona de Idlib antes de final de mes, prometió hacerlas retroceder “con todo lo necesario por tierra, mar y aire”. En poco más de una semana, 14 soldados turcos han muerto en ataques de artillería del régimen sirio contra las posiciones de las fuerzas de Turquía en Idlib.

En principio, y siguiendo los acuerdos firmados en Sochi en 2018, que trazaban las pautas para contener las hostilidades en Idlib, Ankara dispuso 13 puntos de observación a lo largo de las líneas por donde pasaba el frente bélico en otoño de aquel año para controlar el alto el fuego. En las últimas semanas, ha introducido en la zona entre 10.000 y 16.000 efectivos militares, y ha entregado armas y blindados a las fuerzas rebeldes para tratar de frenar la ofensiva del Ejército regular sirio.

“En caso de que nuestros soldados en los puestos de observación o en otros lugares sean heridos, incluso de manera leve, atacaremos a las fuerzas del régimen en todas partes, sin ceñirnos a las fronteras de Idlib o al acuerdo de Sochi”, ha amenazado este miércoles Erdogan en un discurso ante diputados de su partido. “Ninguna aeronave que bombardea civiles podrá volar libremente”, avisó el líder ultraconservador turco. Una subida de tono frente a Moscú, cuya aviación apoya a Damasco en las operaciones aéreas.

El Kremlin no se ha quedado atrás en el tono. El portavoz de Vladimir Putin, Dmitri Peskov, ha acusado a Turquía de no hacer nada para “neutralizar a los terroristas”. Algo “inaceptable”, dijo. “La verdadera causa de la crisis en la zona de desescalada de Idlib es, desafortunadamente, el fracaso de nuestros colegas turcos de cumplir con sus obligaciones de separar a los militantes de la oposición moderada de los terroristas”, respondió el ministerio de Defensa ruso, en un comunicado que asegura que los ataques de las fuerzas sirias son represalias a los terroristas.

El departamento dirigido por Serguéi Shoigu, uno de los miembros del gobierno más cercanos a Putin, acusó a Ankara de desestabilizar la situación en la región con el envío de armas y municiones a la zona de desescalada, y con la colocación de blindados y tropas. “Estamos convencidos de que, no sucumbiendo a las provocaciones de los terroristas y evitando decisiones apresuradas inconsistentes, esta misión de Rusia y la República de Turquía se implementará con éxito”, recalcó.

Desastre humanitario

Idlib, el último bastión de la oposición a Al Assad tras nueve año de conflicto, está dominada por grupos yihadistas, a los que Damasco y Moscú consideran terroristas, y contra los que luchan -en esa región, los principales grupos son de carácter islamista radical, incluidos algunos que en el pasado juraron lealtad a Al Qaeda, aunque posteriormente se desvincularon de dicho grupo-. Mientras, Erdogan ha acusado a las fuerzas sirias y sus apoyos rusos de atacar “principalmente civiles” para empujar a la población hacia la frontera turca.

Los desacuerdos sobre quién debería controlar Idlib, donde la situación ha empeorado notablemente en las últimas semanas, están erosionando la relación entre Erdogan y Putin, que habían fortalecido su cooperación desde 2016. Para Al Assad, volver a tomar el control de la provincia sería una victoria estratégica. Para Erdogan, Idlib tiene especial interés debido a su proximidad con la frontera turca, ya que teme que la ofensiva de las fuerzas de Al Assad causen una nueva afluencia de refugiados a su territorio, que ya alberga 3,7 millones de sirios.

El presidente ruso y su homólogo turco hablaron por teléfono este miércoles sobre el “agravamiento de la situación” en Idlib, y resaltaron la necesidad de una “implementación plena” de los acuerdos alcanzados para la zona controlada por los rebeldes, según un comunicado difundido por el Kremlin. Además, en los próximos días llegará a Moscú el ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, para discutir la situación.

Cientos de civiles han muerto y 700.000 han huido hacia la frontera con Turquía desde que se intensificó la ofensiva del régimen y sus aliados sobre Idlib a inicios de diciembre, según datos de la ONU. Un desastre humanitario al que ahora se suma la crisis entre Ankara, Moscú y Damasco.

Después de escorarse hacia Rusia en los últimos años, Turquía busca ahora apoyo en Occidente ante lo que considera falta de neutralidad de Moscú en la crisis siria. Desde el 3 de febrero, el ejército turco no ha participado en patrullas conjuntas con Rusia en el norte de Siria, según fuentes citadas por la agencia rusa Interfax.

Tras de los críticos comentarios de Erdogan hacia Moscú, llegaba a Turquía este miércoles el enviado de Estados Unidos para Siria, James Jeffrey, para entrevistarse con el ministro de Defensa turco, Hulusi Akar, y el viceministro de Exteriores, Sedat Önal. “Rusia debe cambiar sus políticas, también los iraníes y miembros de Hezbolá (el partido-milicia libanés), que están apoyando activamente la ofensiva de las fuerzas sirias”, dijo Jeffrey, que subrayó su apoyo a Ankara como miembro de la OTAN, por enfrentarse a “una gran amenaza” en Idlib.

FUENTE: María R. Sahuquillo – Andrés Mourenza / El País