La minería destruye la naturaleza y la vida de los pobladores del Kurdistán turco

El diputado del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), Murat Çepni, denunció este fin de semana que en la región kurda de Turquía (Bakur) la megaminería significa “la evacuación forzada de los pueblos” que habitan la zona. Çepni también alertó que todo el territorio de Turquía se está transformando en una gran factoría minera.

Según la agencia de noticia ANF, la Dirección General de Asuntos Mineros y Petroleros (MAPEG) del Estado turco, inició en agosto los trabajos de licitación para la exploración y explotación minera en 766 campos de 68 provincias. Esta expansión es permitida por la ley 5177, referida a la minería, aprobada en 2004. En la actualidad, las obras de exploración minera, que abarcan especialmente zonas que van desde las montañas de Artvin a Kaz, y desde Fatsa hasta el valle de Munzur, se centran en los bosques.

Al mismo tiempo, la Ley de Minería 3213 también fue enmendada en 2004, lo que permitió que las actividades mineras se realicen en zonas forestales. Con la entrada en vigor de la nueva normativa, las minas de todo el país se abrieron a las empresas nacionales y de propiedad extranjera a cambio de un impuesto de dos por ciento. En el caso de las actividades en donde participa el Estado turco, aumentaron un uno por ciento debido a los incentivos oficiales. Según el anuncio efectuado por Ministerio de Energía y Recursos Naturales, el total de licencias de explotación minera concedidas en 2019 fue de 593, de las cuales 118 se otorgaron a empresas extranjeras.

A esto se suma lo difundido por la Dirección General de Silvicultura: entre 2012 y 2018, se abrieron actividades mineras en 65.883 hectáreas de bosque. En 2019, esta cifra aumentó a 77.281 hectáreas en total. Según los datos de la Fundación TEMA, el 41 por ciento de las 1.294.335 hectáreas que en total se utilizan en Turquía para la actividad minera, corresponden a licencia activas. El 57 por ciento de estas licencias están en funcionamiento mientras que el 43 por ciento se encuentran en estado de licencia de exploración. La Fundación TEMA puntualizó que el 80 por ciento de la superficie forestal se ha determinado como área permitida para la minería.

Las actividades mineras no sólo afectan a los bosques. Los recursos hídricos directos se han vuelto vulnerables con estas regulaciones. Tras la modificación de la Ley de Minería, el Reglamento de Control de la Contaminación del Agua se modificó completamente en 2004. Con el cambio, se habilitó la actividad minera a una distancia de un kilómetro del agua potable y de los servicios públicos.

Ante este panorama, el diputado Çepni declaró que la destrucción causada por las actividades mineras involucra tanto a las zonas de pobladas como a la naturaleza. “Hoy en día, 766 nuevos campos mineros significan la destrucción tanto de las zonas habitadas como de la naturaleza –aseguró-. En Kurdistán, la minería significa la evacuación forzada de los pueblos, pero en Occidente significa dar un regalo a Construcciones Cengiz, como fue el caso de las montañas Kaz. En este sentido, Turquía se está transformando en un país minero”.

El legislador del HDP señaló que con las nuevas licitaciones, “casi todo el valle de Munzur, incluyendo (la región de) Dersim, fue declarado campo minero. Esto significa la destrucción de la cultura política e histórica de Dersim”. Çepni advirtió que “la destrucción de las tierras agrícolas hace que la gente emigre de los pueblos. También causa la pérdida de muchos recursos hídricos, lo que significa que un país que ya es pobre en agua se vuelve aún más pobre. Y luego está la destrucción causada por el polvo de la minería. De hecho, estos proyectos no tienen ningún beneficio para nadie más que para las empresas”.

Çepni indicó que por estos días existe “una vigilia permanente en las montañas Kaz, organizada por agrupaciones ecologistas y muchas otras instituciones. A pesar de la decisión de detener el proyecto, la compañía continuó ocupando el área. Por supuesto, este es el caso en este momento. Lo que sucederá en el futuro está por verse”.

El sábado pasado, un informe de ANF denunció que con los proyectos mineros en curso en la provincia kurda de Hakkari, en el sudeste del país, se destruirán reliquias culturales milenarias. Según anunció el Ministerio de Energía y Recursos Naturales, los lagos de Cilo Sat, la montaña de Govend, la aldea de Korgan, el valle de la aldea de Kotranis y las zonas de la meseta de Nebirnav, en el distrito de Gever, serán transformados en campos mineros para la explotación de plomo y zinc.

La principal preocupación ante esta iniciativa impulsada por el gobierno nacional está centrada en los dibujos rupestres históricos de 12.000 años de antigüedad encontrados en las montañas Cilo Sat, a una altitud de 4.135 metros, y que ahora serán afectados por las actividades mineras.

A lo largo de su historia, la región de Hakkari albergó muchas civilizaciones, por lo cual hay miles de dibujos antiguos de humanos, animales y flores en las rocas de las cuevas. El arte rupestre que todavía se conserva demuestra que el lugar estuvo habitado incluso durante la época de los cazadores-recolectores. El saqueo en la región comenzó hace años. Para eso, se construyeron carreteras alrededor de la zona de los lagos Cilo Sat, famosos en el mundo por aguas glaciales y su belleza natural.

Fatih Şahin, el antiguo copresidente de la Asociación Ecológica de Mesopotamia (MED), que fue clausurada por un decreto gubernamental, alertó que la historia de Hakkari será dañada y destruida tanto como el aire, el agua, el suelo, la vida natural y la población local.

“Las minas recién abiertas destruirán los artefactos históricos de las civilizaciones pasadas. Gevarok, Tirşin, los dibujos rupestres de Warfele Rock, en Gever, y los castillos, torres de vigilancia y rutas de caravanas en Maraş Nurhak, son ejemplos de ello. Esta masacre de la historia y la naturaleza es tan inútil como las presas construidas en esta región. Esta destrucción es tan trágica como la de Hasankeyf, tan dañina como lo que ISIS inflige a los artefactos históricos en Siria e Irak”, denunció Şahin.

A principios de septiembre, Ali Kalçık, titular de la Asociación Ambientalista de la provincia de Van (ÇEV-DER, por sus sigla soriginales), recordó que las regiones declaradas como nuevos sitios para la explotación minera en Bahçesaray, Çatak y Tusba son conocidas por sus bosques, aguas limpias y variedad de plantas. Kalçık remarcó que ahora “habrá una masacre de la naturaleza, y se hará de manera consciente. No se pueden abrir minas en estos lugares conocidos por sus plantas endémicas. Si las minas se abren, todo lo que esté bajo tierra y en la superficie será destruido. Todo el mundo debería decir basta a este salvajismo, no sólo la gente de la región”.

Todo el territorio de Kurdistán es sumamente rico en recursos naturales. En el caso de la región de Bakur, el Estado turco extrae el 100 por ciento del petróleo que se produce en el país. Además, en las tierras kurdas del sudeste del país existen grandes reservas de cobre, bronce, cromo, plomo, plata, carbón, lignito y otros minerales. En general, estos recursos son extraídos y trasladados al oeste de Turquía para su refinación y luego se venden internacionalmente sin que los habitantes de Bakur reciban alguna participación.

FUENTE: La tinta / Fotos: ANF