Las elecciones presidenciales y parlamentarias se celebrarán en Turquía en 2023, a más tardar en mayo o junio. Estas elecciones son consideradas por todos y todas como las más importantes en la historia de Turquía. El resultado asegurará la continuación del régimen dictatorial existente, posiblemente durante muchos años, o marcará una línea de cambio. La elección será una carrera entre quienes apoyan la democracia y quienes se oponen a ella. Su resultado también desenredará el nudo de problemas en la raíz de la cuestión kurda o garantizará que no se pueda desenredar.
Entonces, ¿por qué estas elecciones, que se celebran regularmente cada cuatro años, son tan importantes esta vez?
El Partido Justicia y Desarrollo (AKP) del presidente Recep Tayyip Erdogan ha estado en el poder desde 2002. En sus primeros diez años, siguió políticas relativamente moderadas según los estándares turcos. Formó alianzas para eliminar a sus rivales políticos y mostró una actitud proactiva en las relaciones internacionales, particularmente con la Unión Europea (UE). Nunca renunció a la política de guerra como solución a la cuestión kurda, pero sí inició ocasionales “procesos de solución”, aunque con el objetivo de engatusar a los kurdos mientras se preparaba para nuevos ataques.
Reforzó su poder en 2015 al formar una alianza con el fascista Partido Movimiento Nacional (MHP). Desde entonces, ha establecido su dominio con una mentalidad fascista, ha convertido las tierras kurdas en lagos de sangre, y ha condenado al ostracismo a todos los elementos de la sociedad diferentes a él. Con su llamado de atención de “hacer la guerra contra los kurdos”, ha reunido a todas las estructuras racistas y fascistas detrás de él, asegurando su régimen sobre la base de la turquicidad y el Islam.
Estas elecciones formarán un escenario para la competencia entre el régimen turco/fascista y los que se oponen a él. Y competirán tres grupos políticos básicos.
1-El bloque nacionalista e islamista de extrema derecha. Esto representa a la coalición AKP/MHP y algunos partidos menores, que están con Erdogan.
2-El bloque nacionalista y liberal laico, de seis partidos, encabezado por el Partido Popular Republicano (CHP), que incluye dos partidos escindidos del AKP.
3-Y el tercer bloque, la Plataforma Trabajo y Democracia, liderada por el pro-kurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP).
El primer bloque quiere que Erdogan y su monstruoso régimen presidencial permanezcan en el poder.
El segundo bloque es de oposición dentro del sistema. Sus puntos de vista sobre cuestiones básicas son muy similares a los del régimen existente. Entonces, por ejemplo, en lo que respecta al tema kurdo, se quejan de que Erdogan no utiliza más combatientes. Lo critican por no atacar más regiones kurdas en Siria. Definen las demandas kurdas de derechos y libertades como “terrorismo”. Aunque hay algunos moderados entre ellos, evitan términos como “paz” y “solución política”, debido a la atmósfera racista y fascista que prevalece en Turquía. Donde este bloque difiere del régimen de Erdogan es en asuntos como la vida secular, la economía y la pobreza. Erdogan debe irse, pero vendrá otro Erdogan con métodos ligeramente diferentes.
El tercer bloque, sin embargo, está formado por estructuras políticas que quieren que todo el sistema cambie y se mantienen fuera del sistema. Mientras que el segundo bloque promete una transición (del régimen presidencial creado por Erdogan) al sistema parlamentario, el tercer bloque está a favor de un sistema totalmente participativo, que priorice directamente la democracia. También tiene una visión de todas las diferentes identidades y creencias que se representan a sí mismas, empezando por los kurdos.
Este es un resumen de las estructuras políticas actuales. Pero ha quedado claro que ningún bloque es lo suficientemente fuerte para ganar las elecciones por sí solo. Según las encuestas y analistas de confianza, el bloque presidido por Erdogan y el liderado por el CHP están codo con codo. Pero se requiere el 50% más uno para ganar la elección. Y aquí es donde la Alianza por el Trabajo y la Democracia liderada por el HDP pasa a primer plano, porque esta alianza tiene un 15% de votos potenciales, y cualquier lado que apoye será el ganador.
El HDP no tiene ninguna inclinación a apoyar el régimen existente. En particular, los kurdos nunca votarán por Erdogan, porque él (y esto es tema de otro artículo) es el enemigo más sangriento de los kurdos en la historia de la República turca. Es un dictador que felizmente practica, abiertamente, la hostilidad. Ha aislado al líder encarcelado del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdullah Öcalan, y ha dejado a los kurdos sin otra opción que luchar.
Y es demasiado tarde para corregir la situación permitiendo las reuniones de Öcalan. En cualquier caso, Erdogan no tiene tal intención. Envió un representante a Öcalan en los últimos años y fue rechazado. Este rechazo allanó el camino para un aislamiento aún más estricto en la prisión, lo que, a su vez, abrió el camino para más violencia. Así irá Erdogan a las elecciones, y siendo así, no puede ganar.
Pero esta situación no implica automáticamente que la Alianza Laboral y Democrática y los kurdos apoyarán incondicionalmente al CHP y al resto de la oposición. El HDP ha anunciado que participará en las elecciones parlamentarias con sus propios aliados, pero que apoyará a un candidato adecuado en las elecciones presidenciales. Y ha propuesto ciertas condiciones para ello, en torno a la priorización de la democracia, pero el CHP y su alianza aún no han dado una respuesta positiva. El segundo partido de la alianza, el Partido del Bien (İYİ) no ha hecho más comentarios que mensajes de más violencia y derramamiento de sangre. Cuando un parlamentario hizo la declaración de que “se puede otorgar un cargo ministerial al HDP”, tanto el gobierno como la oposición se opusieron con vehemencia. En efecto, dijeron que los kurdos pueden participar en las elecciones, pero nunca podrá entrar en el gobierno. En teoría, si un partido político que ingresa a las elecciones obtiene un voto fuerte, puede integrar el gobierno, pero por lo que podemos ver se envía el mensaje a los kurdos de que “incluso si ganan las elecciones, no les permitiremos un lugar en el administración del Estado”.
Entonces, ¿qué puede hacer el HDP?
Si se triunfa un candidato que dé garantías en materia de democracia, el HDP puede apoyar a esta persona como rival de Erdogan en las elecciones presidenciales.
Pero si se produce un candidato que no sea diferente a Erdogan, entonces el HDP puede producir su propio postulante y entrar en la segunda vuelta de las elecciones. Es muy probable que Erdogan gane la segunda vuelta en este caso, porque es posible que los kurdos ni siquiera vayan a las urnas para elegir entre el actual mandatario y alguien como él; y los pequeños partidos nacionalistas e islamistas de extrema derecha se unirán para ayudar a Erdogan ganar. Esto es sin tener en cuenta el apoyo que obtendrá el régimen despótico existente de Vladimir Putin, y la manipulación y el engaño en las elecciones reales.
Entonces todos perderán. Las políticas de guerra contra los kurdos se acelerarán, pero como los kurdos están listos para esto, todas las demás estructuras administradas serán virtualmente eliminadas. Las relaciones de Turquía con el mundo exterior se cortarán casi por completo y la economía tocará fondo.
Pero si los partidos de la oposición producen un candidato aceptable y este recibe el apoyo de los kurdos, habrá cierta relajación relativa. El duro clima que existe actualmente en Turquía se suavizará un poco. Pero después de un tiempo, la nueva administración tendrá que tomar varias decisiones sobre los problemas básicos.
Si eso sucede, los kurdos volverán a estar en la agenda. La cuestión de Siria estará sobre la mesa. ¿Esta nueva administración aplicará políticas de guerra o una solución política a la cuestión kurda? ¿Apoyará a los yihadistas en Siria? Si no apoya a los yihadistas, ¿qué pasará con sus estructuras existentes? ¿Habrá paz con el régimen de Bashar Al Assad? Si se ponen en marcha políticas positivas para todos estos temas, Turquía habrá dado su primer paso hacia la democratización.
Si Erdogan gana, es seguro que esto no sucederá. Pero aquellos que se están preparando para tomar el lugar de Erdogan no prometen seguir nuevas políticas en estos asuntos básicos. Por esta razón, el futuro inmediato de Turquía no es muy brillante.
Al ver la importancia histórica de esta coyuntura, el movimiento político kurdo está avanzando con mucho cuidado en sus políticas. Está poniendo sobre la mesa fórmulas que pueden salvar a Turquía, pero no está recibiendo suficiente interés ni del exterior (por ejemplo, de la UE o Estados Unidos) ni del interior. Esto significa que los kurdos están alienados y el futuro de todos los pueblos de Turquía está en peligro.
En conclusión: el mayor temor del Estado turco es que los kurdos alcancen el poder en la arena política. Lo único que quiere es dejar a los kurdos sin otra opción que la lucha armada. Los kurdos siguen pidiendo una solución política para salir de esta posición en la que se han visto obligados, pero la administración está presionando para que se rindan incondicionalmente, mientras que los kurdos rechazan de forma clara el aislamiento de Öcalan .
El mensaje que se envía es que el precio de luchar por los kurdos es la muerte. Para la administración, “el único kurdo bueno es un kurdo muerto”. La mentalidad de “democracia para todos, pero no para los kurdos”, ha contagiado a todos. Naturalmente la lucha va en aumento, y como decíamos al principio, ha llegado a un nivel para poder definir las elecciones de 2023. Esto nos muestra la luz al final del túnel, pero todavía está muy lejos, y se requerirá un poco más de esfuerzo y costo para alcanzarla.
FUENTE: Amed Dicle / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina
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