El devastador terremoto en Turquía y Siria no sólo tiene consecuencias humanitarias, sino también geopolíticas que afectarán al futuro inmediato de la región. Éstas son algunas de las repercusiones, en cuatro puntos:
Estado de excepción a las puertas de las elecciones
El estado de excepción impuesto a Turquía por el gobierno de Recep Tayyip Erdogan tras el fallido intento de golpe de Estado, en julio de 2016, duró dos años. La medida permitió al Ejecutivo purgar la administración y las fuerzas de seguridad, prohibir protestas y detener a opositores. La deriva autoritaria ha estado acompañada de una gestión de Erdogan que ha sido incapaz de capitanear la maltrecha economía del país. La erosión de su figura aumenta ahora porque muchas zonas en conflicto esperan la llegada de la ayuda humanitaria. En este contexto, será necesario que Ankara abandone el estado de emergencia, declarado en sus provincias y con una vigencia de tres meses, a las puertas de unos comicios previstos para el 14 de mayo.
El PKK detiene las hostilidades en Turquía
Dada la magnitud de la tragedia, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) ha interrumpido sine die las acciones militares en territorio turco. Cemil Bayik, líder y cofundador del PKK, defiende la decisión siempre que el Estado turco no les ataque. El alto al fuego unilateral de la guerrilla kurda excluye el Kurdistán iraquí, región que concentra la mayor parte de los combates a causa de la presión del ejército turco para rechazar a las fuerzas kurdas de sus fronteras. El pro-kurdo Partido Democrático de los Pobres (HDP) podría conseguir ser clave en la formación de gobierno si sabe aprovechar el rédito político de una tregua que no se produce desde 2015, cuando saltó por los aires el proceso de paz de 2013.
Respuesta humanitaria de Rusia e Irán
La capacidad de Moscú y de Teherán para ayudar al régimen sirio a salir de un contexto de sanciones impuestas por Occidente también servirá para calibrar el músculo de estas dos potencias. El terremoto llega en un momento en que tanto Estados Unidos como la Unión Europea (UE) han anunciado nuevas medidas y sanciones contra Rusia e Irán por la guerra de Ucrania y la represión de las protestas internas, respectivamente. Actores clave en la supervivencia de Bashar al-Assad y en la recuperación del control de buena parte del territorio sirio, Putin y el régimen de los ayatolás han empezado a hacer llegar a la zona su poderosa ayuda humanitaria, hasta el punto de que Damasco ha aceptado la entrada de los comboyes de la ONU.
Legitimación de los yihadistas como autoridad
En las últimas horas, ONG y periodistas occidentales han llegado a Idlib con la mirada puesta en Ankara y Damasco. Bajo tutela turca, esta provincia siria está controlada por Hayat Tahrir al-Sham, un conglomerado de facciones islamistas comandadas por Abu Mohamed al-Jolani, líder del extinto Frente al-Nusra, el brazo de Al-Qaeda en Siria. En los medios sociales del grupo yihadista se han difundido imágenes de Al-Jolani supervisando las tareas de rescate. En este sentido, es obvio que prima dar respuesta a la crisis humanitaria sobre el terreno. Pero también habrá que delimitar qué papel se atribuye a un grupo designado como terrorista y con un historial de vulneración de los derechos humanos.
FUENTE: David Meseguer / Ara / Traducción: Rojava Azadi Madrid / Edición: Kurdistán América Latina
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