¿Los kurdos fueron borrados de las protestas en Irán?

Después de su muerte, Jina Amini fue tendencia con un nombre que su familia y amigos nunca usaron para ella. Como kurdos que viven en Irán, los padres de Jina no pudieron registrar a su hija con el nombre kurdo que habían elegido. Tuvieron que elegir de una lista de nombres aprobados por el gobierno, la mayoría de los cuales eran persas o árabes, de los cuales optaron a regañadientes por el nombre Mahsa. En privado, sin embargo, seguían llamándola “Jina”, que significa “vida”.

El 13 de septiembre, después de haber viajado a Teherán para visitar a su hermano, Jina fue arrestada por la policía moral de la ciudad. Poco después de su detención, colapsó. Las autoridades afirman que tuvo un infarto. Otros detenidos dicen que había sido torturada. Tres días después, murió en el hospital. Tenía apenas 22 años.

A medida que esta información se extendió por las redes sociales, provocó una ola de protestas como no se había visto desde la revolución de 1979. Para la comunidad kurda de Irán, fue el comienzo de una alianza incómoda con sus homólogos persas.

Los dos grupos tienen una larga historia de enemistad. Los nueve millones de kurdos de la República Islámica han sido históricamente una fuente de paranoia y miedo entre las autoridades iraníes. Esto se debe, en parte, a su afiliación religiosa: mientras que Irán ha sido una república chiíta desde 1979, la mayoría de los kurdos son musulmanes sunitas. Pero los kurdos también son inusuales en el sentido de que tienden a venerar su etnia por encima de la religión. Por esta razón, durante el reinado de la monarquía Pahlavi, que se había iniciado hacía casi 100 años atrás, los kurdos fueron vistos como desleales a Irán; fueron utilizados con frecuencia como fuerzas de combate delegadas tanto por Irán como por sus países vecinos. Esto ha llevado a la supresión de la identidad kurda en Irán y, bajo el actual régimen islámico, a la militarización de varias provincias kurdas.

Fueron estas provincias las que estallaron en protestas tras la muerte de Jina, que, para muchos kurdos, simbolizaba un ciclo ininterrumpido de opresión por parte del régimen iraní. Según Hengaw, una organización que rastrea los abusos contra los derechos humanos en la República Islámica, el año pasado 128 kurdos murieron por fuego directo o golpes con porras, mientras que 52 kurdos fueron ejecutados en prisiones iraníes y otros 7.000 kurdos fueron arrestados por los servicios de seguridad iraníes. La muerte de Jina fue la gota que colmó el vaso.

Pero esta vez no fueron solo los kurdos los que protestaron. Se unió un gran número de persas. En las ciudades más prósperas, incluida la capital, Teherán, adoptaron el antiguo eslogan del movimiento de mujeres kurdas, “Jin, Jiyan, Azadi” (Mujeres, Vida, Libertad). Pero el hecho de que lo tradujeran al persa sugiere una tensión más amplia en su participación. Si bien los kurdos agradecieron el apoyo de la población persa, se hizo evidente que los objetivos de esta última, a menudo, diferían significativamente de los de las minorías de Irán.

El objetivo declarado de muchos de los manifestantes persas es liberar a las mujeres del uso del hiyab y restablecer los derechos de los que el régimen islámico las priva. Algunos abogan por el regreso del hijo del Shah y ven a Pahlavi como una alternativa a la República Islámica. Sin embargo, muchas de las minorías de la nación, incluidos los kurdos y los baluches, que se concentran en las provincias del sur de Irán, creen que enfrentarían la misma opresión bajo los Pahlavis a la que enfrentan actualmente bajo la República Islámica.

Hablando desde dentro de la República Islámica, el activista kurdo Alan* le dijo a UnHerd que cree que la atención reciente que ciertos sectores de la sociedad iraní han prestado a los problemas kurdos, se siente poco sincera. “Usaron la muerte de Jina como símbolo de su propia lucha”, dice Alan. “Una semana antes de la muerte de Jina, una mujer kurda en Mariwan se arrojó desde un edificio después de que un tipo de la IRCG (Guardia Revolucionaria de Irán) intentara violarla. Los persas no hicieron nada; no hablaron de esto porque sucedió en Kurdistán y no les importa lo que pase aquí”.

¿Cómo es vivir en una parte de Irán que la mayoría de los persas intentan ignorar? Susin*, una estudiante de 19 años de una ciudad kurda cercana a la frontera turca, me cuenta que pasa controles policiales diarios en su localidad natal. “No puedo salir sola porque tengo miedo de que me arresten y me maten sin razón. No tengo derecho a andar en bicicleta y comer helado afuera porque soy mujer, y dicen que es inapropiado para las mujeres. Cuando salgo con mi hermano mayor, tengo que llevar mi tarjeta de identificación porque la policía puede detenernos y preguntar sobre nuestra relación. Tengo que demostrar que soy su hermana”. Susin habla con UnHerd con gran riesgo personal. La amenaza de arresto gobierna cada detalle de su vida.

Incluso si las mujeres en Irán son liberadas de la obligación de usar un pañuelo en la cabeza, las mujeres kurdas no tendrán automáticamente los mismos derechos y ventajas que sus contrapartes persas más ricas. Si bien las protestas en Irán son vistas internacionalmente como un movimiento de género, para las minorías que las iniciaron representan algo diferente. “Como mujeres kurdas, no solo queremos ir sin pañuelos en la cabeza, necesitamos ser reconocidas como seres humanos y tener los mismos derechos que otros seres humanos en los países democráticos”, me dijo Susin. “El régimen culpa de todos sus problemas al pueblo kurdo”.

De hecho, parece que los kurdos están pagando un alto precio por protestar. Durante los primeros 15 días de 2023, según Hengaw, al menos 96 ciudadanos han sido arrestados, incluidos 13 niños. El régimen también ha evocado un viejo tropo, que representa a los kurdos como actores intrigantes, que trabajan para gobiernos extranjeros, alegando que colaboran con Estados Unidos para desestabilizar Irán. Susin me dijo que la propaganda anti-kurda ahora está en todas partes. Y, lo que es aún más aterrador: debido al papel que han desempeñado las mujeres kurdas en el movimiento de protesta, ahora son el foco de una dura represión del gobierno. “Debido a las recientes protestas, el régimen está ejerciendo más presión sobre las niñas y mujeres kurdas en todas partes: en los centros comerciales, en el bazar, en la escuela y en las universidades. Da mucho miedo: no nos sentimos seguras en ningún lado. El régimen ya ha asesinado y arrestado a muchas mujeres kurdas que participaron en las protestas. Continúan arrestando mujeres en sus casas. Siempre tengo miedo”.

Para Susin, el apoyo de los persas aparentemente liberales se siente vacío. Ella, al igual que Jina, recibió un nombre persa porque a sus padres no se les permitió registrar su nacimiento con el kurdo que eligieron. “En las redes sociales y la televisión, afirman que nos aman y nos reconocen. Dicen que apoyan a los kurdos, pero no estoy convencida. Por ejemplo, ni siquiera están listos para decir el verdadero nombre kurdo de Jina, y siguen diciendo el nombre persa que le obligó el régimen”.

Como era de esperar, a muchos kurdos iraníes les gustaría poder gobernarse a sí mismos, ya sea en una región kurda autónoma con su propio gobierno y leyes, similar al Kurdistán iraquí, o en una nueva nación independiente. Los kurdos continúan cantando el himno nacional no oficial del gran Kurdistán en las protestas, un hecho ignorado en gran medida por el movimiento iraní en general. No es de extrañar, dado que la letra incluye: “Nuestra fe y religión son nuestra patria. / Nuestra fe y religión son kurdos y Kurdistán. / Los kurdos están vivos: su bandera nunca caerá”.

“Los kurdos tienen fama de ser tercos y de defenderse a sí mismos”, dice Beri Shalmashi, un escritor y director kurdo. Sin embargo, a Shalmashi le preocupa que estas protestas hayan sido secuestradas. Se está prestando más atención a activistas feministas famosas como Masih Alinejad, que ha estado coqueteando con los Pahlavis, que a las minorías en mayor peligro. “Necesitamos ser incluidos en este movimiento; como kurdos, lo empezamos”.

Parece que sus temores son legítimos. El mantra dominante de las protestas, “Jin, Jiyan, Azadi”, ahora, en algunos círculos pro-Sha, se cita como una fase históricamente persa. De hecho, el origen del eslogan no podría estar más lejos de la familia del Sha, exiliada en los prósperos suburbios de Londres. “Jin, Jiyan, Azadi” nació en los pueblos y aldeas de Mesopotamia, producto de un grupo guerrillero -considerado como terrorista por Turquía, Estados Unidos y Europa-: el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). Es su líder encarcelado, Abdullah Öcalan, a quien se le atribuye la creación del eslogan; Shalmashi argumenta que su traducción y cooptación por parte de las élites persas es un síntoma de su eliminación de la cultura kurda. (Por el momento, el idioma kurdo está suprimido en Irán y las escuelas kurdas están prohibidas. Varias mujeres fueron arrestadas el año pasado por dar lecciones de kurdo).

“Siento que si el punto de partida es realmente ‘Irán es un país mixto’, no deberían tener miedo de usar las palabras en kurdo o inglés”, dice Shalmashi. “Pero si lo usa en persa, sin reconocer la ilegalidad actual de nuestro idioma y la opresión de los kurdos, está abaratando todo lo que se supone que es esta revolución”.

Mientras las imágenes de mujeres en los centros comerciales iraníes sin hiyab flotan en las redes sociales, aplaudidas por los liberales occidentales, los kurdos sienten que han sido borrados de su propia revolución. Los cambios superficiales en el hiyab podrían satisfacer las demandas de los teheraníes ricos, pero lo que las minorías de Irán necesitan son cambios estructurales radicales. Shalmashi me dice que las mujeres en el enclave kurdo montañoso donde creció Jina Amini, se preguntan si la revolución que creó su hija se disipará una vez que las mujeres iraníes ricas sean libres de caminar por los centros comerciales de la zona alta de Teherán a la moda: “Hay un cambio positivo, pero ¿durará? Las necesidades de las mujeres en Kurdistán son diferentes a las de una mujer en el centro de Teherán. Las mujeres no deben conformarse con quitarse el velo. La gente necesita ir al núcleo de lo que es injusto en el sistema iraní. Las mujeres kurdas y pertenecientes a minorías tienen el mismo miedo: que sean borradas y olvidadas de estas protestas y que su opresión continúe”.

*Los nombres han sido cambiados para proteger las identidades.

FUENTE: Norma Costello / UnHerd / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

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