Masacre, presión, desplazamiento

En la década de 1990, miles de pueblos kurdos fueron despoblados, quemados y arrasados ​​en Turquía. Miles de personas fueron desplazadas y asesinadas por las fuerzas estatales. Las personas, que fueron desplazadas por la fuerza de sus aldeas, nunca olvidan lo que enfrentaron, incluso si ya han pasado muchos años.

“El Estado se llevó mis recuerdos y mi infancia”, dijo Menfia Çelik, una de las aldeanas. Fue desplazada por la fuerza del pueblo de Ulaş, en la provincia de Mardin, después de que tres personas, incluido su padre, fueran asesinadas en 1996. Menfia se instaló en el distrito de İdil, de la provincia de Şırnak, con su familia.

“En ese momento, los soldados asaltaban constantemente nuestra aldea y nos decían: ‘Están escondiendo terroristas’ –recordó Menfia-. Un día mataron a tres personas, incluido mi padre, en el pueblo. Después de matarlos, nos amenazaron: ‘Si no aceptan ser guardias de la aldea, quemaremos su aldea’. Tuvimos que dejar nuestro pueblo. Quemaron nuestra aldea, incluso las cuevas alrededor, después de que nos fuimos de allí”.

Después de ser desplazada por la fuerza, Menfia y los miembros de su familia continuaron enfrentándose a la presión: “Nos mudamos a İdil luego de dejar nuestra aldea, pero el Estado siguió persiguiéndonos. Nuestra casa fue asaltada casi todas las noches. A veces, ni siquiera podíamos ir al baño por miedo”.

El pueblo de Menfia fue incendiado y arrasado en durante la década de 1990, y los aldeanos no pudieron reconstruirlo. Pero visita lo que quedó de su aldea una vez al año y se sienta sobre las piedras de su casa destruida.

“El Estado me quitó a mi padre, los recuerdos y la infancia. Nací y crecí en este pueblo. Pero no pudimos reconstruir nuestra aldea después de ser incendiada. Aun así, hay rastros de casas quemadas en el pueblo. Hasta ahora solo se han reconstruido dos casas”, explicó.

Cuando su aldea fue incendiada, Menfia era una niña. “Recuerdo todo muy bien. Recuerdo lo que pasó como si fuera ayer –contó-. Las personas que viven en el pueblo siempre se apoyaron mutuamente. Nunca olvidaré esos días, los recuerdos que pasé en ese pueblo y a mi padre, hasta que muera. Ahora no tenemos casa en el pueblo, pero la visito una vez al año. Me siento en las piedras de nuestra casa quemada para tomar un respiro. Siempre que visito mi pueblo, recuerdo quién soy”.

FUENTE: Medine Mamedoglu / JINHA / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

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