El Movimiento de la Sociedad Democrática (TEV-DEM) ha emitido una declaración escrita con motivo del centenario del Acuerdo de Sykes-Picot, y hace un llamamiento a las potencias internacionales a no volver a cometer este error histórico.
El comunicado señala que el acuerdo entre Gran Bretaña y Francia de 1916, cuyo objetivo era el control y la administración de las provincias tras la desaparición del Imperio Otomano, produjo la división de Kurdistán en cuatro partes y provocó el patrocinio de otros países además de controlar la voluntad del pueblo kurdo. En estos momentos, las potencias internacionales están tratando de instaurar un nuevo acuerdo, basado en las mismas premisas, dejando a un lado las propuestas de los kurdos. Esto se demuestra por el aislamiento continuo de las instituciones kurdas en las conversaciones de Ginebra. TEV-DEM pide de manera urgente que se corrija esta situación.
El acuerdo Sykes-Picot cumple 100 años
El acuerdo fue firmado entre Gran Bretaña, Francia y la Rusia zarista en secreto. Dicho acuerdo preveían la remodelación de Oriente Medio para favorecer el control de los tres estados, después de finalizar la guerra. Con la revolución socialista en la Rusia zarista de 1917, el acuerdo pasó a servir solamente a los intereses británicos y franceses.
Con dicho acuerdo, el Kurdistán fue dividido una vez más, como lo fuera por el Tratado de Qasr-i Shirin de 1639. Como consecuencia, cientos de aldeas, pueblos, familias y clanes fueron divididos por medio de las fronteras turco-iraquí-sirias. Dicha frontera colonial tuvo como consecuencia la colocación de campos de minas a lo largo de cientos de kilómetros cuadrados, además de la colocación de muros y alambradas.
Los estados carecen de conciencia y de moral
El acuerdo Sykes-Picot fue firmado en 1916, pero se hizo legal a través de la firma del tratado de Lausana en 1923 (Suiza), asignando el control de Irak y Bashur a los británicos, Siria y Rojava a Francia y Bakur (Kurdistán Norte) a la recién formada República Turca. El acuerdo de Sykes-Picot y su consiguiente tratado no trajo libertad para los pueblos de la región. Todo lo contrario, provocaron la perpetuación en el tiempo del genocidio armenio y asirio. Las potencias victoriosas de la Primera Guerra Mundial como Francia y Gran Bretaña dejaron sin destino a Kurdistán despedazando su territorio y dejándolo en manos de los estados “subcoloniales”. Además, los diferentes estados (turco, árabes, iraní) utilizaron a Kurdistán como un laboratorio donde poner en práctica políticas genocidas, económicas y militares, recibiendo el apoyo directo de las potencias imperialistas. Dicho apoyo continuó hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
Un ejemplo de ello fue la ejecución de los líderes de la recién creada República de Mahabad, durante el último año de la guerra, una república que suponía un avance en el terreno democrático, pero que apenas tuvo eco en la conciencia de las potencias imperialistas. Durante sucesivas décadas los kurdos fueron buscando fórmulas que les propiciaran la libertad, pero las potencias imperialistas, daban su apoyo incondicional a los regímenes de Ankara, Bagdad, Damasci y Teherán. Incluso Gran Bretaña inició pactos a dos o a tres dirigidos contra los kurdos.
Turquía nunca rindió cuentas por su política antikurda durante los años de la guerra fría. Tanto los kemalistas turcos, como el régimen del Sha en Irán y la política racista del partido Baas en Irak continuaron practicando el genocidio a todos los niveles. El gas venenoso que mató cerca de 5.000 personas en Halabja, fue fabricado en las fábricas de industrias químicas de los países imperialistas. Tampoco durante la gran tragedia, en marzo de 1991, que se saldó con la muerte de miles de personas tras el levantamiento que se inició en Rania, se dieron por aludidas las potencias occidentales. El objetivo fundamental era aumentar su esfera de influencia y el control de los recursos energéticos. Así es como los kurdos, en el siglo pasado, acumularon la experiencia suficiente y pueden afirmar que los estados no tienen conciencia ni moral.
El primer cuarto de siglo vio correr ríos de sangre en los territorios kurdos de Bakur (Kurdistán de Turquía). Aproximadamente fueron asesinados 10 mil kurdos durante la represión de la insurgencia liderada por el jeque Said. Después se sucedieron las masacres de Zilan (1930) y Dersim (1937-1938).
En Bashur, fue eliminada la posibilidad de la oportunidad para la libertad, que se incluía en el acuerdo del 11 de Marzo de 1971, con el acuerdo de Argelia (1975) organizado por los mismos poderes que firmaron el Sykes-Picot.
El levantamiento más revolucionario que anula al acuerdo de Sykes-Picot comienza hace un cuarto de siglo cuando se inicia el levantamiento dirigido por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Desde los inicios de sus acciones en Eruh y Şemdinli el 15 de agosto de 1984, han sido anulados los alambres de púas, los campos de minas y los tratados que dividen Kurdistán. No solo físicamente, también se inició un camino de pensamiento común y unidad en la lucha de los kurdos para determinar libremente su futuro.
Cada parte del Kurdistán dividido por el acuerdo Sykes-Picot debe recuperar su libertad. El método en como lo logren no es lo esencial. Autonomía, federación o estado independiente son solo herramientas para lograr la libertad de diferentes formas. El método estará determinado por las circunstancias y los equilibrios de poder de cada parte específica del Kurdistán y las circunstancias regionales y globales.
El segundo proceso paralelo al anterior, es la democratización de los estados que reclaman su autoridad sobre el Kurdistán. El enfoque nacionalista, a menudo menosprecia esta cuestión de la democratización y a menudo se escucha “¿Por qué nos debería importar si Turquía, Irak, Irán y Siria se democratizan? Nadie en su sano juicio puede decir que este problema no sea también el problema de los kurdos. Siempre y cuando dicha “democratización” reconozca la libertad de los kurdos y su soberanía. El final de las guerras civiles en Irak y Siria, la disolución de los regímenes tiránicos de Turquía e Irán y su consecuente formación de modelos democráticos basados en el pluralismo y el respeto de los kurdos y a todos los pueblos a decidir su libre determinación, tendrán una importancia significativa en la eliminación de las divisiones del Kurdistán. Esta unidad ya ha sido demostrada en Bashur (especialmente en Sinjar) en agosto de 2014, a continuación en Kobane el 15 de septiembre de 2014 contra el Daesh. En todo Kurdistán surgieron grandes demostraciones de solidaridad y unidad. Hay que seguir ahondando en las raíces más profundas para que se materialice en una unidad permanente.
Es difícil afirmar que todos los poderes kurdos comparten este objetivo. Por ejemplo, nadie puede decir que el PDK, cerrando las puertas de la frontera en Semelha, de vital importancia para Rojava, esté sirviendo a los intereses de los kurdos y la unidad del Kurdistán. Un comportamiento así solo puede estar al servicio de los poderes que pretenden revivir el acuerdo Sykes-Picot.
La construcción de la unidad kurda no se puede lograr a través del discurso. Tiene que ser llevado a la práctica. Las historias de valor, los lemas potentes y los discursos emocionales funcionan solo hasta cierto punto. Hay que ir más allá…. La unidad no debe ser un concepto abstracto. Es un hecho muy concreto que tiene un reflejo en la vida, al igual que la apertura o el cierre de Semelka. El acuerdo de Sykes-Picot obtuvo su primera derrota en el último trimestre del siglo XXI. Los regímenes regresivos, en particular, el estado turco, están tratando de revivirlo. Será un intento inútil.
Es importante mantener los pies firmemente plantados sobre la tierra y profundizar en los logros históricos emergentes para conseguir una unidad permanente y verdadera del pueblo kurdo y del Kurdistán.
FUENTE: ANF News / Traducido y reeditado por Newrozeke