Las fotos de mujeres en Oriente Medio cargadas con AK-47 sorprendieron a un Occidente poco acostumbrado a este tipo de imágenes en la región. Sin embargo, esta guerra no implica exclusivamente armas, sino valores feministas que pretenden el empoderamiento de las mujeres en la región.
El movimiento kurdo
Los kurdos son un pueblo indoeuropeo cuya población se encuentra repartida principalmente entre los estados de Siria, Irak, Turquía a Irán. Son la minoría más grande de la región de Oriente Medio —entre 55 y 60 millones de personas—. Tras la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Sèvres (1920) reconoció a este pueblo un territorio independiente; sin embargo, este tratado nunca llegó a entrar en vigor y fue sustituido por el Tratado de Lausana (1923), que repartió el territorio del entonces Imperio Otomano en los estados que conocemos hoy.
Desde entonces, y principalmente desde el auge de los movimientos nacionalistas en Europa en el último tercio del siglo XX, el nacionalismo kurdo defiende los derechos de este pueblo en torno a un proyecto común para todo el Kurdistán. Situándonos en este contexto, en 1978 se funda el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) bajo el liderazgo de Abdullah Öcalan (actualmente condenado en Turquía a cadena perpetua), una organización armada que pretendía luchar contra el régimen militar de Turquía de esos años.
El conflicto entre el ejército turco y los grupos armados kurdos ha dejado más de 40.000 muertos, pueblos destrozados y un inmenso flujo de migración de población kurda hacia las grandes ciudades. El final de la tregua (julio de 2015), que comenzó en 2013, terminó con la esperanza de un largo periodo de paz y complicó aún más la situación de la región, donde la amenaza del autoproclamado Estado Islámico sigue siendo motivo de preocupación para ambas partes y para toda la comunidad internacional.
Las mujeres en el movimiento kurdo
Siete años después de la fundación del PKK las mujeres kurdas crearon su propia organización, la Unión Patriótica de Mujeres del Kurdistán (YJWK), adscrita al mismo partido. Además, en los años 90 las mujeres comenzaron a participar de manera decisiva en el movimiento. De hecho, mientras que en 1987 la presencia de mujeres era del 1%, en 1993 ascendía a un porcentaje que oscilaba entre el 15 y 20%.
Pronto esta primera organización de mujeres adquirió carácter político-militar, aunque siempre bajo el control del PKK, y se consolidaron transformaciones en el ámbito político y en el militar.
Transformaciones en el ámbito político
La inmersión de las mujeres en el movimiento kurdo se vio reflejado en el sistema político cuando en 1991 por primera vez una mujer kurda, Leyla Zana, fue elegida representante en el Parlamento de Turquía. Se convirtió, también, en la primera persona en expresarse en kurdo dentro del Parlamento, lo que le supuso una condena de 10 años de prisión.
La elección de Zana fue solo un ejemplo de cómo las mujeres kurdas participaban cada vez más en las movilizaciones colectivas y reuniones políticas en los 90. Es por ello que en el año 2004 se estableció un sistema de cuotas de género en el seno de las organizaciones políticas y militares kurdas. Además de establecer la cuota del 40% de mujeres en sus filas, se introdujo un sistema co-presidencial, es decir, por cada puesto presidencial ocupado por un hombre se establecía una co-presidencia femenina.
Transformaciones en el ámbito militar
Como decíamos antes, la entrada masiva de mujeres en el movimiento kurdo se plasmó en la transformación de sus organizaciones, que adquirieron un carácter político-militar. Es así como se crea la YJA-Star, una unidad propia aunque adscrita al PKK en la que las mujeres pasan a la primera línea de la guerrilla en el conflicto con los turcos. Esta unidad es el paraguas de las YPJ (Unidades de Autodefensa Femeninas) que luchan actualmente contra los avances del ISIS, como explicaremos más adelante.
El pensamiento feminista en el movimiento kurdo
Por otra parte, desde la perspectiva del pensamiento político, los primeros textos en los que se menciona el papel de las mujeres en el movimiento aparecieron en 1986 escritos por Öcalan. En ellos, el autor se centra en el análisis histórico de las sociedades y pone como ejemplo la etapa neolítica en la que la sociedad se estructuraba en torno a un sistema matriarcal, donde las mujeres ocupaban una posición de prestigio al ser las creadoras de vida. Añade Öcalan que, en contra de una cultura de guerra y violencia dominada por los hombres, la gobernanza de las mujeres estaba basada en la paz y el rechazo de la violencia. Siguiendo estas teorías, en 2004 y desde prisión, Öcalan señala que “la liberación de las mujeres es un prerrequisito para la liberación del Kurdistán, el cual no busca ya la independencia sino el establecimiento de una autonomía democrática”.
Situación actual: guerra y paz
Actualmente la región de Oriente Medio se encuentra inmersa en una de sus peores crisis. Desde que empezara la guerra en Siria en 2011 y el autodenominado Estado Islámico tomara más fuerza en la región destaca la resistencia que ha protagonizado el movimiento kurdo. Concretamente, en la región de Rojava, situada al noroeste de Siria, y compuesta por tres cantones, Cizîr, Kobanê y Efrin, extendidos a lo largo de unos 900 kilómetros de frontera entre Siria y Turquía.
La Revolución Silenciosa
Aprovechando la inestabilidad en Siria tras el comienzo de la guerra civil en 2011, los kurdos de Rojava, bajo el liderazgo del PYD (Partido de la Unión Democrática), establecieron una administración autónoma. Se trataba de un modelo alternativo basado en el pluralismo, la igualdad y la justicia social que incluían derechos lingüísticos, de alfabetización y de igualdad de género.
Sin embargo, dicha administración autónoma no fue reconocida por Turquía que asimilaba esta actuación a las del PKK —organización considerada terrorista— y desplegaba tropas afirmando que tomaría las medidas necesarias si consideraba que atentaba contra su seguridad nacional. Otros países como EEUU o miembros de la UE tampoco reconocieron esta administración autónoma en Rojava.
La Revolución en imágenes
Con la creación del autodenominado Estado Islámico la peligrosidad de la zona se agravó. Tras la rápida expansión de este grupo terrorista en Irak y Siria, Daesh avanzó hacia ciudades kurdas clave. Rojava no iba a quedar al margen y, por ello, los kurdos de la región crearon sus propias unidades de autodefensa (YPG) con el objetivo de defender su territorio.
El papel de las mujeres en la defensa del territorio de Rojava ha sido destacado. En 2012 se creaban las YPJ (Unidades Femeninas de Protección) compuestas por unas 10.000 mujeres combatientes. La imagen de mujeres portando los conocidos fusiles rusos AK-47 impactó sin duda en los medios de comunicación occidentales, lo que impulsó el interés por la revolución feminista que se estaba llevando a cabo en la región. Una lucha que hemos visto tiene varias décadas de historia.
La imagen y la participación de las mujeres en la guerrilla viene acompañada de un proceso de transformación política que tiene como objetivo final el empoderamiento de las mujeres. Como señala la co-presidenta del PYD (Partido de la Unidad Democrática), “se aplica una perspectiva empoderadora y no asistencialista” y esto se puede ver en la creación de un sistema de justicia paralelo para situaciones de violencia patriarcal contra las mujeres, así como de escuelas de formación y pensamiento para fomentar la autonomía económica de las mujeres.
Mujer kurda más allá del Kurdistán
La creación de un sistema político alternativo de autogestión en la región de Rojava, que funciona desde junio de 2015, muestra la lucha por una sociedad feminista en una región en la que últimamente el papel de las mujeres ha estado más limitado.
Sin embargo, la lucha no se lleva a cabo únicamente en la región, sino que se extiende a las principales ciudades europeas donde emigraron miles de kurdos en el último siglo. De hecho, la lucha feminista del movimiento kurdo comenzó a fraguarse en los años 80 entre las exiliadas en Alemania.
En la actualidad, uno de los grupos más activos en la lucha feminista del movimiento kurdo es la Federación de Asociaciones Kurdas en Francia. Esta federación sufrió un duro golpe en enero de 2013 cuando tres de sus activistas fueron asesinadas en París. Tras una investigación llevada a cabo por la justicia francesa se apuntaron indicios que relacionaban el crimen con el servicio secreto turco, aunque finalmente hubo un único condenado, el intérprete y chófer de la organización kurda en París.
Las Madres por la Paz kurdas
La violencia continúa, como acabamos de comprobar, no solo en Oriente Medio. Es por ello que desde las distintas sedes de las Madres por la Paz kurdas se reivindica el fin de la violencia. Las historias de estas mujeres son dramáticas: originarias de alguna de las ciudades del Kurdistán que quedaron arrasada tras el conflicto continúo con Turquía, son madres de activistas políticos que decidieron unirse al movimiento kurdo, de guerrilleros y guerrilleras que se han unido a las distintas unidades de autodefensa.
Además, el papel de las Madres por la Paz kurdas no se limita únicamente a solicitar el fin de la violencia, sino que realizan una valiosa aportación al proceso de igualdad que trata de imponerse en Turquía. En este país, cada día cinco mujeres son asesinadas a manos de hombres y, por ello, la lucha de las Madres por la Paz se centra no solo en actuar contra la violencia que se ejerce contra el pueblo kurdo, sino concretamente contra las mujeres.
La lucha de las mujeres en el contexto del movimiento kurdo nació prácticamente en paralelo a las reivindicaciones nacionalistas del mismo. Sin embargo, esta revolución feminista había sido históricamente relegada a un segundo plano. Hoy, las mujeres con fusiles acaparan las miradas de un desconcertado Occidente que comprueba, además, cómo éstas son capaces de empoderarse y de ocupar los espacios de la vida pública que hasta hace poco tiempo estaban vedados a las mujeres en todo el mundo.
FUENTE: Verónica Gonzalo/Resumen Medio Oriente/United Explanations