Rojava: Lo contrario de la nostalgia

Imagen: Guillem Valle / El Salto Diario

Siempre he tenido la sensación de haber nacido en la época equivocada. Antes de venir a Rojava, tenía ese sentimiento. Pensaba que preferiría ser un abuelo, haber vivido todos esos años de revoluciones, levantamientos, grandes movimientos de lucha. Sentía como nostalgia, ¿entiendes? Nostalgia viene del griego: Nostos, de volver; y algos, de sufrimiento. Sufres porque quieres volver a algo pasado, algo que ya no está. Echaba de menos cosas… que no había vivido. Pero aquí en Rojava, todo eso cambió. Eso es lo grande. Desearía tener 15, 16 años, que sé yo. Tener por delante todo lo que vendrá, vivirlo todo como lo estoy viviendo ahora. ¿Qué es lo contrario de la nostalgia? No sé si hay un antónimo, pero siento eso, el hambre de futuro. ¡Ojalá tuviese tres vidas más por delante, para luchar en todas ellas!

Pero bueno, contadme, ¿cómo veis Europa? Lo que está pasando en Cataluña es fuerte, ¿no? Hace poco hablé con los antiguos compañeros en Francia, del grupo en el que militaba cuando viví allí. Me enfadó mucho ver su indiferencia ante Cataluña. Les queda igual de lejos que Rojava. La izquierda en Francia… Sólo fijaros en los Gillets Jaunes (Chalecos Amarillos). Ellos han hecho la crítica más fuerte que se podría hacer a la izquierda. El movimiento más potente en décadas, un movimiento que paraliza el país durante meses, y no quiere saber nada de la izquierda y sus partidos. Pero estos partiditos siempre encuentran la manera de darse la razón a sí mismos, de seguir encerrados en sus locales, discutiendo en sus grupitos, escribiendo en sus periódicos grandes análisis revolucionarios… ¡Aunque tuviesen una revolución delante de los ojos, no la reconocerían! ¿No queréis ir a Rojava? ¡Al menos id a Cataluña! ¡Id a cocinar para los CDR! Será más útil que escribir sobre la revolución en un periódico que no lee nadie…

Pero les queda lejos, aunque sólo tengan que coger un bus que vale 20 euros. La mayoría de los militantes en Europa no salen del marco mental del Estado-nación. Y el enemigo en cambio no funciona así. Mira lo que están haciendo aquí, por ejemplo. Turquía ataca, pero detrás están todos… La OTAN, la Unión Europea (UE), América (Estados Unidos), Rusia. Turquía es solo el martillo. Lo levantan y ¡bum! ¿Te rompes? ¿No? ¡Bum! ¿Y ahora? En realidad, los kurdos no son su verdadero problema. Lo que de verdad les asusta es lo que se está extendiendo aquí. Un Kurdistán autónomo, o incluso independiente, no les molestaría realmente. Sin embargo, un mundo árabe bajo el confederalismo democrático, un escenario donde ya no pueden jugar a su juego de guerras sectarias, de enfrentar a chiitas contra sunitas, eso no lo pueden permitir.

Pero no hemos tenido el tiempo necesario. Hacen falta generaciones. Generaciones enteras y mucho trabajo para olvidar los viejos odios, la vieja mentalidad, construir una forma de pensar y de vivir distintas. La función de la guerra es esa, no es tomar territorio, es hundirte. Ellos dicen: ¿queréis ser libres? Entonces tendréis que volver a la Edad de Piedra. No basta con todos los sacrificios que habeis hecho para liberaros, porque una vez libres tendréis que estar permanentemente en guerra, tendréis que dedicar todas vuestras energías y recursos a defenderos, porque a la mínima oportunidad nos echaremos encima vuestro, y os volveremos a poner las cadenas. Y no podréis tener medicinas, ni escuelas, ni carreteras, ni podréis dar de comer a vuestra gente. Solo tendréis guerra.

Pienso que mucha gente en Europa no ha entendido esto, no entienden lo importante que es lo que está pasando aquí. No creen… Pero reconozco que yo soy un privilegiado. No tengo derecho a no creer en esta revolución, porque la he conocido. Tomás no creía, pero puso sus dedos en las heridas de Jesús, vio la sangre con sus propios ojos, pudo sentirla en su piel. Afrin… Afrin fue mágico. Estábamos rodeados y bailábamos. La ciudad estaba sitiada y la gente bailaba en la calle. A veces había 70 aviones encima nuestro al mismo tiempo, bombardeándonos. Y los compañeros no se iban. He tenido el privilegio de vivir esto. Hay algo, hay algo especial en su forma de luchar. He visto a siete compañeros hacer retroceder a dos batallones de çete*. Luchando con táctica, con inteligencia, pero sobretodo luchando con la fe.

Y toda esta gente que tuvo que abandonar Afrin, que acabó en los campos de Shehba… Podrían haberse quedado, colaborar con los turcos. Pero prefirieron vivir en tiendas. Conocí a una familia. El hijo preguntaba: “¿Madre, cuándo volveremos a casa? ¿Por qué tenemos que estar en esta tienda?”. Y la madre respondía: “Porque eres kurdo. Si quieres dejar de ser kurdo, puedes coger tus cosas y volver a Afrin”. Por eso Turquía hace lo que hace. Porque no puede hacer otra cosa, no puede asimilar a este tipo de gente, sólo puede destruirla. Y los soldados del régimen que esperaban en Shehba, esos pedazos de mierda… A las familias que llegaban, les vendían botellas de agua por 2.000 liras. Decían: “Ah! ¿Venís de Afrin? ¿Tenéis sed? Son 2.000 liras”.

A veces es díficil, muy difícil. El alto al fuego, abandonar Serekaniye… ha tenido que ser muy duro recibir esa orden. Muy, muy duro. ¿Sabes? Pienso en el pacto Ribbentrop-Molotov, los bolcheviques pactando la no-agresión con los nazis. Tus compañeros en los campos de concentración, siendo torturados, y tú le das la mano a su torturador, pactas con él. Pero mientras se la das, les estas mirando a los ojos, y piensas: un día te destruiré. Un día llegaré hasta el final, hasta la cocina de tu casa, acabaré contigo, y colgaré la bandera roja en lo más alto del Reichstag. Y mientras tanto, en todo ese tiempo, los comunistas alemanes del KPD encarcelados, torturados en los campos de exterminio, no hablaban de traición, mantenían la confianza en su Partido, en sus camaradas. ¿Te imaginas cuán fuerte era su confianza? La primera víctima del capitalismo ha sido la confianza. Nos hemos vuelto incapaces de creer, de confiar algo, en los demás, en nosotros mismos…

Además, hay una cosa que hay que entender sobre Turquía, y es que ellos siempre usan la misma táctica. Hacen un agujero, y tratan de atraernos a él, hacer que caigamos en la trampa. Te hacen bajar de la montaña, donde es difícil cogerte, y te llevan a campo abierto, donde estás vendido. Hay que saber cuándo luchar y cuándo retirarse… ¡Pero qué sabré yo de todo esto! Además es tarde, vámonos ya a dormir. Si seguimos hablando de este tema, necesitaremos toda la noche para acabar la discusión. ¿Mañana vais hacia Til Temir, no? Levantadme cuando os despertéis, y prepararemos café. Sev bas, heval.

*Mercenarios, bandas yihadistas.

FUENTE: El Buen Camino / El Salto Diario / Edición: Kurdistán América Latina