Selahattin Demirtas: “Las próximas elecciones determinarán el futuro de Turquía”

Selahattin Demirtas, candidato presidencial del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), publicó el 20 de junio este artículo en el diario The New York Times, que ahora presentamos en castellano.

Turquía votará en las elecciones presidenciales y parlamentarias el 24 de junio. Soy uno de los seis candidatos a la presidencia. Me estoy postulando desde mi celda de prisión.

Escribo desde una prisión de máxima seguridad en Edirne, una ciudad en el noroeste de Turquía, cerca de la frontera con Bulgaria. Fui arrestado hace un año y ocho meses cuando era miembro del Parlamento turco y del Partido Democrático de los Pueblos, conocido como HDP, por el cual seis millones de personas han votado en las últimas elecciones.

Mis carceleros han elegido encarcelarme aquí porque Edirne está lejos de mi hogar, mi familia y mis amigos en la región del sur de Kurdistán. Mi compañero de celda es como yo, un miembro electo del Parlamento.

En los últimos meses, hemos estado escuchando ruido de construcción casi incesantemente. Una gran prisión nueva se está construyendo al lado. Se impuso un estado de emergencia a Turquía después del fallido intento de golpe en 2016, y las prisiones existentes se extendieron más allá de sus límites. El derecho a la libertad de expresión y reunión se ha dejado de lado, y la cantidad de personas comunes encarceladas por día está creciendo.

El gobierno turco liderado por Recep Tayyip Erdoğan y el Partido de Justicia y Desarrollo, conocido como AKP, le ha dado la espalda a los valores democráticos universales y ha llevado al país al borde de la crisis política y económica.

Con la excepción del presidente Erdoğan, todos mis compañeros candidatos han declarado que debo ser liberado. Dejaron a un lado las diferencias ideológicas y salieron en mi defensa porque saben que el gobierno me está reteniendo para su propio beneficio político y no por ningún crimen que yo haya cometido. Ellos entienden que si estuviera libre, las posibilidades del Sr. Erdoğan de ganar las elecciones serían mucho más escasas. Reconocen que no importa quién gane, el encarcelamiento de un candidato presidencial ensombrece la legitimidad de las elecciones.

Estoy entre las decenas de miles de disidentes que han sido blanco de medidas punitivas normalizadas bajo el estado de emergencia. Hasta el momento, el gobierno ha iniciado 102 investigaciones judiciales y ha presentado 34 cargos diferentes en mi contra. Si prosperan, enfrentaré 183 años de prisión.

Las acusaciones en mi contra en los sumarios iniciados por los fiscales se basan completamente en mis discursos políticos y en las declaraciones que hice. ¡Si tan solo el Poder Judicial turco no hubiera cedido bajo la presión del gobierno y se hubiera adherido únicamente a la ley! Después de mi arresto, no me permitieron comparecer ante el tribunal por más de un año. Mi procesamiento ha sido injusto. Mi arresto fue una decisión política. Sigo siendo un rehén político.

Solo la lucha democrática del pueblo por su propia libertad liberará a Turquía del autoritarismo y el miedo y liberará a sus instituciones -el Poder Judicial y la prensa- del control tutelar del gobierno.

Estoy privado del derecho de realizar mítines o comunicarme directamente con cualquier persona. Los hombres y mujeres del HDP están haciendo esta campaña con gran determinación. Llego a ti y al mundo más allá de los muros de la prisión a través de mensajes transmitidos por mis abogados. Me dirijo a las personas a través de cuentas de redes sociales que mis asesores me ayudan a sostener.

Mi cuenta de Twitter estuvo inactiva por un tiempo largo después de mi arresto. Cuando los tweets de mi cuenta comenzaron a aparecer nuevamente en septiembre de 2017, los guardias de la prisión se apresuraron a inspeccionar mi celda. La búsqueda fue bastante invasiva. Cuando les pregunté qué estaban buscando, respondieron que estaban buscando la fuente de mis tweets.

El único dispositivo vagamente sofisticado que encontraron en mi celda fue el calentador eléctrico que utilizo para hervir el agua. Después de establecer que no podría haber usado el hervidor para tuitear, los guardias se fueron. A pesar de lo absurdo del incidente, fue bastante revelador sobre el miedo indescriptible que envuelve a los líderes autoritarios cuando se enfrentan con oponentes que perseveran a pesar de la persecución. ¿Cuán agudo debe ser el miedo del Sr. Erdoğan?

Durante los últimos tres años, el AKP ha llevado a cabo una implacable campaña de propaganda con la aquiescencia de los medios de comunicación para socavar el Partido Democrático de los Pueblos, al retratar a nuestros miembros como “colaboradores terroristas”. Sin embargo, nuestros votantes y partidarios se han mantenido firmes.

En el verano de 2015, después de que se rompió el proceso de paz y el conflicto armado regresó a las áreas del sudeste kurdo de Turquía, mi partido hizo todo lo posible para evitar el conflicto a través del diálogo. Podríamos haber ideado formas más efectivas para detener la lucha.

Pero todo cambió después de las elecciones de junio de 2015, en las que el partido del Sr. Erdoğan perdió la mayoría parlamentaria. Su gobierno insistió en la intervención militar, y el ejército turco se movilizó contra la juventud militante kurda que había levantado barricadas en varios pueblos y ciudades.

El Sr. Erdoğan buscó castigar a los kurdos, quienes le quitaron a su partido la mayoría parlamentaria y consolidar así el voto nacionalista. Su partido ganó las elecciones de noviembre de 2015 y continuó intensificando el conflicto a partir de entonces.

Las próximas elecciones determinarán el futuro de Turquía. Es estadísticamente improbable que cualquier candidato que rechace el apoyo de la población kurda de Turquía -alrededor de una quinta parte de sus 81 millones de personas- y sus demandas de paz, puedan ganar.

Una norma intrínsecamente antidemocrática en Turquía impide que un partido político que no obtenga el 10 por ciento del voto nacional asuma sus escaños en el parlamento. En caso de no superar esa barrera, las bancas se transfieren al partido que ha cruzado el umbral y que tiene el segundo mayor número de votos en aquellos escaños.

Confiamos en cruzar el límite del umbral, pero si no lo conseguimos, el 10 por ciento de los votos, alrededor de 80 de nuestros escaños parlamentarios irán al partido del Sr. Erdoğan, lo que le brindaría una cómoda mayoría en el parlamento y facilitaría aún más el desempeño de su presidencia ejecutiva. En esencia, el gobierno del AKP se asegurará injustamente a través de los votos de millones de ciudadanos kurdos privados de sus derechos.

El Sr. Erdogan y su AKP gobernante están utilizando el estado de emergencia prolongado y otras medidas clandestinas para garantizar que el HDP no obtenga el 10 por ciento de los votos.

Miles de colegios electorales han sido reubicados en la región del sur del Kurdistán, lo que obligará a los votantes rurales a viajar millas a través de puestos de control militar para emitir sus votos en lugar de votar en sus propias aldeas. También se está desplegando un mayor número de personal de seguridad en los colegios electorales de la región, lo que podría causar intimidación a nuestros votantes.

En un video del Sr. Erdoğan -que se filtró la semana pasada- dirigiéndose a los trabajadores de su partido, enfatiza la importancia de que el HDP esté por debajo del umbral de elección y les pide que “marquen” a sus partidarios y “realicen un trabajo especial”.

Turquía ahora entiende que el castigo colectivo de los kurdos en la periferia sudoriental afecta las libertades y la cultura democrática en todo el país. Lo que se limitó a los kurdos se ha convertido en la norma para los oponentes del Sr. Erdoğan en otros lugares también. La única esperanza para un futuro libre y democrático radica en que nos unamos para derrotar al régimen autoritario.

FUENTE: https://mobile.nytimes.com/2018/06/20/opinion/president-turkey-elections-demirtas.html?smid=fb-nytopinion&smtyp=cur / Traducción al español: Nathalia Benavides