Turquía propone a EEUU un despliegue conjunto en Siria para apartar a las milicias kurdas

“Nuestras relaciones pasan por un momento crítico. O las enderezamos o irán a peor”. Las palabras del ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu, frente a su homólogo estadounidense, Rex Tillerson, no hicieron este viernes sino confirmar lo obvio: ambos países, antaño firmes aliados, caminan hoy hacia la confrontación. Y de ahí la visita del jefe de la diplomacia de EEUU a Ankara, adonde llegó en la tarde del jueves para entrevistarse con el presidente Recep Tayyip Erdogan, con quien estuvo reunido durante más de tres horas y con la única compañía de Çavusoglu, que hizo las veces de traductor. Ankara propuso un despliegue conjunto en el norte de Siria para apartar de la ciudad de Manbij a las milicias kurdas, cosa que Tillerson prometió estudiar.

Actualmente el principal escollo en la relación es Siria, un país en el que ambos países comenzaron a intervenir con un mismo objetivo —derrocar al régimen de Bashar al Asad— pero en el que han terminado aliándose con fuerzas enfrentadas. El apoyo de EEUU a las Unidades de Protección Popular kurdas (YPG), “necesario para derrotar al ISIS (Estado Islámico)”, según Tillerson, le ha enemistado con Turquía, que las considera “terroristas” por sus lazos con el grupo armado kurdo PKK y las combate militarmente en el cantón de Afrin (extremo noroccidental de Siria). Erdogan había advertido de que, después de Afrin, el siguiente objetivo del Ejército turco sería Manbij, a 90 kilómetros al este y en la orilla occidental del río Éufrates.

Pero en dicha ciudad está desplegado parte del contingente de más de 2.000 soldados que Washington mantiene en Siria, por lo que un ataque turco podría suponer un enfrentamiento directo entre dos países que son miembros de la OTAN. De ahí que la diplomacia turca se sacase de la manga la propuesta de un despliegue conjunto turco-estadounidense en Manbij a cambio de que las YPG se retiren al este del Éufrates. “Comenzaremos por Manbij. Quién administre estas provincias y quien provea seguridad es importante para alcanzar estabilidad. Podemos dar pasos en este asunto junto a EEUU una vez los militantes del YPG abandonen Manbij”, dijo Çavusoglu. Tillerson respondió de forma más positiva de lo que hasta ahora se habían mostrado las autoridades civiles y militares estadounidenses: “En nuestro esfuerzo de colaboración vamos a dar prioridad a Manbij. Es una ciudad estratégica”. El secretario de Estado aseguró que lo primordial para su Gobierno es que la ciudad quede bajo control de “fuerzas aliadas”.

Çavusoglu recordó que en 2016, la anterior Administración estadounidense ya había prometido a Turquía que las YPG se retirarían al este del Éufrates una vez liberada Manbij del dominio del ISIS, y, sin embargo, no cumplieron su promesa. Los milicianos kurdos simplemente pasaron a integrarse en el Consejo Militar de Manbij, que dirige la ciudad y está compuesto por fuerzas locales, pero en la práctica es dirigido por las YPG. Según una fuente humanitaria con contactos en la zona y consultada por este periodista, las tribus árabes de Manbij se han quejado varias veces de este dominio kurdo en un área de mayoría árabe.

Los dos dirigentes, además, anunciaron la creación de un mecanismo de coordinación que sirva para evitar discrepancias entre ambos países y que comenzará a reunirse a partir del próximo mes. “Ya no actuaremos cada uno por su cuenta, EEUU haciendo una cosa y Turquía la contraria. Trabajaremos conjuntamente, tenemos buenos mecanismos para ello y hay mucho trabajo por hacer”, aseguró Tillerson, para quien la relación con Turquía “es demasiado importante” como para ponerla en riesgo.

El ministro turco, por su parte, incidió en la necesidad de “normalizar” relaciones entre ambos países, si bien no escondió que siguen existiendo puntos de fricción. Por ejemplo, reiteró la necesidad de que el predicador turco Fethullah Gülen, al que Ankara acusa de encabezar el fallido golpe de estado de julio de 2016, sea extraditado por EEUU desde su refugio en Pensilvania, a lo que Tillerson respondió que la Justicia estadounidense tendrá la última palabra. El norteamericano, a su vez, mostró su preocupación por sus conciudadanos detenidos en Turquía, como el pastor protestante Andrew Brunson y el científico de la NASA Serkan Gölge, ambos acusados de formar parte de la trama gülenista y el último recientemente condenado a siete años y medio de prisión por ello. Diversos analistas han acusado a Turquía de mantener a estas personas detenidas como moneda de cambio para conseguir la entrega de Gülen, pero Çavusoglu subrayó que la Justicia en Turquía trabaja de forma independiente.

FUENTE: Andrés Mourenza / El País