“¿Quién es una persona hermosa? ¿Qué es lo que merece la pena y merece ser amado? ¿Cuál es la identidad y la personalidad que debe de ser amada más? ¿Quién está en posesión de actitudes que llevan a amar? Tenemos que ser capaces de buscar, revelar y desarrollar la belleza y lo que es más querible. Tu razón de quedarte entre estas filas es la habilidad de ser una fuente de amor y de belleza”. (Abdullah Öcalan)
Antes de que la estética fuese confinada a la esfera de la filosofía y del arte, antes de ser concebida como un cuerpo femenino que apela a los deseos de los hombres, todo ese valor añadido, belleza y significado de la vida, era percibido como sagrado y hermoso. Abdullah Öcalan señala esto de forma muy contundente: “No reconozco la belleza fuera de una sociedad ética y política. ¡La belleza es ética y política!”. Especialmente con el surgimiento y alzamiento del poder y del Estado, la belleza y la bondad solo fueron capaces de ser protegidas mediante la lucha. El dicho de Zaratustra “Piensa, habla y actúa bien”, trazó unos principios, un camino en el cual muchos como Mani, Buda, Confuncio y Sócrates desarrollaron pensamientos para defender los valores sociales.
En las culturas del mundo surgieron héroes, profetas, tótems, deidades, religiones, creencias, que mostraron a la gente el camino a la belleza, la bondad y el bien. En el periodo más largo de la historia humana, debido a la personificación en la mujer de todo lo sagrado de la vida y de la representación de la mujer en la sociedad de esta cultura comunal, ella era vista como fuente de belleza.
En la antigüedad, en periodos en los que las condiciones de vida humana eran limitadas, aquello que reforzaba las condiciones para la reproducción, nutrición, y protección era venerado y considerado hermoso. Entre los artefactos arqueológicos más impresionantes de las épocas del Paleolítico y Mesolítco, están las muy debatidas figuras femeninas, que son referidas habitualmente como las Venus, y que encarnan este fenómeno. Considerando que a pesar de los escasos medios de sustento bajo una vida no sedentaria, donde las condiciones para la corpulencia eran casi imposibles, la veneración a la fertilidad y las Venus -que jugaban un papel notable en la vida-, se convirtieron en símbolos para valores sociales tales como la belleza y lo sagrado. Estas figuras representan mujeres de grandes vientres y pechos prominentes colgando hasta sus anchas caderas, que están a menudo en proceso de dar a luz.
En la geografía de Oriente Medio se pueden encontrar figuras femeninas de mayor tamaño y significado sugerente, de principios de la Era Neolítica, cuyos inicios se estiman hacia el 6.500 AC (Antes de Cristo). Entre las más antiguas de ellas, están las casas de Çatalhöyük, con relieves de representaciones de mujeres, tan antiguas como de entre el periodo de 6.500 hasta el 5.600 AC. En estos relieves están en general embarazadas y tienen pechos grandes. Öcalan hace referencia a la fuente de las figuras femeninas de Çatalhöyük cuando escribe que: “La revolución Neolítica (…) se desarrolló en la cuna de los ríos Éufrates, Tigris y Zab. Comienza allí y llega hasta Çatalhöyük. La mujer es la primera en desarrollar la agricultura y la cría de animales. Es representada como protegiéndose junto a dos leopardos. En excavaciones en estos lugares han surgido muchas figuras femeninas, porque el poder de la mujer era hegemónico”. La famosa Potnia Theron (señora de las bestias), entre lo que parece ser dos panteras, es tanto una madre como una jueza de la naturaleza. De acuerdo a una arqueóloga, Potnia debía haber sido la madre de otras diosas que habrían constituido una fuente de esperanza para campesinos y pastores desde el inicio del Neolítico hasta el alzamiento de las religiones monoteístas de dominación masculina.
En periodos posteriores, la belleza, la fertilidad, la bondad y el bien encontraron sentido para las comunidades matricéntricas agricultoras en los cultos a la diosa. Inanna para los Sumerios, Ishtar para los Akkadios, Astarte para los Cananeos, Kubaba y después Cibeles para los Hurritas y los Hititas, el-Uzza para la península Arábiga, Demeter para las culturas latinas, y Afrodita para los griegos, representaban símbolos, rituales y prácticas comunes. Todas ellas son diosas de la fertilidad, del amor y de la belleza. Öcalan reivindica que la tradición de Inanna-Afrodita representa una feminidad que todavía no ha perdido su belleza, su encanto sexual y su fuerza física. Lo que es entonces representado en las diosas es la tradición agricultora de la sociedad, su forma de vida ético-política. Todavía es posible encontrar rastros de las culturas de la diosa en los restos de las sociedades ético-políticas, y reconocer las inmensas luchas generadas en lugares en los que esta cultura es fuerte. Aunque no hay rastro de ellos al principio apareciendo junto a las diosas, los dioses emergieron primero como sus pequeños hijos y después como sus maridos. Dumuzi junto a Inanna, Tammuz al lado de Ishtar, Baal con Astarte, Attis junto a Cibeles, Osiris con Isis, y Adonis junto a Afrodita. El ritual sagrado del matrimonio, que es una unión de la diosa con su pareja elegida, celebrado a comienzos de la primavera, ocurría en términos de la diosa. Las elegías relatan la belleza y fertilidad de este proceso. En otoño, Dumuzi, Tammuz, Bal, Attis, Osiris y Adones mueren, representando la vuelta de la naturaleza a la tierra, solo para reunirse con la diosa de nuevo en el comienzo de la primavera. Estas historias mitológicas todavía prevalecen en nuestros epopeyas tales como Leyla y Majnoun, Mem y Zîn, Kerem y Aslı, Tahir y Zühre, Yusuf y Zulaikha, Arzu y Qamber, Siyabend y Xecê, historias que todavía hoy son contadas. La belleza de las mujeres en las elegías en las historias épicas de amor representan, de hecho, a las diosas como la fuente de la vida y de la belleza, a la vez que expresan un anhelo por la Era. Por esta razón, en estas históricas trágicas, el amor siempre es atacado por fuerzas malévolas: los amantes nunca consiguen reunirse en este mundo maligno, pero su amor se mantiene como la fuente de la verdadera belleza. Por eso Farhad y Shirin se dicen una al otro: “He encontrado la perfección solo en ti / De ahora en adelante no puedo esperar crear perfección / Mi primera derrota es mi derrota suprema / El trabajo de Farhad se ha completado / Shirin se opone a las palabras de Farhad. /Dice: Ya estamos embarcadas en la creación / Todas las bellezas serán preguntadas a nosotros / Embarcamos en ello lo bueno y correcto / Nuestro pensamiento buscará siempre la eternidad / Borra todo lo que creaste si así lo deseas / Si quieres, crea todo de nuevo / Si así lo deseas, cuenta una pasión que no se disminuirá a sí misma / Camina hacia los tiempos esperándonos / Quiero que superes mi belleza / No quiero quedarme sola en la naturaleza / Debo entenderme a mí misma con aquello que tu creaste / Dame mayores bellezas…”. (Traducción no oficial).
Durante muchos periodos de tiempo, la belleza encontró significado en la forma de valores colectivos. Aquellos que eran valientes, sacrificados y modestos, aquellos que vivían comunalmente, aquellos quienes no se arrodillan ante la injusticia, esos eran vistos hermosos. Antes de que nuestras mentes fuesen envenenadas por paradigmas de la ciencia positivistas, eran los cuentos, epopeyas, canciones de los dengbej (lamentos de los contadores kurdos), poemas, y proverbios, la mayor fuente de educación social que transmitían y divulgaban lo que era hermoso, bueno y justo. Sin embargo, las percepciones de belleza han cambiado cada vez más con el tiempo.
Entre los que formaron nuestra noción de belleza está Aristóteles. Él definió la belleza con ideales y proporciones matemáticas. Dijo: “Las formas principales de la belleza son ordenadas, simétricas y precisas, con la demostración de las ciencias matemáticas en una grado especial”, y clamó expresar esto en la “regla dorada” de la matemática. De acuerdo a esto, este carácter medible era visto como la fuente de la belleza de las caras, de los cuerpos y del arte; hasta incluso los cuerpos de las mujeres y de los hombres eran representados en pinturas y esculturas de artistas griegos, romanos y del renacimiento con esta fórmula. La Mona Lisa, de Leonardo da Vinci, fue creada en este sentido. Mientras que por un lado la belleza era idealizada y expresada en el arte, por otro era cada vez más reducida a su aspecto físico y a ser una corriente artística. Especialmente la “belleza interior”, como había sido evaluada en la filosofía oriental, fue apartada. La única belleza que parecía tener sentido y ser válida era la que apelaba a la vista y es expresada en la forma.
Hoy en día, caras y cuerpos son recortados y reconstruidos por cirugías plásticas, como si fuesen hechos de arcilla, para poder alcanzar los estándares matemáticos tales como la “proporción dorada”. Cuerpos y organismos vivos son convertidos en réplicas de estatuas. Las definiciones de belleza, de la belleza de la mujer para ser precisas, siguen las reivindicaciones de Aristóteles, que definía a la mujer como un “hombre mutilado”, que es inferior a los hombres. El presentar que las medidas ideales del cuerpo de las mujeres sean 90-60-90, declara cualquier otra forma o tamaños de los cuerpos de las mujeres como defectuosos. Incluso, cuando dichas formas y estándares son imposibles de alcanzar por una gran mayoría de las mujeres, especialmente no de una manera saludable, hay un interés creado en asegurar que las mujeres inviertan su tiempo y energía para obtener estos ideales. Como resultado, muchas mujeres experimentan problemas con su salud, por razones físicas o psicológicas, incluyendo depresión y otras condiciones mentales. Las mujeres que son percibidas como incapaces de alcanzar dichos estándares de belleza idealizados, son condenadas de por vida a sufrir complejos de inferioridad como resultado. Las personas son creadas para temer los ciclos naturales de la vida, a tener pavor al envejecimiento y la madurez. En vez de vivir la belleza intrínseca de cada edad, nos lamentamos después de una pérdida visible de la juventud y la belleza. Cada arruga, cada pelo blanco en el espejo, se convierte en una fuente de dolor.
Mientras no embellezcamos la vida, todas las bellezas existentes están en peligro. Los bosques antiguos, los suculentos ríos, las vivas orillas marinas son observadas con codicia por compañías, estados y mercados, movidos por los intereses y el beneficio. Todos los días, edificios de cemento, represas y otras infraestructuras destruyen las bellezas naturales, a menudo de forma irreversible. La naturaleza está perdiendo su defensa. Hermosas mujeres jóvenes son vendidas como objetos por sus padres en matrimonios con viejos hombres ricos, objetos a merced y servicio de parejas abusivas y violentas, comodidades que generan dinero en el mercado. Las mujeres también han sido privadas forzosamente de sus medios de defensa. Todos los días, las mujeres son asesinadas por sus parejas en el nombre del amor. Hay una gran cantidad de testimonios de cómo ISIS o grupos similares escogían a las “niñas más bonitas” para venderlas como esclavas sexuales. En otras palabras, la belleza que permanece desprotegida y no organizada en un mundo tan feo, es vulnerable al asesinato o la violación. Por esta razón, debemos de vivir la belleza de forma colectiva y tenemos que crear espacios para que esto ocurra. Sólo si afirmamos nuestros valores éticos y estéticos en todas las esferas de la vida, incluyendo la política, la economía, y la cultura, podremos establecer de manera significativa estándares de belleza, vivir bellamente y convertirnos en fuentes de belleza.
En este sentido, embellecer la vida puede realizarse luchando contra la fealdad, lo injusto y malo a nuestro alrededor. Especialmente como mujeres debemos ser conscientes de nuestra responsabilidad de embellecer la vida, porque siempre hemos sido las mayores víctimas de la fealdad. Como lo expresó maravillosamente la guerrillera y compañera Bêrîtan (Gülnaz Karataş) después de una acción en Rubarok, donde fue alcanzada por una bala enemiga en la cara: “Mira cómo de hermosa puede ser una. Soy tan hermosa ahora”. La compañera Bêrîtan es una de las primeras en entender que no tenemos otra opción que ser bellas a través de la lucha. Esto se hace aún más evidente cuando consideramos los últimos desarrollos tales como el aumento sistemático de la violencia contra las mujeres. No me estoy refiriendo a únicamente a defendernos físicamente con armas. Las mujeres que democratizan la política, las mujeres que arriesgan sus vidas para proteger las comunidad y a otras mujeres, las mujeres que se educan y educan a las de su alrededor, las mujeres que viven de forma comunal, las mujeres que salvan el equilibrio ecológico, las que luchan para criar a sus hijos en territorios libres, con sus propias identidades… y muchas otras; son todas mujeres que se embellecen luchando. En el mundo de hoy, lleno de fealdad, de injusticia y maldad, no es la estética de formas física, aumentada, lo que constituye la belleza; sólo las mujeres que defienden la vida a través de la lucha son las que pueden crear la belleza.
En este sentido, ¿hay algo más hermoso que las jóvenes mujeres que luchan contra el fascismo de ISIS?
FUENTE: Zozan Sîma (integrante del Comité de Jineolojî) / Jineolojî