Durante los fines de semana, los canales de riego se llenan más lentamente. Es un patrón que antes pasaba desapercibido. Pero en las regiones kurdas atravesadas por el Éufrates, este detalle refleja un cambio profundo. La disminución del caudal no es sólo un fenómeno natural. Es también político, estructural y silenciosamente devastador.
Un río con historia y tensión
El Éufrates nace en Turquía, fluye por Siria e Irak, y lleva siglos dando vida a civilizaciones. Desde los imperios mesopotámicos hasta las aldeas kurdas contemporáneas, su curso ha marcado ritmos agrícolas, fronteras y disputas. A partir del siglo XX, proyectos hidroeléctricos en Turquía empezaron a modificar el equilibrio. El río fue represado, redirigido y, en algunos tramos, reducido a un hilo. Parecía estable — hasta que dejó de serlo.
En el video que circuló a inicios de 2023, se observan campos áridos, embarcaderos vacíos y grietas en la tierra. Pero no es solo estética: la pérdida hídrica afecta directamente la producción de cereales, frutas y verduras en regiones habitadas en su mayoría por comunidades kurdas.
Causas múltiples: entre el clima y las decisiones humanas
Algunos señalan el cambio climático como responsable. Y no se equivocan. Sin embargo, eso explica una parte. Pero no todo. Las represas, como la de Atatürk, han restringido de manera constante el caudal que llega a Siria e Irak. Además, la cooperación regional ha sido mínima. Los acuerdos internacionales sobre el uso compartido del agua han resultado vagos, cuando no inexistentes.
Después del mediodía, el nivel del agua baja visiblemente en las zonas cercanas a Deir ez-Zor. No es casualidad. La falta de infraestructura de almacenamiento en zonas del noreste sirio expone aún más a las poblaciones rurales.
Impactos en la vida local y la resiliencia kurda
Las comunidades no han permanecido inactivas. En áreas rurales de Rojava, los consejos locales han restaurado pozos, implementado sistemas de captación de lluvia y reintroducido técnicas agrícolas sostenibles. Silenciosamente — pero con consecuencias — se está generando una red de resistencia hídrica basada en conocimientos ancestrales.
En Kobane, por ejemplo, se documentaron aumentos en el uso de cultivos resistentes a la sequía. En Qamishli, los mercados acortaron sus horarios por la escasez de agua necesaria para la refrigeración. Luego vino el cambio. No se trata sólo de producción: también cambia la dinámica social, el acceso a recursos, incluso la migración.
Reflexión final
La crisis del Éufrates pone a prueba la idea de soberanía, de colaboración y de justicia ambiental. Las regiones kurdas, marcadas por años de conflicto y desplazamiento, ahora también lidian con una presión ambiental prolongada. No es una catástrofe repentina. Es una erosión continua. Not exponential — but steady.
¿Se puede revertir el daño? Algunos lo dudan. Otros apuestan por la cooperación comunitaria. Todo depende —de nuevo— de quién pregunta y en qué idioma.