El pasado sábado 22 de octubre fue celebrado en Estambul un nuevo encuentro de las Madres de los Sábados, el número 604 desde el inicio de sus actividades. Durante el mismo, recordaron especialmente a Fehmi Tosun y Hüseyin Ademir, ambos desaparecidos en octubre de 1995. Así mismo, se manifestaron enérgicamente en contra de las últimas declaraciones de Mehmet Ağar, ex Jefe de la Policia turca y Ministro de Interior durante la década de 1990.
Durante la jornada del sábado, que se desarrolló bajo un fuerte operativo policial encargado del vallado y el riguroso control de las pertenencias y las personas que participaron del encuentro, cerca de 300 familiares, activistas de derechos humanos y público en general, se congregaron a las 12 del mediodía en el Galatasaray Lisesi, sobre la calle Istiklal, como lo vienen haciendo todos los sábados, hace 604 semanas para reclamar por sus familiares desaparecidos. Los retratos de niños, mujeres y hombres con sus nombres y fechas contradictoriamente inolvidables, fueron una vez más portados por sus familiares junto a claveles rojos, quienes se sentaron alrededor de un enorme cartel en el que se leía: “Sabemos quiénes son los asesinos. ¿Dónde están los desaparecidos?”. La mayoría de las desapariciones fueron durante el golpe militar de 1980 y durante la presidencia de Süleyman Demirel durante la década de 1990.
En ese contexto, con un enojo y una indignación particular que no pudo ocultarse en las palabras de ninguno de los oradores, los familiares organizados en torno a la Asociación de Derechos Humanos de Estambul, leyeron alternadamente un duro documento en el cual manifestaron además de su incesante pedido de justicia, su profundo malestar por las provocativas declaraciones de Mehmet Ağar, un oscuro personaje que supo ser Ministro del Interior y Jefe de la Policía turca durante los años noventa, asociado a todo tipo de crímenes y violaciones de los derechos humanos en Turquía como responsable de las operaciones contra la guerrilla kurda en el sudeste del país.
Ağar sostuvo frente a la Comisión Parlamentaria que investiga los sucesos ocurridos durante el intento de Golpe de Estado del pasado 15 de Julio, que “cuando fui jefe de la oficina (del Departamento de Policía), yo solía pensar que Rusia estaba detrás de las organizaciones de izquierda (en Turquía). Para nuestra sorpresa, la URSS era en realidad el apoyo sólo del TKP (Partido Comunista de Turquía); y era en realidad Occidente el que apoyaba a todos los demás grupos. En cualquier caso, al contrario de lo que pensamos, resultó que los miembros de las organizaciones de izquierda eran personas que ni siquiera han puesto un dedo sobre un cuchillo. Cuando la URSS se disolvió, el apoyo al TKP también se desvaneció. Durante años, hemos alimentado erróneamente nuestra percepción con respecto a ‘la gente de izquierda que recurre a la violencia’. Tenemos que admitir que en realidad eran puros intelectuales”.
Mehmet Ağar fue condenado a cinco años de prisión en 2011 acusado de “establecer y gobernar una organización armada con el propósito de cometer delitos”, en un escandaloso caso ocurrido en 1996 conocido como Susurluk, en el cual estuvieron vinculados el Gobierno de Turquía, las Fuerzas Armadas y el crimen organizado; pero Ağar fue puesto en libertad condicional en 2013. Su nombre se asocia con numerosos casos de asesinatos que no han sido resueltos, ante los cuales sólo se limitó a decir: “Si sacamos un solo ladrillo, toda la pared se derrumbaría”, lo cual deja en claro que posee mucha más información de la que ha brindado, pero de acuerdo a las organizaciones de Derechos Humanos del país que intervienen como querellantes en los casos, el accionar judicial no ha dado pruebas de querer avanzar en la búsqueda de la verdad. Ağar ha manifestado abiertamente su apoyo al actual partido gobernante AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) y al Presidente Recep Tayipp Erdoğan, antes de las elecciones del 1 de noviembre de 2015, una reiteración de las elecciones de junio de 2015 que fueron anuladas por no haber obtenido los resultados esperados por el primer mandatario.
El acto del sábado también fue realizado para recordar y pedir el esclarecimiento sobre las desapariciones de Fehmi Tosun y Hüseyin Ademir, dos activistas políticos del distrito de Lice en Amed (Diyarbakir), que fueron secuestrados en 1995, luego de haber pasado tres años en prisión desde 1991. Los cargos elevados contra ellos fueron los que se repiten por miles entre la población kurda. Ser miembro del Partido de los Trabajadores de Kurdistan (PKK) es lo que para los sucesivos gobiernos de Turquía significa participar de una organización terrorista. Poco importan las pruebas o la defensa que pueda llevarse adelante, lo cierto es que el PKK, un Partido que cuenta con la aceptación y una legitimidad indiscutida entre los millones de kurdos que habitan el país, es una organización proscripta prácticamente desde sus orígenes.
La historia del secuestro de Fehmi Tosun no se diferencia demasiado a nuestras propias historias de desapariciones forzadas en Argentina. Las metodologías se repiten en forma idéntica más allá de las particularidades.
Durante la mañana del 19 de octubre de 1995, como fue relatado a través del documento leído, Fehmi Tosun y Hüseyin Ademir se encontraban en Estambul luego de haber tenido que abandonar sus hogares forzosamente. Ese fue el destino de cientos de familias kurdas que se vieron obligadas a desplazarse de sus ciudades luego de que el Ejército turco quemara sus ciudades. Esa mañana, policías de civil a bordo de un Toros blanco –la versión turca de los Ford Falcon verdes en nuestra memoria– llevaron a Fehmi hasta la puerta de su casa, quien sólo atinó a gritarle a su familia que permanecía dentro: “¡Me detuvieron! ¡Van a matarme!”. Rápidamente lo volvieron a meter en el auto y su mujer Hanim Tosun y sus cinco hijos salieron tras él, corriendo desesperadamente por muchas cuadras detrás del auto sin poder alcanzarlo, naturalmente. Nunca más volvieron a verlo.
El caso llegó a la Corte Europea de Derechos Humanos tras la incansable gestión de su esposa, Hanim, que desde un primer momento se sumó a trabajar junto a las organizaciones de Derechos Humanos.
“¡No olvidamos! ¡No perdonamos!”. De ese modo abrió el acto una de las organizadoras que se encontraba junto a Besna Tosun, una de las hijas de Fehmi. Y prosiguió: “Las desapariciones forzadas de personas son un crimen contra la humanidad. Todos los gobiernos que encubren a los perpetradores y mantienen en secreto su destino, son también responsables de esos crímenes. Las desapariciones ocurridas bajo custodia de las instituciones políticas y judiciales son un delito grave y Turquía debe cumplir con lo estipulado por el Derecho Internacional. Nuestra demanda ejercida durante años, para conocer el paradero de las personas que han desaparecido luego de su detención, para investigar a los autores de las mismas y establecer una comisión de investigación parlamentaria independiente de pleno derecho, no fue cumplida por ninguno de los gobiernos”.
En el mismo sentido se manifestó Pervin Dulvan, diputada del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), cuyo marido fue asesinado el 4 de junio de 1994, el mismo día en que nacía su segunda hija. Dulvan además fundó en el 2001 y es la actual Presidenta de Yakay-Der (Asociación de Solidaridad y Asistencia a los Familiares de Desaparecidos).
Luego tomaron la palabra los hermanos de Hasan Ocak, cuyo cuerpo fue hallado el 15 de mayo de 1995, con señales claras de haber sido torturado brutalmente y estrangulado, como lo comprobó la posterior autopsia. Hasan había sido enterrado con otro nombre en el cementerio local. Otra práctica conocida y que continúa vigente en nuestro país, aun habiendo transcurrido 40 años desde el último golpe militar.
Luego de lo ocurrido con Hasan, familiares y amigos junto a otras cinco familias, inspirados en el ejemplo de nuestras Madres de Plaza de Mayo -como ellos mismos aseguran-, comenzaron a organizar lo que hoy es conocido como las Madres de los Sábados. Los encuentros en Galatasaray cada vez fueron más numerosos, lo cual daba cuenta de la terrible situación que se estaba viviendo. No obstante, el Gobierno de aquel entonces no tardó mucho en intentar desactivar la organización y sus miembros siempre recuerdan, ya casi como una anécdota más, que la primera vez que el Estado utilizó gases lacrimógenos fue contra las Madres de los Sábados. Hoy es una práctica habitual y nadie parece sorprenderse demasiado.
Sin embargo, hay otras situaciones ante las cuales no hay naturalización posible. Maside, hermana de Hasan, rompió en llanto antes de terminar su parte de la lectura y no fue la única. Un momento en el cual no existen barreras idiomáticas ni diferencias culturales que impidan comprender que el profundo dolor que ha provocado y sigue provocando el terrorismo de Estado y su sistemático encubrimiento por parte de los gobiernos en tiempos de democracias formales, aún continúa y que sólo puede ser atenuado a través de la búsqueda de justicia.
Otro de los momentos difíciles durante la jornada, fue durante el testimonio de Hanife Yıldız, la madre de Murat Yıldız. El caso de Murat resulta estremecedor al conocer sus detalles, ya que fue la propia Hanife la que llevó a su hijo ante la Policía, luego de ser acosada y amenazada ella y toda su familia durante meses. Jamás creyó que la actividad política de su hijo podía ser un motivo suficiente para semejante atrocidad. En 1995, Murat tenía 19 años.
A modo de cierre, los organizadores señalaron que las promesas de investigación que el actual Gobierno viene haciendo hace más de 13 años, aún no se han cumplido y que su búsqueda de memoria, verdad y justicia continúa ya que ninguno de ellos está dispuesto a bajar los brazos.
FUENTE: Nathalia Benavides (Comité de Mujeres en Solidaridad con Kurdistán)