Hace 11 días comenzó un conflicto bélico entre Azerbaiyán, por un lado, y Armenia y Nagorno Karabaj, por el otro, en medio de la pandemia del coronavirus, la crisis sanitaria, económica y política mundial. Azerbaiyán renovó el conflicto por el territorio autónomo Nagorno Karabaj con Armenia, que se remonta desde la época de la Unión Soviética (URSS).
Nagorno Karabaj, también denominado Artsaj, es una de las regiones más tensas del Cáucaso, cuyos conflictos comenzaron en 1991 tras la disolución de la URSS. En 1994, se firmó el Protocolo de Bishkek, que ponía un alto al fuego a las guerras entre Azerbaiyán y la región autónoma de Karabaj y Armenia, sin embargo entre el 2 y el 5 de abril de 2016 hubo una violenta escalada bélica, donde Azerbaiyán incumplió el acuerdo. Durante la llamada “Guerra de los Cuatro Días”, intervino Rusia y finalmente se logró un alto al fuego que perduró, con constantes tensiones y un discurso de odio, hasta el 12 de julio de este año, cuando Azerbaiyán atacó en el área de las líneas de Tavush, en Armenia, y las ciudades de Tovuz en Azerbaiyán. Seis días antes, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, había declarado que la mediación en el conflicto de Artsaj carecía de sentido: “No negociaremos por negociar y queremos negociaciones sustantivas sin ningún cambio en su formato. En ese caso, participaremos. De lo contrario, no veo la necesidad de negociaciones sin sentido”. Así es como el 12 de julio, y luego el 27 de septiembre, inició una guerra contra la región de Artsaj y Armenia, que además cuenta con el apoyo de Turquía, que una vez más quiere ver cumplidos sus sueños neo-otomanos.
En la siguiente nota diferentes referentes de la diáspora armenia en América Latina hablan sobre lo que está sucediendo, los peligros de que se desate un conflicto a gran escala regional, con la intervención de Turquía.
Para Diego Karamanukian, secretario general de la Casa Armenia Hnchakian, de Uruguay, y director del programa radial Arax, en diálogo con el portal La tinta, el conflicto no es nuevo, sino que tiene larga data: “La pertenencia de Karabaj a Armenia, geográfica e histórica, es milenaria. El conflicto estuvo congelado muchos años por distintas razones, especialmente durante la existencia de la Unión Soviética (URSS)”, y agregó que “Armenia no fue sorprendida. Azerbaiyán tiene problemas internos que solucionar y con esta guerra se desvía la atención de la situación interna del país: gran impacto del coronavirus; complicaciones socioeconómicas de la población al no poder emigrar para trabajar en Rusia; incidencia de la baja del precio del petróleo; corrupción generalizada; graves problemas en los suministros de agua potable en el oeste del país”. Un uso de la guerra con fines expansionistas que en la región es liderada por Turquía desde hace años.
“Para los armenios de Karabaj es una lucha por la existencia, por la vida y por el futuro en paz, no es un tema de un territorio. Para Azerbaiyán es solo esto último. La solución es compleja ya que se contraponen muchos principios del derecho internacional. A su vez, hay muchas potencias en la región que ven -al mantenerse latente el conflicto- una forma de marcar protagonismo y preponderancia”, reflexiona Karamanukian.
Adrián Lomlomdjian, presidente de la Unión Cultural Armenia (UCA) de Argentina en una entrevista para Radio Popular Che Guevara, de Rosario, destacó el rol de Turquía en los ataques de Azerbaiyán a Armenia, que llevó a esta guerra a un conflicto regional “porque Turquía apoya a Azerbaiyán. Erdogan, o como le llamamos nosotros, el autoproclamado ‘sultán’, con esto quiere seguir con el plan neo-otomano, porque retoma y hace propio el proyecto del imperio de los jóvenes turcos, de llevar el Imperio Otomano hacia los territorios hasta China. Lo toma como propio, Azerbaiyán se suma a eso como aliado, y detrás de eso está Israel, que es el principal proveedor de armas de Azerbaiyán, porque además este país es frontera con Irán”.
Lomlomdjian aclara que “Rusia también está ahí, porque la frontera entre Armenia y Turquía, y entre Armenia e Irán, hay casi 30.000 soldados rusos, que es consecuencia de un tratado que se reafirmó luego de la caída de la Unión Soviética, que ya existía y se siguió prorrogando por 30 años más”.
Con respecto a los intereses regionales y mundiales presentes en este conflicto, el presidente de la UCA destaca que “hay intereses particulares, intereses de aliados y contrapuestos, y todo eso usando conflictos de siglos que llegan hasta acá y donde lo último que se tiene en cuenta son los intereses de los pueblos, que es vivir en paz, desarrollarse de manera solidaria entre todos. Similar a lo que pasa en Rojava con el pueblo kurdo, que es una experiencia a tener en cuenta y una experiencia que nosotros como descendientes de armenios, que llevamos hacia la disputa política interna nuestra entre armenios, como una de las posibles soluciones a este tema de las nacionalidades. Es un problema viejo, al cual hay que buscarle una solución nueva porque queda demostrado que los estados nacionales no han sido una solución para los conflictos inter étnicos”.
Finalmente, Lomlomdjian expresa que “todos los proyectos que después se replican en distintas partes del mundo, en Medio Oriente están todos confrontando entre sí, y confrontando con los pueblos. Por eso, nosotros tenemos la consigna institucional ‘La causa de los pueblos es una sola’, para que prevalezca esa visión revolucionaria y solidaria de los pueblos, más allá del idioma y de las creencias, y las tradiciones que tengamos, y que la visión siga siendo una sola, que es convivir en paz, darle fin a la explotación y a la opresión y desarrollarnos como hermanos y como seres humanos”.
FUENTE: Lucrecia Fernández / ANF