Erdogan continúa la represión de los derechos políticos y culturales kurdos

El año 2020 ha sido especialmente difícil para la población kurda asediada de Turquía. El presidente Recep Tayyip Erdogan y su Partido Justicia y Desarrollo (AKP), continúan encarcelando a activistas kurdos y anulando la voluntad democrática de los votantes kurdos a un ritmo alarmante, poniendo el futuro de las aspiraciones políticas y culturales kurdas en una situación desesperada.

Mientras el COVID-19 sigue devastando el país, Erdogan y sus aliados han utilizado cínicamente la crisis como una cortina de humo para reprimir a los kurdos, destituir a los alcaldes electos y prohibir las exhibiciones públicas de la cultura y el idioma kurdos.

Las restricciones de Turquía y el desprecio por la minoría kurda del país, que representa aproximadamente el 20 por ciento de la población, no es nueva. Aunque Erdogan flexibilizó algunas de las leyes sistemáticas anti-kurdas de Turquía a mediados de la década de 2000, luego dio marcha atrás a muchas de sus reformas, en un intento por complacer al ultranacionalista Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), un partido con el que está en la coalición gobernante. Esta dinámica se volvió especialmente pronunciada a raíz del fallido golpe de Estado de 2016, que resultó en una intensificación de las operaciones de Ankara contra los kurdos tanto en el país como en el extranjero. Desde entonces, el gobierno ha restringido el idioma, la literatura y la cultura kurda bajo acusaciones falsas.

El último año ha sido particularmente difícil para los kurdos de Turquía. De los 65 alcaldes elegidos en las elecciones locales del año pasado por el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), liderado por los kurdos, Ankara ha obligado a renunciar, o detuvo, a 59, reemplazándolos por miembros leales del AKP. La represión a gran escala contra el HDP ha llevado a su copresidente Mithat Sancar a expresar la preocupación de que el gobierno presionará a la Corte Constitucional para que promulgue el cierre total del partido político.

Erdogan, en última instancia, tiene como objetivo equiparar al HDP con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), un grupo militante kurdo que ha librado un conflicto armado con el Estado turco durante casi 40 años. Ahora el HDP, sus líderes, sus miembros y sus seguidores están en peligro ante el gobierno liderado por el AKP.

En septiembre, la policía arrestó a 82 figuras afiliadas al HDP bajo el cargo falso de recibir órdenes del PKK para “incitar a una rebelión” durante las protestas en defensa de Kobane, en octubre de 2014, en las que las fuerzas de seguridad mataron a 31 manifestantes kurdos. Mientras tanto, en Hakkari, la policía arrestó a Leyla Güven, una ex diputada del HDP y una de sus figuras más populares, por dudosos cargos de ayudar a las acciones terroristas del PKK. Sus arrestos son parte de la amplia red lanzada por el AKP en su batalla contra los gobiernos locales y estatales vinculados al HDP, y los cargos de asociación con el PKK muestran que Erdogan está magnificando sus esfuerzos para pintar al HDP como idéntico al PKK.

El deseo de Erdogan de aplastar las aspiraciones políticas kurdas también llega a la esfera cultural. Recientemente, el gobernador del distrito de Gaziosmanpaşa, de Estambul, detuvo la producción de una obra de teatro en kurdo con el argumento de que su contenido “perturbaría el orden público”. Este es uno de los muchos ejemplos de cómo el gobierno utiliza leyes obsoletas para suprimir los derechos civiles básicos de los kurdos.

La creciente presión también está obligando a los residentes de áreas predominantemente kurdas, como Diyarbakir (Amed), a impartir clases clandestinas de idioma kurdo para evitar represalias por parte del gobierno. La educación superior también está siendo atacada. El Consejo de Educación Superior de Turquía (YÖK) ha prohibido a los estudiantes escribir sus disertaciones en kurdo. La Universidad Dicle, en Diyarbakır, también ha dado marcha atrás en el uso del idioma kurdo como medio de instrucción. La universidad ha insistido en que nunca ofreció cursos que se impartan en kurdo, a pesar de la afirmación del ex académico Selim Temo de que Ankara ha cambiado el idioma de instrucción del kurdo al turco.

A los medios kurdos, como otros medios críticos de Erdogan, tampoco les ha ido bien bajo el gobierno del AKP. A partir del 6 de octubre, el popular sitio web de noticias con sede en el Kurdistán iraquí, Rudaw, tiene prohibido operar en Turquía como resultado de una controvertida ley de redes sociales aprobada, lo que sofoca aún más las plataformas críticas con el gobierno. Ankara también censura fuertemente los libros en kurdo o sobre historia kurda. En 2018, los tribunales turcos prohibieron la distribución y venta de nueve libros kurdos que detallaban la historia y las luchas de los kurdos, con el argumento de que estaban difundiendo “propaganda terrorista”.

Las draconianas medidas anti-kurdas de Erdogan no dejan lugar a dudas de que el levantamiento de las restricciones a la cultura o la política kurdas, que promulgó anteriormente en su gobierno, fue puramente una estratagema política. Su alianza con el MHP y la adopción casi total de su perspectiva anti-kurda, expone los límites de los derechos políticos y culturales kurdos en la Turquía gobernada por el AKP. Aunque la minoría kurda de Turquía aspira a disfrutar de los mismos derechos y libertades que otros ciudadanos turcos, la represión sistemática del gobierno de Erdogan de las demandas más básicas solo exacerbará el conflicto kurdo.

FUENTE: Philip Kowalski – Umut Can Fidan / Ahval / Traducción y edición: Kurdistán América Latina