Irán lleva a juicio a cientos de detenidos en las protestas

La represión policial no frena las protestas en Irán y las autoridades adoptaron la primera acción legal de gran magnitud desde el inicio de las movilizaciones hace más de un mes. 516 personas serán llevadas a juicio por su papel activo en los disturbios más graves que sufre la república islámica desde 2019.

Las agencias oficiales detallan que 315 de los detenidos son de Teherán, 201 del resto de provincias, y entre ellos hay cuatro acusados​de “guerra contra Dios”, delito que puede conllevar la pena de muerte. “Estas personas serán castigadas”, declaró el jefe del sistema judicial de Irán, Gholam Hossein Mohseni Ejei. Este es uno de los primeros datos oficiales que se conocen ya que hasta el momento el régimen islámico no ofrece cifras de muertos o detenidos.

El liderazgo de la república islámica acusa a Estados Unidos e Israel de estar detrás de unas protestas que, en los últimos días, se han apoderado de escuelas de secundaria y universidades.

Se cumplen 40 días de la muerte de Mahsa Amini y su familia ha recibido fuertes presiones para que no celebre una ceremonia en este día en el que concluye el luto, según la costumbre iraní, adelantó el portal Iranwire. En redes sociales, los activistas llaman a protestar con motivo del final del duelo.

Más de 200 fallecidos

Las protestas estallaron tras la muerte de la joven kurda Mahsa Amini a manos de la policía de la moral, el 16 de septiembre. Le detuvieron en las calles de Teherán por no llevar bien el velo y no salió con vida de la comisaría. Desde entonces, se han registrado movilizaciones en todas las provincias del país y las mujeres son quienes las lideran al grito de “mujer, vida y libertad”, un eslogan que ha traspasado fronteras como se percibe en las marchas que recorren ciudades de todo el mundo. Protestar en la república islámica es jugarse la vida y, según datos de organizaciones no gubernamentales, más de 200 manifestantes han perdido la vida a manos de las fuerzas de seguridad.

FUENTE: Mikel Ayestarán / El Correo

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