Kurdistán: la flor de la resistencia de un mundo libre

Desde el estallido de la “Primavera Árabe” en el año 2010 -en el norte de África y Oriente Medio-, el mundo nuevamente ha vuelto a prestarle atención a esa región, que aparece atravesada por conflictos geoestratégicos con constantes intervenciones militares internacionales de Estados Unidos, de la OTAN y de Rusia. Sin embargo, y a contramano de todo y de todos, el pueblo kurdo formó después de la Primavera Árabe un proyecto de autonomía confederal en la zona que abarca la Federación Democrática  del  Norte  y el Este  de  Siria,  conocida  como  Rojava,  que  cuestiona  no  sólo  las  disputas  interimperialistas en la región, sino también aporta importantes elementos a los debates globales en torno al  feminismo,  el  ecologismo  y  el  socialismo.  En  esta  nota,  Alessia  Dro,  integrante  del  Movimiento  de  Mujeres  del  Kurdistán,  le cuenta a la Revista Catarsis las  particularidades  del  Confederalismo  Democrático  y  el  papel  central de las mujeres en él, que se basa en una idea que consideran fundamental: la que presenta la lucha por la despatriarcalización de la sociedad como condición primera y principal para emprender el camino hacia la liberación de los pueblos.

 

A esa flor

arrancaron los pétalos, pero está viva

ese corazón

en desgracia, se mantuvo firme.

esa estrella

cayó, pero con un rastro de luz en el bosque

como quien sabe morir con una sonrisa

cuando extiende sus alas

el viento de las tierras altas.

Las llevo conmigo

son la imagen

de no rendirse.

Hejar, Esa flor, poesía kurda, sec. XX           

 

Somos la flor de esta montaña, la que, acariciada por los vientos, no se inclina.

Somos tan fuertes que, incluso si nos quedamos sin agua, no nos desvaneceremos.

No sé si fuimos creadas así o las circunstancias nos hicieron así. A medida que tenemos sed, nuestras raíces se encuentran más profundamente en la tierra. Ellos están tratando de sacarnos del suelo, pero conocen la fuerza de una flor que brota en la montaña.

Meral Cicek, El honor de la resistencia, Yeniozgurpolitika, abril 2019.

Desde  principios  de  la  década  del  ‘90,  cuando  en  muchas  partes  del  mundo  el  feminismo  venía  vacilando  históricamente contra los ataques de un profundo reajuste que discutía sobre la declaración del “fin de la historia”, el movimiento de liberación de mujeres del Kurdistán comienza a pensar sistemáticamente otra forma de ver la historia,  emprendiendo nuevos caminos para hacerla y rescribirla. Las mujeres kurdas han luchado los últimos 40 años contra el racismo del Estado turco, iraní, sirio e iraquí, contra sus familias conservadoras, y también con sus propios compañeros de lucha. En las montañas libres de Kurdistán, las mujeres hemos aprendido juntas, desde los años ‘90 con la formación de  la  unidades  guerrillas  femeninas  autónomas, que para enfrentar un ataque enemigo nunca es la fuerza bruta de la reacción la que nos salva, por ejemplo, de una emboscada. Nos salvamos creando otros caminos, nuevas  formas, y permaneciendo unidas en la fuerza común que  creamos. La respuesta es creativa, nunca reactiva y destructiva. Si un ataque enemigo tiene el  objetivo de dividir, dispersar, aislarnos y golpearnos, permanecer unidas, organizarnos, comunicarnos, apoyarnos y defendernos, criticarnos siendo autocríticas, empáticamente con  nuestros sentidos expandidos en una profunda sensibilidad, en contacto con cada ser vivo que nos rodea y las variaciones continuas del universo, encontramos nuevos caminos, en una posición de fortaleza alcanzamos la meta, aumentamos la energía juntas al reconocer  nuestras reales necesidades y una alternativa a los códigos dados para satisfacerlas. Hacemos, con pequeños gestos, inútil la tecnología industrial militar de millones de dólares, pero sobre todo nos hacemos inalcanzables, y hacemos desistir al enemigo de atacar.

Para dar sentido a esta autodefensa nunca reactiva, más bien activa y creativa es necesario seguir y volver sobre el callejón del pasado y las calles densas de la memoria, las que marcan nuestro futuro. Conocer nuestra historia común es arma de autodefensa: a través de una conexión  compartida en la lucha, desde las calles de las ciudades, hasta todos los lugares donde vivimos en nuestras comunidades, hasta nuestros mismos cuerpos, donde están presentes, en todas  nosotras,  simultáneamente, otras dimensiones temporales, pasadas, presentes y futuras que nos componen.

En la investigación y práctica internacionalista revolucionaria del movimiento de liberación de mujeres kurdas, en las montañas, como en la diáspora, en los pueblos como  en las ciudades, en las fábricas como en la lucha estudiantil y la que sucede dentro de las cárceles, la importancia de reanudar en profundidad la historia de la lucha de las mujeres en  Kurdistán, vinculándola  con la historia de las luchas de las mujeres en el mundo ha estado en el centro, sistemáticamente, durante más de treinta años de debates y acciones para la autoorganización social en todos los aspectos de la vida. Así una comandante de las YPJ en Kobane, una vez nos dijo: “Si regresan de Rojava algún día, tienen que decirle a todas las luchadoras con que se encuentran, que nuestra victoria y nuestra lucha que lideramos hoy aquí, es un resultado directo de la fuerza común de la lucha de las mujeres en cada parte del mundo y de la historia”.

Han pasado cuatro años desde la liberación de Kobane de ISIS, y  ahora tres meses han pasado desde la invasión de Turquía y la reactivación, bajo los ojos del mundo, de sus bandas aliadas jihadistas del Estado Islámico. Como en los tiempos de la resistencia de Kobane y con una intensidad mucho mayor, ahora en Rojava nos enfrentamos  a  una resistencia histórica sin precedentes.

Si queremos entender la lucha de las mujeres kurdas y el  pueblo kurdo tenemos de mirar  directamente al potencial liberador de la historia, no sólo en el aspecto de la historia hegemónica de la disputa de poder o en la guerra entre estados, sino sobre la base de la resistencia de los pueblos y de las soluciones comunales que han sido encontradas a lo largo de la historia de la humanidad, especialmente gracias a las mujeres y sus disidencias.

Vemos así que hay muchas características en común entre Nuestra América y las tierras mesopotámicas de Kurdistán. Nos une una grave crisis planetaria ecológica y energética  creada por el patriarcado extractivo, en una fase en la que las fuerzas hegemónicas globales, como las de la OTAN, haciendo leva sobre el olvido, están tratando de reorganizar su dominio, sin lograrlo, con sus métodos habituales. Es necesario conocer y tejer juntos, desde nuestras  vidas, como mujeres y disidencias, nuestra historia social de lucha común. Esta es una de las armas más poderosas que tenemos para poder responder a las políticas de extractivismo mundiales y crisis ecosistémica, construyendo desde la potencia vital más allá de la muerte que quiere imponer el patriarcado, el capitalismo colonial, el racismo y la guerra de los estados sobre nuestros cuerpos. Preguntarnos juntas, cuál será el destino del planeta, de las identidades de la acción colectiva en la era de la migración transnacional masiva significa mirar al mundo y al Kurdistán y a su vínculo con Sudamérica para comprometerse a encontrar respuestas y soluciones concretas más allá de cada frontera. Para el Movimiento de Mujeres del Kurdistán, el vínculo con las luchas de Sudamérica siempre ha estado profundamente presente desde nuestra fundación y con el objetivo de buscar nuevas soluciones. Aparecen puentes de comunicación expresados en los innumerables libros de Sur y Centro América traducidos desde el castellano al idioma kurmanji, y en el trabajo inquebrantable de las revolucionarias que han ayudado a construir vínculos, tanto con los lazos de conocimiento histórico que la organización del movimiento de liberación kurdo ha tejido con los movimientos revolucionarios sudamericanos desde su fundación en 1978, como por el ejemplo dado en los últimos años por nuestra compañera médica y guerrillera argentina, Alina Sánchez. Nuestra presencia como Movimiento de Mujeres del Kurdistán en Sudamérica tiene sólo seis años, pero somos conscientes de que la historia de nuestro vínculo es mucho más amplio y que nuestro estar aquí representa en realidad un reencuentro profundo, desde las raíces  entrelazadas de la lucha de los pueblos y de las mujeres por su liberación.

Hoy en Kurdistán, con características especiales, y específicamente en Medio Oriente se está desarrollando la Tercera Guerra Mundial. Esta guerra tiene varias dimensiones. La primera infiere al mundo entero, porque Medio Oriente juega un papel esencial y determinante en el equilibrio global. Estados Unidos de América, que se impone como la fuerza principal de la modernidad capitalista, intervino para crear un “vacío  de  poder”, pero no ha logrado hacerlo.  De este modo los gobiernos regionales, que no cumplieron con las expectativas estadounidenses, fueron reemplazados por nuevos gobernantes nombrados con los propósitos de servir al sistema.

Cuando observamos el Medio Oriente y el intento en Sudamérica de establecer un plan de control por Estados Unidos mediante golpes racistas, fascistas y misóginos, como es el caso, que hemos seguido cuidadosamente cada segundo pensando en la lucha de nuestras compañeras de Bolivia -que se están enfrentando con fuerza a una gran represión-, sentimos al mismo tiempo que si las palabras vinculadas a nuestras acciones desde la solidaridad feminista  internacional, nos permiten verdaderamente enfrentar los ataques, juntas todas las que estamos luchando contra una gran ofensiva podemos afirmar que esta vez, el nuevo status quo, no será determinado por aquellos que quieren imponer su poder. Ya no pueden actuar a su propia discreción, sino que deben tener bien en cuenta la lucha de los pueblos y de las mujeres que están, como un río abajo, fluyendo en toda Sudamérica y Kurdistán, abriendo otras vías y nuevos cursos de la historia.

Que los poderes ya no pueden actuar a su propia discreción, junto la importancia del nivel alcanzado de la lucha de los pueblos y de las mujeres desde la solidaridad, es lo que hemos podido percibir fuertemente durante una reunión histórica de la que participamos en Argentina, en la mesa de las feministas de Abya Yala durante el 34 Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales y no binaries. El surgimiento de nuevos  mecanismos de organización que provienen de las mujeres e identidades sociales, las disidencias sexuales, los sectores del feminismo popular y los vinculados a los procesos de lucha de América Latina, nos mostró como la verdadera solidaridad, verdaderamente anti-jerárquica, puede romper con viejas formas de la política, con el estado-centrismo colonial, la homofobia y la transfobia, que tienen su origen en el sistema represivo capitalista, estatal, racista y patriarcal. En la mesa de las Feministas de Abya Yala, desde nuestros sueños comunes, reconocimos nuestra fuerza compartida. Reuniones como ésta nos recuerdan mucho  el espíritu y los principios prácticos que profesamos con la visión de mundo del Confederalismo Democrático, que encuentra su esfuerzo incesante en crear nuevos caminos radicales a través de la unión de nuestras diferencias.

En Rojava, el Confederalismo Democrático de las mujeres, junto a la ciencia social de la mujer  y de la vida, llamada Jineoloji, son las bases, afuera del Estado-nación, de la organización de la vida en todas las áreas de la existencia. Desde el levantamiento revolucionario del 2012, las organizaciones de mujeres están presentes hoy en todos los distritos y barrios, donde administran la justicia y responden ante los problemas sociales, mediante el establecimiento de comités de paz y resolución de conflictos. Un ejemplo exitoso de esta experiencia aparece en las relaciones dentro de las familias, que han cambiado enormemente en los diez años de la  revolución. La  familia, vista como un microestado y como un reproductor de cualquier tipo de relación jerárquica y patriarcal, ha sido fuertemente transformada, desde la ruptura con un pensamiento posesivo hacia la mujer, y con una nueva visión respecto a la crianza compartida de niñas y niños. Se han dado logros fundamentales para una autodeterminación común de las  mujeres y sus acciones políticas de constante radicalidad (que llega a la raíces de los problemas) en la transformación  social. La participación política basada en las comunas, con el  mecanismo de la copresidencia, y la autoformación popular en cada nivel, está a la base de este proceso. En la base de cada organización, tanto mixta como separada, está la co-delegación. Esto significa que para las responsabilidades de comunicar las decisiones de la comunidad a las asambleas siempre se confía a dos o tres personas (un hombre y una mujer en  el caso de las asambleas mixtas, mientras la tercera persona debe pertenecer a una minoría étnica). Este mecanismo  sirve para  descentralizar la información y compartir acciones, romper con cualquier riesgo de sexismo, discriminación y acumulación de poder. La tarea de los delegados siempre se desarrolla de forma rotativa y es inmediatamente revocable si no es cumplida. La decisión de todos los asuntos siempre está colectivamente en las manos de la comunidad. Todas las personas, independientemente de la edad que tengan, participan en el autogobierno en Rojava: se reflexiona sobre la defensa de la naturaleza y sobre la liberación de las mujeres. Cada persona se siente en cada momento no sólo responsable de su comuna, de su pueblo y de los pueblos vecinos, sino también siente suya la defensa del planeta y de toda la humanidad, y está por ello impulsada por un profundo amor hacia la vida, en una fuerza común generada a partir de un potente impulso de libertad.

Estos sentimientos que se viven y potencian a diario en una construcción alternativa única en el mundo, no pueden ser rotos ni siquiera por los ataques aéreos de Turquía contra Rojava. Hoy estos ataques tienen el objetivo de crear un cambio demográfico en el área occidental de Kurdistán, haciendo retroceder 32 km a las comunidades que viven en la Federación Democrática del Norte de Siria-Rojava. Frente a los desplazamientos y muertes, también debido al uso de armas químicas, son las estructuras autogestionadas por las mujeres las que  dan en estas horas la resistencia más fuerte, en el campo de la salud, de la economía, de la formación y la autodefensa, extendiendo silenciosamente, a pesar de la guerra, nuevas comunas y redes de educación popular en cada nivel de la sociedad.

En el 2012, al nacer de la revolución de Rojava, después de las sublevaciones de las Primaveras  Árabes contra el régimen de Assad y la oposición islamista, las mujeres decidieron tomar una tercera vía entre estos dos despliegues, un camino autónomo, y decidieron crear, a partir y a pesar de una situación de guerra, una oportunidad de cambio. Unieron 150 partidos políticos y un centenar de grupos y comunidades en un proyecto de autogobierno que se expresó en la Carta de Contrato Social –la Constitución de las comunidades-, y que planteaba dejar fuera cada centralismo dando lugar a nuevas  formas revolucionarias de autoorganización confederadas desde abajo con una participación y acción colectiva.

Sin embargo, la revolución en Rojava, basada en la liberación de la mujer en democracia directa, en la ecología, la autodefensa y el autogobierno, no nació directamente en 2012 como consecuencia de la Primavera Árabe. Más bien proviene de elaboraciones filosóficas y prácticas previas del PKK y del Movimiento de Mujeres de Kurdistán, y es también al mismo tiempo producto de la herencia milenaria de los lazos confederales que el pueblo kurdo ha  logrado mantener históricamente dentro de su heterogeneidad interna, con alianzas en todo el Medio Oriente y en la diáspora.

Abdullah Ocalan, revolucionario y filósofo -una de las referencias teóricas más importantes del socialismo del siglo XXI cuyos escritos se recogen en cinco libros-, en 2005 declaró desde la cárcel el paso de una organización marxista-leninista a una feminista confederati-va y democrática. Con ello, mencionó en esa oportunidad, él no estaba inventando nada nuevo. Si miramos la historia de la organización de la humanidad, vemos que las alianzas confederales, más allá del poder, entre los pueblos y la gestión anti-jerárquica de las mujeres, son la forma en que cada sociedad es administrada por autorregulación comunal. El elemento seguramente innovador en la práctica del Confederalismo Democrático, que diferencia al movimiento de liberación kurdo de la historia de otros movimientos revolucionarios, es que el primer eje de la lucha por la transformación social es la despatriarcalización del hombre en todas las áreas de la vida, y la liberación de la mujer desde patrones patriarcales, como la única condición viable para un horizonte revolucionario. Por esta razón, la resistencia en Rojava está dada por una revolución social, que a lo largo de 10 años ha cambiado el curso de la historia, con la organización de las comunidades autoorganizadas de una miríada de pueblos que viven juntos pacíficamente, y que por ello es el único camino democrático que se puede recorrer para  terminar con el caos abierto por la Tercera Guerra Mundial en Medio Oriente.

Hoy la dictadura de Turquía de Erdogan, con el apoyo de Rusia, Estados Unidos y los estados europeos, quiere negar la existencia del pueblo kurdo, de los pueblos que viven en Rojava y sus autonomías, llevando a cabo un genocidio a través de los grupos armados del Estado Islámico. Es conocido como los milicianos del ISIS son entrenados en Afganistán en las escuelas financiadas por Estados Unidos e Irán. La respuesta a estos planes nunca llegará desde la diplomacia estatal, sólo puede llegar desde la autonomía de los pueblos y la vida que éstos juntos construyen. El ISIS -que ataca en nuestra región- está basado ideológicamente en la muerte y la destrucción de las mujeres. Sus milicianos piensan que sólo si son asesinados irán al Paraíso. Su desprecio por la vida en todos los sentidos provoca los actos más brutales de tortura, abuso y destrucción contra niñas, niños y especialmente contra las mujeres. Siempre llevan con ellos explosivos  junto a una cuchara en el cinturón, para que puedan compartir su comida con Allah cuando lleguen al Paraíso. Sin embargo, cuando escuchan las voces resonantes de las guerrilleras con sus gritos de batalla, retroceden, se confunden y escapan. Piensan que ser eliminados por una mujer es un deshonor y los hará ir al Infierno. Por este temor, las fuerzas del Estado Islámico fueron derrotadas el 8 de marzo de este año por las YPJ, Unidades de Protección de Mujeres. El hoy renacido Estado Islámico, es en realidad la cara fascista, brutal y patriarcal que los Estados Unidos, Israel y Turquía han usado para desestabilizar el Medio  Oriente, y que hoy ve al dictador Erogan como el principal responsable de su organización.

En  Rojava, en la parte de Afrin, ocupada hoy por Turquía, obligan a los niños en las escuelas a cantar el himno nacional turco con contenidos xenófobos -contra  armenios y kurdos-. Cada día, cada jornada, al inicio de las clases aparece este canto violento que se suma a la eliminación de la bandera multicolor de Rojava y a la imposición de la ley fundamentalista islámica. Turquía hace hoy en Rojava lo que la derecha empresarial y oligárquica respaldada por Estados Unidos está haciendo en Bolivia, atacando a las mujeres indígenas, quemando la whipala e imponiendo la Biblia.

Ante estos ataques destructivos directos a los logros de las mujeres, en Rojava sigue desarrollándose un modelo de vida que es una posibilidad de autonomía y un ejemplo para todo el mundo. Hemos aprendido que esta sociedad en resistencia -que ha sentado las bases éticas para una verdadera transformación de la conciencia, en una cultura común basada en la defensa de la vida del planeta-, tiene enormes perspectivas por delante, que las bombas o la represión policial no pueden detener, porque está arraigada en la fuerza comunitaria y en la idea de que el desastre sólo puede superarse si no permanecemos enredadas en el status quo hegemónico estatal, organizadas a través del autogobierno comunal. La sociedad libre desarrollada en Rojava es una dimensión de comunidades en socialización dinámica constante con todos los seres vivos.

Las palabras de nuestra compañera kurda Asya Abdullah pronunciadas en el año 2015 durante uno de los momentos más duros del proceso de la liberación de la ciudad de Kobane, parecen resonar hoy en las calles durante las revueltas de Chile, Colombia, Bolivia, Ecuador,  Venezuela,  Puerto  Rico,  Honduras,  Brasil,  Guate-mala, Argentina y México: “El objetivo es la libertad, la paz, la igualdad entre los pueblos y la justicia social. En la batalla por estos valores, estamos preparados para dar todo lo que tenemos hoy”. Los combatientes sin nombre que recuperaron Kobane, defienden hasta hoy en todo Rojava estos valores.

Su lucha, que es la de todas las mujeres del mundo, saca fuerza de su firmeza, su determinación y su libertad. Asya Abdullah, desde Kobane, dijo ese día: “La libertad que ellas defienden, prevalecerá”.

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FUENTE: Alessia Dro / Revista Catarsis