Debido a la pandemia del coronavirus, no habrá eventos masivos para el Newroz (año nuevo kurdo) en gran parte del territorio. En lugar de las celebraciones centrales, cada lugar, cada casa, cada calle, cada barrio, cada pueblo y cada montaña se convierten en un espacio para la festividad.
En la capital de Rojava (Kurdistán sirio), Qamishlo, la población encendió los fuegos del Newroz el viernes por la noche. Sin la masividad de costumbre, hombre, mujeres y niños le dieron la bienvenida a la primavera y redoblaron sus demandas en defensa de los derechos humanos y culturales del pueblo kurdo.
La mitología kurda indica que Kawa, El Herrero, necesitaba fuego para forjar el hierro con el que puso fin a siglos de opresión, este fuego se convirtió en un símbolo importante para Newroz.
Kawa era un herrero que puso fin a la tiranía del malvado gobernante Dehak, el 21 de marzo, pero de hace 2.632 años atrás. Según las leyendas de la época del Imperio Medio, Dehak padecía una enfermedad cuya única cura era comer el cerebro de los niños. Cuando los hijos de Kawa debían ser sacrificados, decidió resistir. El herrero mató al tirano y encendió un fuego para señalar a la gente en las montañas que Dehak había sido derrotado. Desde entonces, el Newroz se celebra en todo Kurdistán como el día de un nuevo comienzo o renacimiento.
También en el libro sagrado “Zend Avesta”, de la fe del zoroastrismo, el fuego tiene un gran significado. Por lo tanto, esta antigua fe kurda, con su actitud positiva hacia el fuego, contrasta con el Islam y también con el cristianismo, en el que el fuego simboliza el infierno.
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FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina