¿Los kurdos están haciendo un trato con Erdogan?

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Las elecciones locales del 31 de marzo en Turquía dieron una estrecha victoria al principal partido opositor (Partido Popular Republicano, CHP) en la ciudad más grande de Turquía, Estambul, que terminó con 25 años de control por parte del gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP) y sus antecesores islamistas.

Mi partido, el Partido Demócrata de los Pueblos (HDP), no impugnó estas elecciones. En cambio, instamos a nuestros partidarios a que adopten una postura de principio contra el atolladero autoritario hacia el cual se ha estado dirigiendo el país, bajo el liderazgo del presidente Recep Tayyip Erdogan y su alianza con las fuerzas más oscuras del dominio político de Turquía.

Cuando el candidato a la alcaldía de CHP, Ekrem İmamoğlu, recibió su mazbata -un documento que oficialmente le otorgó el mandato de alcalde de la ciudad-, la multitud aplaudía cada vez que mencionaba al HDP durante su emotivo discurso. Sin desacreditar la campaña inclusiva y de reconciliación de İmamoğlu, todos los que lo escucharon ese día todavía estaban conscientes de la contribución del HDP en la derrota del AKP.

Sin embargo, Erdogan y la estructura del AKP de Estambul presionaron de inmediato para que las autoridades electorales anulen la votación en la ciudad, argumentando supuestas irregularidades en el nombramiento de los funcionarios de las urnas.

Quizás, inevitablemente, Erdogan consiguió su deseo. El lunes pasado, el Consejo Electoral (YSK) dictaminó, por siete votos a favor y cuatro en contra, el respaldo del AKP, solicitando una nueva votación en Estambul. La medida fue ampliamente reconocida como el último ejemplo de los impulsos autoritarios de Erdogan. También fue denunciado como un golpe a la llamada “fundación democrática” de Turquía, que, para los kurdos y los segmentos oprimidos de la sociedad turca, siempre se ha mantenido en un lugar inestable. 

Pero en las pocas horas previas a la esperada declaración del YSK, sucedió algo más que ocupó temporalmente los titulares: los abogados de Abdullah Öcalan, el líder encarcelado del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), leyeron una carta que habían recibido después de su visita a la isla-prisión de Imrali el 2 de mayo, algo que el gobierno había bloqueado arbitraria e ilegalmente durante ocho años.

En un informe del 22 de abril, la Asociación de Derechos Humanos de Turquía dijo que al menos 3.000 prisioneros en 92 cárceles de toda Turquía estaban en huelga de hambre para exigir el fin del aislamiento impuesto a Öcalan. En su carta, Öcalan pidió a los huelguistas de hambre que no lleven sus acciones hasta un punto que amenace su salud o que resulte en la muerte.

También pidió una “negociación democrática” entre Turquía y los kurdos, y expresó su compromiso continuo con la “declaración de Newroz 2013”, en la que describió su enfoque del entonces prometedor proceso de paz (con el Estado turco).

Uno podría pensar que cualquier desarrollo que pudiera potencialmente conducir a la solución de un conflicto que ha cobrado casi 50.000 vidas y abarcó la mayor parte de las cuatro décadas, no sería más que alegría. Sin embargo, esta celebración duró solo hasta que el YSK anunció su decisión de anular los comicios por la alcaldía de Estambul y establecer una nueva elección para el 23 de junio. De repente, la aritmética electoral en Estambul fue más importante que un hecho que tiene a miles de personas en huelga de hambre, incluida nuestra la parlamentaria Leyla Güven, que se muere de hambre hace más de 180 días.

Sin ninguna vergüenza, las preguntas del día se convirtieron en ¿harán el HDP y el AKP un acuerdo en el que Estambul quede para el AKP y los kurdos obtengan un proceso de paz a cambio? ¿Los kurdos venderán el CHP y a İmamoglu? ¿Los kurdos van a regalar Estambul al AKP?

Los kurdos han sido masacrados, asimilados, reprimidos y privados de sus derechos desde el establecimiento de la República de Turquía. Esto es lo que todos conocemos como la cuestión kurda. Podría decirse que no hay comunidad en Turquía que esté invirtiendo más existencialmente en la democratización del país y, por el contrario, ninguna más amenazada por el autoritarismo turco.

Los kurdos no le deben nada a nadie. Pero se les debe respeto, dignidad y justicia por su propia lucha contra un Estado que los ha oprimido durante casi un siglo, por su contribución a la democratización de la República de Turquía y por su gran resistencia contra el autoritarismo en toda la región.

Si esta realidad estuviera abierta a la negociación de dar y recibir, entonces cerca de 6.000 miembros del HDP, incluidos nuestros ex copresidentes Selahattin Demirtaş y Figen Yuksekdağ, no estarían hoy tras las rejas.

Los kurdos no quieren nada más que una resolución a la cuestión kurda, un final digno del conflicto entre el PKK y el Estado (el apoyo público al proceso de paz fue del 81 por ciento) y la libertad de todos los presos políticos. Lo que la oposición piensa acerca de estas preguntas es lo más importante para el futuro de Turquía. Pero los kurdos también saben que todo esto solo es posible a través de la verdadera democratización de Turquía y la redefinición de la República.

Por lo tanto, aunque las preguntas enumeradas anteriormente sean vergonzosas e infundadas, responderlas puede legitimarlas. Aunque la respuesta sea no, no y no.

FUENTE: Giran Özcan / Ahval / Traducción y edición: Kurdistán América Latina