Mientras se desarrolla una nueva dinámica política, Assad mira a Idlib

Mientras la atención de los actores geopolíticos mundiales y regionales se centra principalmente en el conflicto Hamás-Israel, el presidente sirio, Bashar al Assad, aprovecha esta distracción e intensifica otro conflicto en Idlib, en el noroeste de Siria. En este momento, cualquier crisis humanitaria debida a esta escalada pasará en gran medida desapercibida.

Desde principios de octubre, ciudades y pueblos del noroeste de Siria son testigos de feroces ataques por parte del gobierno sirio y de las fuerzas rusas, los más intensos en casi tres años. Según un grupo voluntario sirio de rescate de emergencia, más de decenas de civiles, incluidos niños y mujeres, han muerto y cientos han resultado heridos. A principios de la rebelión de Siria de 2011 contra el gobierno del presidente Assad, la gobernación noroccidental de Idlib y sus alrededores estuvieron entre las primeras zonas del país en tomar las armas contra el régimen.

Durante décadas, Idlib ha estado habitada por comunidades que estaban en contra del gobierno de Damasco. Después de que la intervención militar de Rusia en 2015 en apoyo del régimen desarraigó a los rebeldes de otras partes del país, Idlib se convirtió en el último bastión real de la oposición.

Pero gradualmente la oposición moderada siria quedó marginada y los yihadistas prosperaron y convirtieron a Idlib en su bastión. Hayat Tahrir al-Sham (HTS), anteriormente conocido como Frente al-Nusra, que alguna vez fue una rama de al-Qaeda en Siria, ha consolidado totalmente su control en la provincia de Idlib y opera literalmente de facto en el pequeño Estado que creó.

Después de que Ankara y Moscú alcanzaran un acuerdo de alto el fuego para el noroeste de Siria en marzo de 2020, la tregua se mantuvo en gran medida y en ocasiones fue violada por las fuerzas del gobierno sirio.

Esta escalada más reciente por parte de las fuerzas gubernamentales se produce en represalia por un mortal ataque con drones contra una academia militar en Homs el 5 de octubre. El ataque tuvo lugar durante una ceremonia de graduación de cadetes y mató al menos a 120 personas, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), organización que monitorea el conflicto sirio. Las fuerzas gubernamentales respondieron bombardeando Idlib y posteriormente lanzaron una operación militar.

Parece que el gobierno sirio continuará con sus operaciones. Ahora parece más un intento de retomar la provincia rebelde que una simple respuesta a un ataque. Idlib es estratégicamente importante para el gobierno. Limita con Turquía al norte y se extiende a lo largo de carreteras que van al sur desde la ciudad de Alepo hasta la capital, Damasco, y al oeste hasta la ciudad mediterránea de Latakia.

Además, el refugio seguro de los yihadistas en Idlib es una preocupación obvia contra el terrorismo, ya que los yihadistas podrían utilizar Idlib para planear ataques contra áreas de control gubernamental. Damasco cree que Idlib, bajo el control de elementos extremistas, sigue siendo una bomba de tiempo que posiblemente plantea una mayor amenaza a largo plazo para la estabilidad de Siria.

El gobierno sirio opina que este es el momento adecuado para explotar la preocupación del mundo por la guerra en Gaza. Además, uno de los objetivos de intensificar las operaciones en el noroeste de Siria es ejercer presión sobre Turquía y los grupos armados aliados para que abran la carretera internacional entre Siria y Turquía. Las autopistas M4 y M5, que pasan por la gobernación de Idlib, se encuentran entre las arterias más importantes para el comercio internacional en Siria.

El gobierno sirio se estaba absteniendo de lanzar una ofensiva total para recuperar Idlib debido a la presencia militar de Turquía y el apoyo a las fuerzas antigubernamentales en la provincia. Durante muchos años, Turquía actuó como garante de sus milicias aliadas en Idlib, ya que su prioridad era evitar una ola de refugiados. Turquía ya acoge a 3,6 millones de sirios y el creciente descontento público la ha obligado a dejar de aceptar más refugiados sirios. Para lograr este propósito, Turquía quería crear zonas seguras para los refugiados en Idlib. De ahí que decidió tener presencia militar propia en Idlib para evitar que el régimen sirio asalte esta última provincia controlada por las fuerzas opositoras.

Pero ahora este cálculo está cambiando. Turquía lanzó recientemente una ofensiva contra las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) lideradas por los kurdos con el falso pretexto de atacar la base de apoyo del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) en el noreste de Siria. La principal prioridad de Turquía ahora en Siria es la represión de las fuerzas kurdas. Para lograr este objetivo, los turcos están dispuestos a negociar y cooperar con el gobierno sirio.

Cabe recordar que anteriormente los gobiernos turco y sirio firmaron en 1998 el Acuerdo de Adana, que permitía a las fuerzas turcas adentrarse hasta cinco kilómetros en territorio sirio para perseguir a los insurgentes kurdos. En el año 2020, según el informe de un medio de comunicación pro-Irán, funcionarios turcos y sirios discutieron la renovación del acuerdo de Adana con ciertas enmiendas, lo que permitiría a Turquía extender su alcance hasta 35 kilómetros en territorio sirio a cambio de que Ankara le entregara sobre el noroeste del país al régimen y dejar de apoyar a la oposición.

En el escenario actual, parece que existe una alta posibilidad de que Ankara y Damasco puedan alcanzar algún tipo de consenso sobre la línea del acuerdo de Adana. Y si esto fructifica, la compensación será que las fuerzas de Assad continúen su marcha hacia el noroeste de Siria y los turcos hagan lo mismo en el noreste. Estas dinámicas cambiantes han hecho que el presidente sirio tenga más confianza y es por eso que continúa con sus audaces operaciones en el noroeste.FUENTE: Manish Rai / North Press Agency / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

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