Las discusiones sobre el racismo en los Estados Unidos se han apoderado de Turquía durante los últimos días. Artistas, columnistas, periodistas, celebridades, clubes de fútbol, atletas y actores turcos han compartido fotografías de George Floyd, quien fue asesinado por un oficial de policía de Minneapolis, acompañado de sus comentarios sobre lo tristes que están, adornados con el mensaje: “No podemos respirar”.
Es cierto que “no podemos respirar”. Los kurdos no podemos respirar en este país, y no hemos podido hacerlo durante mucho tiempo. Los eventos en las últimas dos semanas deberían ser suficientes para entender por qué.
El 22 de mayo, 18 políticos y activistas del Partido Democrático Popular (HDP) y de la Asociación de Mujeres Rosa, en Diyarbakır, la ciudad más grande de mayoría kurda en el sureste de Turquía, fueron detenidos y algunos enviados a prisión.
Uno de los destinados a la cárcel fue Dilgeş, un niño de tres años. Dilgeş, a quien le extirparon uno de sus riñones debido a una afección crónica, esperó en el juzgado de Diyarbakır hasta la mañana junto a su madre. Tenía la esperanza de irse a casa, pero en su lugar lo enviaron a la prisión cuando su madre fue detenida.
La semana pasada, se descubrieron cajas de plástico llenas de huesos provenientes de 261 personas enterradas, una encima de la otra, debajo de un calle en Kilyos, en el norte de Estambul. Los huesos pertenecían a aquellos que fueron desenterrados de un cementerio en la provincia de Bitlis, de mayoría kurda, en el este de Turquía, y transferidos a Estambul sin el conocimiento de sus familias.
En otros países, este incidente podría haber desencadenado el caos. Pero eran huesos kurdos, por lo que en este país no se emitió ningún sonido. Huesos, apilados, debajo del pavimento, así como así…
Hace unos días, se descubrió una fosa común en Dargeçit, Mardin, otra provincia del sureste de mayoría kurda. Cráneos y huesos de 40 personas. 40 kurdos, que fueron expulsados en los años 1990, arrancados de sus hogares y seres queridos, y luego asesinados. Este incidente también fue escondido, en silencio, debajo de la alfombra. Nadie preguntó quiénes eran estas personas, qué vidas llevaban, cómo se las arrebataron a las personas que las amaron, quiénes las mataron.
Un toque de queda fue declarado en 19 aldeas en Bitlis al otro día, y por supuesto nadie cuestionó por qué. La persona designada por el gobierno, que reemplazó al alcalde electo de Siirt, Berivan Helen Işık, quien ganó con el 48 por ciento de los votos por el HDP, ordenó a los trabajadores municipales que derriben la Biblioteca Celadet Ali Bedirxan, llamada así por el lingüista kurdo que compiló, por primera vez, la gramática que se utiliza en la actualidad en kurmanji, el dialecto kurdo hablado en Turquía, Siria y partes de Irak.
Mientras tanto, esta semana fotografías de tortura en la jefatura de policía de Diyarbakır circularon en las redes sociales. Nadie gritó desde los tejados que la tortura era un crimen de lesa humanidad.
Por alguna razón, todos los principios divinos, todas las creencias nobles, se siguen rompiendo contra el “kurdo” en este país. Pero condenamos a ese único oficial de policía en los Estados Unidos. Eso es mucho más seguro, naturalmente.
Mientras continuaban llegando las condenas en turco de la muerte de George Floyd, Ercan Kurkut intentaba que su voz se escuchara en Twitter tres años después de que su hermano Kemal fuera asesinado por la policía durante las celebraciones de Newroz, cuando los kurdos dan la bienvenida a la primavera todos los 21 de marzo.
“No hay límites para la tortura a la que fuimos sometidos en los tribunales. Nos duele el asesinato de nuestro hermano, nuestro hijo, que ingresa a la sala por la misma puerta que el panel de jueces, sonriéndoles. ¿Cómo podemos esperar justicia de estas personas ahora?”, preguntó Kurkut.
Mientras los altos funcionarios estatales turcos y de bajo nivel expresaron su pesar por la muerte de George Floyd, el ex diputado del HDP Ferhat Encü estaba escribiendo sobre sus familiares y hermanos que fueron destrozados por los aviones del ejército turco el 28 de diciembre de 2011, en lo que es conocido como la masacre de Roboski.
“Como una persona que ha experimentado cómo (los medios de comunicación) ponen la verdad al revés, estoy diciendo que su pánico no podrá ocultar la verdad”, dijo Encü en un tweet.
Besna Tosun, miembro de las Madres de los Sábados, un grupo que aboga por la justicia sobre las desapariciones forzadas de Turquía, demandaba justicia para su padre Fehmi Tosun.
“Hay 25 años entre las dos fotografías -tuiteó Tosun-. No sé cuánto tiempo más estaré vivo, pero en este camino que tomé para encontrar a mi padre, no me detendré hasta que llegue a la verdad y la justicia. Nunca estaré en silencio”.
Mientras los clubes de fútbol turcos emitían declaraciones antirracistas por George Floyd, algunos usuarios de redes sociales intentaban recordar a la gente el trato que los clubes kurdos Amedspor y Cizrespor han recibido a lo largo de los años frente a las “sensibilidades” de los mismos clubes responsables de algunos de los tratos racistas.
Esta semana, miles de kurdos hablaron de ejemplos de sus propias vidas y de los seres queridos que habían perdido, tratando de describir el racismo y la crueldad a los que fueron sometidos durante años, contra esta “sensibilidad” contra el racismo en este país con respecto a la muerte de George Floyd.
Desafortunadamente, estos son intentos inútiles. No tiene sentido siquiera escribir estas palabras en este país. La violencia contra los kurdos ha sido legitimada. No hay pena cuando muere un kurdo. Incluso el idioma del kurdo no es tolerado. Nadie dice, o puede decir: “El idioma materno es halal como la leche materna”.
Los huesos de los kurdos están en fosas comunes, o en contenedores Tupperware. No hay vergüenza al respecto, y tampoco se sensibilizan las fibras del corazón.
No busquen el racismo, ni mucho menos, mis hermanos y hermanas. El racismo está presente en este país, en sus tierras, en su idioma, allí mismo en su mente.
FUENTE: Nurcan Baysal / Ahval / Traducción y edición: Kurdistán América Latina