Algo huele mal en la Academia

¿Qué es el Observatorio Universitario de Terrorismo? Una “investigación” publicada por este espacio avalado por la Universidad Nacional de La Plata desató la polémica. Cuando la lucha de un pueblo se convierte en objeto de estudio.

El Observatorio Universitario de Terrorismo (IRI – CoFEI) se presenta desde el 2019, como un ámbito de “producción de informes periódicos sobre el estado del terrorismo internacional en el mundo a través de un mapeo de fuentes abiertas”. Se trata de un equipo interdisciplinario de más de treinta personas, entre estudiantes y jóvenes egresados y se enmarca en el Departamento de Seguridad y Defensa del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI) de la Universidad Nacional de La Plata y en el seno del Consejo Federal de Estudios Internacionales (CoFEI).

Para quienes desconocíamos la existencia de este Observatorio, no es mucho lo que estos datos nos aporta, pero si decimos que desde ese espacio, se generan “investigaciones” estructuradas a partir de información brindada por agentes o ex agentes del Servicio de Inteligencia de un país X, quizás sean otras las preguntas que nos surjan. En principio, acerca de cuáles podrían ser sus objetivos últimos.

Hace unos días, el OUT publicó en sus redes sociales, una “investigación” sobre la supuesta actividad del Partido de los Trabajadores de Kurdistan (PKK) en Europa y lo que desde allí señalaban como un “resumen de su origen, características, tácticas y presencia en el continente”. Siguiendo el hilo de lo publicado, ya no sólo en las redes sino en la página web del Instituto, se llega al curioso documento llamado “PKK en Europa: pasado, presente y ¿futuro?” a partir del cual se originó el material gráfico difundido.

Asombroso es ver la distorsión no sólo de cuestiones históricas sobre el surgimiento y la conformación del Partido, sus objetivos y lineamientos políticos generales, sino que a través de sus no más de diez páginas y pese a las enormes contradicciones que presenta, pareciera que el único objetivo del trabajo es justificar como sea, la decisión sostenida por los Estados Unidos y la Unión Europea – a pedido expreso de Turquía en el año 2004- de incluir al Partido de los Trabajadores de Kurdistan en la lista de ‘organizaciones terroristas’, lo cual, vale decir, le ha permitido al gobierno turco sostener sus políticas represivas y de aniquilación contra el pueblo kurdo, hasta el día de hoy y mucho antes del 2004.

Si navegamos entre los seis enlaces recomendados por el Departamento de Seguridad y Defensa del Instituto, nos llevará al de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y desde allí quizás, es posible encontrar algo de la coherencia – al menos ideológica – que la “investigación” no posee, al margen de otras graves carencias.

Entre las acciones que se le atribuyen al PKK – destacadas en la síntesis publicada en las redes – se encuentra “la intimidación y eliminación de cualquier otra entidad política que no comparta sus propuestas” además de asociarlo a lo que califican como una “economía criminal” cuyo único propósito sería la obtención de dinero y financiamiento, basado en el “secuestro extorsivo de turistas extranjeros, ataques a oficinas diplomáticas, ONG’s turcas en Europa y ataques suicidas”, además de dedicarse a “intimidar a gobiernos, traficar con personas y falsificar documentos, lavar dinero, estar vinculado al narcotráfico y tener ‘campos de entrenamiento’ en Alemania, Suiza y Bélgica”.

Ni Patricia Bullrich se animó a tanto. Recordemos el nefasto informe presentado por la Ministra de Seguridad de la Nación en 2017 durante el gobierno de Mauricio Macri desde el que se pretendía vincular a la supuesta RAM con la guerrilla kurda, sin éxito por cierto, debido a lo absurdo e inconsistente de sus teorías que intentaron instalar como una cuestión de seguridad nacional.

En relación a la “investigación” sobre el PKK, la contundente respuesta del Congreso Nacional de Kurdistan (KNK) a las autoridades de la Universidad Nacional de la cual depende este Observatorio, no se hizo esperar, ya que consideran “ofensivas e irresponsables” las afirmaciones allí vertidas.

Ni a sol ni a sombra

Cabe destacar que el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) fue conformado en Turquia en 1978, y su líder Abdullah Öcalan, se encuentra encarcelado desde 1999 en condiciones de aislamiento que violan todas las normas establecidas por el Derecho Internacional para estos casos. El PKK es integrante del Congreso junto a otros 46 partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil y surgido de un pueblo que se ha establecido a través de sus distintos partidos y de cientos de organizaciones, como un auténtico Movimiento de Liberación nacional. “Desde el 2005 el Movimiento se encuentra organizado en la Unión de Comunidades del Kurdistan (KCK), surgido desde la necesidad vital de existir y defender los derechos identitarios, históricos, culturales, sociales y políticos de una nación cercana a los 45 millones de personas”, un pueblo originario de la Alta Mesopotamia, que ha sido fragmentado sucesivamente durante el siglo XX, en las cuatro partes en las que fue dividido su territorio y que hoy se encuentra bajo el dominio colonial de los Estados de Turquía, Irán, Irak y Siria.

No es novedad que los Estados decidan señalar como “organización terrorista” a una organización revolucionaria, pero lo que no puede pasar desapercibido, es que sea una Universidad Nacional la que se haga eco de estos discursos, generando un cúmulo de pretendidos conocimientos sobre una base “maliciosamente tergiversada”. La persecución del pueblo kurdo se extiende incluso, a los países donde debieron exiliarse.

El caso de Alemania es paradigmático en este sentido. Allí existe una comunidad kurda que supera el millón de personas, quienes se han sumado a otro gran número de kurdos que ya vivían allí desde los años 60, cuando el gobierno alemán les abrió las puertas a cientos de miles de trabajadores del sur de Europa para servir como mano de obra barata en la economía de la posguerra. Por supuesto, no pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a perseguirlos y reprimirlos de múltiples formas. Sus posiciones anticapitalistas, su persistencia en la organización, y las presiones ejercidas por el gobierno turco para desarticular cualquier iniciativa que impulse o incluya a los kurdos, creó un escenario propicio para ilegalizar todas las organizaciones civiles kurdas que allí se habían conformado. La criminalización de sus actividades, ya sean sociales, políticas o culturales siguen siendo la norma, sujeta también a la variable que determinan las oscilantes relaciones económicas y diplomáticas entre el gobierno alemán y el turco. Idénticas variables funcionan sea cual sea el país donde los kurdos se encuentren.

Dime con quién observas

En esta complejidad que implica analizar la cuestión kurda, es esperable que si la Academia decide convertir la lucha del pueblo kurdo en un objeto de estudio, lo haga al menos en base a información fidedigna, comprobable y no sesgada. No es el caso de esta “investigación” de la OUT, la cual ni siquiera respeta los requerimientos formales mínimos para ser presentada como tal. Afirmar que el PKK es una “organización terrorista”, contradice la vasta jurisprudencia generada por los fallos de las Cortes Internacionales que han desestimado por completo esta figura en relación al Partido. O quizás quienes integran el Observatorio, simplemente no hayan participado nunca de una manifestación junto a miles de kurdxs gritando “El PKK es el pueblo y el pueblo está aquí”.

Es notable y no menos grave, que un trabajo académico sobre un tema tan sensible, no ofrezca ninguna bibliografía de consulta y sólo consigne una cita imprecisa que refiere ni más ni menos, que a un “estudio” realizado entre otros, por Mutlu Koseli, un ex agente del servicio de inteligencia turco, quien además se presenta en su perfil de Linkedin, como un experto en ciberseguridad y en “resolver acertijos en la red”. Además por supuesto, de ser analista de inteligencia y parte de un Centro de Operaciones de Seguridad, dedicado entre otras cosas, a proteger los datos de las empresas. Su aporte para “construir un mundo más seguro”

Dicho todo esto, se hace necesario volver a preguntar: ¿cuáles son los verdaderos intereses de este Observatorio? ¿Es realmente sólo un “espacio abierto para la reflexión y el debate sobre el fenómeno del terrorismo en los claustros académicos”? Resulta aún más preocupante cuando es el mismo Observatorio el que manifiesta el anhelo de convertirse en una “herramienta para los gobiernos que necesiten combatirlo en los diferentes ámbitos”.

Sobre hechos e interpretaciones

En 2017, a 10 años de que fuera sancionada la Ley Antiterrorista en la Argentina, durante el gobierno de Cristina Fernandez, Eva Muzzopappa y Ana Margarita Ramos, ambas egresadas de la Universidad de Rio Negro e investigadoras del CONICET, estudiaron el impacto de esta ley a partir del análisis de los cinco casos concretos en los que intentó aplicarse, aunque sin llegar a hacerse efectiva en ninguno de ellos. Sin embargo, como sostienen en su trabajo1 “la discusión y el debate que cada uno de estos intentos ha ido generando, no sólo contribuyeron a reinstalar la noción de terrorismo en la arena política, sino que también modificaron las cadenas ideológicas con las que se estigmatiza y criminaliza la protesta social. […] Las narrativas y tramas vinculadas al orden estatal e institucional se ramifican en instituciones interconectadas –internacionales, nacionales, provinciales y locales– de medios de comunicación, legislación, mer­cados, Estados, industrias, universidades, en las que intervienen simultáneamente diversos sectores sociales”. Coincidiendo con esto, los informes e “investigaciones” del OUT no pueden ser analizados por fuera de este marco de interrelaciones. Como sostienen las investigadoras, si bien esta Ley “no constituyó una fuerza aglutinante”, “actualizó una multiplicidad de encadenamientos ideológicos que pugnan aún hoy por cargar de sentido este significante”.

El terrorista eres tú

En nuestro país, existen una gran cantidad de organizaciones y militantes políticxs provenientes de amplios sectores, que son abiertamente activos y solidarios con la causa del pueblo kurdo. El informe RAM, aunque como un intento fallido de vincular luchas y operaciones en conjunto de ambos pueblos, también constituye un ejemplo y un antecedente claro, no sólo de criminalización de las luchas sino de todas las acciones de apoyo y solidaridad con los pueblos en resistencia.

El Observatorio Universitario de Terrorismo también está muy preocupado por “el acceso a Internet y a las redes sociales”, que según ellxs, “han terminado de cerrar un círculo que incrementa la proyección del terror y favorece el logro de los objetivos de sus organizaciones”. Supongo que como parte de su trabajo, quienes lo conforman, ya han cumplido con la tarea de investigar perfiles “sospechosos”. Qué frustradxs deben haberse sentido entonces, al darse cuenta de la cantidad de “terroristas” que “contribuimos a construir este mundo”, desde una mirada y por caminos, exactamente opuestos a los suyos. Un mundo en el que quepamos todxs.

La respuesta del Congreso Nacional de Kurdistan completa, puede leerse en este enlace:

https://drive.google.com/file/d/1kXPtWsqSdSUXloyWAWMa8YSoDZaC9CIm/view?usp=sharing

1[1] Muzzopappa, Eva y Ana Margarita Ramos. 2017. “Una etnografía iti­nerante sobre el terrorismo en Argentina: paradas, trayectorias y disputas”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 29: XX-XX. Doi: https://dx.doi.org/10.7440/antipoda29.2017.06

FUENTE: Nathalia Benavides / Tramas

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