Edward Said y Abdullah Öcalan demostraron que la solución de los dos Estados conduce a la violencia permanente”.

A la luz de la escalada del conflicto palestino-israelí, Medya News presenta un incisivo artículo escrito por Joost Jongerden, profesor titular de la Universidad de Wageningen. El artículo, publicado por primera vez en la plataforma Joop de BNNVARA, profundiza en las críticas de Edward Said y Abdullah Öcalan a la solución de los dos Estados. Jongerden explora cómo estos pensadores ofrecen vías alternativas a la coexistencia, haciendo que sus ideas sean más relevantes que nunca.

La violencia adopta diversas formas. A veces se manifiesta a través de drones, parapentes y camionetas, y su impacto se traduce en la destrucción de vidas. Otras veces, aparece en forma de ocupación y colonización, cuyas consecuencias son menos visibles inmediatamente. El impacto no es tanto la destrucción inmediata de vidas físicas, sino más bien hacer que la vida misma sea invivible. Muchos han argumentado que las cuestiones palestina y kurda han surgido de la confluencia de estas dos formas de violencia. Sin embargo, dos pensadores de la propia región también han hecho propuestas claras de solución: Edward Said y Abdullah Öcalan.

Edward Said, nacido en 1935 en Jerusalén, y Abdullah Öcalan, nacido en 1947 en Urfa, tienen carreras muy diferentes pero ideas similares. Said llegó a ser profesor de literatura inglesa en la respetada Universidad de Columbia, en Estados Unidos; Öcalan, tras unos estudios abortados de Derecho y luego de Ciencias Políticas, se convirtió en el líder del PKK. Sus ideas políticas no fructificaron en la universidad, sino en la cárcel, donde se encuentra desde su secuestro en Kenia en 1999. Ambos intelectuales consideran que el núcleo del problema de la violencia está anclado en la idea del Estado nación y su política identitaria excluyente. Ambos ven la solución en el fortalecimiento del principio de ciudadanía, que sólo es posible con los demás. No separatismo, sino coexistencia.

En su artículo “La solución de un solo Estado”, de 1999, el intelectual palestino Edward Said sostiene que la continuación del colonialismo israelí de asentamientos y la resistencia palestina contra él empeoran las perspectivas de seguridad real para ambas partes. En este contexto, Edward Said rechaza resueltamente la idea de Estados separados para judíos y palestinos, encarnada en la solución de dos Estados de los Acuerdos de Oslo. Sostiene que no hay justificación válida para perseguir la homogeneidad, idea que subyace a la solución de los dos Estados, de la que la mencionada Ley del Estado-nación judío es una consecuencia lógica.

Said aboga por una reorientación política radical y nos recuerda que un selecto grupo de influyentes pensadores judíos, entre ellos Judah Magnes, Martin Buber y Hannah Arendt, también lo han defendido anteriormente. La clave del progreso, argumenta, reside en la práctica de la ciudadanía, el principal medio para la autodeterminación y la coexistencia reales. Cree que la mejor forma de lograrlo es en un Estado laico conjunto, en el que judíos y palestinos sean iguales.

El líder kurdo Abdullah Öcalan sigue un razonamiento similar. Inspirado por el filósofo político Murray Bookchin, ve una solución en nuevas formas de ciudadanía, pero 20 años después de Said, pone el énfasis en una forma de ciudadanía más allá del Estado. En cautividad, como preparación para los juicios que se celebraron contra él, Öcalan desarrolló su crítica al Estado. El Estado-nación, afirma, es un centro de políticas identitarias obsesivas y destruye la pluralidad que debería constituir la base de una democracia.

De acuerdo con Edward Said, Öcalan no pide una solución de dos Estados para turcos y kurdos, sino una democratización de Turquía, en la que la definición étnica de ciudadanía debería sustituirse por una definición civil. Mientras que la actual definición étnica de ciudadanía ve la expresión de identidades distintas a la turca como una amenaza existencial, una definición civil acepta que los ciudadanos de Turquía pueden tener diversas identidades, incluida la kurda. Además, sostiene que la profundización de la democracia a través de la autoorganización es el camino hacia la autodeterminación. Considera que la coexistencia real surge en una democracia participativa basada en la igualdad de género.

Tanto Said como Öcalan llegan a la conclusión de que existen dos opciones: la continuación de los conflictos, cuya intensidad es cada vez más sectaria y en los que la supervivencia de un grupo se define en la destrucción del otro, o la búsqueda activa de vías alternativas de coexistencia. Las perspectivas cada vez más amenazadoras de limpieza étnica hacen que sus propuestas sean más pertinentes que nunca, pero en la violencia retórica de la realpolitik, también son menos audibles de lo que debería ser el caso.

FUENTE: Joost Jongerden / BNNVARA / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

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