El caos y la inestabilidad de Erdogan son una amenaza para el mundo

En los pocos meses que han pasado desde mi último artículo en Ahval, que describe la amenaza que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan representa para la estabilidad regional y global, Ankara ha realizado movimientos sin precedentes para desestabilizar aún más el este del Mediterráneo, el norte de África y el Cáucaso.

Si bien el régimen de Erdogan no es el único elemento desestabilizador en Oriente Medio y el Mediterráneo, ha quedado muy claro que el mandatario turco está siguiendo un curso que, inevitablemente, conduce a guerras regionales, y no tiene reparos en manipular a la OTAN para tomar decisiones irrevocables que aumentan la peligrosidad.

Los últimos enfrentamientos en la frontera entre Armenia y Azerbaiyán son una prueba más de que el régimen de Erdogan no ofrece más que caos, en nombre de “proteger los intereses de Turquía”. Mientras pueda vender la idea de que lo que está haciendo es lo mejor para sus seguidores en Turquía, Erdogan mantendrá la capacidad de utilizar los recursos del país para aventuras oportunistas en el extranjero.

Muchos medios y comentaristas se han centrado en la historia del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, que se remonta a décadas atrás, luego de la disolución de la Unión Soviética. Pero hubo relativamente pocas voces que señalaron el curioso del momento de los últimos enfrentamientos. Para comprender la dinámica detrás de la peligrosa situación en el Cáucaso, uno debe identificar a varios actores, junto con sus motivaciones.

Las preocupaciones internas de Azerbaiyán

El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, podría tener preocupaciones internas para impulsar una escalada contra Armenia, pero su administración no tiene nada qué ganar con un conflicto prolongado con Armenia, que sería devastador para ambos países.

La clave para comprender sus acciones radica en el hecho de que Aliyev no actuaría sin contar con el pleno apoyo de Erdogan en tal conflicto. Si cree que puede “salirse” de tal confrontación con un amplio apoyo turco, es posible que un conflicto limitado, con ganancias tangibles, le parezca atractivo.

Gasto militar de Bakú

La perspectiva de Aliyev también podría verse influenciada por el hecho de que durante muchos años, la economía de Azerbaiyán, rica en petróleo, ha permitido un gasto militar sin precedentes, que ha alterado el equilibrio militar de la región, con una suma de 14,8 mil millones de dólares por año, a partir de 2019. En comparación, el PIB total de Armenia el año pasado fue de 12,4 mil millones de dólares.

Ningún Estado invierte tales sumas solo por espectáculo o disuasión. Invierten cantidades tan extravagantes porque tienen la intención, o planean usar las capacidades de manera decisiva.

Por supuesto, los conflictos militares no se ganan simplemente por tener más o mejor hardware militar y de calidad. Otros factores, desde la capacitación hasta la moral, desde la doctrina hasta el liderazgo, así como las acciones de actores externos, pueden tener una influencia decisiva en el resultado.

La falta de opciones de Armenia

Armenia no tiene muchas opciones y este ha sido su situación durante bastante tiempo. Armenia es un país pequeño, sin litoral, con pocos recursos naturales, y su único gran defensor es Rusia. A cambio, Armenia es la fortaleza estratégica de Rusia en el Cáucaso, una región donde no tiene intención de perder influencia. Las opciones provienen de las propias fortalezas, debilidades de los adversarios y oportunidades contextuales. Armenia no ha estado en una posición ventajosa durante mucho tiempo.

Incluso, si se maneja esta crisis inmediata y se evita el conflicto por el momento, nada cambia la perspectiva estratégica a mediano y largo plazo. En otras palabras, a menos que cambie el equilibrio actual de poder o las motivaciones de los principales actores, veremos este tipo de conflictos, y cosas peores, en el futuro.

La política exterior cada vez más agresiva de Turquía                                                                           

El régimen de Erdogan está encerrado en una serie de enfrentamientos invencibles contra múltiples adversarios, en una amplia geografía, que abarca desde Libia hasta Siria. En varios teatros de conflicto, se enfrenta a Rusia, Francia, Israel, Egipto, Grecia, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y actores más pequeños, mientras que su único partidario constante es Qatar, que sigue inyectando fondos en la economía en dificultades de Turquía

Gracias a las desconcertantes concesiones hechas por la administración de Estados Unidos y la desunión endémica, la falta de dirección y la decisión de la Unión Europea (UE), el régimen de Erdogan ha podido sobrevivir y prosperar en condiciones que lo habrían destruido cien veces en cualquier otra circunstancia histórica.

Pero Erdogan continúa duplicando sus apuestas, con la esperanza de arrastrar entidades más grandes al conflicto. Las acciones del líder turco en Libia son un ejemplo perfecto de cómo el régimen actual de Turquía se ha convertido en el talón de Aquiles de la OTAN, amenazando con destruir la alianza militar más fuerte del mundo, o llevarla a una serie de conflictos sin finales a la vista.

Al estar tan profundamente involucrado en la propagación del conflicto y sentir la inestabilidad causada por el inminente colapso de la economía turca, la voluntad de Erdogan de enviar un mensaje a Rusia en lo que Moscú considera su “patio trasero”, es una extensión natural de sus políticas existentes.

Los intereses de Rusia

A pesar de todas las maniobras diplomáticas para evitar una confrontación directa, Rusia se enfrenta cada vez más a Turquía en todos los teatros de operaciones de su flanco sur. Si bien los movimientos oportunistas en Libia están destinados a expandir su influencia y capacidad en el Mediterráneo, su posición actual en Siria no le permite mucho espacio.

Rusia simplemente no puede permitirse el lujo de “perder” en Siria. Y, ciertamente, no puede permitir que su influencia en el Cáucaso sea socavada por un complot turco-azerí contra Armenia.

Por la historia reciente, sabemos que el presidente ruso, Vladimir Putin, puede actuar de manera decisiva y militar cuando se cruzan ciertas líneas geoestratégicas en la arena relacionadas con la seguridad rusa. El Cáucaso no es menos valioso que Crimea y Ucrania; es una región vital para las prioridades a largo plazo de la política exterior rusa.

La pasividad de Estados Unidos

Finalmente, la posición de Estados Unidos durante la presente administración ha sido desigual y ambivalente con respecto a su presencia e intereses a largo plazo en el Mediterráneo y Oriente Medio. Las respuestas fragmentadas a las situaciones en desarrollo en Siria y Libia no inspiran confianza a los aliados, y dejan espacio para maniobrar con regímenes autoritarios desesperados como el de Erdogan, para sembrar la discordia y el desequilibrio a largo plazo.

El enfoque transaccional de la administración en asuntos complejos de política exterior, ha dado como resultado que el mayor poder geopolítico del planeta retroceda en una de las regiones estratégicamente más vitales del mundo.

Esto no significa que Estados Unidos haya perdido su capacidad de regresar decisivamente en cualquier de estos ámbitos, pero la continuación del enfoque incoherente actual solo fomentaría jugadas más atrevidas por parte de los actores regionales.

Trascendencia

Entonces, ¿qué podemos esperar a corto plazo en el Cáucaso? Es muy poco probable, pero no totalmente imposible, que los enfrentamientos actuales se conviertan en una guerra en toda regla. Ningún actor importante apoya este curso de los acontecimientos, incluso si la base de votantes de Erdogan, irritada por visiones calientes de conquista y después de haber “reconquistado” recientemente y absurdamente la Hagia Sophia, ha albergado visiones de invasión y limpieza étnica de Armenia. Múltiples declaraciones de grupos pro Erdogan y mapas que muestran a Armenia como parte de una Turquía imperial neo-otomana, son un testimonio de este grupo.

Dadas las capacidades y motivaciones de los actores descritos en este artículo, la acción decisiva de Washington es imprescindible para frenar no solo las ambiciones imperiales del régimen de Erdogan, sino para evitar una mayor degradación de la situación en una vasta área, que, de lo contrario, conducirá a una serie de guerras regionales sin vencedores.

Para el futuro de la OTAN, la estabilidad regional y, en última instancia, para evitar reacciones en cadena catastróficas a escala mundial, Erdogan debe comprender que ya no se le permitirá propagar el caos y la destrucción con impunidad.

Quizás lo más importante es que el pueblo turco debe ser consciente de la situación y elegir su futuro, entre una Turquía moderna, próspera, occidental y moderna, y un país marginado, fundamentalista, intolerante, y económicamente colapsado, envuelto en interminables guerras regionales. Si la última visión vence a la primera, ¡ay del mundo!

FUENTE: Axel Corlu / Ahval / Traducción y edición: Kurdistán América Latina