Hablamos de un pueblo que, de las naciones existentes, es probablemente uno de los más antiguos. Se remite a los inicios de los pueblos mesopotámicos que, hasta donde sepamos, inauguraron las primeras civilizaciones alcanzadas por el ser humano. Sucedieron a los sumerios y como pueblos de origen indoeuropeo acompañaron a los persas en la formación de los imperios que dieron pie a lo que aún llamamos Estados. En fin, se trata de un antiguo pueblo que hoy en día lucha por su liberación no siendo un Estado y, de acuerdo a las premisas ideológicas que guían su lucha, tampoco quieren serlo. Prefieren comunidades de autogobierno donde el hombre y la mujer son perfectamente iguales, exigiendo que quienes guían estas comunidades sean en todo momento un hombre y una mujer. De esta manera, rompen con gran parte de la cultura patriarcal y despótica de Medio Oriente. Diseminados entre Turquía principalmente, Irán, Irak y en Siria, donde después de derrotar al terrorismo del ISIS siguen su confrontación con las fuerzas turcas. El fascismo del presidente turco Erdogan, sus ansias de reconstruir una réplica del Imperio Otomano, más su odio a la revolución que representa el pueblo de Kurdistán, acusa al Movimiento de Liberación Kurdo de terrorista, atacando permanente la región de Rojava -al norte de Siria- y Shengal, al norte de Irak. No hay quien informe con detalle estos acontecimientos por parte de los medios europeos e internacionales (salvo la agencia kurda ANF), tratándose Turquía de un país parte de la OTAN y de países que, en definitiva, hacen parte del imperialismo globalizante.
Lo importante de este movimiento de liberación es que es una fuerza de liberación que ha logrado, al menos en el norte de Siria e Irak, defendiéndose con las armas básicas que tienen, lo que es probablemente la revolución más profunda en el mundo actual. Nacido desde las guerrillas del PKK en Turquía se extiende como milicias, principalmente de mujeres, y comunidades autorganizadas sobre todo Kurdistan. Rusos y norteamericanos en algún momento las apoyaron en su guerra contra ISIS, pero fueron traicionados por ellos. Öcalan -quien es un líder casi mítico entre ellos y preso después de un secuestro por los servicios secretos sionistas y la CIA por más de veinte años, ha logrado a través de sus escritos repartidos en más de cinco libros darle una inspiración libertaria a todo el movimiento. Criticando tanto al marxismo como el anarquismo por sus raíces propias del positivismo moderno, ha puesto en sus escritos los principios máximos donde pone la liberación de la mujer por encima de la liberación nacional y la lucha de clases. Se trata de un personaje a quien llaman presidente Apo, que ha hecho un verdadero milagro político encerrado en una isla en Turquía. En estos momentos no se sabe siquiera si está vivo, ya que ni los abogados tienen derecho a verlo.
En todo caso, se trata de un movimiento que merece todo nuestro apoyo por su crítica profunda a lo que llama Öcalan la civilización capitalista y su paso a una civilización democrática, que seguiría los cánones libertarios y de autogobierno sin Estado, con un profundo arraigo a la naturaleza, que sería un suerte de vuelta a la tierra y el amor a su fertilidad; es como se trató en su momento, con los zapatistas, una nueva etapa para el pensamiento y la acción revolucionaria. De allí, las máximas de liberación de la mujer, tratándose del símbolo humano por excelencia de la fertilidad y la construcción de un socialismo auténtico.
La lucha ha sido armas en mano al menos en el norte de Siria. En Irán se fortalece su guerrilla a pesar de la horrorosa criminalidad de régimen teocrático que reina en ese país. Y en Turquía, donde viven alrededor de 20 millones de kurdos concentrados hacia el sur de ese país, su lucha ha sido capitalizada por el Partido Democrático de los Pueblos (HDP) y otras organizaciones con un relativo éxito electoral. Sin embargo, el fascismo de Erdogan ha enviado a muchos de sus alcaldes a prisión y existe un innumerable número de presos políticos kurdos. El horror es igualmente en Shengal, al norte de Irak, donde se concentra quizás una de las últimas comunidades de la religión zoroastriana, la cual ISIS trató de exterminar por completo, pero fueron salvados por la guerrilla del PKK, todavía concentrada en las montañas al sureste de Turquía. Es, en todo caso, un pueblo que merece toda nuestra solidaridad.
Las revoluciones se dan desde los pueblos, como diría Antonio Gramsci, que logran superar el simple sentido común al buen sentido, conocen su realidad y luchan por transformarla; transformar la lógica capitalista de la opresión del trabajo a comunidades que encuentran su propio sentido de libertad. Probablemente, el proceso de liberación kurdo es hoy en día la lucha más profunda por un sentido de libertad completamente ajeno a toda opresión, por ello los aparatos comunicacionales, en manos de los capitales que reinan sobre el mundo, ni siquiera se atreven a tocar las noticias kurdas y la criminalidad de regímenes como el turco principalmente y la teocracia iraní. Pero solo el pueblo salva al pueblo, siendo los kurdos quizás el mejor ejemplo para el mundo.
FUENTE: Roland Denis / Aporrea
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