“El proyecto social y político de Rojava es ciertamente inspirador”

En esta entrevista al colectivo anarquista en Rojava (Kurdistán sirio) se recorre la historia de la revolución y la participación de los y las internacionalistas que se sumaron a la lucha contra el Estado Islámico.

-Desde América Latina venimos siguiendo con atención y especial interés lo que acontece en Rojava y Siria. En primer lugar, ¿podrían explicar la conformación del Batallón de compañeros libertarios y sus vínculos con la resistencia kurda?

-Desde el inicio de la revolución de Rojava, especialmente a partir de 2015 tras la resistencia de Kobane, brigadistas internacionales han acudido para hacer frente al Daesh (ISIS) y defender la revolución. En los primeros años, la mayoría de brigadistas internacionales llegaban en coordinación con las YPG y las YPJ, las milicias de autodefensa kurdas. Dado el carácter antiestatista del proyecto político de Rojava, anarquistas de distintos continentes nos sumamos a la lucha y a la defensa de la revolución, a menudo llegando de forma dispersa y desorganizada. En 2015, además de internacionalistas en las YPG y las YPJ se organiza el IFB (International Freedom Batallion), integrando a brigadistas de organizaciones revolucionarias turcas junto con otros militantes internacionalistas. Dentro del IFB se conforma una primera brigada anarquista bajo el nombre de IRPGF (International Revolutionary People Guerrilla Forces), que opera durante aproximadamente un año durante las operaciones de Tabqa y Raqqa.

Têkoşîna Anarşîst (Lucha Anarquista) nace a finales de 2017 después de la liberación de Raqqa. Buscamos no sólo participar en la lucha contra el Daesh, sino también aprender del movimiento de liberación de Kurdistán y construir puentes con movimientos libertarios de todo el mundo. Como anarquistas, vemos la importancia de tomar las armas contra el despotismo teocrático del Estado Islámico, pero también contra la opresión fascista del Estado turco, el Estado sirio, las diversas potencias imperialistas y los innumerables grupos fundamentalistas islámicos que luchan en Siria. La realidad de la guerra es muy compleja, y a veces nos sumerge en un mar de contradicciones sobre nuestro papel aquí. Los conflictos interétnicos e interreligiosos convergen con una guerra de poder de las potencias regionales y geopolíticas, en la que las influencias imperialistas y coloniales marcan el ritmo de un Oriente Medio bañado en sangre y petróleo. Pero la resistencia kurda es un ejemplo emblemático de organización revolucionaria, y el proyecto social y político de Rojava es ciertamente inspirador. Después de algunos años trabajando aquí, hemos visto los lados buenos y también los lados malos de la revolución, y nuestro compromiso con esta se basa en un marco de internacionalismo y solidaridad critica.

La puesta en práctica del confederalismo democrático, una sociedad sin Estado basada en la liberación de la mujer, la ecología y la democracia directa, es un ejemplo para quienes creemos en un mundo libre de capitalismo y patriarcado. Esto es lo que nos llevó a Rojava, pero ¿y ahora qué? Un gran número de internacionalistas que vienen a Rojava, participan en la defensa de la revolución durante unos meses y luego regresan a sus vidas anteriores. ¿Es eso lo que queremos? ¿Es esta nuestra idea de solidaridad internacionalista? No, queremos algo más. Para entender mejor lo que buscamos estudiamos sobre la historia del internacionalismo, pero en lugar de fijarnos en la estructura centralizada de la tercera internacional preferimos inspirarnos en la lucha anticolonial de la Conferencia Tricontinental. Revolucionarios como Almícar Cabral, de Guinea-Bissau, Ben Barka, de Marruecos, o Che Guevara de Argentina, se unieron para, en palabras de Franz Fanon, “resistir junto a los miserables de la tierra para crear un mundo de seres humanos”. Sus perspectivas sobre la solidaridad internacional eran muy claras: “No se trata de desear el éxito al agredido, sino de correr su misma suerte; acompañarlo a la muerte o a la victoria”. Entonces hablaban de crear dos, tres, muchos Vietnam, ahora hablamos de crear dos, tres, muchas Rojavas, muchas Barbachas, muchas Chiapas.

Tekoşîna Anarşîst no es simplemente un grupo anarquista en Siria o en Kurdistán, nuestra existencia está condicionada por la lucha y el proceso revolucionario de Rojava. La opresión que sufre el pueblo kurdo es otro ejemplo de la dinámica colonial que sufren los pueblos indígenas, pueblos con culturas y raíces ancestrales que se ven amenazados por la hegemonía capitalista. Como internacionalistas, también es nuestro deber estudiar y comprender las formas en que las potencias imperialistas ejercen la opresión sobre los países del Sur global. Luchábamos contra la opresión en nuestros hogares y ahora continuamos la lucha aquí. Vinimos a Rojava respondiendo a la llamada de solidaridad internacional, y por eso nuestra prioridad es entender las necesidades de la gente y la dinámica del movimiento revolucionario local. En el pasado, habíamos trabajado en coordinación con el IFB (International Freedom Batalion), pero hoy somos una organización autónoma integrada en las Fuerzas Democráticas Sirias, junto con kurdos, árabes, asirios y otros internacionales que luchan por una Siria democrática, ecológica y libre de la opresión patriarcal.

-¿Cuáles son sus principales diferencias con el PKK y sus grupos armados?

-El PKK es un partido revolucionario creado en respuesta a la opresión que sufre el pueblo kurdo. Tekoşina Anarşist es un colectivo creado para apoyar y aprender de la revolución de Rojava. Esta realidad conlleva un gran número de diferencias en relación con el tamaño de la organización, los objetivos, las dinámicas internas, la proyección a futuro, las tácticas, las estrategias.

El PKK fue fundado hace más de 40 años como movimiento de liberación nacional con perspectiva internacionalista, conformándose como un movimiento anticolonial en Oriente Medio. Su lucha por la liberación nacional ha permitido a este partido, que nació con una orientación marxista-leninista-maoista, evaluar sus logros y sus errores y reconfigurar sus objetivos y su paradigma político. El nuevo paradigma propuesto por Abdullah Öcalan se nutre de perspectivas libertarias, posicionándose contra el modelo de Estado-nación, contra el patriarcado y contra el ecocidio que producen el capitalismo y el sistema tecno-industrial. Frente a esto, el nuevo paradigma apuesta por modelos de democracia directa, con comunas y cooperativas como base social. Prioriza la liberación de la mujer como base de la transformación social a través de la organización autónoma de las mujeres. Está comprometido con una perspectiva ecológica y una reconexión con la naturaleza, reconstruyendo un modelo de vida acorde con los demás seres vivos de este planeta.

También sus perspectivas sobre la violencia son distintas a las de sus orígenes maoistas, donde la violencia revolucionaria era concebida como un objetivo en sí mismo. El cambio de paradigma, motivado en gran medida por el movimiento de mujeres kurdas, reorientó el análisis alrededor del concepto de autodefensa. Las dinámicas patriarcales y coloniales de los estados, que basan su existencia en la dominación mediante la guerra, el genocidio y el esclavismo, se han encontrado siempre con la resistencia de aquellos a quienes buscaban someter. Las sociedades que han vivido una vida libre, no pueden aceptar la dominación de los sistemas centralizados, y es por eso que toda sociedad, todo ser vivo, necesita asegurar sus sistemas de autodefensa.

Como anarquistas, como revolucionarias, concordamos con esta visión, con este horizonte político y social. El ecologismo, el feminismo, el comunalismo o el confederalismo no son desconocidos para el anarquismo, bien al contrario. Tampoco la lucha amada lo es, y en Rojava hemos tenido que defendernos con todos los medios a nuestro alcance contra el fascismo teocrático del Estado Islámico y de la invasión del Estado fascista turco. En momentos de guerra, hemos luchado codo a codo con las YPG, las YPJ, con guerrilleras y guerrilleros del PKK, con militantes de otros partidos revolucionarios turcos, con otros internacionalistas de distintas ideologías, con kurdos, con árabes, con asirios. Cuando el enemigo dispara, cuando las bombas caen, quien está en nuestro lado de la trinchera es compa, es heval, y las diferencias ideológicas no pesan tanto como la pasión por defender la revolución, la pasión por construir una sociedad libre. Pero, sin duda, hay diferencias ideológicas que, cuando no llueven las balas y los morteros, nos llevan a debates y reflexiones que influyen en nuestra forma de pensar la revolución y de entender el anarquismo. Las diferencias que discutieron Marx y Bakunin, entre muchos otros, en los congresos de la primera internacional de trabajadores, son aún a día de hoy fuente de conflicto. Pero es precisamente este conflicto lo que nos ayuda a reflexionar, a aprender, a seguir creciendo.

Respondiendo a la pregunta en cuestión, las principales diferencias que hemos encontrado son, por un lado organizativas, y por otro ideológicas. A nivel organizativo, priorizamos la descentralización y la distribución de tareas, responsabilidades y liderazgos, evitando deliberadamente la creación de un comité central o una institución autoritaria. Sabemos que las estructuras militares se ven siempre condicionadas por una organización jerárquica y una cadena de mandos, y en algunos aspectos hemos tenido que adaptar nuestra estructura a las necesidades militares. Pero a diferencia de otras fuerzas, ponemos especial atención en funcionar de forma inclusiva y horizontal, fomentando responsabilidades y liderazgos rotativos. El aprendizaje colectivo, la confianza y el apoyo mutuo, pero por encima de todo el deseo de una vida libre, son la base de nuestro trabajo y proyecto político.

A nivel ideológico, las diferencias pueden ser más complejas. La más relevante es quizás nuestro firme apoyo a las luchas LGBT+, que en el movimiento de liberación kurdo no cuentan con un apoyo tan determinado. Sin duda, hay corrientes que trabajan en la misma dirección, y las perspectivas del movimiento de mujeres kurdas que se enmarca en la Jineolojî tienen un horizonte político donde podemos coincidir. Ellas mismas están cuestionando y reflexionando el aparente esencialismo de este movimiento, abriendo la puerta a una comprensión más extendida de mujer, más próxima a las teorías queer, aunque todavía de forma minoritaria. También el pragmatismo de este movimiento nos lleva a veces a contradicciones ideológicas, sobretodo en aspectos relacionados con la propiedad. En Rojava hay iniciativas comunales y perspectivas de propiedad colectiva, pero la realidad capitalista de la propiedad privada sigue presente en la sociedad, sin grandes esfuerzos por cambiar esta realidad. Dentro de los movimientos revolucionarios, la propiedad es en gran medida colectiva, y la vida comunal que se fomenta cuenta con una clara orientación socialista, pero a veces es difícil que estas ideas lleguen a la mayoría de la población.

Mirándolo desde una perspectiva más amplia, si pensamos no solo en nuestra organización pero en el anarquismo de forma más general, vemos grandes contradicciones con la deriva individualista que vive el movimiento anti-autoritario en las últimas décadas. Têkoşîna Anarşîst mantiene su compromiso con una lucha colectiva que escape la lógica individual y el pensamiento liberal, en sintonía con las tendencias del anarquismo social, pero sin dejar de reflexionar el papel del individuo en la sociedad. Sabemos muy bien que cuando las ordenes son impuestas de arriba a abajo, sin respetar las decisiones colectivas o sin escuchar las voces minoritarias, se genera coerción en el individuo. Por el otro lado, cuando el individuo no actúa acorde a los objetivos comunes de un movimiento, este deslegitima la organización y la lucha colectiva. Otro debate de gran relevancia entre el anarquismo tradicional y las ideas de confederalismo democrático, es la influencia del positivismo y el racionalismo. A menudo, el anarquismo ha visto la ciencia y a la razón, que se resignificaron con la llamada “ilustración”, como el único camino para lograr una sociedad libre. Aquí se pone en cuestión esta premisa, buscando prestar especial atención a formas de entender el mundo y la sociedad que escapen del pensamiento colonial europeo, con especial atención a las mitologías y los conocimientos ancestrales. Estas perspectivas son importantes a la hora de aprender de los movimientos indígenas, repensando nuestro lugar y nuestra relación con la naturaleza, con la civilización y con la vida misma.

Evaluar estas ideas, estos parecidos y diferencias que hemos encontrado con nuestros movimientos y la realidad de Rojava, nos han llevado a priorizar dos objetivos. Primero, el desarrollo de personalidades militantes, trabajando para deconstruir la influencia patriarcal y capitalista que tenemos interiorizada. Segundo, la necesidad de consensuar estándares organizativos, basados en la responsabilidad y el compromiso, en armonía con la voluntad de las y los militantes, pero también con las necesidades de nuestra organización. Y a pesar de que estos objetivos se desarrollen de formas distintas a como lo puede hacer el PKK, las metodologías que aprendemos aquí nos son de gran ayudad. Los procesos de tekmil, plataforma, critica y autocritica, son sin duda un cabo de guía para crecer y desarrollarnos como personas y organizaciones revolucionarias, pero queremos también estudiar y aprender de la historia y los movimientos anarquistas y revolucionarios de todo el mundo.

-¿Cómo analizan el proceso de construcción del Confederalismo Democrático? ¿Cuál es su participación en esta construcción?

-La construcción del confederalismo democrático es sin duda más visible en Rojava, pero no puede desconectarse del resto de Kurdistán. En los últimos años, las ideas de este paradigma político se han puesto en práctica a gran escala en Rojava, pero debemos tener en cuenta también otros territorios como el campo de Mexmur (Makhmur), o la también reciente zona autónoma de Shengal en Bashur, en las fronteras de Iraq. También los desarrollos políticos en Rojhilat, en las fronteras del Estado de Irán, pero sobretodo en Bakur, en las fronteras del Estado turco. Es necesario tener en cuenta las cuatro partes en que Kurdistán se encuentra dividido a día de hoy para entender por qué el movimiento kurdo se orienta hacia una solución anti-estatista.

A la hora de analizar su construcción, es imprescindible referirnos al trabajo ideológico de Abdulah Öcalan y su “Manifiesto por una Sociedad Democrática”. A diferencia de otras propuestas políticas, el confederalismo democrático no se limita a describir una utópica sociedad libre de opresión, sino que abre un dialogo de preguntas y respuestas sobre cómo transformar la sociedad actual y cómo realizar este modelo utópico al que aspiramos. Cómo queremos vivir, cómo queremos relacionarnos, cómo queremos luchar, son importantes preguntas a la hora de construir una sociedad revolucionaria. Las respuestas que esboza Öcalan no son fácilmente resumibles en unos pocos párrafos, pero es importante entender algunos de los conceptos que nombra para transmitir sus ideas, para plantear la transición de la modernidad capitalista a la modernidad democrática. Esta modernidad democrática, como hemos comentado, se basa en la liberación de la mujer, la ecología y la democracia sin Estado.

Esta progresión ideológica muestra similitudes con otros procesos revolucionarios como el movimiento zapatista, movimiento insurgente en las montañas del sur-este mexicano. Ambos movimiento nacen con un marco maoísta, pero se reorienta hacia un socialismo libertario, ambos crecen y encuentran refugio en las montañas, ambos son herederos de un pueblo con orígenes ancestrales, ambos cuentan con un fuerte movimiento autónomo de mujeres, ambos son un ejemplo para movimientos anticapitalistas del mundo entero. El confederalismo democrático no es una ideología nueva, es una forma de entender la sociedad y la civilización que nos inspira a la hora de construirnos como movimientos revolucionarios, a la hora de tomar un compromiso con nuestras ideas y avanzar con pasos determinados hacia una sociedad más justa.

A la hora de llevar estas ideas a la practica en Rojava, el proceso ha sido enormemente influenciado por la guerra de Siria. A su vez, ha sido la guerra la que ha hecho posible la revolución, permitido la radical transformación social necesaria para sentar las bases de este modelo político. En 2012, las YPG/YPJ, por aquel entonces milicias populares mal armadas, expulsan los soldados y burócratas del Estado sirio sin apenas tener que disparar unas pocas balas. A la vez, combaten encarnizadamente contra los grupos islamistas como Al Nusra y luego el Estado Islámico. Tras la liberación de Kobane del asedio del Daesh en 2015, las YPG/YPJ se expanden y lideran la coalición militar de las Fuerzas Democráticas Sirias, y para la liberación de Raqqa en 2017 las FDS son prácticamente una fuerza militar regular, entrenada y equipada a nivel semi-profesional.

Estos desarrollos militares van acompañados de un proceso transformación social en base a las ideas del confederalismo democrático, con la creación de comunas, cooperativas, centros de mujeres, comités de justicia, academias, programas escolares en kurdo, centros culturales, etc. Las instituciones sociales como el TEV-DEM (Tevgera Democratic – movimiento democrático) junto con el trabajo político del PYD (Partiya Yekineyen Democratic – Partido de la Unidad Democrática) y otros partidos políticos y movimientos sociales, se coordinan para la creación de la Administración Autónoma, organizada al principio en tres cantones (Afrin, Kobane, Cizire). Vemos así la voluntad de gestionar el territorio en base a la organización local, basado en un modelo municipalista, sin buscar la centralización de un modelo estatal.

Ninguna revolución es un proceso fácil, y a pesar de las críticas que podamos tener sobre lo acertado o no de ciertas decisiones, sin duda el proceso que vive Rojava en los ocho años que dura la revolución es admirable. Una vez más, se hace difícil resumir todo lo que sucede en unos pocos párrafos, pero cabe destacar el increíble desarrollo de la situación que viven las mujeres y el papel que juegan las YPJ en este proceso. Las mujeres en Siria, como todas las mujeres del mundo, sufren la violencia y opresión de sistemas patriarcales, pero a partir de 2014 se ven especialmente amenazadas por el fascismo teocrático del Estado Islámico. Daesh es sin duda un ejemplo paradigmático del patriarcado más brutal y sangriento, con miles de mujeres capturadas y vendidas como esclavas sexuales. En palabras de la combatiente de las YPJ Amara Kobane: “Nuestras opiniones filosóficas nos hicieron conscientes a las mujeres del hecho de que sólo podemos vivir resistiendo”, dando perspectivas sobre por qué muchas mujeres deciden tomar las armas para liberarse de tal amenaza, sobre por qué eligen la autodefensa y la acción directa contra lo que amenaza sus vidas. Tras las victorias militares contra Daesh nadie puede cuestionar el enorme valor y sacrificio que las mujeres han aportado a la revolución. El movimiento kurdo dice que ninguna sociedad puede ser libre si las mujeres no son libres, y en Rojava este lema se convierte en el corazón del proceso revolucionario.

Nuestra participación en todo este proceso es relativamente modesta, pues apenas contamos con tres años de recorrido en Rojava. Al principio, lo más importante fue entender la realidad local, la lengua y la cultura kurdas, el proyecto político y el funcionamiento de las organizaciones y estructuras. Esto también trajo algunas contradicciones ideológicas junto a muchos aprendizajes metodológicos. A pesar de nuestras similitudes ideológicas y las referencias de Öcalan a diferentes pensadores anarquistas, como Bakunin, Kropotkin o Foucault, el anarquismo sigue siendo un gran desconocido para el movimiento kurdo. En el tercer volumen del “Manifiesto por una Civilización Democrática”, Öcalan reflexiona sobre la importancia del anarquismo como aliado clave en el desarrollo de la modernidad democrática, compartiendo sus críticas y perspectivas para los movimientos anarquistas. En el campo ideológico, nuestro trabajo se ha centrado en reflexionar sobre estas ideas y contradicciones, traduciéndolas y haciéndolas más accesibles a un amplio público. También hemos dedicado tiempo a debatir y poner en común nuestras ideas, puesto que somos un grupo internacional de anarquistas de varios países, a menudo con diferentes perspectivas y trayectorias.  Esta labor nos ha dado mayor entendimiento de los movimientos libertarios en distintas partes del mundo y como situarlos en el contexto del proceso revolucionario que vivimos.

En el campo práctico, nuestra labor se ha centrado en la defensa de la revolución. Tras participar en diferentes campañas militares contra el Estado Islámico, hemos trabajado para capacitarnos como médicos de combate, ya que la atención sanitaria en los primeros minutos puede ser crucial para la supervivencia. Tekoşîna Anarşîst trabajó como equipo médico de combate en la campaña de Baghuz, el último bastión del Estado Islámico, y desde entonces ha sido nuestra principal tarea siempre que ha habido un frente activo en Rojava. Operar como equipo médico de combate también significa ser capaces de formar a los nuevos miembros en estas disciplinas, así que hemos puesto mucho esfuerzo en compilar lo aprendido para compartirlo con nuevos compañeros y compañeras que llegan para sumarse a la revolución.

-¿Cómo analizan la coyuntura actual del conflicto en Siria y qué perspectivas prevén que se desarrollen?

-A día de hoy, julio de 2020, la guerra continúa en Siria. Recientemente, celebramos el octavo aniversario de la Revolución de Rojava, recordando el día 19 de julio de 2012 cuando se declaró la autonomía en la ciudad de Kobane. El Estado Islámico ha sido derrotado tras la batalla de Baghuz a finales de 2019, pero aún hay células y grupos operativos que siguen realizando atentados. Muchos de sus antiguos miembros también se han unido a los grupos islamistas apoyados por Turquía, que desde principios de 2018 ocupan el cantón de Afrin. Hace menos de una año de la última ocupación militar de Turquía y sus mercenarios islamistas en Rojava, cuando atacaron las ciudades y pueblos comprendidos entre las ciudades de Serekaniye y Gire Spî (Tel Abyad, en árabe)  a lo largo de la frontera.

La población refugiada de estos conflictos bélicos se encuentra en campos de refugiados, como los campos de Sheeba donde tuvo que huir la población de Afrin, o el campamento Waşokani donde la población de Serekaniye huyó buscando refugio de las bombas turcas. También el campo de Al Hol es de difícil gestión, donde decenas de miles de mujeres y niños que vivían bajo el califato islámico se encuentran retenidas. En Al Hol se encuentra población civil que huyó del califato pero también mujeres que mantienen sus ideas fundamentalistas islámicas, a menudo organizando motines y declaraciones de apoyo al Daesh, atacando las fuerzas de seguridad del campo así como a otras mujeres, apuñalando, arrojando ácido o prendiendo fuego a otras tiendas. También las cárceles especiales para combatientes del Daesh se añaden a las dificultades que afrenta la Administración Autónoma a la hora de estabilizar la región, esperando un tribunal internacional que juzgue sus crimines y permita encontrar soluciones. Pero la comunidad internacional no parece muy interesada en apoyar este tipo de proceso judicial, y son pocos los países que han repatriado los combatientes internacionales que dejaron sus países para unirse a las filas del Estado Islámico. También en estas cárceles se viven a menudo motines e intentos de fuga.

Los campos de refugiados son también focos de emergencias sanitarias, con brotes de salmonelosis u otras enfermedades, como leishmaniasis en los campos de Sheeba. Por ahora, Rojava no ha sufrido brotes de COVID-19, pero la auto-administración ha estado trabajando en los preparativos para prevenir futuros riesgos. Nuestra trabajo en temas sanitarios nos ha permitido también aprender y apoyar en estos campos y comprender mejor la situación, así como colaborar en el desarrollo de formación y preparativos de medidas preventivas en caso que la pandemia se empiece a expandir por aquí. El hospital de Serekaniye, ahora bajo ocupación turca y sus mercenarios islamistas, era el único equipado para hacer tests de PCR, y es sabido que Turquía está enviando allí a un gran número de infectados con COVID-19. También en Afrin la epidemia se extiende, dada la directa conexión del ejército turco con los grupos islamistas que ocupan la zona, posiblemente en un intento del ejecutivo de Erdogan para expandir el virus a Rojava. También en las partes de Siria que siguen bajo control del Estado Sirio el virus se ha extendido, así que no sabemos hasta cuando Rojava se va a ver libre de los efectos de la pandemia.

La situación militar tampoco es fácil. Por un lado el gobierno de Erdogan sigue amenazando con la ocupación de la región, con especial riesgo para Tal Rifat y los campos de Sheeba, así como Manbij y Kobane. Como hemos visto con otras operaciones, no es cuestión de si Turquía va a atacar de nuevo o no, sino de cuándo va a hacerlo. Recientemente el Erdogan ha anunciado una nueva operación en Bashur, Kurdistán en territorio iraquí, que se inició con más de 80 bombardeos realizados por las fuerzas aéreas del Estado turco. Entre los objetivos se encontraban el campo de Mexmur, un hospital en Shengal, posiciones de la guerrilla y pueblos civiles en las montañas fronterizas con Turquía y con Irán, donde el PKK tiene sus bases. También a finales de junio un dron ha bombardeado un pueblo a las afueras de Kobane, donde se celebraba una reunión de Kongreya Star (el movimiento de mujeres en Rojava) asesinando a cuatro mujeres, incluida la responsable del área de Kobane. Todos estos ataques se realizan a la vez que Turquía mantiene su frente en Idlib, apoyando a HTS (coalición islamista liderada por la rama siria de Al Qaeda), sus operaciones militares en Libia, su agresiva política internacional en el Mediterráneo contra Grecia y una brutal represión interna contra la población kurda en las propias fronteras de Turquía.

La deriva autoritaria del Estado turco en las últimas décadas va acompañada de una purga de los mandos militares, sobre todo tras el llamado intento golpe de Estado de 2016, así como una fuerte inversión en gasto militar. Erdogan ha adquirido recientemente un segundo cargamento de sistemas anti-aéreos S-400 de Rusia, a la vez que ha cerrado un acuerdo para adquirir misiles Patriot de Estados Unidos. Vemos cómo se arma hasta los dientes, buscando mantener su puesto en la OTAN a la vez que bascula hacia un eje euroasiático con Rusia, tratando de reorganizar el tablero geopolítico de oriente medio evocando el pasado del imperio otomano. Estos sueños expansionistas, narrativa habitual del fascismo, necesitan siempre de un enemigo interno a quien culpar. En 1915, el mundo presenció el genocidio armenio en que se fundó el Estado turco, donde no solo armenios y otras minorías cristianas fueron masacradas y forzadas abandonar sus hogares, sino que sentó un ejemplo que luego sería referenciado a la hora de perpetuar el holocausto (“Después de todo, habla hoy de la aniquilación de los armenios?”, dijo Hitler antes de invadir Polonia). Ahora es la población kurda quien sufre estas políticas genocidas, y sin duda Rojava se encuentra en su punto de mira.

La situación económica en Rojava también se encuentra en un momento muy complejo, con enormes dificultades por delante. La libra siria ha caído a mínimos históricos, en los últimos meses ha perdido más de un 300% de su valor en el mercado interno. A esto hay que añadir las nuevas sanciones contra Siria impuestas por la administración de Trump, un movimiento de guerra económica que pese a estar dirigido contra el gobierno de Al Assad, repercute profundamente en toda Siria. Trump prometió que la auto-administración de Rojava estaría exenta de estas sanciones, pero por ahora esta promesa no se ha materializado, y hay que sumarlas al embargo que sufre Rojava desde el inicio de la revolución. En cuestión de recursos, en Rojava hay abundancia de dos recursos clave, trigo y petróleo, pero también estos encuentran ahora dificultades. La crisis del COVID-19 ha causado una caída del precio del crudo, lo que repercute enormemente en los ingresos de la auto-administración. Además, las sanciones mencionadas contra el gobierno de Al Assad dificultan la venta del crudo, que necesita de las refinerías en las zonas bajo control del Estado sirio para poder procesarlo. También la cosecha del trigo, importante recurso que se recoge en estos meses, atraviesa dificultades. Por un lado la auto-administración ha decidido avanzar la cosecha para evitar lo que ocurrió el año pasado, donde grupos insurgentes prendieron numerosos fuegos a los campos de trigo. Avanzar la cosecha ha permitido reducir los incendios y asegurar que no se pierde el trigo, pero a la vez se ha recogido aún verde y el precio al que se puede vender es menor. A esto hay que sumar el robo de trigo que se encontraba almacenado en los silos de las zonas ocupadas por Turquía, como los importantes silos de Gîre Spî.

Un último punto que queremos mencionar está también relacionado con los efectos globales de la pandemia, y es el cierre de fronteras que ha limitado la movilidad de internacionalistas. Durante los últimos cuatro meses ningún internacionalista ha podido entrar o salir de Rojava, esto limita el número de gente nueva que quiere viajar a Rojava pero no tiene forma de acceder.

Con toda esta situación, se hace difícil prever lo que va a suceder. La situación es altamente inestable, hay tantas variables y tantos intereses en juego que las cosas cambian rápidamente de un día para otro. Sin duda la mayor amenaza es una nueva invasión por parte del Estado Turco, probablemente en Kobane, pues es su resistencia contra el Daesh la que cautivó la atención internacional. El poder simbólico de esta ciudad es muy importante, y es por eso que el Estado Turco quiere ocuparla, pues sabe que será muy difícil mantener la fe en la revolución sin la ciudad que logró romper el avance del Daesh. Es probable que el ejército turco y sus aliados islamistas decidan atacar antes Ain Issa y Manbij, pues son ciudades cercanas e imprescindibles a la hora de brindar apoyo logístico en caso que Kobane se vea asediada de nuevo. Ante un ataque así, Erdogan sabe que necesita luz verde de las potencias internacionales y regionales. La guerra de influencias entre Rusia y Estados Unidos en Oriente Medio puede jugar un papel relevante, y según como cambien los equilibrios de poder y los objetivos de ambas potencias imperialistas los efectos se harán notar, no solo en Siria, sino en todo Oriente Medio y en el mundo entero. En los últimos meses vemos una retirada constante de la presencia de tropas de Estados Unidos en Siria, aunque nunca definitiva, pues entre sus prioridades sigue estando evitar que otras potencias ganen influencia, sobretodo Rusia e Irán. A estos movimientos los sigue una carrera no solo del gobierno de Bashar Al Assad, sino principalmente de Rusia, que busca llenar los vacíos de poder que esta retirada pueda ocasionar, reforzando así su hegemonía en suelo Sirio y asegurando su acceso al Mar Mediterráneo.

También otras potencias regionales pueden influir en el futuro de Siria, como el Estado de Israel, que sigue manteniendo su ocupación en los Altos del Golan, así como constantes ataques y bombardeos contra diferentes objetivos en suelo Sirio. La presencia de Irán en Siria tampoco es ningún secreto, de hecho la mayoría de los ataques de Israel suelen ser contra objetivos de Hezbola u otras fuerzas cercanas al régimen teocrático de Irán. El gobierno sionista de Netanyahu aprovecha la enemistad de Irán con Estados Unidos para atacar impunemente y debilitar así las potencias que rodean el Estado de Israel. También Estado Egipcio empieza a dar muestras de agitación, con amenazas de intervenir en el conflicto en Libia para detener la expansión de la influencia turca. Por ahora Egipcio está fuera del tablero Sirio, pero el gobierno de Al Sisi ve el despliegue de Erdogan como una amenaza, dado su discurso neo-otomanista y su fuerte relación con los Hermanos Musulmanes, principal oposición al gobierno de Al Sisi.

Otro escenario posible en un futuro cercano es un ataque total por parte del Estado turco a Qandil, en el Kurdistán Iraquí, donde se encuentran las bases del PKK. Erdogan lleva años asediando las montañas donde el movimiento insurgente kurdo tiene su corazón, y espera contar con el apoyo de la OTAN y su entramado mediático y tecnológico para poder realizar dicha operación. Pero para asediar las montañas, Erdogan necesita la colaboración no solo del Estado Iraquí, sino también las fuerzas del Estado de Irán, pues Qandil se encuentra en la frontera que separa ambos estados. También sería una operación muy costosa, y dada la inestable situación económica de Turquía y sus múltiples frentes abiertos, no está muy claro si Erdogan será capaz de iniciar una campaña a gran escala. Sin duda, un ataque así condicionaría enormemente Rojava, puesto que las influencias ideológicas de Abdullah Öcalan en el desarrollo del confederalismo democrático son claves, y la revolución de no puede quedarse de brazos cruzados ante un ataque de tal magnitud contra el pueblo kurdo.

Como podemos ver, Rojava es un actor pequeño en un tablero de potencias llenas de rencores y conflictos. Su breve historia se ha visto siempre amenazada por el contexto de guerra y conflicto que le rodea, y su mera existencia desafía planes y agendas de las potencias que intervienen en Siria. A pesar de breve alianzas tácticas es claro que ningún Estado tiene interés en permitir que este proyecto revolucionario prospere y se expanda. Ahora que el Estado Islámico ha sido derrotado, otras fuerzas y poderes continúan hostigando este proyecto revolucionario, principalmente a través del Estado turco y sus aliados. Rojava existe gracias al compromiso y al esfuerzo colectivo de miles de militantes, y debemos tener siempre presente que, sin su sacrificio, nada de lo que hoy vivimos aquí sería posible. Los ataques sufridos han provocado pérdidas muy importantes y procesos muy dolorosos, teniendo que seguir adelante y reconstruir las ruinas que la guerra ha dejado. Como militantes, estas experiencias nos han obligado a apreciar la necesidad de autodefensa a niveles muy profundos, y a apreciar la vida y los momentos de felicidad con más gratitud de lo que jamás antes habíamos experimentado.

A día de hoy, Rojava sigue siendo un modelo inspirador para movimientos revolucionarios de todo el mundo, un espacio de debate y práctica política demostrando que otro mundo es posible. Rojava no es una sociedad anarquista, pero es una sociedad donde anarquistas de todo el mundo podemos aprender y poner en práctica nuestras ideas. No podemos permitir que este faro de esperanza se apague, y aunque sigan atacando seguiremos construyendo, defendiendo y desarrollando el mundo en que soñamos vivir. Los ataques que vendrán seguirán causando dolor y destrucción, pero nos dan miedo las ruinas porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones.

FUENTE: Federación Anarquista Uruguaya