La revolución silenciada

El kurdo es un pueblo negado: unas 40 millones de personas distribuidas en cuatro países, Irán, Irak, Siria y Turquía, que desde la conformación de los estados luchan por su reconocimiento y existencia. Sus habitantes, a pesar de la persecución permanente, han logrado construir un modo de vida que se asienta en una visión feminista, anarquista y ecologista del mundo. En conversación con Soy, Mehmet Tarhan, activista kurdo y LGBTI, cuenta por qué no concibe los dos activismos de manera separada y alienta a enfrentar las opresiones con una respuesta organizada.

Para comprender la situación de la población kurda -repartida entre los cuatro países: Irán, Irak, Siria y Turquía- y particularmente la situación de sus ciudadanos LGBT, es necesario entender que el enemigo común de las luchas de clase, raza, sexualidad y género, es básicamente el mismo patrón liberal y patriarcal -valga la redundancia- en cualquier parte del mundo. Si lo viéramos como un juego de mamushkas seguramente la muñeca más grande representaría en este caso a los kurdos en general, y la persecución se iría afinando de muñeca a muñeca, hasta llegar a la última identidad, representativa, probablemente, de las travestis, quienes soportan como en todas partes las peores condiciones de desprotección. El núcleo de organización social kurda se asienta por sobre todo en la idea de una diversidad real pero, según el activista refugiado Mehmet Tarhan, esto resulta una gran amenaza para el Estado turco, presidido por el absolutista Recep Tayyip Erdogan. Los grupos nacionalistas y conservadores premian en toda Turquía con sus votos la persecución a la población más vulnerable: “Para conquistar votos de nacionalistas -que si no son suficientes se apela al fraude ya denunciado y comprobado-, el gobierno turco empezó a perseguir y encarcelar kurdos, porque cuando atacás kurdos, los turcos apoyan”, explica Mehmet. ¿Esto no nos suena conocido? ¿No son las políticas duras y represivas en Europa y en ciertos países de América, la música de la flauta con la que se levanta la serpiente clasista a la hora de dar sus votos? Aunque estemos lejanos en distancia respecto del pueblo kurdo, todo está sucediendo acá, en este mundo. “A mí me dieron cuatro años de prisión, pero estuve once meses. Soy objetor de conciencia -explica Mehmet-. Es una obligación en Turquía hacer el servicio militar, pero yo no quise ir y declaré. Soy antimilitarista y no quise matar a mis hermanos. Por eso me dieron cuatro años. En Turquía hay un genocidio contra los kurdos”.

-¿Cuál es la realidad actual del pueblo kurdo?

-Había un acuerdo de paz entre Turquía y el PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán), pero Turquía lo canceló unilateralmente porque el HDP (Partido Democrático de los Pueblos), que es una organización pro-kurda -que no forma parte del PKK, aunque el gobierno intente asimilarla a él, al que consideran terrorista- ganó con un 13% de votos -esto es más de seis millones-, una situación amenazante para el régimen turco.

-¿Cuándo se formó el PKK?

-Kurdistán está en cuatro países. Y el PKK se fundó en el año ‘78, en guerra contra Turquía. Primero era por la independencia de los kurdos, pero ahora tiene otra ideología: es el  Confederalismo Democrático que no busca crear un Estado nacional kurdo, sino un sin Estado. Es cuasi anarquista, aspira a integrar todos los grupos étnicos, religiosos, sexuales, todo. Un Confederalismo Democrático para toda la gente, una ideología feminista y ecologista. En 2015 Turquía no respetó el proceso de paz y empezó a atacar a todas las ciudades kurdas, 12 ciudades se destruyeron con aviones y tanques en el sudeste, y quinientas mil personas fueron desplazadas forzosamente (algunas se exiliaron, pero la gran mayoría son desplazadas internas). Por eso digo que es un genocidio, quedaron regiones vacías de personas. También Turquía atacó a los kurdos en Siria, “limpiaron” a todos los kurdos. Uso este verbo porque es lo que ellos dicen: “vamos a limpiar a todos los kurdos”. Eso es un genocidio. El ministro del interior lo dijo.

-¿Qué amenaza representa el pueblo kurdo?

-Es muy peligroso porque Turquía ahora es un Estado nacional, que antes de la primera guerra era el Imperio Otomano (entonces aliado de Prusia, y luego, cuando se declaró como República de Turquía, fue aliado de la Alemania de Hitler, siguiendo la misma línea). Los turcos y kurdos no tenían problemas, eran musulmanes todos mayormente, pero empezaron a tenerlos a partir del genocidio en Armenia en 1915, donde se mataron un millón quinientos mil. ¿Por qué esta idea de ser únicos, esta idea monolítica, de parte de los turcos? Los turcos protegen su idioma y no se asimilan al resto. Turquía no puede aceptar derechos culturales y de otras etnicidades, por eso Kurdistán, que es colonia, representa un peligro para ese Estado, lo mismo que para Irán, que también es colonialista (se estima que ahí viven diez millones de kurdos, aunque no hay cifras oficiales).

-Hay varias ciudades regidas por el modo de vida kurdo: ecologista, feminista, diverso…

-Amed (Diyarbakir en turco) por ejemplo, es la más grande, una capital culturalmente kurda. Hay un gran movimiento feminista.

-La lucha por los derechos LGBT hay que entenderla en el marco de una situación social mayor… 

-El Movimiento de Mujeres de Kurdistán y el LGBT en Turquía, no solo en Kurdistán, siempre apoyaban a otros movimientos. Los LGBT eran de izquierda y feministas, porque nos alimentamos de feminismo. El movimiento de mujeres de Kurdistán es muy poderoso. Siempre trabajamos juntos. Antes había grupos LGBT en algunas metrópolis, pero a partir de 2005 hay también en otras ciudades. El movimiento kurdo nos apoya mucho, si soy del HDP también soy LGBT, si sos kurdx sos ecologista. Siempre hay conexiones, no tenemos una identidad monolítica. Esto es confederalismo.

-El movimiento kurdo incluye una variedad de identificaciones políticas, religiosas, de género, querés decir…  

-Sí, sí. Parte del movimiento kurdo en Turquía son todos ecologistas, LGBT, árabes, armenios, alevíes, cristianos. El movimiento kurdo apoya la diversidad, porque no quiere un Estado nacional sino democratizar a Turquía. Las feministas kurdas apoyan las reivindicaciones de la comunidad LGBT para luchar contra el heterosexismo.

-El patrón común persecutorio tiene características patriarcales (no solo en Turquía) más allá de las luchas de género…

-En el HDP no tenemos un presidente sino siempre dos, una mujer y un hombre. Para elegir candidatos a diputados hay una comisión de mujeres que eligen mujeres y los hombres no opinan. Pero para hombres elegimos juntos. Las mujeres tienen autonomía. En la comisión central del partido, el HDP tiene que ser mínimo 50% mujeres, no puede ser 49%. Yo participé de esa comisión y siempre hay candidatxs LGBT desde 2015. El 24 de junio hubo elecciones con un candidato LGBT. Esas cosas siempre abrieron un lugar para luchar contra el heterosexismo. Ahora en Dersim o Amed o Antep hay grupos LGBT que son parte de HDP. En diez años, casi todo Kurdistán tiene grupos de activismo, no podríamos haberlo hecho sin apoyo del Movimiento de Liberación de Kurdistán. Porque el partido de Erdogan es islamofascista y siempre nos ataca. Todos los eventos LGBT se prohibieron, por ejemplo en Ankara no podés mostrar una película ni una conferencia. Antes había marchas del orgullo en Estambul, iban 150.000 personas, pero hace tres años fue atacada directamente con gases, cortaron caminos, hubo muchos heridos, no hubo muertos por suerte. Y después atacaron una fiesta en un bar aquél día. No hubo muertos porque muchos militantes de izquierda y kurdos fueron a luchar con la policía para que se abrieran las puertas para que los que estaban en el bar pudieran salir. Al siguiente año decidieron marchar no por las avenidas principales sino por los barrios y entonces fueron atacados en los barrios. Tenemos un problema grande, estamos peleando contra un dictador. Él hace lo que quiere, no hay ley ni derechos.

-También hay una política de desempleo y persecución a periodistas por causas ideológicas, ¿verdad?

-En los últimos dos años, a partir del golpe de 2016, Erdogan inició una purga en el Estado y 200.000 perdieron sus trabajos porque son de izquierda o están vinculadxs con el gulenismo. También hay más de 150 periodistas encarceladxs. Por ejemplo, hacen noticias sobre un niño asesinado y eso alcanza para ser terrorista. Miles de personas en la cárcel hay por haber escrito algo en una red social. Una mujer pidió que no se mataran más niñxs, sin mencionar siquiera la palabra “kurdo”, y fue a la cárcel con su bebé. Esto fue en Estambul. El problema no es solo en Kurdistán, que queda en el sudeste de Turquía.

-No hay una zona liberada para los kurdos entonces. Pero, ¿cómo se logró que haya ciudades que logren vivir bajo el modo de vida kurdo?

-Los kurdos son muy politizados, desde los niños hasta las abuelas, especialmente abuelas. Las Madres de Paz, que son un grupo como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo (de hecho están inspiradas en ellas) siempre al frente de las marchas. Por eso no pueden matar ese movimiento, porque está en el pueblo, no es sólo un grupo de militantes. Es una organización horizontal, no vertical. El último año se encarcelaron 10.000 militantes de HDP -alcaldes, diputados-, pero no nos pudieron exterminar.

-Hablame de la persecución, específicamente, a la población LGBT…

-Este dictador (por Erdogan) quiere construir un Estado fundamentalista, nacionalista y religioso. Por eso perseguir a los LGBT es un modo de conquistar votos de los sectores conservadores. Turquía es un país homo y transfóbico, sino lo fuera ¿por qué habría de haber movimiento LGBT? Pero es un movimiento realmente poderoso porque no son liberales, no solo luchan por sus derechos, luchan para la democracia realmente, y la igualdad. Por eso pueden conectar con todos los otros grupos. La alianza es grande. Los problemas exceden a la figura del dictador.

-La situación de la población trans debe ser la más difícil, naturalmente…

-Sí, como aquí. No tienen trabajo ni protección, no tienen apoyo médico.

-Dijiste antes “no son liberales”. Esto lo leo en el marco de lo que se estás convirtiendo el movimiento LGBT en el mundo, que en países europeos forma parte de gobiernos de derecha… 

-Yo soy gay y no soy solo gay. Por eso mi lucha no puede agotarse a una cuestión sexual. Soy trabajador también, tengo una clase, acá soy refugiado de clase baja. Mi lucha tiene que ser conectada con las otras. En Europa y acá también lo observé, no tienen proyectos para toda la gente, solo luchan por los reclamos de lxs LGBT, tienen una identidad monolítica. Buenos Aires es capital LGBT, pero en Parque Patricios o en Palermo la realidad es otra. Si solo pensamos en la calidad de vida individual no podemos cambiar demasiadas cosas. No se trata solo de leyes, que un día pueden cambiar. Tenemos que construir una vida en sociedad y para eso tenemos que ver nuestra identidad integralmente.

FUENTE: Paula Jiménez España / Página/12