Localizadas en la región iraquí de Sinyar 35 fosas comunes del genocidio yezidi

A medida que el Estado islámico va perdiendo terreno, tanto en Siria –Al Bab y Raqqa- como en Irak –Mosul-, se van conociendo más datos sobre el genocidio yezidi, una ancestral religión practicada entre el pueblo kurdo, sobre todo en la región iraquí de Sinyar, víctima de una campaña de limpieza étnico-religiosa llevada a cabo por fuerzas yihadistas durante el verano de 2014.

Esta región de Sinyar, situada entre la ciudad de Mosul y la frontera siria, hace meses que fue recuperada por los peshmergas kurdos y los guerrilleros del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), habiéndose comenzado a exhumar parte de las 35 fosas comunes localizadas por la organización Yazda, dedicada específicamente a denunciar estas masacres.

Para el Estado Islámico pero también para otras corrientes integristas del islam, los yezidis, pese a su origen zoroastriano, son “adoradores del diablo” y, por lo tanto, no están incluidos entre “las religiones del libro” –cristianismo, judaísmo y mazdeísmo- que, de acuerdo con las enseñanzas de Mahoma en El Corán, deben ser respetadas por la religión musulmana. Debido a esta razón, para los yihadistas, los varones adultos y las mujeres de avanzada edad deben ser sacrificados si no renuncian a su religión y se convierten al islam, mientras que las mujeres menores de 50 años pueden ser utilizadas como esclavas sexuales y los niños enviados a centros de adoctrinamiento religioso.

En base a este planteamiento, en agosto de 2014, el Estado Islámico lanzó una ofensiva general sobre la región de Sinyar, provocando el éxodo de más de 300.000 personas. Se calcula que un número indeterminado de varones y mujeres mayores de 50 años fueron asesinados tras ofrecerles la posibilidad de abrazar el islam pero sin advertirles previamente que la negativa suponía su inmediata ejecución.

En total, también se calcula que unas 5.000 mujeres y niños cayeron en manos de los atacantes. De esta cifra, según los últimos datos, unas 2.000 mujeres habrían sido liberadas, escapado o “compradas” a través de intermediarios para devolverlas a sus familias. El resto, tanto mujeres como niños, permanecerían en las ciudades todavía bajo control del Estado Islámico, especialmente en Mosul, Raqqa, Hawija y Baaj.

Las últimas fosas comunes se han descubierto junto al cruce de Shababit, en la carretera que une Sinyar y Mosul, próximo al enlace que sube hacia la montaña por donde huyeron buena parte de los yezidis aquel verano. De acuerdo con los informes facilitados a varias agencias de prensa por el alcalde de Sinyar, Mahma Xelil, se encontraron una veintena de cuerpos, que conservaban sus documentos de identidad.

La organización Yazda también ha recuperado fotografías realizadas por los propios ejecutores de las matanzas colectivas y se tiene el convencimiento de que solo en las fosas localizadas en el pueblo de Choko hay amontonados cientos de cuerpos puesto que aquí se asesinó a la práctica totalidad de los varones.

De Choko precisamente es originaria Nadia Murad, la joven propuesta para el Nobel de la Paz y que ha recibido varios galardones internacionales de Derechos Humanos, entre ellos el Sajarov del Parlamento Europeo, por su valor al denunciar la tragedia de las mujeres poniendo como ejemplo su propio caso.

Según ha explicado ante varios parlamentos y gobiernos, incluso en el Consejo de Seguridad de la ONU, fue vendida hasta en doce ocasiones antes de poder escapar cuando su último “propietario” se disponía a realizar con ella una nueva transacción económica. De acuerdo con las normas del Estado Islámico, una “esclava sexual” forma parte de los bienes del propietario y, en caso de fallecimiento del “dueño”, pasa, como cualquier otra propiedad, a su heredero.

Nadia Murad ha sido propuesta para el Premio de Derechos Humanos que entrega anualmente la Fundación Sabino Arana, vinculada al PNV, y la Fundación del Club de Fútbol Barcelona le dedicó un homenaje el pasado mes de enero, haciéndole entrega, de manos de los jugadores Leo Messi y Luis Suárez, de una camiseta del Barça con su nombre y el número 10 del equipo.

Igualmente y por invitación del Ministerio español de Asuntos Exteriores, en octubre de 2015, se celebró en la ONU un seminario-homenaje a las víctimas del terrorismo a nivel internacional, invitando expresamente a la activista Pari Ibrahim, impulsora de la Fundación Yezidi Libre, cuya página web muestra una fotografía durante su intervención junto a los ex ministros José Manuel García-Margallo y Jorge Fernández Díez.

Otro de los dramas del genocidio yezidi reside en los niños que, una vez asesinados sus padres y vendidas como esclavas sus hermanas, han sido llevados a campos de entrenamiento para adoctrinarlos como “hombres bomba”. Así se aprecia en un vídeo difundido por el Estado Islámico mostrando a dos niños que se identifican como Amjad y Asaad Sinyari (de Sinyar) y explican, armados con kalashnikovs, que han cambiado sus nombres por los musulmanes de Abu Yusuf y Abu Khattab.

De acuerdo con la traducción realizada por la agencia Iraqi News, Amjad y Asaad reconocen que los yezidis son “adoradores del diablo” debido a su “ignorancia” y que habían abandonado esta religión “pagana” tras haber pasado por un “instituto religioso” en Siria, donde se les preparó para realizar ataques suicidas, incluso si el objetivo fueran sus propios familiares.

Igual gravedad tienen las secuelas psicológicas que sufren quienes han padecido el cautiverio yihadista, por lo que, por primera vez, se ha abierto un centro en la Universidad de Dahok –norte de Irak- para preparar a especialistas en situaciones traumáticas con el apoyo del estado federal alemán de Baden Wuerttemberg. Esta región alemana ha acogido ya a un millar de mujeres yezidis para su rehabilitación psicológica, experiencia que ha asumido igualmente el Gobierno de Canadá, aprobando un programa para recibir a otro millar de mujeres víctimas del Estado Islámico.

FUENTE: Manuel Martorell/Cuarto Poder (https://www.cuartopoder.es/terramedia/2017/02/25/localizadas-en-la-region-iraqui-de-sinyar-35-fosas-comunes-del-genocidio-yezidi/8626)