Las tendencias neo-otomanas del auto proclamado Sultán de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se volvieron bastante peligrosas para Medio Oriente, la Europa sudoriental, el norte de África y, ahora, el Líbano. Después de varias intervenciones sangrientas en el norte de Siria, donde miles de sus mehmetchiks (soldados turcos) y mercenarios desaparecieron bajo los ataques de las Fuerzas Democráticas Sirias, Rusia, el ejército sirio y las unidades aéreas y terrestres de la coalición estadounidense, el presidente turco decidió ocupar Libia y las islas Al-gem para obtener petróleo y gas y cumplir sus sueños de “hermandad musulmana”.
Además, como el Líbano fue construido y prosperó con el aporte de la talentosa comunidad armenia -descendientes del genocidio-, Erdogan planeó ejercer inteligencia política y militar contra esta colectividad. También, condenó a los armenios por recordar el genocidio sirio y asirio (Sayfo), cometido por los otomanos, y por hablar del horrible bloqueo del Líbano durante la Primera Guerra Mundial, cuando 250 mil cristianos murieron de hambre. Recientemente, se habían preparado libros y películas sobre estos crímenes y las masacres que el Estado turco organizó en el Líbano y Siria, como resultado de las cuales tres millones de personas murieron y miles de otras emigraron a América.
Después de la última visita de Erdogan al Líbano, las comunidades étnicas turcomanas y pro-ISIS (DAESH-ist) en Trípoli y Akkar lo recibieron con gran calidez. Pronto se vieron hospitales y centros culturales de propaganda islamista, actividades políticas y militares anti-chiítas del régimen iraní y sirio en todas partes. Se realizaron muchas manifestaciones contra estos países y sus seguidores. Especialmente, se intensificaron contra los armenios: motociclistas con banderas y lemas turcos deambularon por algunas calles de Trípoli y Beirut. Incluso algunos palestinos ingenuos comenzaron a creer en las mentiras de Erdogan, muchos de los cuales se convirtieron en miembros de la Hermandad Musulmana o ISIS. Todos ellos recibieron pensiones mensuales y se armaron para desestabilizar al Líbano, y que así se convertiría una vez más en parte del imperio neo-otomano de Erdogan.
Recientemente, el 11 de junio, un miembro de la comunidad “Mardinli” del Líbano, que a veces se considera “kurdo”, a veces “turco” sunita, libanés o sirio, el ex mafioso de la prisión Mounir Hassoun emitió un video en Internet y Facebook donde atacaba al periodista de televisión armenio libanés Nshan Der Haroutiounian.
En la noche del 10 de junio, Nshan tuvo una entrevista con una figura política famosa, el ex ministro Wiam Wahhab, donde criticaron los crímenes otomanos en el Líbano y a Erdogan, que “se estaba convirtiendo en un factor muy peligroso para el mundo árabe”. Después de una feroz respuesta de Nshan a un televidente, el episodio continuó al día siguiente. Este “patriota” turco “desconocido” -que dijo que él es el presidente del sindicato “Mardinlis” en el Líbano- no sólo criticó al periodista armenio, sino también que justificó el genocidio armenio por parte de los turcos y “prometió” cometer otra masacre contra los armenios “infieles” si fuera necesario. Los círculos progresistas armenios y cristianos se indignaron ante estos comentarios peligrosos, que seguramente fueron pagados por la embajada turca y la inteligencia en el Líbano, como de costumbre.
Otras figuras “defendieron” descaradamente el “honor” turco, como el ex ministro del interior Ashraf Rifi y ex MP Misbah Al-Ahdab. Y los ataques fascistas siguieron. El jueves 11 de junio, se manifestaron con banderas turcas frente al edificio de televisión Al-Jadid, en West Beirut, maldiciendo a Nshan y a los armenios con palabras sucias.
Por la noche, el diputado libanés-armenio de la Federación Revolucionaria Armenia – Tashnagtsutiún (FRA) Hagop Pakradounian anunció que el Ministerio del Interior, la policía y el palacio presidencial fueron contactados y un grupo de abogados llevará este peligroso incidente a los tribunales contra el “libanés” Mounir Hassoun y lo privará de su ciudadanía libanesa, porque “se considera a sí mismo un sustituto de Erdogan”.
De todos modos, en una atmósfera de grave crisis económica, política y de coronavirus, la comunidad armenia en el Líbano nunca descansará.
FUENTE: Hamo Moskofian (desde Beirut) / Nor Sevan