Se usa el término alevíes para designar a un amplio grupo de comunidades heterodoxas musulmanas con características religiosas, culturales e identitarias propias. Los alevíes constituyen la minoría religiosa más numerosa de la República de Turquía y han sido objeto de discriminación y violencia a lo largo de su historia. Si bien se les suele ubicar dentro del mundo chiita, en realidad los alevíes deberían ser abordados como un grupo que escapa a la dicotomía sunita-chiita, que tan comúnmente se usa en Occidente para acercarse al mundo islámico.
Los alevíes no solo siguen una interpretación diferente del islam a aquella establecida por el sunismo y chiismo ortodoxos, también tienen prácticas sociales y estilos de vida divergentes, por lo que han sido víctimas tanto de diferentes gobiernos de la República de Turquía como de sectores radicales e intolerantes de la misma sociedad turca.
Debido a la persecución e intolerancia de la cual son víctimas, es difícil establecer un número exacto de alevíes. Un estudio del periódico Millet, de Turquía, establecía en 4,5 millones el número de alevíes, mientras los estudios académicos afirman que representan 11,4% de la población turca, aunque la Federación Aleví-Bektashi sostiene que son 33%. Quizá lo más adecuado sea ubicar en 20 o 25 millones el número de alevies, tanto en territorio turco como en países europeos en los cuales se han ido estableciendo en los últimos años.
Los alevíes son un grupo religioso que se compone de cuatro grupos lingüísticos diferentes: el turco azerbaijano, el arábico, turco y kurdo, este último subdividido en zaza y kurmanji, siendo los dos últimos (turco y kurdo) los más numerosos y políticamente activos, lo que demuestra una comunidad diversa étnicamente, pero unida en diferentes prácticas comunes. Se suele identificar a los alevíes como kurdos, pero en los últimos diez años se ha experimentado una reconfiguración en la identidad aleví, que lleva a algunos a definirse como alevíes de habla zaza (un subgrupo lingüístico kurdo).
La mayoría de los alevíes actuales trazan sus orígenes en los kizilbash (grupos chiitas heterodoxos surgidos durante el siglo XV en la zona del actual Azerbaiyán y que eventualmente migraron hacia Anatolia y el Kurdistán), y a los Bektashi (ordenes sufí derviches establecidas durante el siglo XIII por Haji Bektash Veli de Khorasan) que, si bien comparten el mismo sistema de creencias, están organizadas de forma separada, pues mientras los kizilbash son tradicionalmente rurales, los Bektashis han sido urbanos y más abiertos a nuevos adeptos.
Estas órdenes sufíes basan la autoridad política en la figura del sheikh, quien es la guía y modelo a seguir para sus seguidores, denominados mûrit, en la búsqueda de una interpretación profunda de la fe espiritual. Históricamente, la figura del Sheikh ha sido de carácter hereditario y constantemente hay fracturas internas en la comunidad por la aparición de nuevas figuras inspiradas espiritualmente que reclaman y desafían el liderazgo del sheikh.
No solo la autoridad del sheikh se ve cuestionada internamente, pues también los liderazgos oficiales sunitas y las instituciones del gobierno secular turco limitan el poder del sheikh sobre su comunidad/hermandad (tariqa), especialmente sobre las nuevas generaciones. Desde la fundación de la República de Turquía, en 1923, la comunidad aleví ha apoyado a los gobiernos seculares al considerarlo un protector de los alevíes contra la violencia y opresión de la mayoría sunita, que suele acusar a los alevíes de llevar un tipo de islam anómalo y relajado y, por lo tanto, herético.
Los alevíes suelen ser apreciados por los turcos seculares, que ven en ellos una forma no dogmática de aproximarse a la vida espiritual que desafía a las interpretaciones ortodoxas y rígidas de los sectores fundamentalistas. Algunos historiadores, como Andrew Mango, reconocen que mucho del folclore aleví se encuentra expresado en las comunidades rurales de Turquía, mismas que han generado una forma de vida espiritual particular más que un cuerpo fijo de creencias religiosas.
Los alevíes, inspirados en las reflexiones sufíes, consideran que el Corán tiene un mensaje manifiesto y al alcance de cualquier creyente y otro oculto, accesible solo a los iniciados por su sheikh en un camino progresivo de entendimiento que va de la mera obediencia a la Sharia, pasando por la hermandad (tariqa) y que finaliza con el entendimiento místico de Dios (marifa) que lleva a la experiencia de la realidad divida denominada Hakkika.
Dentro del sistema de creencias aleví, resulta interesante el destacado lugar de Alí, el primo de Muhhamad, cuya figura se incluye en la profesión de fe de los alevies y que les ha generado conflictos con las corrientes musulmanas ortodoxas, para las cuales esta adoración a Alí es una herejía contraria al monoteísmo islámico. No es raro observar estandartes y pancartas de Alí en las protestas masivas alevíes.
Las creencias alevíes tuvieron su origen entre las tribus turcomanas de Asia Central, sin embargo, se advierten rasgos de creencias cristianas y judías que los alevíes absorbieron gradualmente durante los siglos X y XI. Algunos expertos sostienen que también hay creencias pre-islámicas iranias en el mundo espiritual aleví.
Además de un fuerte sentimiento de asistencia mutua, que se reafirma en la cohesión que las comunidades alevíes en países como Alemania, Inglaterra y Estados Unidos preservan, los procesos de resolución de conflictos intracomunitarios, que usualmente dirimen los ancianos (dede) y el rol activo de las mujeres en los rituales espirituales, son características propias del tipo de vida comunitaria aleví.
Los alevíes, para desfallecimiento y furia de los musulmanes ortodoxos, no practican el ayuno en Ramadán, ni rezan cinco veces al día. El peregrinaje (Hajj) a la Meca tampoco es observado por los alevíes, quienes, además, suelen consumir bebidas alcohólicas, lo que también desafía la visión ortodoxa musulmana.
Un elemento central en la vida comunitaria aleví es el cemevi, la casa de encuentro y reunión aleví; los alevíes no suelen utilizar mezquitas y prefieren estos centros culturales para desarrollar tanto los rituales religiosos como la vida comunitaria y las celebraciones sociales de sus miembros.
Históricamente, los alevíes se han ubicado en el campo y la periferia de las grandes ciudades de Turquía, aunque en las últimas dos décadas la comunidad aleví ha sufrido procesos de emigración de sus jóvenes a países europeos en los cuales la identidad aleví se reinventa y reconstruye hacia un islam de tipo humanista y moderno.
Desde una época muy temprana, la República de Turquía envió señales agresivas contra su población aleví; prueba de ello fue el año 1938 durante el cual en la remota región de Dersim (hoy Tunceli) el gobierno turco lanzó una operación dirigida a borrar completamente a la comunidad aleví kurda zaza hablante. Estos eventos brutales se saldaron con más de 20 mil alevíes asesinados, aunque algunos historiadores hablan del doble de muertos además de la destrucción de villas, pueblos y violación de mujeres alevíes.
Después de la matanza de Dersim, Jalal Bayer, el entonces ministro del Interior de la República de Turquía, declaró en la Gran Asamblea Nacional Turca que “el problema kurdo (aleví) ya no existe más y que los forajidos (refiriéndose a la resistencia kurdo-aleví) restantes serán civilizados a la fuerza”. Esa fue la postura oficial turca hacia los kurdos en general y los alevíes en particular.
Durante las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX, algunos jóvenes alevíes se vieron atraídos por organizaciones marxistas y otros, posteriormente a la Revolución Iraní de 1979, mostraron afinidad hacia los chiitas iraníes debido a su mutua reverencia a la figura de Alí. Hay que destacar que en la década de los setenta del siglo XX hubo varios enfrentamientos entre grupos de derecha y de izquierda en Turquía, que acabaron por trasladarse violentamente a la comunidad aleví; ejemplo de lo anterior fueron los asesinatos de 105 personas, en su mayoría alevíes, en diciembre de 1978 a manos de radicales turcos sunitas del Partido Acción Nacional en la ciudad de Kahramanmaras.
Tampoco las relaciones con las autoridades turcas han sido fáciles para la comunidad aleví, la cual vería hasta el año 2004 la inclusión, por parte del departamento de Asuntos Religiosos de la República de Turquía, de referencias e información sobre los alevíes en los libros de texto sobre instrucción religiosa. Antes del 2004, los alevíes, su historia, costumbres y creencias estaban totalmente marginadas en las escuelas de Turquía.
El propio mantenimiento de los cemevi alevíes es objeto de discriminación por parte del gobierno turco, pues si bien el Estado paga los salarios de los trabajadores de las mezquitas y se encarga del cuidado de las mismas, los cemevi no reciben ningún tipo de subsidio estatal por lo que los propios alevíes deben buscar formas para sostener sus centros comunitarios. Esto ha llevado a que los alevíes se nieguen a cualquier tipo de control estatal sobre sus clérigos y casas de oración. Hay que agregar que, hasta 2015, existía una prohibición legal para la construcción de nuevos cemevi.
Al ser una comunidad históricamente perseguida, los alevíes practican la taqiyya (simulación) para evadir la represión. Presentándose como sunitas o chiitas ortodoxos escapan a la violencia e intolerancia en ambientes intolerantes, sin embargo esto no ha evitado que, al emigrar a las grandes ciudades de Turquía en busca de oportunidades laborales y educativas, muchos jóvenes alevíes se encuentren expuestos a prejuicios y agresiones sin la ayuda y asistencia comunitaria.
Ante el renacimiento del islam político turco en la década de 1980, los alevíes han tendido a la izquierda política de corte secular, lo que, junto al proceso de emigración y urbanización de sus sectores jóvenes, han llevado a una resignificación del alevismo, que también se muestra crítico con las formas tradicionales del liderazgo comunitario aleví. El nuevo interés en la historia y cultura aleví ha puesto los pilares para la aparición de un movimiento político étnico alejado de las creencias religiosas, y centrado en la identidad aleví y sus luchas por el reconocimiento en Turquía que encontró en las movilizaciones sociales de junio del 2013 un espacio desde el cual visibilizar su situación. Un elemento clave en la memoria aleví son las matanzas que han sufrido, y entre las cuales podríamos mencionar la ocurrida en julio de 1993 cuando 67 de ellos fueron asesinados en la ciudad de Sivas a manos de radicales sunitas, mientras las fuerzas policiacas se mantuvieron al margen. A la anterior, sumamos lo ocurrido en marzo de 1995 en Estambul cuando más de 20 alevíes fueron asesinados por policías. El clima de violencia antialeví continuó, y en 2014 encontramos otro trágico suceso: ese día Uğur Kurt, un aleví kurdo, resultó muerto por disparos de la policía a las afueras de un cemevi de Estambul mientras se llevaba a cabo un funeral. La familia Kurt demandó a la policía y resultó ganadora en el juicio, mismo que fue seguido de cerca por alevíes no solo en Turquía sino también a lo largo y ancho de su diáspora europea.
En diciembre de 2015, el gobierno turco emitió un decreto por el cual se prometían amplios derechos a la comunidad aleví del país, entre los que destacaban el reconocimiento legal de los cemevi y sus centros de reunión. La visita de un dede a prisioneros alevíes de mayo de ese mismo año significó que, por primera vez en la historia de la República de Turquía, un líder aleví recibía un permiso oficial para reunirse con miembros de su comunidad encarcelados. A pesar, y quizá debido a estos avances, la discriminación y violencia contra los alevíes se exacerbaron en los años siguientes. Casas y centros comunitarios alevíes fueron vandalizados con eslóganes nacionalistas y frases insultantes. En la provincia de Malatya se registraron varias casas alevíes, en las que se pintaron cruces rojas en las puertas; ese mismo mes, un cemevi de Estambul fue incendiado. Los alevíes continúan marginados tanto en el sistema educativo (en donde se les obliga a tomar clases de islam en los niveles primario y secundario) como en la esfera política, con una casi nula representación dentro de los partidos políticos o en la burocracia estatal. Después del fallido intento de golpe de Estado de 2016, el gobierno de Erdogan emprendió una política de represión contra todo aquel “opositor”, y muchos periodistas, políticos, activistas sociales y académicos críticos con su gobierno han sido perseguidos y encarcelados. Los alevíes no han escapado a esta represión y muchos espacios mediáticos (radio, TV y medios electrónicos) que promovían la cultura e historia aleví fueron cerrados y censurados.
Los alevíes son un caso de estudio interesante para la academia de América Latina enfocada en Medio Oriente, pues demuestran, por un lado, la diversidad intraislámica que muchas veces se da por comprendida por la simplista dicotomía sunita-chiita y, por otro, nos muestra la intolerancia, represión y negación de derechos políticos y sociales en países como Turquía que pretenden mostrarse al mundo como tolerantes e incluyentes.
FUENTE: Manuel Férez /JerónimoMX