La Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria (AANES), comúnmente conocida como Rojava , ha iluminado la difícil situación de los apátridas, aunque lo apátrida en el caso de la AANES desafía la definición limitada del derecho internacional. A pesar de abarcar casi un tercio del territorio sirio, la AANES no ha sido reconocida como un cuerpo político legítimo ni por el Estado sirio ni por la comunidad internacional. Las limitaciones que conlleva esta falta de reconocimiento pueden tener consecuencias desastrosas durante la pandemia de la Covid-19.
Desgarrada por la guerra, bajo ataque y enfrentando una pandemia
La AANES enfrenta condiciones humanitarias graves, causadas por años de guerra contra el Estado Islámico (ISIS) y agravadas aún más por la reciente invasión turca, en octubre de 2019. 600 mil desplazados internos y refugiados, en gran parte producto de dos ocupaciones de Turquía, viven en campamentos en toda la región, donde el acceso al agua es limitado y el distanciamiento social es casi imposible. Además, hay decenas de miles de prisioneros de ISIS y sus familias custodiados en campamentos y prisiones de la administración local. Dado que sus países de origen no están dispuestos a repatriarlos o llevarlos a juicio, esta carga ha caído sobre la AANES. En general, la administración tiene pocos recursos para garantizar una protección y atención médica adecuadas para sus poblaciones vulnerables, especialmente en el contexto de una pandemia.
El sistema de atención médica de la región se ha visto muy afectado por la guerra, con solo dos de 11 hospitales en pleno funcionamiento. Solo hay 40 ventiladores para atender a una población de hasta cinco millones de personas, y dada la grave falta de camas y médicos, la región tiene la capacidad de tratar menos de 500 casos. Además, Turquía, que ocupa partes de la región, ha estado cortando regularmente el flujo de agua hacia la AANES, dejando a un millón de personas sin agua limpia. Para empeorar las cosas, los ataques de las fuerzas turcas y las milicias respaldadas por Turquía continúan a pesar del llamado de la ONU a un alto el fuego mundial debido a la pandemia, que fue acatado por las Fuerzas Demócratas de Siria (FDS).
Dadas estas condiciones, uno esperaría que las instituciones internacionales ayuden a prevenir la propagación de la Covid-19 en la región. En cambio, la ONU y la OMS se han negado a proporcionar apoyo directo a AANES debido a su política de trabajar solo con o a través de la representación oficial de un país, aunque eso significa dejar a la Administración Autónoma a merced del régimen hostil de Bashar Al Assad.
Sin Estado, sin ayuda
El acceso a la ayuda humanitaria fue un desafío para la Administración Autónoma, incluso antes de la pandemia, en gran parte debido a la falta de reconocimiento y apoyo internacional. Tras la invasión de Turquía el año pasado, la región vio la salida de las mayores organizaciones de ayuda internacional. Además de enfrentar la amenaza de ataques de las fuerzas respaldadas por Turquía, tuvieron que irse ya que no estaban registrados por el gobierno sirio: desde que las fuerzas sirias ingresaron a la región como parte del acuerdo con las FDS para detener la ofensiva turca, el registro con Damasco se convirtió en un requisito.
Además, en un movimiento para aumentar la dependencia de la AANES en Damasco, Rusia utilizó su influencia en el Consejo de Seguridad de la ONU a principios de este año para cerrar el único cruce de ayuda de la ONU a la AANES desde el Kurdistán iraquí, a través del cual pasaba el 40% de los suministros médicos hacia la región. Ahora, la ayuda de la ONU enviada a Siria va directamente a Damasco, a pesar de que el régimen es conocido por malversación de fondos y bloqueo del apoyo humanitario a la AANES.
La situación ahora se ha exacerbado por la pandemia, destacando la exclusión de entidades no estatales del sistema humanitario internacional. Debido a que la Administración Autónoma no es un gobierno, no puede negociar un acuerdo para conseguir equipos de protección como guantes y máscaras faciales; en cambio, debe comprarlos en el mercado abierto a precio completo. La falta de presencia de la OMS y la ONU en la región también significa que las ONG en el terreno no pueden acceder al fondo de la ONU de dos mil millones de dólares dedicado a la respuesta a la Covid-19. Después del estallido de la pandemia, la ONU instruyó a sus agencias de ayuda para que solo financiaran organizaciones benéficas privadas en el noreste de Siria, que están registradas en Damasco.
Al ceder a la presión del régimen de Al Assad, que parece estar saboteando deliberadamente los esfuerzos de la AANES para abordar la pandemia, la OMS ha estado proporcionando toda la ayuda de la Covid-19 al gobierno sirio. Se negó a suministrar kits de prueba a la AANES, argumentando que este último no es un Estado y, por lo tanto, no se puede tratar directamente. En cambio, la OMS exigió que la región envíe todas las muestras a Damasco para su análisis, a pesar de las advertencias de la administración sobre la falta de fiabilidad de este enfoque. Las reservas de la administración fueron ciertas, ya que la OMS no presentó el primer caso de la Covid-19 en el norte y el este de Siria. Aunque el gobierno sirio conocía el resultado positivo de la prueba, permaneció en silencio durante 11 días hasta que una ONG que opera en la región comunicó la noticia a la AANES. Este es solo el ejemplo más atroz de varios obstáculos burocráticos creados por Damasco, que la ONU y sus agencias no han podido desafiar.
En contraste, la OMS proporcionó kits de prueba a la provincia de Idlib, controlada por la oposición, a través de Turquía, que respalda a los grupos yihadistas que controlan zonas del noroeste de Siria. Las agencias de la ONU y otras organizaciones también continúan entregando ayuda a la región a través de la frontera con Turquía, que ha permanecido abierta en contraste con el cruce fronterizo hacia la AANES. Si bien Turquía se ha asegurado cierto apoyo para sus representantes en el noroeste de Siria, ningún miembro de la coalición multinacional anti-ISIS ha impulsado medidas concertadas para ayudar a la AANES a enfrentar la pandemia, dejándola a merced del régimen hostil de Al Assad.
La AANES responde a la pandemia
A pesar de estos desafíos, la Administración Autónoma demostró su capacidad de prevenir a su población, incluso en circunstancias extremas. Al principio de la pandemia, la administración tomó medidas para evitar la propagación de la Covid-19 cerrando los cruces fronterizos y anunciando un bloqueo en toda la región. El primer hospital especializado de 120 camas para casos de coronavirus, se estableció recientemente, aunque solo puede manejar casos de gravedad media, y se planean más instalaciones en toda la región. Al mismo tiempo, la administración ha tratado de mitigar las consecuencias económicas del bloqueo, al renunciar cobrar las facturas de servicios públicos, bajar los precios de los alimentos y coordinar las entregas a domicilio de bienes esenciales a través de estructuras locales. Con el cierre de las escuelas y universidades, se han lanzado lecciones y conferencias en línea para satisfacer las necesidades educativas bajo el toque de queda.
A medida que surgen iniciativas de ayuda mutua en muchos países ricos que luchan por proporcionar bienes y servicios básicos, la AANES puede ofrecer un ejemplo instructivo a aquellos que buscan alternativas viables para “volver a la normalidad”.
Como la analista Meghan Bodette argumenta convincentemente, las estructuras políticas y económicas de abajo hacia arriba de la AANES, construidas de acuerdo con el principio de la gobernanza descentralizada, han desempeñado un papel importante en la respuesta de la región a la crisis. Muchas cooperativas, el pilar de la nueva visión económica, y los talleres de producción local, se han adaptado rápidamente para satisfacer las demandas de la pandemia. Como resultado, comenzaron a producir máscaras para distribuir a las farmacias, a los miembros de las fuerzas de seguridad locales y, a través de las comunas vecinales, a la unidad más pequeña del nuevo sistema político de abajo hacia arriba: la población general. Las comunas, que están en contacto directo con los residentes del vecindario, han sido responsables de registrar a las personas que necesitan ayuda y de distribuir productos básicos de una casa a otra. Al mismo tiempo, la relación entre cooperativas, comunas y otras instituciones de la AANES ha permitido una coordinación efectiva de esfuerzos.
No se puede negar que la AANES tiene una capacidad de producción muy limitada y tiene que contar con el apoyo internacional para cosas como la tecnología médica. Si bien hay intentos de producir ventiladores para complementar la escasa cantidad disponible actualmente en la región, el éxito aún está por verse. Sin embargo, las estructuras de abajo hacia arriba de la región demuestran una eficiencia que ha faltado desastrosamente en muchos estados desarrollados.
“Nada sobre nosotros sin nosotros”
La pandemia ha expuesto las graves consecuencias de no tener un Estado. El sistema internacional de Estado-nación ha demostrado ser completamente ineficiente para proporcionar a aquellos cuyo estatus no alcanza la única forma política aceptada, incluso cuando eso significa abandonar sociedades enteras a merced de pandemias o regímenes dictatoriales. En lugar de cumplir con su papel humanitario imparcial, la ONU y sus agencias han atendido a las potencias regionales y globales que pueden decidir qué poblaciones tienen permitido la autodeterminación y, con ello, el acceso a los derechos y beneficios que conlleva un estatus internacionalmente reconocido. Como describió Salih Muslim, un destacado político en la AANES, ante esta situación la ONU elige trabajar con los gobiernos y no con los pueblos.
Mientras que la coalición anti-ISIS encabezada por Estados Unidos ha entregado parte de la ayuda a la AANES, esto es lamentablemente insuficiente. La comunidad internacional debe presionar a la ONU para que trabaje directamente con la AANES para ayudarla a capear la pandemia. Y aquellos de nosotros en Occidente que queremos ver prosperar este modelo de democracia feminista, pluralista y ecológica, tenemos que presionar a nuestros gobiernos para que pongan fin a su complicidad con la guerra de Turquía contra los kurdos, reconocer la autonomía de la AANES bajo el derecho internacional, y asegurar su representación en las conversaciones de paz con Siria, patrocinadas por la ONU para poner fin a su difícil situación de apátrida.
FUENTE: Anya Briy / Open Democracy / Traducción y edición: Kurdistán América Latina